Archivo de marzo, 2019

La frecuente confusión en el uso de los términos ‘apoquinar’ y ‘acoquinar’

Algunas veces nos encontramos con algunas personas que, a la hora de hablar, tienden a utilizar algún término incorrectamente para referirse a algo, cuando en realidad el vocablo usado no tiene nada que ver con lo que desea expresar.

Esto es frecuente con dos palabras que se escriben prácticamente igual (solo cambia una consonante) pero que nada tienen que ver la una con la otra (no son sinónimas ni tienen el mismo origen etimológico a pesar de su similitud).Se trata de los términos ‘apoquinar’ y ‘acoquinar’.

La frecuente confusión en el uso de los términos ‘apoquinar’ y ‘acoquinar’

El primero significa ‘pagar’ y se utiliza coloquialmente para indicar que hay que realizar un pago, a veces de mala gana (por ejemplo ‘Apoquina lo que me debes’). Hay ciertas dudas sobre su origen etimológico siendo bastante los lexicógrafos que señalan que una de sus más que posibles procedencias sea el término, del latín medieval, ‘apochāre’, cuyo significado era ‘pagar como tributo o dar una garantía en dinero’. También podemos encontrar referenciado en la obra de consulta ‘Léxico del leonés actual’ (de Janick Le Men Loyer, publicado en 2002) el término ‘apochar’ que es definido como ‘pagar’ [de mala gana].

Pero algunas son las ocasiones en las que alguien utiliza el término ‘acoquinar’ para referirse al hecho de pagar algo de mala gana, pero en realidad nada tiene que ver. Algunos expertos indican que dicha confusión puede ser debida a que algunos hablantes crean que el vocablo ‘apoquinar’ tenga algo que ver con ‘poco’ y de ahí que crean que esa no es la palabra correcta que deben usar para referirse al acto de realizar un pago.

Pero el significado real y literal de ‘acoquinar’ es ‘amilanar, acobardar, hacer perder el ánimo’ y nada tiene que ver con el dinero ni los pagos. Etimológicamente proviene del francés ‘acoquiner’ de idéntico significado y que derivaba de ‘coquin’, término con el que se conocía en el medievo francés a los mendigos y bribones.

 

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

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Fuentes de consulta: RAE (1) / RAE (2) / Léxico del leonés actual de Janick Le Men Loyer / etimologias.dechile (1) / etimologias.dechile (2) / ducange.enc.sorbonne / larousse / Los galicismos en el español de los siglos XVI y XVII de Elena Varela Merino

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano

De los pies a la cabeza y por fuera o por dentro, todas aquellas partes de nuestro organismo que podemos ver, y las que no, tienen un nombre, un término por el que son conocidas. Muchas son las ocasiones en las que nombramos algunos de esos órganos y, por mucho que estemos familiarizados con su nombre, desconocemos por qué y de dónde surge el que se denominen de esa forma.

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano

A raíz del post que publiqué días atrás, sobre el origen de los términos ‘Cadera, catedrático y catedral’,  Raúl Sainz Garrido me dejó un comentario en el que me animaba a escribir una entrada sobre el origen de otras partes  del cuerpo humano. Como bien sabéis, son numerosísimos por lo que lo haré en varias entregas y de seis en seis (con el fin de que no quede un post muy largo).

Aquí tenéis una primera tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano:

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoCuello: Es la parte del cuerpo que une la cabeza con el tronco y proviene del latín ‘collum’, de igual significado y que también era utilizado para referirse al tallo de una flor. Se originó dicho vocablo como clara referencia a aquello que permite girar y hacer volver a su lugar de origen algo, en este caso la cabeza (o, por ejemplo, una flor). A raíz de su anatomía (estrecho y alargado) con el paso del tiempo también se utilizó la palabra cuello para referirse a la parte superior y más estrecha de una vasija o botella.

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoNudillos: Es la parte exterior de cualquiera de las junturas de los dedos, donde se unen los huesos de que se componen. Nudillo es el diminutivo de nudo y etimológicamente proviene del latín vulgar ‘nudus’ y a su vez éste del latín clásico ‘nodus’, haciendo referencia a la parte de intersección de algo que se junta (en este caso las falanges de los dedos a la mano).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoTobillo: Es la parte del cuerpo en donde se articula el pie con la pierna, pero también es la protuberancia de la tibia y del peroné que sobresalen respectivamente en el lado interno y externo de éste. Y es que el término tobillo proviene del latín vulgar ‘tubellum’ el cual era el diminutivo del vocablo ‘tuber’ cuyo significado literal era ‘protuberancia’ (en este caso haciendo referencia a la prominencia redondeada que se encuentra en el punto donde se une nuestra pierna con el pie).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoAxila: Se trata de la concavidad que forma el arranque del brazo con el cuerpo. Proviene del latín ‘axilla’, de idéntico significado y este proviene del vocablo ‘axis’ el cual hacía referencia a un eje o ala. Otro modo común para referirse a la axila es ‘sobaco’, pero dicho término tiene una etimología algo desconocida y discutida (la dejo para explicarla con más detenimiento en otro post).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoVena: Es cada uno de los conductos por los que discurre nuestra sangre, haciendo un recorrido por nuestros órganos interiores y con salida y llegada en el corazón. Proviene del término en latín, escrito del mismo modo, que era utilizado para referirse a cualquier conducto o canalillo por el que, de forma natural, circulaba cualquier líquido (agua, sangre…).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoMuslo: Es la parte de la pierna desde la juntura de las caderas hasta la rodilla. El término es en sí una contracción del vocablo ‘músculo’, el cual proviene del latín ‘muscŭlus’ y cuyo significado era ‘ratoncillo’ (os expliqué esta curiosa etimología en un post tiempo atrás).

 

Próximamente publicaré otra tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano.

 

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¿Cuál es el origen etimológico del término ‘sexo’?

El origen etimológico del término ‘sexo’ lo encontramos en el latín ‘sexus’, la palabra utilizada en la antigüedad para designar la diferencia entre géneros, debido a que normalmente iba acompañada junto a los términos ‘virilis’ (hombre) y ‘mulieris’ (mujer). Al menos así aparece reflejado en los escritos anteriores al siglo XVII, donde era frecuente encontrarlo en la forma ‘sexus mulieris’ o ‘sexus virilis’ cuando se quería hacer una referencia al género al que pertenecía la persona de la que se estaba hablando.

¿Cuál es el origen etimológico del término ‘sexo’?

Etimológicamente, el vocablo latino sexus proviene de ‘sectus’ (corte) y éste de ‘secare’ (cortar) y es más que probable que se refiriera originalmente a la división de la población que existía, la cual se tenía el convencimiento de que la mitad exacta eran varones y la otra hembras. Aunque algunas fuentes indican que bien podría haberse originado de la idea de que, según se explica en los Evangelios, la primera mujer (Eva) fue creada a partir de cortar y sacar una costilla a Adán.

Por otra parte encontramos que en numerosos escritos de la Antigua Grecia también se hacía referencia al origen de los hombres y mujeres como un único y mismo ente, señalando que los humanos éramos seres andróginos (poseíamos los dos sexos en un mismo cuerpo). En la obra ‘El banquete’ de Platón (escrita alrededor del año 380 a.C.) el famoso filósofo griego explica que se debió a un castigo divino del Dios Zeus el que los seres andróginos quedasen divididos en dos (hombre y mujer).

En el Diccionario de Autoridades de 1739 (primer libro oficial en lengua española que recogía las palabras y sus definiciones) aparece la entrada ‘sexo’ dándole la siguiente acepción literal: ‘Distintivo en la naturaleza del macho, ù hembra en el animal’.

Cabe destacar que fue a finales del siglo XIX cuando aparecieron coletillas a la palabra sexo en los diccionarios para diferenciar la condición entre géneros: por ejemplo ‘Bello sexo’ con la acepción de ‘Conjunto de todas la mujeres’. En 1925 se le añadía al diccionario los términos ‘Sexo débil’ que daba como respuesta ‘las mujeres’ y ‘Sexo feo o fuerte’ que se refería a ‘los hombres’.

En una próximo post os explicaré la evolución que hizo el término sexo que pasó de ser un vocablo para referirse al género de las personas a designar las relaciones carnales (cópula).

 

 

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Portada del libro "Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO" de Alfred López

 

 

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Reseña del libro: ‘Siempre estuvieron ellas’ de Javier Santamarta

Reseña del libro: 'Siempre estuvieron ellas' de Javier SantamartaCoincidiendo con el Día Internacional de la Mujer he querido traer al blog la reseña de un libro que tenía pendiente y que he querido esperar a esta fecha para publicarlo: ‘Siempre estuvieron ellas’ (sobre este título ya os hablé muy brevemente y os lo recomendé en mi post sobre regalos para el Día de Reyes) cuyo autor es mi buen amigo Javier Santamarta (@JaviSantamarta); quien, aparte de gran escritor y amante de la Historia, es politólogo y experto en Ayuda Humanitaria, Geopolítica, UE, y Protocolo (además de ser, últimamente, muy habitual en tertulias políticas en radio y televisión).

Su nuevo libro, que lleva como subtítulo ‘Galería histórica de hispanas memorables’, es un excelente ensayo literario que nos acerca a la vida de un puñado de mujeres que han tenido un relevante papel en la Historia de España, pero que, debido al heteropatriarcado que nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales, no han tenido la justa recompensa y mención en los libros de Historia, tal y como merecerían.

Ojo, que nadie se asuste, el libro ‘Siempre estuvieron ellas’ no es ningún alegato al feminismo, tan de moda en los últimos tiempos, sino un sincero y justo homenaje que el autor hace hacia esas ilustres mujeres y que además eran españolas (en un momento en el que se ha abierto una absurda polémica y parece que divide a parte de la población entre enemigos de todo lo que suene a español o rancios patriotas que viven anclados en la España del yugo y la flecha).

Javier Santamarta sabe acercarnos a la vida y obra de mujeres que, de haber nacido en nuestra época, gozarían de todo el respeto y admiración de todos nosotros, pero que quedaron en el injusto semiolvido, no apareciendo en muchos de los libros que trataron sobre biografías en las que solo se mencionaba a hombres (algunos incluso menos importantes o relevantes que éstas).

Pero ya no solo tiene mérito el tema que trata el bueno de Javier Santamarta, sino cómo lo hace y explica. No es una novela, pero capítulo tras capítulo (de los trece que lo componen), dedicado a una o varias de esas ilustres hispanas, nos pone en contexto con unos diálogos y situaciones en los que, por momentos, parece que estamos leyendo una narración que parece ficción pero que se ajusta, fielmente, a lo sucedido.

La selección de personajes escogidos también ha sido un acierto, debido a que encontramos a protagonistas de todos los tiempos: desde la época de la Antigua Roma (Egeria), pasando por el Siglo de Oro (María de Zayas) y llegando hasta el siglo XX (Ángela Ruiz Robles), por poner tan solo tres ejemplos.

A destacar las numerosas notas a pie de página, que ayudan a entender y conocer mucho mejor cada una de las situaciones y protagonistas, además de la valiosa bibliografía al finalizar cada uno de los trece capítulos que componen la obra.

Reseña del libro: 'Siempre estuvieron ellas' de Javier Santamarta

Sinopsis (ofrecido por la Editorial Edaf):

España es un país femenino. Dudarlo sería no reconocer que su Historia está salpicada, y aún forjada, por mujeres que despuntaron en todos los campos en que quisieron destacar. Tanto si era posible, como si no. España es un lugar donde las mujeres han desarrollado un papel como en pocos sitios más podemos encontrar. Hay heroínas, literatas, reinas, escultoras, inventoras, científicas, santas… Mujeres avanzadas a su tiempo que se toparon con trabas e impedimentos y que, pese a todo, triunfaron. Magníficos exponentes del coraje y del empeño puesto en una causa, aunque les costara la vida. Aunque no se lo permitieran. Memoria viva cuyas vidas y hechos merecen ser recordadas y sacadas del olvido o de la ignorancia.

Hacer una selección de todas estas mujeres es complicado y, sobre todo, injusto, pues a lo largo de los siglos es difícil encontrar una actividad en la que no destaque alguna, a pesar de haberse querido ver a España siempre como un país atrasado, casi bárbaro, en su relación con las mujeres. Los retratos elegidos en este libro demuestran que no siempre se cumple ese cliché tan manido; que las mujeres hispanas han conseguido muchas cosas en detrimento de tópicos y en comparación con las de otros lares, y que, en múltiples ocasiones, fueron precursoras. Porque en España, siempre estuvieron ellas.

 

‘Siempre estuvieron ellas’ (Galería histórica de hispanas memorables) de Javier Santamarta
Editorial Edaf
ISBN: 9788441438927
http://www.edaf.net/es/libro.asp?producto=2396

 

Reseña del libro 'Siempre estuvieron ellas' de Javier Santamarta

 

No dejes de leer la reseña que publiqué sobre el libro anterior de Javier Santamarta: ‘Siempre tuvimos héroes’

Cadera, catedrático y catedral, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘una silla’

Cadera, catedrático y catedral, tres palabras con un mismo origen etimológico: 'una silla'

Conocemos como ‘catedrático’ (o catedrática) a aquella persona dedicada generalmente a la docencia (normalmente universitaria o de enseñanza media) y que ha alcanzado el más alto rango o status.

Por su parte una ‘catedral’ es una edificación monumental dedicada al culto religioso, siendo la iglesia principal de una diócesis y, por tanto, sede del obispado.

Y la ‘cadera’ es la parte de nuestra anatomía que está compuesta por dos partes salientes y formada por los huesos superiores de la pelvis.

Estos tres términos tienen un mismo origen etimológico (una silla o asiento), aunque los dos primeros (de ahí su similitud) provienen de una vía diferente que el referido a la parte de la anatomía humana.

‘Catedrático’ proviene del latín medieval ‘cathedraticus’ cuyo significado era ‘el que ocupa la silla o asiento’. El asiento al que se hace referencia es la ‘cátedra’, una silla o butacón elevado desde donde el maestro daba antiguamente la lección a sus alumnos o discípulos. El término cátedra a su vez provenía del latín clásico ‘cathedra’, cuyo significado era ‘silla, asiento’ y hasta ahí llegó desde el griego ‘kathédra’καθέδρα– de idéntico significado.

La ‘catedral’ recibe dicho nombre ya que era la edificación religiosa y principal en la que se encontraba el asiento del obispo de una diócesis (territorio en el que éste tiene su jurisdicción religiosa) y en el que se sentaba durante los oficios.  El término, al igual que el anterior, también proviene del latín clásico ‘cathedra’ y éste del griego ‘kathédra’.

Pero por su parte, el término ‘cadera’, proviniendo prácticamente del mismo origen etimológico, tuvo un viaje más que los dos vocablos anteriores, pasando desde al griego ‘kathédra’ al latín clásico ‘cathedra’ y desde ahí al latín vulgar ‘cathegra’ antes de convertirse en el castellano ‘cadera’. Y es que recibió ese nombre ya que es la parte de nuestra anatomía que se articula para que tomemos asiento, con la que nos podemos sentar, de ahí que tenga una etimología casi idéntica con otras palabras que, a simple vista, parece que no tengan nada que ver con ésta.

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘delirio’

Se conoce como ‘delirio’ al estado de confusión mental que se caracteriza por alucinaciones y/o pensamientos absurdos e incoherentes.

El curioso origen etimológico del término ‘delirio’

El término proviene del latín ‘delirium’ y que literalmente significaba ‘no hacer un surco’, el cual tiene una curiosa explicación y origen.

Antiguamente entre las muchas pruebas que le podían hacer a un individuo para calibrar su estado de enajenación (ya fuese transitorio o producido por un trastorno mental) era pedirle que hiciese un surco en la tierra ayudado por una vara. Dependiendo de cómo saliese ésta se determinaba su capacidad y a aquel que no pudiese trazarlo de modo correcto se le tachaba como ‘delirium’.

Dicho término señalaba el comportamiento anormal o extravagante de esa persona y etimológicamente se componía del prefijo ‘de’ (separación, negación), el vocablo ‘lira’ (cuyo significado era ‘surco’) y el sufijo ‘ius’ (resultado).

 

 

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¿Sabías que originalmente el término ‘libido’ nada tenía que ver con el sexo?

Días atrás os explicaba el curioso origen no sexual del término ‘lujuria’ y hoy os traigo otro vocablo muy relacionado actualmente con la sexualidad y con el que ocurrió algo muy similar. Se trata de la palabra ‘libido’, descrito en los diccionarios como ‘deseo o impulso sexual’ y que, originalmente, nada tenía que ver con el sexo.

¿Sabías que originalmente el término ‘libido’ nada tenía que ver con el sexo?

Fue a finales del siglo XIX y a través de Sigmund Freud cuando tomó esa mueva acepción. El padre del psicoanálisis vio en la palabra libido (la cual provenía de un vocablo latino homónimo y que quería decir ‘deseo desmesurado hacia algo’) el término ideal para etiquetar a aquellas personas que, a través de un desorden psicológico, tenían un desenfrenado deseo sexual, el cual era la raíz de otros problemas de conducta.

Freud utilizó ese antiguo vocablo proveniente del latín como referencia a la conducta libidinosa de los antiguos gobernantes romanos, propensos a los excesos de todo tipo.

De ahí que con el tiempo, tanto el término libidinoso como lujurioso se hayan convertido en sinónimos y en los diccionarios una entrada conduzca a la otra (y viceversa).

 

 

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¿De dónde surge que el mediodía fuese conocido como ‘nona’ o ‘novena hora’?

Durante muchísimo tiempo (siglos) cuando se quería hacer referencia al momento del día en el que se situaba el mediodía se utilizaban (habitualmente) los términos ‘nona’ o ‘novena hora’.

¿De dónde surge que el mediodía fuese conocido como ‘nona’ o ‘novena hora’?

Eso se debía a lo que era conocido como ‘horas canónicas’, las cuales consistían en la división de la jornada en varias partes y que servía para señalar, sobre todo, las horas o momentos destinados a los rezos religiosos.

El mediodía no se situaba entre las 12 y la 1, como actualmente hacemos, sino que marcaba las tres (hoy en día de  la tarde) debido a que, según las horas canónicas, el día empezaba a las 6 de la mañana y, por tanto, la ‘novena hora’ era a las 3. ‘Nona’ procede del latín ‘nonus’ y significa noveno.

A la ‘hora nona’, en la Iglesia Católica, se llevaba a cabo una oración conocida como de ‘Misericordia’.

Las ‘horas canónicas’ fueron estipuladas en el siglo VI por San Benito de Nursia, religioso italiano fundador de la orden Benedictina y las dispuso del siguiente modo:

‘Maitines’ (antes del amanecer), ‘Laudes’ (amanecer), ‘Prima’ (primera hora después del amanecer), ‘Tercia’ (tercera hora después de amanecer), ‘Sexta’ (las 12, hora del rezo del ‘Ángelus’ en tiempo ordinario o el Regina Coeli durante la ‘Pascua’), ‘Nona’ (la hora de la Misericordia), ‘Vísperas’ (tras la puesta del sol) y ‘Completas’ (antes del descanso nocturno).

Cabe destacar que también fue el propio San Benito quien marcó la norma de guardar reposo y silencio después de la “sexta hora”, que fue lo que dio origen a lo que hoy conocemos como ‘siesta’ (inicialmente se conocía como sextear’ o ‘guardar la sexta’, derivó en ‘sestear’ y acabó en ‘siesta’).

Como dato curioso también añadir que en inglés el mediodía es conocido como ‘noon’, el cual proviene de nona y motivo por el que podemos encontrar términos como ‘afternoon’ utilizado para referirse a  ‘tarde’ y literalmente significa ‘después del mediodía’.

 

 

 

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