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Navidad es hacer algo más para alguien

En una comida de trabajo navideña se comentaba la pérdida generalizada de valores. Los valores se pierden con la ausencia de práctica religiosa, espiritual o de otro tipo que los encarne a nivel comunitario. La Navidad es una ocasión para ahondar en los valores propios a través de la tradición cristiana. En el artículo anterior exploraba la generosidad, la sencillez y la gratitud. En este artículo sigo con la solidaridad, la paz y la confianza.

SOLIDARIDAD

La solidaridad es la capacidad de adherirse a una causa común, más allá de aquello que nos atañe directamente a nosotros o a nuestro clan familiar y de amigos. En la Navidad fueron solidarios los Reyes Magos, iniciando un largo viaje desde sus lejanas tierras y también los pastores. De modo que la solidaridad la encarnan tanto personas ricas como pobres. Es fácil decirse, yo aquí no puedo aportar nada. Sin embargo, la solidaridad nos hace ver que cuando somos capaces de ponernos en el sitio del otro y empatizar con su situación, nuestra presencia y apoyo moral marcan la diferencia.

(Gareth Harper, UNSPLASH)

PAZ

Jesús nace en medio de paz, trae paz, es un símbolo de paz. La paz de la que derivan todas las paces y que está en nuestras manos es la paz interior. La paz interior puede ser alterada por muchos factores. El budismo apunta a cinco frenos a la paz mental: deseo sensual, ira, pereza, inquietud y duda. Cada uno de estos frenos dinamita nuestra paz interior con sus destructivas consecuencias. Familiarizarnos con los frenos que más nos dominan es una forma de practicar la paz interior y llevarla a nuestro entorno.

CONFIANZA

En la Navidad, en el momento de mayor oscuridad llega la luz. La confianza es la convicción profunda que no importa lo que nos llegue en la vida, tenemos los recursos para recibirlo y gestionarlo para bien. La confianza consiste en aceptar lo que hay sabiendo que en cualquier caso es pasajero y que, aunque a veces cueste verlo, la vida está de nuestro lado.

La confianza no es algo que se tiene o no, sino que es una práctica a renovar. Una forma de hacerlo es construir una visión positiva de nuestras vidas, y traerla a la consciencia una y otra vez. Es la práctica de la oración.

Para Charles M. Schulz, el dibujante estadounidense, la “Navidad es hacer algo más para alguien.”. La práctica de la generosidad, la sencillez, la gratitud, la solidaridad, la paz y la confianza nos pone en camino para lograrlo.

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¿Cansado de ser miembro de la liga anti-Navidad? Sal de ella con estas pautas

Betina a quien acompañé a través del coaching al acercarse estas fechas me decía toda seria y con un toque de indignada que se profesaba miembro de honor de la liga anti-Navidad. Betina odiaba la Navidad y evitaba todo lo relacionado con ello, especialmente las lucecitas, las comilonas y la histeria consumista. Era alérgica a la caricatura de la Navidad, la imagen que la cultura dominante nos quiere vender de ella. Sin embargo, podemos inventar nuestra propia versión de la Navidad, sin necesidad de hacernos miembros de la liga.

Mi versión preferida de la Navidad es la de los árboles de hoja caducos. En su radical desnudez, sueltan todo lo muerto, mientras descansan en el frío y la creciente oscuridad. Soltar lo que sobra, vaciarme para mirar adentro, dar espacio a la quietud invernal con su peculiar tristeza, descansar y pasar tiempo con los más cercanos. Contemplar la tradición cristiana me ayuda a enraizarme en el gran arco de generaciones del que formo parte. La fiesta más grande del Cristianismo nos incita a encarnar valores como la generosidad, la sencillez, la gratitud, la solidaridad, la paz y la esperanza.

GENEROSIDAD

La Navidad invita a extender nuestra generosidad con las personas de nuestro entorno y más allá. Todos tenemos alguna forma preferida de tacañería o muchas a la vez. Podemos ser tacaños con el dinero, con nuestro tiempo, con las cosas que hacemos por los demás, con lo que acumulamos…La tacañería nos contrae como al Scrooge de Cuento de Navidad, cerrándonos el corazón. Prueba a extender tu generosidad a través de gestos que normalmente no haces: dejar una buena propina, regalar un aguinaldo a alguien que no lo espera, dar tu tiempo a alguien que lo necesite, regalar palabras apreciativas que normalmente callas, dar largos abrazos….

(PIXABAY)

SENCILLEZ

La figura de Jesús y su entorno son un testimonio de sencillez. Nace en la periferia, sus padres son pobres, el día de su nacimiento solo les queda alojarse en un establo, su cuna es un comedero para animales… La austeridad en las formas de la llegada de Jesús no es casual. Señala que lo importante no es lo material. Hace un par de días cené con una amiga en un restaurante al que no había ido nunca. Lo busqué por internet y resultó ser algo muy distinto de lo que decían las reseñas. Las dos íbamos con una idea en mente de lo que sería la comida que resultó equivocada. Sin embargo, darnos cuenta de ello, nos permitió fijarnos en la verdadera razón del encuentro: celebrar nuestra amistad. Con la comida fuera de la ecuación, esta verdad brilló intensamente porque la sencillez magnifica lo importante.

GRATITUD

Una figura que ejemplifica una gratitud profunda es María, la madre de Dios. Embarazada fuera del matrimonio, pobre, en tránsito, sin un techo firme bajo el que dar a luz,…y sin embargo rebosante de gratitud por haber recibido el milagro de la vida. La gratitud nos pone en contacto con la gratuidad de la vida: respiramos, nos relacionamos, nos caemos, nos levantamos, aprendemos…Es fácil sentir gratitud por las bendiciones, pero ¿y por las dificultades? Es justo preguntarse: ¿Como puedo sentir gratitud por los abusos sexuales que sufrí de pequeño, cómo puedo sentir gratitud por la pérdida de mi madre a raíz de una enfermedad, cómo puedo sentir gratitud por el hecho de estar en el paro, cómo puedo sentir gratitud por el dolor de espalda que no se va? Pues porque el resentimiento – lo contrario a la gratitud-  por cualquiera de estas circunstancias nos convierte en víctimas, estrechando nuestro flujo vital y empeorando todavía más las cosas. No importa cuán difícil sea nuestro momento, siempre hay por lo que estar agradecido y la Navidad nos invita a hacerlo de forma radical.

Continúo con la solidaridad, la paz y la esperanza en el próximo post.

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Cómo elegir a tu presidenta del gobierno

Ante los comicios electorales, es fácil dejarse llevar por impresiones, sensaciones, intuiciones y demás aspectos inconscientes que los estrategas políticos manipulan para conseguir nuestro voto.

Sin embargo, limitarnos a este tipo de percepciones significa decidir con nuestro cerebro reptiliano o a lo sumo con nuestro cerebro de mamíferos – el sistema límbico. De quedarnos ahí, votaremos como lagartos o roedores. Aunque no tengo nada en contra de estas especies, más allá de estudiar los programas electorales de cada partido y poner atención a su acción de gobierno, te ofrezco tres dimensiones clave que te ayuden a decidir a quien votar como el sapiens que eres. Consiste en considerar la inteligencia, la honestidad y la competencia de cada candidato.

INTELIGENCIA

Una presidenta del gobierno tiene que ser lista. La inteligencia es imprescindible para sostener la complejidad de la realidad, gestionar equipos, proyectos, múltiples intereses y priorizar aquellos que defiende. La agudeza intelectual también es fundamental para seguir con vida entre los tiburones del propio partido, compañeros a la vez competidores.

Sin embargo, la historia pasada y presente está repleta de dictadores de gran inteligencia como nos recuerda Dobson. Por esta razón, la inteligencia de un líder es un factor necesario pero no suficiente para garantizar que sea un buen gobernante democrático.

Santiago Abascal (Vox); Yolanda Díaz (Sumar), y Pedro Sánchez (PSOE)

Los candidatos a la Presidencia, Santiago Abascal (Vox); Yolanda Díaz (Sumar), y Pedro Sánchez (PSOE), antes del debate electoral organizado por RTVE. / Europa Press

HONESTIDAD

Un buen presidente del gobierno tiene que ser honesto, es decir tiene que dar valor a la verdad. Lo contrario es mentir de forma sistemática. La mentira hace daño al individuo y a los colectivos, porque confunde y crea un entorno tóxico en el que no hay donde agarrarse. Mientras que mentir es de cobardes, la verdad necesita coraje par ser afirmada y defendida. La valentía de decir lo que uno cree frente a lo que gustaría escuchar o atraería más votos.

Más allá del nivel de honestidad propio del político en cuestión, existe la cultura de partido a la que el candidato pertenece. Si la cultura de partido es dada a la deshonestidad, a la ocultación de la verdad, y en el caso más grave a la corrupción, inevitablemente el político que emerja de este sistema encarnará todas estas formas.

COMPETENCIA

Una presidenta del gobierno necesita tener experiencia gobernando. Y no solo eso, precisa de una buena dosis de experiencia internacional y dominio de idiomas, – imprescindible el inglés – para representar dignamente al país, así como comunicarse formal e informalmente con dirigentes internacionales.

La competencia política incluye la capacidad de unir versus fragmentar. En política, como en la vida, lo fácil es romper, destruir, polarizar. Y lo complejo es buscar entendimiento, puntos en común, diálogo y colaboración. Y sin embargo, tan sólo lo segundo nos hace crecer y evolucionar, también en temas de interés general.

Además, la competencia política requiere una cierta dosis de humildad para poder rectificar en caso de error. Aunque nos disguste, España es tierra del “sostenella y no enmendalla” de los hidalgos, quienes dominados por la cabezonería y el orgullo se negaban a corregir sus yerros. Pero quien gobierna, necesariamente va a equivocarse y por ello resulta elemental saber enmendar.

El momento de votar se acerca con estrépito y sigilo. En la preparación al mismo, te animo a afinar tu juicio considerando la inteligencia, honestidad y competencia de los candidatos. Todavía estás a tiempo para tomar una decisión consciente e informada.

 

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¿Cómo afrontar la tormenta imperfecta de las vacaciones? La paciencia como aliada

En conversación con Ana, una amiga que justo había regresado de un viaje de un mes con su pareja en Australia, me decía, verás, durante el año, somos como dos barcos que navegan cada uno por sus aguas. Nos encontramos en el puerto de las comidas, las cenas y alguna actividad. El resto del tiempo, vamos a nuestro aire. De modo que este viaje podría haber sido un infierno, ya nos conoces…sin embargo, estuvo genial, decía sorprendida, como si juntos hubiesen batido un record olímpico.

¿Cómo te explicas que fuera tan bien? le pregunté. Bueno, pues creo que tiene que ver con el trabajo introspectivo y la meditación. Me han ayudado a a desarrollar la paciencia y esto lo cambia todo.

Al igual que para Ana, para algunos de nosotros se avecinan días de vacaciones y con ellos la tormenta imperfecta de los conflictos familiares. ¿Y si la paciencia fuese una aliada? La paciencia como cualidad humana suena anticuada y aburrida. ¿Quién quiere ser paciente en tiempos líquidos, en tiempos de fast and furious, en tiempos de lo quiero, lo tengo? Una interpretación superficial y equivocada de la paciencia, es tomarla como la virtud de los débiles, de los sumisos, de los pasivos. En contraste, en su libro Paciencia, Gabriella Caramore traza los vínculos entre la paciencia, el coraje y la esperanza desvelando dimensiones activas y poderosas de la misma.

LA PACIENCIA NO SE TIENE, SE CULTIVA

En el caso de la paciencia el lenguaje no ayuda, pues parece que o bien uno nace con paciencia, o no hay remedio que valga. Siempre me había dicho a mi misma que no tenía paciencia. Hasta que con la maternidad me di cuenta que más me valía desarrollarla por mi bien y el de todos. Entonces sustituí el “no tengo paciencia” por el “bebo de un pozo de paciencia infinita”. A la semana, mi pareja lo notó, vaya, veo que tienes mucha más paciencia con la niña. ¡Funcionaba! De modo que un primer paso para empezar a cultivar la presencia es cambiar la narrativa que tienes respecto a ella. Si has vivido bajo la maldición de decirte que eres impaciente, puedes romper el hechizo dando la vuelta a esa creencia, sustituyéndola por una que te anime a practicar esta estoica virtud.

NO VA SOBRE TI

Al examinar escritos clásicos y textos sagrados, Caramore pone de relieve que es el arduo cultivo de la paciencia lo que tienen en común Ulises, Moisés, Abraham, Job, Krishna y por supuesto Jesús. La paciencia de cada uno de ellos se forja en las circunstancias más difíciles: a las puertas de la muerte, a punto de entrar en el campo de batalla, en medio de la enfermedad, en plena traición de quienes se hacían llamar amigos… y tiene un motor común: se enfoca en el bien superior por encima de las propias preferencias.

PACIENCIA Y SUFRIMIENTO

Es ése sentido expandido del yo lo que nos conecta a las necesidades del otro o del sistema, en contraste con lo que a uno le viene en gana, lo que nos da la motivación, el temple y la fuerza para ser pacientes. Sin embargo, la paciencia no es un rendirse a las necesidades del bien común o del otro de forma ciega. Las palabras de Shantideva sobre la paciencia – kshanti en sánscrito -, una de las seis paramitas o perfecciones budistas apuntan más allá:

No debo ser impaciente,

con el calor y el frío, el viento y la lluvia,

la enfermedad, el cautiverio y las palizas;

ya que si lo soy, el daño que me causan aumentará.

Según Shantideva la impaciencia aumenta el daño de las condiciones que causan sufrimiento. Esto es así porque en la impaciencia hay un resistir, un rechazo a lo que es. En cambio en la paciencia habita la confianza de que todo lo que sucede, todo lo que nos ocurre puede ser recibido y aceptado.

(Adam Kring, UNSPLASH)

PACIENCIA BAJO LA TORMENTA

La paciencia es la actitud que permite según Rilke1 “llevar algo dentro hasta su conclusión y luego darlo a luz; dejar que cualquier impresión, cualquier sentimiento en germen, madure por entero en sí mismo, en la oscuridad, en lo indecible, inconsciente e inaccesible al propio entendimiento, hasta quedar perfectamente acabado”. Aunque Rilke habla del proceso creativo, su enfoque se puede aplicar a cualquier experiencia: a la relación con un hijo, a una crisis de pareja, a una enfermedad, a una transición profesional… En estos casos no se trata tanto de hacer o no hacer, sino de poner en práctica una actitud de escucha curiosa pero sin agenda que nos permita intimar con la situación recibiéndola con amabilidad. Recibiéndola con amabilidad “como el árbol que no apremia a su savia, mas permanece tranquilo y confiado bajo las tormentas de la primavera, sin temor a que tras ella tal vez nunca llegue otro verano. A pesar de todo el verano llega, pero solo para quienes saben tener paciencia y vivir con ánimo tan tranquilo, sereno, anchuroso, como si ante ellos se extendiera la eternidad”.

 

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(1) Cartas a un joven poeta. Rainer María Rilke

Tus valores, bautizos, bodas, comuniones y otras fiestas de guardar

Tengo suerte de vivir cerca de uno de los monasterios cistercienses más bellos de España, el monasterio de Poblet. Cuando nos visitan amigos o familiares, a menudo les llevamos allí y siempre aprendo algo. En una visita reciente, al visitar la sala capitular el guía nos explicaba que allí se reunían y se reúnen los monjes a leer la regla de San Benito que rige el monasterio. ¿Cada cuánto lo hacen? le pregunté. Cada día, me respondió, lo que me impactó sobremanera.

Los monjes cistercienses, desde hace siglos, cada día revisan, estudian y recuerdan la forma en cómo han de vivir. Por que los monjes cistercienses, como tantas órdenes religiosas o espirituales, conocen la importancia de estar en contacto con los principios de uno. Para mi, las fiestas y celebraciones religiosas son una forma de estar en contacto con estos valores. La primera comunión de mi hija que próximamente celebraremos, nos brinda la oportunidad de comentar valores cristianos con cierto énfasis, sin ir más lejos este mediodía con los diez mandamientos.

Los diez mandamientos son un código ético fundamental. No hace falta ser creyente para vivir según los diez mandamientos. La forma en cómo le fueron “revelados” a Moisés enfatiza la sabiduría que contienen. Según el Éxodo, para el pueblo hebreo durante el tiempo en el desierto después de la huida de Egipto, los conflictos proliferaban por no contar una autoridad superior. Moisés actuaba de juez, resolviendo los problemas de la gente, deliberando entre el bien y el mal. Después de realizarlo innumerables veces, subió al Monte Sinaí y los diez mandamientos le fueron revelados, o lo que es lo mismo: destiló unos principios según los cuales la vida de uno y la vida en comunidad florecen.

(Leonardo Miranda, UNSPLASH)

En mi práctica de coaching constato a menudo las consecuencias de mentir. Tomemos por ejemplo el valor del habla correcta, una de los componentes de la conducta ética recogidos en el budista Noble camino óctuple. El habla correcta engloba el mandamiento cristiano No darás falsos testimonios ni mentirás. Cuando una persona miente entra en un terreno pantanoso a nivel de consecuencias y estado mental, acorde al abasto de la mentira. Mentir es una forma de intentar manipular la estructura de la realidad. Pero la realidad es tozuda y poderosa, de modo que nos devuelve como un boomerang los efectos del acto en forma de consecuencias devastadoras.

El hecho que la mayoría de valores religiosos converjan en una ética universal apunta a su naturaleza intrínseca en nosotros. El maestro budista Reggie Ray explica que cuando una persona se ilumina, lo que descubre dentro de sí, son precisamente los valores universales, como si siempre hubiesen estado allí. Esta realización invita a relacionarnos con los valores como si fueran principios que ya anidan en nuestro interior. Principios que precisan ser recordados con frecuencia. Una forma de hacerlo es indagando sobre los valores y principios que sostienen a celebraciones como los bautizos, comuniones, bodas y otras fiestas religiosas. Cuando vayas a participar en cualquiera de ellas, te invito a preguntarte y a averiguar: ¿Cuál es el motivo de esta celebración? ¿Cuál es la intención? ¿Qué valores la sustentan? ¿Cuál es mi relación con los mismos? ¿Qué podría hacer de forma distinta?

Al responder a estas preguntas, las celebraciones dejarán de ser una fiesta sin más para tener otro significado y tal vez una nueva profundidad.

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Gabriel Rufián, la mente y el trabajo de valores. Por qué es fundamental domar la propia mente

Ayer cuando le preguntaron al portavoz de ERC Gabriel Rufián por las conexiones entre su socio de coalición respondió lo siguiente:

 

Rufián condena la conducta de sus socios de gobierno por reunirse con “sátrapas”,  tildándoles enfáticamente de “señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”.

No sabemos lo que mueve a Rufián a realizar estas declaraciones. ¿Es simplemente caer en la extendida práctica de desprestigiar al oponente? ¿Es su agitación mental? ¿son sus valores lo que le mueven?

Este post continúa mi exploración anterior sobre valores.

Los valores encapsulan formas de ser y actuar: “se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”. En el caso de Rufián: criticar a sus oponentes aunque a la vez socios de gobierno  aprovechando la guerra Ucraniano-Rusa.

Permitidme un poco de teoría. Lo que distingue al Budismo de otras filosofías y religiones es el énfasis en la mente. Después de años de búsqueda espiritual y de renunciar a muchas doctrinas, Gautama Buda se sentó a meditar bajo el árbol Bodhi. Al caer la noche, se iluminó. Llamado a compartir lo que había aprendido, lo hizo dando tres giros a la Rueda, entendiendo la rueda como el conjunto de enseñanzas budistas. En el primer giro de la Rueda, Buda enseñó las Cuatro nobles verdades. De la cuarta noble verdad reza que el camino para trascender el sufrimiento nace el Noble camino óctuple. Es por esta razón que tres de los ocho principios del Noble camino óctuple versan sobre el control de la mente. Por qué sin el control de mente, los dos principios de sabiduría y los tres de conducta ética son papel mojado.

De nuestra mente emerge todo, desde nuestro sentido de identidad, nuestra forma de relacionarnos y nuestras acciones. Si nuestra mente está confundida, es influenciable y no puede concentrarse, por muchos valores que insistamos en practicar vamos a fracasar. Es como intentar correr una carrera de fórmula uno con una chatarra o querer regar plantas con un colador. La mente es la madre de la ética y por esta razón es necesario domarla para trabajar los valores. Tomando el ejemplo inicial me pregunto por el tipo de mente que albergó las conductas aludidas por Rufián y por la mente de Rufián mismo. Me pregunto por la mente de nuestros políticos y por la mente de los ciudadanos que representan y en cierto modo reflejan es decir: nuestra mente.

El budismo propone entrenar la mente a través de la meditación pero esta vía no es la única. La mente se puede entrenar a través de la contemplación, de la oración, llevando un diario, practicando yoga, pasando tiempo la naturaleza, a través de la música…Una mente domada nos hace dueños de nosotros mismos. Nos facilita articulación consciente de valores, enriqueciendo el sentido de nuestras vidas.

Por eso, hoy te pregunto: ¿Cómo vas a domar tu mente para encarnar plenamente tus valores?

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¿De dónde sacas tus valores? Fuentes que te elevan y cómo ponerlos en práctica: valores cristianos

Este post continúa el post anterior ¿Tus valores te guían o te complican la vida? Después de hacer inventario de tus valores, te pregunto: ¿De dónde sacas tus valores?

Los valores los sacamos de tres fuentes principales: de nuestra familia, los grupos e instituciones que nos han formado (escuelas, organizaciones, amigos…) y de la cultura general (televisión, internet, redes sociales, libros…).

Examinar a tus fuentes de valores es una práctica sana, pues de no hacerlo podrías estar conformando tu vida de acorde a lo que la sociedad espera de ti. ¿Según quién es bueno tener muchos likes en Facebook? ¿Es más importante que ser un buen hijo o buena madre? ¿Qué tiene más valor, el trabajo bien hecho o el reconocimiento social?

La modernidad líquida nos ha vaciado de valores tradicionales, para llenarnos de narcisismo, superficialidad, infantilismo y placer cortoplacista entre otras perlas. Pero los valores tradicionales siguen ahí, como ríos perennes, listos para saciarte cuando quieras beber de sus puras aguas. Su existencia es una buena noticia si quieres hacer algo que merezca la pena con tu fugaz vida.

Las 4 virtudes cardinales

(M.Barceló)

VALORES CRISTIANOS

Ya, no te gusta la Iglesia… y además te aburre ir a misa. ¡Pues no hace falta que vayas! O sí. Para acercarte a los valores cristianos también puedes leer, unirte a un grupo de reflexión, puedes orar. Tomemos por ejemplo las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.

PRUDENCIA

La prudencia tiene que ver con tomar una actitud reflexiva antes de actuar. Tus acciones tienen consecuencias y la prudencia te invita a considerarlas antes de actuar. Este valor es el antídoto a la impulsividad y la ignorancia.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: dices lo primero que se te pasa por la cabeza, tomas una decisión de forma atolondrada, asumes que los otros piensan igual que tu, eres impaciente con quienes te rodean.

JUSTICIA

La justicia va de respeto a los otros y a la verdad. Respetar al otro como ser de igual valor que tú. Respetar sus derechos y cualidades. La justicia es el antídoto a la malicia intencionada o inconsciente.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: practicas el deporte de criticar al prójimo, chismorreas sobre otros sin importarte que sea verdad, manipulas situaciones para tu propio beneficio, mientes.

FORTALEZA

La fortaleza es el antídoto a la debilidad. ¿Quién no quiere ser fuerte? La fuerza en sí misma no es virtud a no ser que que la emplees frente a una situación difícil. A nivel de actitud se trata del esfuerzo justo y tiene una dimensión de actuar para lo que se quiere lograr, y otra de resistir frente al miedo y la desesperanza. Se puede entender como una forma de resiliencia.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: te haces la víctima por cualquier circunstancia, arrollas con todo creyéndote superman, te quejas constantemente, vives entre algodones sin retos que te hagan crecer, te vienes abajo a la primera de turno, debilitas al prójimo con discursos pesimistas.

TEMPLANZA

La templanza va de moderación, sobriedad y continencia. La templanza tiene que ver con ser humilde, no creerse el centro del mundo y tener una actitud responsable respecto a las propias pulsiones sexuales, placeres y en relación con el mundo material.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: despilfarras dinero sin control, actúas con tacañería, eres demasiado rígido y estricto, vives en un caos un completo, practicas una sexualidad irresponsable.

CÓMO PONERLOS EN PRÁCTICA

El trabajo de valores no tiene porqué ser moralista, lo suyo es que nos inspire. Ponlo en práctica y verás el impacto en tu vida. Por esta razón, respecto a los valores anteriores te propongo el siguiente ejercicio:

  1. Pregúntate ¿hasta qué punto cultivas este valor en tu día a día?
  2. Selecciona el valor que esté menos presente en tu forma de ser y hacer.
  3. Cultívalo:
  • Al empezar el día TOMA LA INTENCIÓN de cultivar ese valor durante la jornada. Cuando encuentres oportunidades para ejercitarlo, ¡hazlo!
  • Plantea el valor como TEMA DE CONVERSACIÓN con personas cercanas. Comparte lo que estás aprendiendo de este valor y pregúntales por la forma en cómo lo entienden y lo aplican o no en su vida.
  • PROFUNDIZA sobre este valor, seleccionando fuentes – libros, conferencias, charlas…- de personas con autoridad en la materia.

La próxima semana sigo con el tema.

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¿Tus valores te guían o te complican la vida? Cómo trabajar tu integridad personal

Sigo en la reflexión iniciada con el Cuadrado mágico de tus propósitos con los valores personales. Los valores son destilaciones conceptuales de comportamientos. El problema con los valores es que a menudo los valores que creemos que tenemos y los valores que encarnamos de palabra y obra, no están alineados. Y esto, da lugar a un conflicto, a una tensión interna, instalándonos en la falsedad: estamos engañando a los otros, al mundo y, lo más grave, a nosotros mismos.

Te propongo examinar tus valores para aumentar tu integridad personal. Es decir, alinear lo que crees/piensas, con tus palabras y acciones. Si te preguntas por qué tendrías que hacerlo te lo respondo llanamente.

VIVIR CON INTEGRIDAD te permite saber quien eres, hacer lo que viniste hacer y en palabras del referente en valores Rafael Bisquerra1es el único camino hacia la verdadera felicidad – en contraste con los sucedáneos baratos de satisfacción cortoplacista que tanto abundan.

VIVIR SIN INTEGRIDAD o lo que es lo mismo, sin valores o con valores equivocados significa cavarse un camino de sufrimiento adicional al que ya de por si conlleva estar vivo. El sufrimiento que acarrea la inconsciencia, la mentira y la maldad.

Timón

(Maximilian Weisbecker, UNSPLASH)

El primer paso hacia la integridad personal es examinar los valores que rompes. Por ejemplo:

PRÁCTICA

A modo de ejercicio, te recomiendo un examen de valores usando el cuadro anterior que puedas completar con tus valores y detectar las seguras brechas. Una vez lo hagas, deja que esta conciencia te acompañe en tu día a día. Obsérvate en el instante en el que apuñalas el valor. Siente la sensación física y la emoción asociadas. ¿Notas la división interna? No hagas nada más. Si permaneces alerta y atento, en la próxima ocasión, el mero darte cuenta abrirá un camino de acción más alineado con tus valores.

En el próximo post: ¿Qué valores son fundamentales y cómo ponerlos en práctica?

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(1) De la conversación en el programa de l’Ofici de Viure sobre ¿Cuáles son tus valores? Grabado el pasado 15 de febrero.