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¿Cuál es el origen del término ‘marrano’?

¿Cuál es el origen del término ‘marrano’?

Posiblemente el animal comúnmente conocido como ‘cerdo’ sea uno de los que tiene más formas para referirse a él, entre las que encontramos: puerco, cochino, gocho, lechón o marrano.

Y va a ser en el origen del último término (marrano) en la que voy a centrar el post de hoy.

La etimología de marrano nos llega a través del proviene del árabe ‘muḥarrám’ y su significado original era ‘cosa prohibida’, un vocablo utilizado para referirse a aquello que no se podía hacer o comer por cuestiones religiosas, entre ellas la tan extendida prohibición del consumo de cerdo en la religión musulmana pero también en la judía.

Y fue precisamente a partir de la expulsión, tanto de judíos como de musulmanes de España, cuando empezó a utilizarse el vocablo marrano como un insulto hacia los judeoconversos; judíos que habían preferido convertirse al cristianismo en lugar de marcharse de la Península Ibérica pero que seguían practicando en secreto sus costumbres y ritos religiosos, entre ellos el no comer cerdo.

Por su parte, a los musulmanes conversos se les llamó ‘moriscos’ y aunque nos parezca un término menos hiriente o peyorativo que marrano se hacía con la misma intención discriminatoria y ofensiva.

Así pues, a pesar de tener otros términos con los que referirse al cerdo, el termino marrano se popularizó entre la población llegando hasta nuestros días como uno de los muchos sinónimos que existen para aludir a este animal pero también para indicar que alguien es desaseado, sucio, mugriento o asqueroso.

 

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El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Nuestra lengua es rica en expresiones, refranes y aforismos que tratan sobre cualquier tema y ocasión. Los tenemos dedicados a temas meteorológicos, a las diferentes estaciones del año, a los meses y los que mencionan personas, lugares y animales (por poner unos pocos ejemplos).

Entre toda la amalgama de expresiones que existen hay algunas muy concretas en las que en el enunciado se menciona a algún animal, pero que, curiosamente, poco o nada tienen que ver realmente con los animales, ya que muchas de ellas han acabado nombrándolos por la perversión del lenguaje oral que ha ido pasando de una generación a otra o simplemente porque ese vocablo ha sido creado por alguna jerga (como el de la germanía) que lo utilizaban metafóricamente para referirse a otra cosa sin que los demás se enteraran.

Montar un pollo

La forma original (y correcta) de la expresión es ‘montar un poyo’, aunque el diccionario de la RAE admite desde hace unos años que se escriba ‘montar un pollo’ a pesar de que la locución no se refiera a la cría se la gallina.

El poyo (pollo) al que hace referencia es al podio o pequeña tribuna portátil (que tenía que ser montada) sobre las que se subían oradores que llegaban a una plaza pública y desde la que hablaban a los presentes. Normalmente eran consignas políticas que atacaban a algún partido político o al gobierno, por lo que, a menudo, solía armarse algún que otro altercado entre los asistentes y el orador. Dicha tribuna portátil  era conocida popularmente como ‘poyo’, un término que proviene de la palabra en latín ‘pódium’ y cuyo significado es ‘podio’.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener la mosca detrás de la oreja

La mosca a la que se refiere la expresión (que viene a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación) no es al insecto, sino a la ‘mecha’ (también llamada llave de mecha o serpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego utilizada entre los siglos XV y XVII) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

El gato de esta expresión es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia.

En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aburrirse como una ostra

El origen de la expresión no debemos buscarlo en el comportamiento de este preciado molusco (el cual, evidentemente, no se sabe si se aburre o no) sino al apócope de la palabra ‘ostracismo’, que era el término con que era conocido el destierro que se practicaba antiguamente la Antigua Grecia y al que se sometía a aquellos individuos que eran considerados como un ‘elemento peligroso para la comunidad’, teniendo que abandonar Atenas y permanecer exiliados y alejados de cualquier contacto con otras personas durante un tiempo (semanas, meses, años…). Ese destierro obligatorio los condenaba a estar lejos de la familia y vivir en soledad, y en consecuencia al aburrimiento, lo que dio origen a la expresión ‘aburrirse como un ostracista’, que, con el tiempo acabó en el apócope de ostra.

La palabra ostracismo no proviene de ‘ostra’ sino de óstrakon que es el modo al que se le llamaba a la concha de cerámica en la que se escribía el nombre de la persona a la que se quería desterrar.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aflojar la mosca

Nuevamente nos encontramos con otra expresión que utiliza el término ‘mosca’ y que no se refiere al insecto ni a una mecha (como la de la expresión ‘Tener la mosca detrás de la oreja’), sino que este fue un vocablo inventado y utilizado entre los pícaros y ladronzuelos del conocido como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) para referirse al dinero con la intención de solo entenderse entre ellos.

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches se debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

 

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aquí hay gato encerrado

Sin dejar el Siglo de Oro ni a los pícaros ladrones, la expresión ‘aquí hay gato encerrado’ no hace referencia a minino alguno sino a la bolsa o talego en el que en esa época se guardaba el dinero.

Ese saquito con las monedas solía guardarse entre las ropas con el fin de no ser robado, pero la víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si llevaba y dónde se lo metía, por lo que la consigna que se daban entre sí los ladrones era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa escondida con dinero.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener vista de lince

En realidad la expresión debería ser ‘tener vista de Linceo’ y en su origen hacía referencia a un personaje de la mitología griega conocido por tener una vista prodigiosa (que alcanzaba hasta lo inimaginable y que incluso podía atravesar los objetos). Linceo fue uno de los argonautas que junto a Jason fueron a la búsqueda del ‘vellocino de oro’.

Con el tiempo la expresión cambió a ‘tener vista de lince’ y muchos fueron lo que creyeron que la locución provenía del felino, debido a que este animal también se le otorgaba una prodigiosa vista (de hecho el lince se llama así por Linceo).

Sudar como un cerdo

Los cerdos no sudan (al carecer de glándulas sudoríparas) y por tanto la locución no puede referirse al animal.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animalesEn realidad esta expresión la recibimos del inglés y es una traducción literal de su ‘Sweating Like A Pig!’ (¡sudar como un cerdo!), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el ‘pig iron’ (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

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¿Sabías que la expresión ‘sudar como un cerdo’ no se refiere al animal?

¿Sabías que la expresión ‘sudar como un cerdo’ no se refiere al animal?Se utiliza la expresión ‘sudar como un cerdo’ para referirse a aquellos momentos en los que alguien está transpirando gran cantidad de líquido (sudor) ya sea debido al calor o a estar pasando una situación de apuro.

Muchas son las personas que asocian el hecho de sudar (y por tanto estar menos pulcro y limpio o desprender mal olor) con un cerdo (animal que acostumbra a estar sucio al estar revolcándose en el lodo).

En realidad los cerdos no sudan debido a que no poseen glándulas sudoríparas, motivo por el que, cuando tienen calor, estos animales se revuelcan y refrescan en charcos, barro o su propia orina y así mantenerse frescos.

Una vez sabido esto, posiblemente te estarás preguntando ¿entonces, de dónde surge la expresión ‘sudar como un cerdo’ si los cerdos no sudan?

Pues la verdad es que, así como la mayoría de las expresiones que utilizamos las hemos heredado del latín, griego, árabe, la lengua de las germanías o el caló (por poner unos cuantos ejemplos), concretamente esta locución nos ha llegado directamente del inglés y es una traducción literal de su Sweating Like A Pig! (sudar como un cerdo), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el pig iron (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (sudor de la cerda o la variante cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

 

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Fuentes de las imágenes: ariescbautista

¿De dónde proviene la expresión ‘Joder la marrana’?

¿De dónde proviene la expresión ‘Joder la marrana’?

Es común decir la expresión ‘joder la marrana’ o alguna de sus variantes (como ‘se jodió la marrana’, ‘joderse la marrana’…) para hacer referencia a algo que se fastidia/estropea. Por poner un ejemplo, estar en un lugar tranquila y plácidamente y de repente llegar alguien de forma escandalosa y molestando: ‘Con lo tranquilos que estábamos y llega este a jodernos la marrana’.

Pero antes de explicar el origen de la expresión es conveniente conocer el significado de los dos términos que la componen. Por una parte el vocablo ‘joder’, palabra ampliamente conocida que además de ser un vulgarismo para referirse al acto sexual también se utiliza como sinónimo de jorobar, dañar, fastidiar, estropear, descomponer, deshacer o vulnerar.

Por otra parte, la ‘marrana’ a la que alude la expresión, al contrario de lo que algunas personas puedan pensar, no se refiere a la hembra del marrano (cerdo) sino al eje de la rueda de la noria (teniendo en cuenta que esa noria no es la que nos encontramos en una feria o parque de atracciones, sino el artilugio compuesto de dos ruedas engranadas con la que, mediante recipientes, se subía el agua de los pozos).

El chirriar de ese engranaje al girar recordaba en cierta manera al gruñido del animal, de ahí que se utilizase ese término, debido a que antiguamente era muy común asignar a algo el nombre cuya onomatopeya evocaba alguna cosa (por ejemplo ‘follar’ proviene de ‘fuelle’ debido a que el jadeo del acto sexual recordaba al resoplar de un fuelle utilizado para avivar el fuego).

Por tanto, el origen de ‘joder la marrana’ proviene de la acción de sabotear la noria a través de atrancarla con algún palo o barra de hierro e incluso echando arena. De ese modo se impedía el giro de la misma siendo un perjuicio para el propietario del pozo. Cabe destacar que algunas fuentes también apuntan a la noria de los molinos y a la disputa que había entre los campesinos que iban a moler el trigo por el turno en que les tocaba: el que primero molía antes tenía su harina y podía venderla, así que, en algunas ocasiones, los otros agricultores trataban de sabotearlo jodiendo/estropeando la marrana.

 

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Fuentes de consulta: Alberto Araque / 1de3 / libertaddigital / Pancracio Celdrán / RAE (1) / RAE (2) / etimologias.dechile / almupetty9
Fuente de la imagen: Wikimedia commons

El curioso origen etimológico de la expresión ‘ser un jeta’

El curioso origen etimológico de la expresión ‘ser un jeta’

Como bien es sabido ‘ser un jeta’ es una expresión habitualmente utilizada para referirse a un caradura, una persona sinvergüenza, desvergonzada, descarada o de poca catadura moral.

Jeta también se usa para nombrar la cara (rostro) pero como aumentativo: ‘que cara tienes’/‘que jeta tienes’, ‘menuda cara más dura’/’menuda jeta’, y es un vocablo frecuentemente usado en la jerga y lenguaje coloquial de los más jóvenes.

En realidad el término jeta sólo se refiere a una parte especifica del rostro de un animal: el hocico, nariz o morro (frecuentemente el del cerdo) y etimológicamente proviene del árabe ‘jaṭm’.

Al ser el cerdo un animal impuro para los musulmanes el término ‘jaṭm’ (jeta) ya llegó hasta nosotros con la connotación negativa que se le da, además de que su morfología sobresaliente y de piel dura hizo que acabase utilizándose como sinónimo de caradura y se derivasen otros términos como ‘tener mucho morro’ de idéntico significado que ‘tener mucha jeta’.

 

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Fuente de la imagen: Alan Fryer (geograph)

¿Cuál es el origen de la expresión ‘A todo cerdo le llega su San Martín’?

Cuál es el origen de la expresión ‘A todo cerdo le llega su San Martín’
Desde hace muchos siglos se tenía el convencimiento de que la mejor fecha para realizar la matanza del cerdo era alrededor de la festividad de San Martín de Tours (11 de noviembre), debido a que era habitual que durante los días anteriores y posteriores se diera un curioso episodio atmosférico por el cual las temperaturas subían unos cuantos grados y daba la sensación de estar disfrutando de un veranillo, nombre que se le da a este tipo de situaciones cuando ocurre en fechas no estivales.

La semana de San Martín, previa a la llegada de los días de más frío y las nevada, era la elegida como perfecta para realizar el sacrificio del cerdo, del cual se sacarían un buen puñado de provisiones alimentarias en forma de carne y embutidos para pasar todo el invierno y gran parte del año, así como para poder comerciar en los mercados.

El cerdo era un animal concebido para el engorde y posterior matanza, por lo que de forma natural nació la expresión «a todo cerdo le llega su San Martín», de la que no se tiene una constancia de cuál fue la fecha exacta en la que se originó, pero existen múltiples escritos en las que aparece. Uno de ellos es en la obra de Francisco de Quevedo La vida del Buscón, publicada en 1626, en la que ya aparece en la forma de «a cada puerco le viene su San Martín»:

–    ¡Vive Dios! –dijo el corchete–, que se lo pagué yo sobrado a Lobrezno en Murcia, porque iba el borrico que me remedaba el paso de la tortuga, y el bellaco me los asentó de manera que no se levantaron sino ronchas.
Y el portero, concomiéndose, dijo:
–    Con virgo están mis espaldas.
–    A cada puerco le viene su San Martín –dijo el demandador.
–    De eso me puedo alabar yo –dijo mi buen tío– entre cuantos manejan la zurriaga, que, al que se me encomienda, hago lo que debo. Sesenta me dieron los de hoy, y llevaron unos azotes de amigo, con penca sencilla.

Y relacionado con la matanza del cerdo, podemos encontrar que de ahí surgen otras expresiones como «a quien no mata puerco, no le dan morcilla» recogida en 1627 en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas.

 

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Luis VI y el curioso edicto porcino [Anécdota]

Luis VI y el curioso edicto porcino [Anécdota]Una de las cosas más terribles que le puede ocurrir a un ser humano es la pérdida de un hijo, convirtiéndose en uno de los mayores dolores y angustias que alguien puede vivir. Y así es como lo sintió el rey Luis VI de Francia cuando, el 13 de octubre de 1131, un fortuito accidente hizo que Felipe,  su hijo primogénito, falleciese a la edad de 15 años.

La causa de tal terrible accidente se debió a la culpa de un cerdo que se cruzó en su camino mientras el joven delfín heredero al trono cabalgaba con su caballo encabezando un grupo de jinetes, provocando una fatal caída que tuvo como consecuencia la muerte del muchacho.

Según consta en las crónicas de la época, el padre pasó los siguientes cuatro días llorando amargamente, siendo el 17 de octubre cuando se celebró el funeral de Estado en memoria del príncipe fallecido.

A pesar de que el reino tenía otros graves problemas, la primera medida que tomó Luis VI, tras el fallecimiento de su hijo, fue dictar un edicto por el que prohibía la libre circulación de cerdos por las calles de París (algo muy habitual en la Edad Media), salvo una sola excepción: la de los puercos pertenecientes a la abadía de Saint-Antoine, ya que estaban considerados como siervos de designación divina.

 

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¿Por qué muchas huchas tienen forma de cerdito?

¿Por qué muchas huchas tienen forma de cerdito?

En el mundo anglosajón, las huchas en forma de cerdito son conocidas como Piggy Banks.

Alrededor del siglo XV se utilizaba una arcilla anaranjada llamada pygg con la que se realizaban diferentes utensilios para el hogar (platos, vasijas, vasos, recipientes, jarras…).

Por aquel entonces, era costumbre guardar el dinero en algún utensilio de cocina y estos eran conocidos como pygg jar. Todo parece indicar que el color característico de la arcilla llevó a alguien a hacer un recipiente en forma de cerdo donde guardar el dinero y, aproximadamente sobre el siglo XVIII, evolucionó la palabra de pygg jar a piggy bank queriéndole dar un doble sentido al pygg y su parecido fonético con la palabra pig [cerdo].

A todo ello hemos de añadir el que en muchas civilizaciones el cerdo estaba considerado como un elemento de prosperidad o abundancia y se consideraba afortunado a aquel que podía disponer de uno para la matanza, ya que se aseguraban alimento a lo largo de todo el año.

Curiosamente, sobre los siglos XIV y XV aparecieron en Indonesia unos de jabalíes hechos de terracota conocidos como celengan. Es de suponer que entre el celegan y pyggy jar hubo en el tiempo algún tipo de encuentro para terminar siendo los conocidos piggy bank [cerditos hucha].

 

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