Por Óscar Sánchez-Rey (República Centroafricana, MSF)
Las primeras tormentas van haciendo presencia. Estamos entrando en la estación de lluvias. El agua del cielo consigue rebajar un poco el sofocante calor tropical. Con la lluvia también viene la época de cultivar… y los mosquitos… y el barro en las carreteras, que hará un poco más difícil el acceso a los lugares más remotos. Pero durante esta época también seguimos tratando la desnutrición. En esta entrega os cuento un poco cómo en Boda y alrededores seguimos combatiendo la crisis nutricional que, como ya os contaba, comenzó el año pasado.
La forma en la que actualmente se diseña un programa nutricional ha cambiado bastante en los últimos cinco años. Ya no es necesario ingresar a todos los niños desnutridos en centros nutricionales y darles leche terapéutica durante varios meses. A la gran mayoría de los niños los tratamos de forma ambulatoria. Ellos siguen en casa con su familia y sólo tienen que ir al punto acordado al que el equipo se desplaza para hacer el tratamiento. En nuestro proyecto tenemos identificados nueve centros diferentes, a los que acudimos de forma periódica una vez a la semana.
La idea en realidad es bastante simple, se trata de un consulta médica móvil orientada al diagnóstico y tratamiento de la desnutrición. No necesitamos de grandes estructuras. Vale algún pequeño centro de salud local o, en su ausencia, el cobijo de la sombra de un gran árbol…
Lo primero es medir y pesar a los niños. Estas medidas nos van a decir exactamente cuál es su estado nutricional. Después, la consulta médica. Se hace una exploración del estado físico del paciente y se pregunta a la mamá cómo ha pasado la semana. Lo más importante es saber cómo ha tolerado el tratamiento. Es frecuente que, en el curso de esta consulta, el niño presente alguna otra patología, como infecciones respiratorias, malaria o diarrea.
Al final de la visita se prescriben los medicamentos necesarios y los alimentos terapéuticos preparados o ‘listos para usar’, los llamados RUTF por sus siglas en ingles (ready-to-use therapeutic food).
Estos últimos son, en realidad, la medicina que cura la desnutrición. Son productos de composición relativamente sencilla, a base de pasta de cacahuete enriquecida con nutrientes esenciales de origen animal y vegetal, que no se estropean ni se contaminan con el calor ni la humedad, ni necesitan agua para su consumo. Además las mamás se lo pueden llevar y administrárselo ellas mismas a los pequeños.
Así que los RUTF han traído una pequeña revolución al mundo de la desnutrición: nos permiten tratar a muchos más pacientes que en los antiguos programas nutricionales. Y sobre todo han reducido la carga familiar. La mamá sigue en casa atendiendo al niño enfermo y también al resto de la familia. Bueno, a veces hay excepciones, no todos los niños pueden ser tratados a domicilio ya que algunos presentan otras complicaciones: en estos casos más complejos, hay que hospitalizarles. Pero eso os lo cuento en otro blog.
Hoy os dejo con la foto de uno de nuestros pacientes y a su pequeña hermana. Esta última consiguió impresionarme. Acompañaba al más pequeño de sus tres hermanos a nuestro centro nutricional. Ella sabía que nosotros nos encargamos de tratar el Kwashiorkor, una de la formas más comunes de desnutrición y aquí, paradójicamente, uno de los nombres más populares para denominar la enfermedad. Sus padres, por diferentes razones, estaban fuera de casa desde hacía algunos días. Es impresionante la madurez de la mirada de una niña, que con tan sólo 12 años, asume la responsabilidad de ser la cabeza de familia.
Desde Boda,
Óscar
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Foto Superior: © Fernando Calero
Foto Inferior: © Óscar Sánchez-Rey