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Karma emocional: ¿Y si enfadarte o ponerte triste fuese un hábito?

Cuando pensamos en hábitos, solemos pensar en cosas tipo hacer deporte, comer sano, descansar lo necesario…Sin embargo, absolutamente todo en nuestras vidas se puede entender como un hábito. Para el budismo los hábitos son una de las mayores fuentes de karma en nuestras vidas, es decir de lo que hay actualmente – sus causas – y lo que vendrá – sus efectos. El karma además de referirse a nuestras acciones, incluye también nuestros hábitos emocionales y mentales.

Después de un día agotador, tengo poca paciencia y cuando las cosas no van como quisiera uno de mis hábitos emocionales es enfadarme. Es un hábito porque se repite cuando se dan las citadas circunstancias. Si no identifico mi reacción como un hábito emocional, caigo presa de convincentes justificaciones sobre porqué tengo razón en enfadarme. Esta interpretación, por acertada que sea, me libra de tomar responsabilidad sobre mi hábito y transformarlo.

Uno de los aforismos de entrenamiento de la mente – Lojong – del budismo tibetano que aprendí de Pema Chödrön es Entrénate en las tres dificultades:

1. IDENTIFICAR EL IMPULSO. Cuando me noto cansada, impaciente,…unos segundos antes de enfadarme, el impulso ya está ahí. Darse cuenta de ello en el momento es una capacidad avanzada. Un paso previo consiste en revivir una situación pasada en la que la emoción nos dominó. Al hacerlo nos familiarizamos con las sensaciones físicas del momento, los pensamientos y lo que nos mueve, para que la próxima vez lo podamos identificar antes de que sea demasiado tarde.

(NIK, UNSPLASH)

2. SOLTAR EL IMPULSO. Reconocer el impulso a enfadarme y soltarlo es un paso de gran dificultad. Lo es porque llevamos años practicando nuestros hábitos emocionales y están afianzados en estructuras neuronales con gran capacidad de activación. Una metáfora sería como ir en un tren que lleva siempre a la misma estación, es decir, a cierto estado emocional y acciones. Soltar el impulso implica nada más y nada menos que ¡saltar del tren! Algo que me ayuda a hacerlo es reconocer que el tren se dirige a un lugar al que no quiero ir: un paisaje en llamas o un sitio de destrucción. Si no lo he conseguido en la situación misma, vuelvo a ella en un segundo momento y me imagino saltando de este tren, lo que a nivel práctico significa respirar, callar y tal vez irme a otro sitio – ¡todos hábitos nuevos!. Hacerlo me prepara para cuando una situación similar se vuelva a reproducir, lo que ocurrirá con toda probabilidad.

3. CONVERTIR LO ANTERIOR EN UNA FORMA DE VIDA. Algo maravilloso de las enseñanzas budistas es la claridad de sus instrucciones fruto del conocimiento profundo de la mente. Transformar la mente es lidiar con la poderosísima energía hábito codificada en nuestras estructuras neuronales, por lo que fracasar repetidamente es inevitable, como reconoce el maestro Zen Norman Fischer. Sin embargo, el fracaso no nos tiene que disuadir de perseverar, sino todo lo contrario. Es por esa razón que el tercer paso del aforismo consiste en practicar el punto uno y el punto dos una y otra vez. Poner en práctica las tres dificultades a pesar de lo arduo que resulta hacerlo, es lo que poco a poco irá desactivando nuestros hábitos emocionales – tristeza, apatía, rechazo, envidia…- dando lugar una mayor libertad interior.

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Comunicación no violenta o cómo desarrollar la consciencia a través del lenguaje

El lenguaje es lo que nos ha permitido delimitar la realidad y comprenderla. Sin el lenguaje el mundo sería incuestionable. No obstante, quedarse anclado en ciertos usos del lenguaje es un escollo que boicotea el desarrollo de la consciencia.

Lorena perdía a menudo los estribos con su hija adolescente. Cuando lo relataba decía que su forma de dirigirse a ella “le ponía de los nervios”. Objetivamente, existen formas de hablar odiosas, formas de hablar exquisitas y una infinitud de tonos entre ambas. Sin embargo, ¿Es verdad que a Lorena le ponía de los nervios su hija? Si observamos de cerca la realidad nos daremos cuenta que a Lorena no le ponía de los nervios su hija, sino que era Lorena misma la que se ponía de los nervios, cuando reaccionaba de cierta forma al comportamiento de su hija.

Mientras sostenemos en nuestros pensamientos formas de describir la realidad articuladas dando la culpa al otro de lo que ocurre en nuestro interior, nos alejamos de la realidad. ¿Cómo sería si cuando te das cuenta de que te estás poniendo de los nervios al hablar con tu hija, te dijeras que no es ella la que lo causa sino tu misma? Le pregunté en sesión.

(Mario Purisic, UNSPLASH)

La expresión “me pone de los nervios” corría un tupido velo en la consciencia de Lorena, dejándola con una única vía: perder los estribos, reforzando erróneamente la culpabilidad de su hija, justificando y aumentando de este modo su animosidad contra ella.

Creo que si en el momento me diera cuenta de que soy yo la que me pongo de los nervios a mi misma reaccionando así…pues no me nacería el impulso a castigarla que nos hace escalar el conflicto, y supongo que me ayudaría a calmarme. Tal vez, luego podríamos hablar como personas, me compartía.

Cambiar la forma de articular la propia experiencia mediante el lenguaje es poderoso porque nos ayuda a afinar el foco de la atención. Con este pequeño cambio, el foco de Lorena ya no estaba en su hija, en lo mal que le hablaba o lo irrespetuosa que era, echando más leña al fuego de su pelea. Al articular en su pensamiento diciendo soy yo misma la que me estoy poniendo de los nervios reaccionando a sus formas, Lorena lograba mantener la atención en su interior, aunque fuera por unos breves segundos, en los que conectar con la realidad de forma genuina y entonces ¡bam! aparecía como por arte de magia la capacidad de elección. Lorena podía elegir si seguir escalando el desencuentro, o si retirarse de la escena, tomar unas respiraciones, bajar revoluciones y retomar el contacto con su niña dentro de un rato.

Con la práctica del lenguaje consciente o comunicación no violenta, Lorena aprendió que su forma de articular la realidad en sus pensamientos tenía una potencia formidable: convertirla en víctima de su circunstancia o bien todo lo contrario, despertarla a su capacidad de agencia con un indiscutible margen de maniobra.

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Muere muchas veces, es bueno para ti

Cualquier persona que lleve muchos años de pareja, sabe que no ha pasado uno sino varios divorcios. La relación como se entendía hasta cierto momento ha muerto, las partes que la formaban se han reconfigurado, y si ha habido suerte y sobretodo mucho tesón, la relación ha encontrado un nuevo comienzo.

Las relaciones mueren, porque nosotros también morimos, a lo largo de nuestras vidas, varias veces. Mejor dicho, muere nuestro ego. Esto no es malo, sino más bien es una oportunidad para liberarse de aquello que uno creía que era, creía que poseía, creía que sabía y empezar con los marcadores a cero.

Las muertes del ego son cualquier cosa menos placenteras. El sufrimiento es proporcional al apego que teníamos a aquello que creemos perder. El sufrimiento también es mayor cuanto más nos anclamos en interpretaciones, pensamientos y emociones sobre lo que pasó y porqué. Instalarnos en estos pensamientos nos mantiene atados a la muerte del ego. Entonces no morimos una vez, cuando la sacudida nos tumbó, sino que nos crucificamos permanentemente al recrear lo sucedido con la mente o proyectarlo al futuro.

Hombre de espaldas con cuchillo

(Reza Hassania, UNSPLASH)

Cuando te sientas morir porque te han echado del trabajo, tu pareja te fue infiel, no consigues sacar adelante un proyecto en el que habías invertido mil horas, muere un familiar cercano o cualquiera de estos reveses, date cuenta de cómo muere tu ego, pero tú sigues con vida.

Las emociones, los pensamientos y el resto de contenidos de tu experiencia no son tú, por mucho que te identifiques con ellos, por mucho que te hayan servido. Tú eres el espacio en el que ellos se muestran y una forma de referirse a este espacio es consciencia, lo único eterno que existe en ti. Ahora, mientras lees estas lineas date cuenta del espacio que las recibe – no el que las juzga, no el que las cuestiona, tampoco el que las comparte. Percibir este espacio es engañosamente fácil y por esta razón no le prestamos atención.

Sin embargo, en la medida en que te reconozcas en tu verdadera naturaleza, más fácil te será abrirte a la experiencia, sea cual sea el color de la misma. Tu resistencia tenderá a cero y aunque en apariencia hagas lo mismo de siempre, la cualidad de tus acciones será radicalmente distinta por que emanarán de una presencia benevolente guiada por la vida misma.

Muere – al ego – muchas veces, es bueno para ti.

 

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¿Resistir o vivir? Cómo gestionar la resistencia interna para que se convierta en tu aliada

El conflicto entre Rusia y Ucrania se alarga más allá de lo previsto rozando “el riesgo real de una Tercera Guerra Mundial” en palabras del ministro de exteriores ruso. Ucrania resiste y occidente le secunda. El secretario de defensa de EEUU Lloyd J.Austin III hizo ayer las declaraciones más contundentes sobre el conflicto, afirmando que “el objetivo de EEUU es ver a Rusia debilitada para que no tenga el poder de invadir un estado vecino”. Estas contrastan con las declaraciones a principios de mes del expresidente ucraniano Viktor Yanukóvich pidiendo a Zelenski detener “a toda costa” el derramamiento de sangre en Ucrania interpelando elocuentemente al actual presidente: «Volodimir, quizá sueñes con ser un héroe de verdad, pero el heroísmo no es ostentación, no es luchar hasta el último ucraniano», apuntando así a los costes humanos de resistir.

Hoy día Ucrania tiene ante sí dos opciones: mantener la resistencia o ceder a la derrota, con toda una escala de grises entre las dos, incluyendo condiciones, aliados, pactos, y un largo etcétera matizado por condicionantes geopolíticos más allá de este artículo. Este conflicto sirve para ilustrar de qué forma a otra escala, cada uno de nosotros se enfrenta cada día en una multitud de ocasiones ante la elección de resistir algo o atravesar la resistencia.

En mi práctica de coaching la resistencia es siempre una invitada sigilosa que se sienta invisible entre la persona a quien acompaño y yo misma, intentando sabotear los esfuerzos de transformación inherentes a cualquier programa de desarrollo personal. Por ejemplo:

  • Para Luis, ejecutivo del sector audiovisual, cada vez que se disponía a practicar la comunicación directa y estar en relación en tensión con miembros de su equipo, la resistencia salía de su boca en forma de chistes y bromas para relajar la tensión, debilitando el impacto de sus acciones.
  • Cada vez que Noa se disponía a desarrollar su autoridad interna, conectando con lo que era importante para ella y tomando decisiones al respecto, la resistencia emergía mediante su enraizado hábito de consultarlo todo con su pareja.
  • Juan en plena transición a jubilarse, había tomado cartas en el asunto de trabajar menos, traspasando las riendas del negocio familiar a su hijo. Sin embargo, se resistía a dedicar tiempo y recursos a actividades de ocio en las que conocer a personas y desarrollar actividades de cara a la nueva etapa que estaba a punto de comenzar.
Identificando resistencias en sesión de coaching

(Usando símbolos para identificar resistencias en una sesión de coaching, MAGDA BARCELÓ)

Detrás de la resistencia interior a un cambio positivo está el miedo. Al igual que el miedo de Zelenski a que su país sea destruido, o el de Occidente que más países corran el riesgo de ser invadidos por parte de Rusia, el miedo que alberga la resistencia interna a algo que deseamos para nosotros es el miedo a desaparecer. Pero un momento…¿Desaparecer quién? ¿Uno mismo?…no, el que tiene miedo a desaparecer es el ego: el constructo que tenemos de nosotros mismos. Esa maraña de pensamientos, emociones, reacciones psico-somáticas, tendencias inconscientes y un largo etcétera tiene miedo a ser aniquilado. Por eso, ante cualquier cambio del status quo, por bueno que sea, el ego se atrinchera en la resistencia. Porqué “lo malo conocido” calma al ego. No solamente le calma sino que le da su razón de existir. Si dejamos de tener que luchar contra cierta dificultad entonces… ¿Quién vamos a ser?

ATRAVIESA TU RESISTENCIA EN SEIS PASOS

1- IDENTIFÍCALA

Para afrontar una resistencia, el primer paso es darte cuenta de que te estás resistiendo. Detecta la resistencia, ponle nombre, conviértela en un objeto o un proceso con el que relacionarte. Siente curiosidad por ella: ¿Qué quiere la resistencia? ¿A qué le teme? Al responder a estas preguntas te darás cuenta de que las intenciones de la resistencia son buenas, trata de protegerte de que cualquier daño y también de evitar riesgos innecesarios.

2- AGRADECE A LA RESISTENCIA

Una vez identificada la resistencia y su agenda, dale las gracias. Sí, se trata de un ejercicio simbólico pero poderoso. Le estás dando las gracias a la parte de tu ego que quiere protegerte. Al hacerlo, date cuenta de la naturaleza insustancial del ego y la resistencia.

3- DA UN PEQUEÑO PASO

Después de identificar y agradecer a tu resistencia, es momento de dar un pequeño paso a través de ella. Por ejemplo, si tu resistencia tiene que ver con dejar tomar café para funcionar como persona, prueba una mañana a tomar un té. O si tu resistencia tiene que ver con soltar una relación tóxica puedes empezar por declinar una invitación sin dar explicaciones. Si tu resistencia tiene que ver con cambiar de trabajo, puedes empezar por actualizar tu currículum en Linkedin. Sí, te sientes raro. Sí, te da miedo. Sí, hacerlo significa atravesar el oscuro portal de la resistencia para…encontrarte al otro lado de la misma sano y salvo,  y también probablemente, con algún que otro rasguño.

4- RECONOCE QUE ESTÁS EN UN NUEVO ESPACIO

Después de dar ese primer pequeño paso date cuenta que ¡lo has conseguido! Sí eres capaz y te sientes fenomenal. Ahora ya no hay quien te pare.

5- DA OTRO PASO MAYOR

Y luego otro, y luego otro,…hasta que la resistencia se convierta en un mero recuerdo sin importancia.

6- DEJA QUE TU SENTIDO DE IDENTIDAD SE TRANSFORME Y…¡DISFRUTA DE LA NUEVA LIBERTAD!

Cada vez que actúas a través de tu resistencia estás desarticulando a tu ego y evolucionando. Te conviertes en otra persona o más bien, te identificas con el proceso indescriptible que significa estar vivo.

 

Aunque casi siempre las resistencias internas al cambio quieren protegerte, vivir bajo su dictado significa morir lenta o rápidamente, del mismo modo que un batallón precario se enfrenta a una gran potencia. El batallón precario es tu ego, sus miedos y su apego a lo conocido. Y la gran potencia es la vida con su insistente invitación al cambio, a la transformación y a lo sin precedentes. Aunque te cueste, está en tus manos reconocer tu verdadero lugar en el campo de batalla.

REFLEXIÓN

Hoy te pregunto: ¿Cuál es tu resistencia y cómo puedes convertirla en tu aliada a través de estos seis sencillos pasos?

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