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Propósito de año nuevo: ser

Si eres una persona de hacer propósitos de año nuevo seguro que ya tienes una lista. Y también seguro que lo que tienen en común los elementos de tu lista es que todos tienen que ver con hacer (o dejar de hacer) algo: empezar con una rutina de deporte, dejar de fumar, comer más sano…Sin embargo, es muy probable que en tu lista no figure espacio para simplemente ser.

Nuestra sociedad está orientada a la acción. Hacer, conseguir, ponerse metas, llegar, subir una montaña, luego otra. No hay nada malo en hacer. Sin embargo no somos hacedores humanos, somos seres humanos. Y cultivar el ser es imprescindible, si no queremos convertirnos en pollos sin cabeza que corren por la vida sin saber adónde van.

El ser tiene varios enemigos. Uno de ellos es que no está culturalmente valorado. A nadie le felicitan por estar varios días sin hacer nada. O por tomarse unos días para estar en soledad. O por dedicar el tiempo a escucharse interiormente. Internamente es fácil sentirse culpable, egoísta o simplemente vago cuando uno dedica tiempo a ser, sobre todo al principio. Sin embargo, con la práctica uno toma cuenta que cuanto más cerca del ser estemos, más buenas son nuestras relaciones y más sentido cobran nuestras acciones. El remedio a la nula reputación del ser está dentro de uno mismo. Consiste en darle valor al ser. Tenemos la capacidad de dar valor a lo que nos dé la gana y para hacerlo simplemente tienes que tomar la intención dentro de ti y posiblemente atravesar alguna resistencia.

(Katie Moum, UNSPLASH)

Otro de los enemigos del ser es que de no agendarlo, el hacer, como un río desbordado se come toda la cuenca vital, dejándonos sin espacios para simplemente ser. Por ello, ahora que el nuevo año está a punto de empezar, te propongo que agendes espacios (y tiempos) para el ser.

Primero plantéate ¿de qué forma te acercas al ser? Hay mil formas de hacerlo y la condición necesaria es que no tengas ningún objetivo más allá de simplemente ser. Cuando digo ninguno, es ninguno, ni tan siquiera el objetivo de pasarlo bien. Las prácticas pueden incluir: tiempo en soledad, journaling, meditación, tiempo en silencio, actividades creativas, paseos en la naturaleza, ciertas relaciones…

Una vez tengas claras tus prácticas, ya puedes planificar espacios y tiempos semanales, mensuales, trimestrales y anuales. Ahora llega el paso clave: blindarlos en tu agenda para que nada ni nadie puede sabotearlo. Hecho esto, olvídate de ello y deja que el nuevo año entre salvaje y descontrolado.

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¿Quieres mejorar tu autoestima? Empieza por el cuerpo

Una de las dimensiones clave cuando empiezo un programa de coaching es esclarecer cuál es la relación que tiene la persona consigo misma. Muchas personas a quienes acompaño no se gustan, no se perdonan y algunas se odian… Si tú estás entre ellas, Houston tenemos un problema de base. Ya puedes hacer cursos, talleres, terapia y demás, que si no das la vuelta a la relación más importante de tu vida, es decir a la que tienes contigo mismo, no hay progreso posible.

Amarse a uno mismo no es ser hedonista ni narcisista. Es sencillamente convertirse en responsable pleno de tu propia encarnación. Es tomarte en serio y honrar el pedazo del todo que se ha manifestado en tu forma.

Recuerdo una bronca monumental con mi pareja después de una cena con unos amigos durante un verano que pasé en Berlin. En plena pelea, bajé del coche dando un portazo y me fui a caminar por las calles desiertas. Al llegar a casa me di cuenta que no llevaba llaves y él no había regresado aún, así que mi cabreo y yo tuvimos que esperarle en el portal.

Es común achacar los problemas de autoestima de los occidentales a nuestra herencia cristiana. Como cristianos, creyentes o no, ya nacemos con culpa. Jesús asumiendo todos nuestros pecados se sacrificó para la humanidad y esto nos convierte en culpables, en deudores. En una lectura opuesta, es precisamente Dios quien nos absuelve y perdona de todo. Siempre. En cualquier caso el problema de la autoestima no es un problema de orientación espiritual o religiosa. Ni tan siquiera de inconsciente colectivo, aunque seguro influye. La raíz de una baja autoestima o mejor dicho de una mala relación con uno mismo tiene tres orígenes: el cuerpo, la mente y las relaciones.

(Jackson David, UNSPLASH)

Al día siguiente seguíamos enfadados. Me fui a dar una vuelta y mis piernas me llevaron a un parque. Sentía un gran rechazo hacia mi misma, rabia y culpa. Sin poder más, me tumbé en la hierba. Entonces de pronto sentí una energía que emanaba de la tierra. Mientras esta fuerza me sostenía, también neutralizaba mis remordimientos, mi culpa y mi rueda de hámster mental. Era amorosa y compasiva, no le importaba que hubieses sacado las cosas de madre, ni que fuese orgullosa y testaruda. Todo esto lo sentía mi cuerpo, mientras poco a poco me recomponía.

En la base de la autoestima está la conexión con tu cuerpo. Si estás desconectado de tu propio cuerpo – tu conexión con el todo y tu inteligencia intuitiva –  la mente toma el poder y es bien sabido que la mente es un buen siervo pero un mal amo.

Volví a casa y pude hacer las paces con mi pareja, porque ya las había hecho conmigo misma. Sin aceptar su propuesta de comer juntos, cogí la bici y me fui a uno de los mejores shawarmas del barrio de Kreuzberg. Tenía algo importante a celebrar: una nueva relación de amor incondicional conmigo misma. Y no se me ocurrió mejor forma de hacerlo que nutriendo a mi cuerpo con deliciosa comida.

Para desarrollar una buena relación contigo mismo es imprescindible empezar por el cuerpo. Pero tu cuerpo no es solamente tu cuerpo. También es el cuerpo de la tierra, el cuerpo del universo. Sin embargo para “saber” esto, tu cuerpo tiene que estar abierto y receptivo. Existen mil caminos hacia el cuerpo y también mil barreras. Entre las barreras están el ego, los traumas, el stress, la sobredosis digital, el ruido, la ausencia de espacio y tiempo…Y entre los caminos están una organización del tiempo y el espacio que faciliten hacer cosas que te gusten y te den placer, el descanso,  prácticas conscientes de ejercicio físico, alimentación, meditación, journaling o cualquier práctica realizada con consciencia, el silencio, el contacto físico, el contacto con la naturaleza por nombrar algunas.

Una buena autoestima tiene tres ejes: cuerpo, mente y relaciones. Te invito a empezar por tu cuerpo, no va a fallar.

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Los efectos del silencio: semillas para alinearte con la vida

Con el paso de las horas, la sombra psicológica, es decir lo inconsciente enterrado en el cuerpo continuaba a desvelarse, a modo de lo compartido en el post anterior. Dispares zonas del cuerpo despertaban con recuerdos traumáticos, pobladas de emociones de todos los colores: vergüenza, culpa, rabia, tristeza…De nuevo, el trabajo desde el mindfulness o desde el focusing – ambos usados en mis sesiones de coaching – consistía en recibir la emoción, la información, la textura y estar con ellas de forma amable para después ir a otra zona.

A medida que en mi interior se iban aflojando apegos a relaciones existentes, se reproducía una nueva fijación que parecía haber surgido de la nada. Esto es así porque al ego, no le gusta estar abierto y vacío – su muerte –  y por eso crea otra fijación, otro deseo. Porque sin apegos, sin la tensión del deseo, rechazo o ignorancia el ego no existe. Ser testigo de la rapidez con la el ego se reconfigura, ilustra bien los múltiples tropiezos y dificultades del camino de la consciencia.

Aunque al principio el lugar parecía poco relevante, con el paso de los días y bañada por el silencio interior se tejió una intimidad particular con el entorno. Ocurrió al contemplar los animales del sitio, el cachorro de labrador negro que no necesitaba palabras para ser achuchada y jugar, los pájaros, los gatos, los árboles que salpicaban el lugar y el bosque que lo circundaba. Escuchar el zumbido de las abejas, contemplar los campos labrados bajo la niebla. A medida que aumentaba la conexión con mi interior, también lo hacía la conexión con “lo exterior”.

Con los compañeros de retiro ocurría algo similar. El silencio iba tejiendo una sutil red de comunicación entre nosotros. Bastaba sentir la presencia del otro, para recibir cierta impresión sobre su estado interno y sobre de la cualidad de la conexión.

(Isaac Mitchell, UNSPLASH)

Más allá de los aprendizajes mencionados, la práctica del silencio, sea en solitario o compartido, siempre me brinda semillas. Algunas ya se revelaron, otras lo harán en su preciso momento. Semillas que al recibir atención, se convierten en formas de ser más alineadas con la vida.

El final del año es un momento maravilloso para la práctica el silencio. No hace falta que te vayas de retiro para ello, aunque si decides hacerlo valdrá la pena. Tan solo tienes que buscar espacios donde el silencio reine. Para sumergirte en el silencio necesitas soledad, cierta rutina y por supuesto olvidarte de tu yo digital. Si estás en la ciudad puedes probar en una iglesia, una biblioteca, un parque. Si la naturaleza no domesticada está cerca de ti, ése es el lugar. Cuando te encuentres en cualquiera de estos espacios date el tiempo del que puedas disponer y toma la intención de escuchar.

Tu práctica del silencio generará espacio interior. Tal vez, lo único imprescindible para vivir con plenitud.

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¿Qué esperar de un retiro de silencio?

Hoy después de un retiro de silencio de cinco días reconecto con el día a día, o más bien con el segundo a segundo, confundida, desconcertada y con altibajos emocionales.

Justo antes de irme al retiro parecía que la vida se aceleraba. Tenía el tiempo justo organizar las cosas y dejar varias sin hacer – entre otras escribir en este blog. Por esta razón, antes de empezar el retiro tuve que empezar a desprenderme. Soltar planes, dejar ir agendas. Y al hacerlo, abrazar con humildad mis limitaciones.

Al llegar al sitio me me invadía una sensación de anticipación y vértigo. Había realizado otros retiros similares pero este se me antojaba especialmente retador por el hecho de enfatizar la meditación en un lugar cerrado.

Cuando pensamos en silencio parece que tiene que ver con no hacer nada. Sin embargo, en un retiro es todo lo contrario. El retiro tiene una estructura exquisitamente diseñada, que genera una rutina. En mi caso consistía en meditación, desayuno, meditación, ejercicio, comida, descanso, meditación, charla del maestro, cena, meditación y a dormir. La estructura articula el hacer, facilitando que uno se relaje en simplemente ser y escuchar el propio interior.

(David Schultz, UNSPLASH)

Las reflexiones del maestro y sobre todo la meditación van poniendo presión en el ego. La presión facilita que afloren apegos e identificaciones conscientes e inconscientes almacenadas en el cuerpo. Por ejemplo, durante una meditación caminando, me di cuenta de que mientras caminaba estaba todo el rato mirando al punto de llegada en lugar de fijarme en el paso que estaba dando. También observé que mis piernas iban más rápido que la respiración. Al intentar que las piernas se movieran al ritmo de la respiración, surgía entonces la impaciencia, una actitud que conozco bien y que sirve de poco. Mi labor – y la de todos los participantes cada uno con su neura particular- desde el mindfulness consistía en acoger a la impaciencia con cariño, verla, sentir su textura y sobretodo, no intentar cambiarla, ni librarme de ella.

Intimar con la respiración fue tal vez uno de los mayores regalos del retiro. Durante una meditación de pie, me di cuenta que había algo forzado y controlador en mi forma de respirar. Había un esfuerzo para tomar el aire y también en el soltarlo. Cada vez me costaba más meditar. Entonces me dije, deja de intervenir y da paso simplemente a la respiración. Para ponerlo en práctica tuve que atravesar cierta resistencia. Al lograrlo algo cedió y mi estado dio un vuelco. El aire que entraba en cada respiración parecía alegrarse de ser visto por primera vez. Lo percibí como una presencia tierna y jubilosa que se ofrecía generosamente una vez y otra en cada respiración. Mi labor consistía simplemente en abrirme a ese misterioso flujo, cada vez más ligera y llena de luz.

Más en mi próximo post.

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Por qué buscar el silencio en la jungla del ruido

Entro al AVE destino Madrid para asistir a la Gala Creadores de 20Minutos. Después de escribir dos años en el medio, me hace mucha ilusión participar y conocer un poco más a las personas que le dan vida. Con mi tipo de billete no te sirven comida. Tampoco tienes más espacio de asiento. El plus que he pagado es por dejar de tener ruido, voy en el vagón Silencio. Bendigo al genio que decidió llevar esta opción de viaje a España, muy arraigada en otros países. Mientras busco mi asiento, me parece oír a alguien que habla por teléfono…suenan mis alarmas internas. No puede ser, me acerco a mi asiento y me doy cuenta que ¡está a mi lado! Es una chica de ventipocos con look millenial de libro, mallas, converse de colores y sudadera chic. Está sumida en un juego virtual a la vez que habla con alguien al otro lado de la pantalla.

Me siento y le digo, con toda la amabilidad que puedo que en este vagón no se puede hablar por teléfono. Sin casi mirarme, asiente muy segura que si hablas bajito sí que se puede. Su tono me dice de no esforzarme. Sigue hablando como si nada. Espero al revisor y cuando llega, le explico que la chica lleva quince minutos hablando por móvil. Me dice que no pasa nada porque este no es un vagón de silencio y que me ponga la mascarilla. Le digo que sí, que este vagón es de silencio, incluso viene escrito en los reposacabezas. Varios pasajeros insisten en ello, y el señor, despertando de su despiste finalmente asiente. Entonces se dirige a la chica y le dice que está terminantemente prohibido hablar por teléfono en este vagón. La sentencia cae a plomo en el aire. Ella termina la llamada consternada y los pasajeros que estaban al tanto y yo, suspiramos aliviados.

(Stayhereforu, PEXELS)

El silencio es un bien escaso en nuestros días. Estímulos de todo tipo nos rodean y por supuesto ruido. Sin embargo el ruido no es algo natural. En la naturaleza, nuestro entorno original, el silencio reina, mientras se desenvuelven la mayoría de procesos. El ruido o silencio externos importan porque están en íntima comunicación con nuestro interior. Nuestros cuerpos no están separados del exterior, sino más bien en comunicación constante con él a través de las porosas puertas de los sentidos. Por esta razón el ruido exterior, crea ruido interior y el silencio exterior nos invita a la calma interior.

Estar constantemente expuesto a ruidos es estresante para el cerebro. De ahí nace el concepto de contaminación acústica. Aunque no queramos el cerebro se esfuerza en procesar los ruidos de forma autónoma gastando energía al hacerlo. Estudios científicos demostraron que niños que nacen y crecen en entornos cercanos a aeropuertos con ruidos de aviones constantes tienen una inteligencia inferior a la media1. Así de importante es el ruido. Así de importante es el silencio.

Con todo, lo común es rehuir el silencio. Se nos ha enseñado a estar incómodos con él, rompiéndolo a la mínima de cambio. Y así el silencio se ha convertido en un extraño indeseable para muchos. Estar con él, sube el volumen de la jaula  de pensamientos sin control en la que están inmersos y por eso lo rehuyen a través de distracciones o pasatiempos. En relación, el silencio se siente como una losa que hay que hacer añicos cuanto antes a no ser que…nuestros cuerpos pronuncien aquello que las palabras no pueden decir. Me fascina la comunicación que se da sin esfuerzo al estar con otra persona en silencio. Inténtalo. El silencio aumenta la conexión y comunica por sí solo. Si lo practicas lo suficiente contigo mismo y también con otros, descubrirás que el silencio está de tu parte. Y entonces te acompañará adonde vayas, como tu aliento o un amigo fiel.

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(1) The brain that changes itself. Stories of Personal Triumph from the Frontiers of Brain Science (2012), Norman Doidge

Por qué al lidiar con tus sueños, la pregunta ¿me compensa? está fuera de lugar

Hoy en una sesión de coaching a Maya, pintora y diseñadora gráfica a principios de la treintena, comentábamos su visión de vida. Este ejercicio empieza por una meditación guiada en sesión, en la que la persona viaja con la imaginación a su futuro a pocos años vista. Después plasma lo visto en una hoja a través de imágenes o dibujos.

Saber visionar y sostener una visión propia es fundamental, porque como decía Walt Disney, “si lo puedes soñar, lo puedes crear”. Y también, si no lo puedes soñar, difícilmente lo crearás o vendrá a ti, como constato desde hace años en mi práctica de coaching. Esto es así porque aquello en lo que nos enfocamos modela nuestra percepción y determina aquello que recibe nuestra atención – la poderosa mecha que cataliza el futuro.

Maya podía imaginar una nueva residencia delicadamente decorada. Podía imaginar una profesión floreciente. Podía imaginar su arte conmoviendo a miles de personas. No obstante, aunque afirmaba quererlo, no lograba verse con hijos y una pareja.

Según mi experiencia de coach, y como expresaba Rilke1 el futuro ha de entrar en nosotros mucho antes de que suceda. Cuando esto no es posible, existe un bloqueo. Cuando le pregunté a Maya porqué no podía imaginarse con pareja e hijos me dijo, “bueno lo de la pareja,… es un fastidio ponerme a buscar, paso de Tinder… Y pensándolo bien, aunque no me veo como madre soltera, no sé si me compensa todo el esfuerzo de tener pareja.” ¡Bingo! Dimos con el bloqueo: No sabía si le compensaba tener pareja.

Pantalla con números

(Tyler Easton, UNSPLASH)

¿De dónde había salido aquella pregunta? De ella, claro, y también de la cultura en la que nadamos. Esa que afirma que todo, absolutamente todo tiene que compensarnos. Vivimos en una sociedad materialista y economicista. Parece que nada tiene valor por sí mismo a no ser que nos rinda. Tal vez por eso nos pasamos más tiempo negociando con la realidad que viviendo. Pues bien, hay cosas que simplemente no rinden. ¿Cuánto rinde tener hijos? ¿Lo medirás en función de las notas que saquen? ¿Cuánto rinde tener una pareja? ¿Lo medirás en función de cuánto sexo tengas? ¿Cuánto rinde ser honesto y tener la conciencia tranquila? ¿Lo medirás según lo bien que duermas por las noches? ¿Cuánto rinde cultivar una amistad?

Para algunas cosas, aunque ahora no consigo dar con ninguna, la pregunta ¿me compensa? tendrá sentido. Para muchas otras, y en concreto para tus sueños, olvídate de ella. Plantéate en su lugar: ¿Lo quiero de verdad? ¿Es bueno para mi y para el mundo? ¿Estoy dispuesto a comprometerme con ello? Si con tu vida, eres capaz de responder “sí” a estas tres preguntas, darás un paso gigante hacia tus sueños.

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(1) Cartas a un joven poeta. Rainer Maria Rilke

Gabriel Rufián, la mente y el trabajo de valores. Por qué es fundamental domar la propia mente

Ayer cuando le preguntaron al portavoz de ERC Gabriel Rufián por las conexiones entre su socio de coalición respondió lo siguiente:

 

Rufián condena la conducta de sus socios de gobierno por reunirse con “sátrapas”,  tildándoles enfáticamente de “señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”.

No sabemos lo que mueve a Rufián a realizar estas declaraciones. ¿Es simplemente caer en la extendida práctica de desprestigiar al oponente? ¿Es su agitación mental? ¿son sus valores lo que le mueven?

Este post continúa mi exploración anterior sobre valores.

Los valores encapsulan formas de ser y actuar: “se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”. En el caso de Rufián: criticar a sus oponentes aunque a la vez socios de gobierno  aprovechando la guerra Ucraniano-Rusa.

Permitidme un poco de teoría. Lo que distingue al Budismo de otras filosofías y religiones es el énfasis en la mente. Después de años de búsqueda espiritual y de renunciar a muchas doctrinas, Gautama Buda se sentó a meditar bajo el árbol Bodhi. Al caer la noche, se iluminó. Llamado a compartir lo que había aprendido, lo hizo dando tres giros a la Rueda, entendiendo la rueda como el conjunto de enseñanzas budistas. En el primer giro de la Rueda, Buda enseñó las Cuatro nobles verdades. De la cuarta noble verdad reza que el camino para trascender el sufrimiento nace el Noble camino óctuple. Es por esta razón que tres de los ocho principios del Noble camino óctuple versan sobre el control de la mente. Por qué sin el control de mente, los dos principios de sabiduría y los tres de conducta ética son papel mojado.

De nuestra mente emerge todo, desde nuestro sentido de identidad, nuestra forma de relacionarnos y nuestras acciones. Si nuestra mente está confundida, es influenciable y no puede concentrarse, por muchos valores que insistamos en practicar vamos a fracasar. Es como intentar correr una carrera de fórmula uno con una chatarra o querer regar plantas con un colador. La mente es la madre de la ética y por esta razón es necesario domarla para trabajar los valores. Tomando el ejemplo inicial me pregunto por el tipo de mente que albergó las conductas aludidas por Rufián y por la mente de Rufián mismo. Me pregunto por la mente de nuestros políticos y por la mente de los ciudadanos que representan y en cierto modo reflejan es decir: nuestra mente.

El budismo propone entrenar la mente a través de la meditación pero esta vía no es la única. La mente se puede entrenar a través de la contemplación, de la oración, llevando un diario, practicando yoga, pasando tiempo la naturaleza, a través de la música…Una mente domada nos hace dueños de nosotros mismos. Nos facilita articulación consciente de valores, enriqueciendo el sentido de nuestras vidas.

Por eso, hoy te pregunto: ¿Cómo vas a domar tu mente para encarnar plenamente tus valores?

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¿Quieres hacer algo para la resolución del conflicto en Ucrania? Ama a Vladimir Putin

La situación en Ucrania se está poniendo al límite. Después de hablar con el líder ruso, Macron dice que “lo peor está por llegar”. Leo que las tropas rusas han tomado Zaporiya, la mayor central nuclear de Europa. Aumenta mi ansiedad. Siento la presión de la situación sobre la vida en el planeta. Me siento pequeña e impotente pero no me quedo ahí, pues sé que cada uno de nosotros importa y que nuestros actos marcan la diferencia. En situaciones terribles como la actual, siempre me admira de qué forma emerge lo mejor de nosotros. Las personas nos activamos, queremos ayudar, queremos ser parte de la solución.

Podemos hacer y debemos hacer. Mandar dinero, ropa, víveres. Y también podemos hacer a través de nuestros pensamientos, de nuestro estado mental. El conflicto se ha polarizado. Ucrania son los buenos y Rusia los malos. Pero es bien sabido, que la polarización no ayuda a resolver un conflicto y que la realidad es infinitamente más compleja que una película de vaqueros.

Si tú y yo estamos en conflicto y tú crees que soy el demonio entonces vas a querer destruirme, deshacerte de mi. Así ha sido con las exterminaciones en masa a lo largo de la historia. En cambio, para hacer posible la paz es necesario humanizar al rival. Verlo de igual valía que a uno mismo. Ser capaces de ponerse en su lugar y, por muchos defectos que tenga y por muy erradas que hayan sido sus acciones, percibirlo como persona que siente, que sufre, que aspira.

Vladimir Putin

(EFE)

En este conflicto hay un malo de la película: Vladimir Putin. Me cuesta tan poco sentir rechazo hacia él. Este rechazo, una energía invisible pero real como todas las emociones, no contribuye a nada sino más bien lo contrario. Las personas más odiadas son las más peligrosas, porque saberse odiado empuja a hacer el mal. Así que te invito a realizar un sencillo ejercicio:

  1. PIENSA EN ALGUIEN A QUIEN AMAS  y conecta con el espacio de tu corazón. Lleva tu mano a la zona del corazón y siente el amor que emana de él. Imagina a la persona que amas en miniatura dentro de tu corazón. Quédate en este espacio durante unos segundos respirando. Luego deja que la imagen se evapore.
  2. Sigue conectado con el espacio de tu corazón y PIENSA EN ALGUIEN CONOCIDO, una persona neutral. Lleva a su imagen en miniatura al espacio de tu corazón. Deja que reciba la calidez que emana del mismo. Respira ahí durante unos segundos, no tengas prisa. Deja ahora que la imagen de esta persona se evapore.
  3. Conecta ahora con ALGUIEN A QUIEN DETESTES o con quien tengas un conflicto. Lleva su imagen en miniatura al espacio de tu corazón. Recibe la incomodidad de hacerlo e intenta relajarte. Deja que la persona reciba el amor que emana de tu corazón. Respira con calma y relájate durante unos instantes. Deja que la imagen de esta persona se evapore.
  4. Ahora piensa en VLADIMIR PUTIN. Lleva su imagen en miniatura a tu corazón. Si aparece, recibe la incomodidad que sientas al hacerlo. Inúndalo con amor. Respira y descansa ahí todo lo que puedas. Luego deja que la imagen se evapore.

 

Personalmente, este es el acto periódico con el que me comprometo mientras dure este conflicto. Te animo a hacerlo tú también. Por supuesto que también puedes hacerlo con cualquiera de tus enemigos. Tal vez sea lo más poderoso que hagas jamás.

 

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PS: 1000 gracias a los lectores que me habéis echo propuestas a raíz de mi post Querido lector, no sé cómo hacer para llegarte…¿me echas una mano? Están siendo muy valiosas e inspiradoras. Para los que queráis hacer más sugerencias, podéis seguir haciéndolas a pie de artículo.  Adelante, sigo escuchando 😉