Tasmania es una isla que se encuentra situada en el sudeste de Australia (es uno de los seis Estados de esta mancomunidad).
En el año 1642 fue avistada por primera vez por un europeo, el marino y explorador neerlandés Abel Tasman, quien la bautizó como ‘isla de Van Diemen’, como homenaje al hombre que había financiado aquel viaje de exploración de las tierras al Este del océano Pacífico Sur.
Fue a partir del 1856 cuando se rebautizó la isla con el nombre de ‘Tasmania’ en honor a su descubridor.
Se conoce como ‘lechuguilla’ al complemento de la vestimenta que se puso de moda y colocó como adorno en el cuello y puños durante los siglos XVI y XVII (bajo los reinados de Felipe II y Felipe III) y que consistía en una fina tela que daba toda la vuelta mediante dobleces.
Era muy rígido, debido a que estaba muy almidonado, y la disposición de cada una de esas dobleces recordaba a las hojas de lechugas, de ahí su denominación.
También se le llamó ‘gorguera’ (del latín ‘gurga’: garganta).
A través de mi cuenta @curiosisimo en la red social TikTok, un usuario me pregunta el origen del término ‘fucilazo’, muy utilizado por su abuelo los días de tormenta.
Durante una noche de tormenta, hace referencia al destello en el horizonte producido por un relámpago y que ilumina la atmósfera. Normalmente este fucilazosuele ser silencioso.
Etimológicamente proviene del verbo ‘fucilar’ (lanzar destellos) y éste del latín ‘focīlis’ (que produce fuego).
Cabe destacar que es común confundirlo con los términos ‘fusilar’ o ‘fusilazo’, los cuales tienen un significado y origen totalmente diferente y que estos provienen de ‘fusil’ y hacen referencia al disparo realizado con esa arma de fuego.
Se conoce como ‘Pedofrastia’ a la táctica o habilidad de recurrir a un niño o niña (tanto la imagen como la persona) como reclamo para conseguir un fin determinado (político, social, económico…) y con ello conmover y remover conciencias.
El término se trata de un neologismo y aunque todavía no ha sido registrado por el diccionario de la RAE, podemos encontrar que numerosos expertos (e incluso la Fundéu) lo consideran como un término totalmente válido.
Etimológicamente “pedofrastia” proviene de los vocablos griegos ‘paidós’ (niño) y ‘frastêros’ (guía, informador, ilustrador).
Uno de los casos más conocidos de pedofrastia es el que se realiza desde grupos medioambientales con la jovencísima activista ‘Greta Thunberg’.
El pene más antiguo en un animal marino del que se tiene constancia científica pertenece a un crustáceo llamado ‘Colymbosathon ecplecticos’ y del que únicamente se tiene conocimientos del mismo por un fósil que fue encontrado por un equipo de científicos, de la Universidad de Leicester, en una formación rocosa en Herefordshire (al Oeste de Inglaterra) y que fue datado en 425 millones de años de antigüedad.
Se trata de un minúsculo artrópodo de cinco centímetros y cuyo nombre en griego Colymbosathon ecplecticos significa literalmente: el nadador del gran pene.
La descripción dada por el equipo de la Universidad de Leicester sobre este crustáceo es que se caracterizaba por su cáscara dura, poseía media docena de branquias y un órgano copulador grande y fuerte.
Mucho se está hablando en los últimos días de la conveniencia (o no) de aplicar ciertas medidas en algunos lugares en las que restringir la libre circulación de los ciudadanos a determinadas horas de la noche, con el fin de frenar los encuentros entre grupos de personas y evitar la rápida expansión del Covid19 en la llamada ‘segunda ola’ de la pandemia.
Esas medidas restrictivas se están denominando como ‘toque de queda’ y originalmente tenían una estrecha relación con prohibiciones o restricciones que se aplicaban en tiempos de guerra o bajo algún tipo de dictadura, además de por motivos de seguridad nacional debido a algún tipo de conflicto (cívico-militar) o sanitario, como es la situación actual.
El término ‘toque de queda’ proviene del mundo militar y etimológicamente hace referencia al aviso (toque) que se realizaba a la población para indicar cada día que comenzaba el periodo de prohibición de salir a la calle o restricciones de movimiento ciudadano.
El término ‘toque’ hace referencia al hecho de tocar una campana (como originalmente se anunciaba), aunque con el tiempo ese aviso se realizaba también con algún instrumento como un tambor o una corneta y, en tiempos más recientes, haciendo sonar una sirena.
El vocablo ‘queda’ proviene del latín ‘quiētus’, cuyo significado era ‘quietud’, ‘calma’, ‘silencio’ y hacía referencia al momento de serenidad y reposo que hay por las noches.
Curiosamente, al toque de queda se le denomina con otros términos en otros idiomas, encontrándonos que en inglés se dice ‘Curfew’, siendo éste una variación del francés ‘Couvre-feu’, cuyo significado literal era ‘cubrir el fuego’ y que provenía de la obligación (impuesta en la Edad Media) de apagar todas las chimeneas, velas y candelabros a determinada hora de la noche y así evitar incendios nocturnos fortuitos (en una época en la que las viviendas estaban construidas básicamente de madera). Los italianos también hicieron su propia adaptación utilizando el término ‘Coprifuoco’.
Para saber en qué momento del día se terminaba el toque de queda y, por tanto, ya se podía circular con libertad, se realizaba el conocido como ‘toque de diana’, denominado así porque era el aviso que se hacía al despuntar el día.
Se conoce como ‘dorada mediocridad’ (y también en la forma ‘dorada medianía’ o ‘dorada moderación’) al estado de vivir sosegadamente con lo justo, sin poseer cosas superfluas y con la suficiente comodidad de no padecer necesidades esenciales.
Fue acuñada y utilizada por el poeta romano Quinto Horacio Flaco, en el siglo I a.C., en la forma latina ‘aurea mediocritas’, indicando que […] el que se contenta con su dorada medianía no padece intranquilo las miserias de un techo que se desmorona, ni habita palacios fastuosos que despierten la envidia […], viviendo sin preocupaciones ni mayores ambiciones y, por tanto, siendo feliz con lo que tiene. Era habitual representarlo con la imagen de una balanza.
Esta locución podría ser el equivalente a la famosa expresión ‘en el término medio está la virtud’.
Cabe destacar que, originalmente, al término ‘mediocre’ o ‘mediocridad’ no se le daba la connotación actual de ser algo de poco valor o calidad, sino que se refería explícitamente a aquello que se encontraba justo en la mitad.
Se conoce como ‘prólogo’ al texto de introducción que da paso a una obra escrita (por ejemplo un libro). Su etimología proviene del griego homónimo ‘prólogos’ -‘πρόλογος’- (‘pro’: antes, ‘logos’: palabra, escrito, texto).
También podemos encontrar que varios pueden ser los términos utilizados como sinónimos para hacer referencia a esa introducción escrita de un texto: ‘proemio’, del latín ‘prooemĭum’ y éste del griego ‘prooímion’ –‘προοίμιον’– significando literalmente ‘poema o canto que precede’; ‘prolegómeno’ de latín ‘prolegomena’ y a su vez del griego ‘prolegomenon’ –‘προλεγόμενα’– (introducción al texto); ‘prefacio’ del latín ‘praefatio’ (lo que se dice delante).
Pero al igual que un texto necesita su ‘preámbulo’ (del latín ‘praeambŭlus’: que va delante) el sexo también lo requiere, siendo conocido como ‘preliminares’ las caricias, besos y otros juegos de índole erótico-sexual que se llevan a cabo para ir aumentando la libido y excitación.
El término ‘preliminares’ proviene del latín ‘praelimināris’ cuyo significado literal es ‘antes del umbral de la puerta o la entrada’ (‘prae’: ‘antes’; ‘limināris’: umbral’, puerta).
Decirle a alguien que es ‘como el capitán Araña’ no es referirse a éste como un superhéroe o algo similar, sino que esta locución es sinónimo de llamarle embaucador o que convence a otros para hacer algo y luego se queda al margen.
La expresión está extraída de una mucho más larga que decía literalmente ‘el capitán Araña, que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra’ y que surgió a raíz de un curioso personaje del siglo XVIII.
Sabido es que, en aquel siglo, fue muy necesaria la contratación de numerosos hombres que quisieran embarcarse en las expediciones que surcaban hacia las diferentes posesiones del Imperio y parece ser que había una serie de personajes que se encargaban de reclutar y convencer a nuevos marinos, quienes se embarcaban rumbo a las colonias.
Uno de esos captadores de hombres era un tal capitán Arana, quien tras persuadirlos para embarcarse se quedaba en tierra, en busca de más voluntarios para otras expediciones (y, evidentemente, percibiendo un pago por el trabajo de mediador).
Hay ciertas discrepancias sobre el origen de ese tal capitán Arana, apuntando algunas fuentes que era vasco y otras gaditano. También podemos encontrar que el lexicógrafo José María Iribarren indicaba que este capitán era de nacionalidad portuguesa y su apellido era ‘Aranha’ (no olvidemos que la ‘nh’ de los portugueses tiene una sonoridad similar como nuestra ‘ñ’).
Fuentes de consulta: ‘Florilegio ó Ramillete alfabético de refranes y modismos comparativos y ponderativos de la lengua castellana’ de José María Sbarbi / ‘El porqué de los dichos’ de José María Iribarren / ‘ ¿Qué queremos decir cuando decimos…?’ de José Luis García Remiro / ‘Del hecho al dicho’ de Gregorio Doval
Fuente de la imagen: wannapik
A través de mi cuenta @curiosisimo en la red social TikTok, un usuario me pregunta de dónde surge la expresión ‘Juventud, divino tesoro’.
Esta locución suele ser pronunciada por personas de cierta edad (sobre todo adultos y ancianos) y se hace con la intención de rememorar y añorar los años de juventud, teniendo cierto componente de melancolía y recuerdo.
La primera constancia escrita de la expresión la encontramos en el libro de poemas ‘Cantos de vida y esperanza’, publicado en 1905 por el poeta nicaragüense Ruben Darío, quien iniciaba el poema ‘Canción de otoño en primavera’ del siguiente modo:
[…]Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…[…]
La obra se hizo inmensamente famosa y la frase ‘Juventud, divino tesoro’ se ha repetido hasta la saciedad desde entonces.
A continuación podéis leer el poema ‘Canción de otoño en primavera’ al completo:
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…
Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera oscura hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé…
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…
La otra fue más sensitiva, y más consoladora y más halagadora y expresiva, cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía…
En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé… y le mató triste y pequeño, falto de luz, falto de fe…
Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…
Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión; y que me roería, loca, con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de eternidad;
y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también…
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras, siempre son, si no pretextos de mis rimas, fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris me acerco a los rosales del jardín…
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…
¡Mas es mía el Alba de oro!
El poema fue musicalizado y cantado por el gran Paco Ibáñez, quien realizó una brillante versión que interpretó por primera vez en el concierto ofrecido el 9 de enero de 1988 en el teatro Olympia de París. En el siguiente vídeo podéis escuchar la grabación incluida en el disco recopilatorio ‘Canta a los poetas latinoamericanos‘ (2012):