Este post continúa el post anterior ¿Tus valores te guían o te complican la vida? Después de hacer inventario de tus valores, te pregunto: ¿De dónde sacas tus valores?
Los valores los sacamos de tres fuentes principales: de nuestra familia, los grupos e instituciones que nos han formado (escuelas, organizaciones, amigos…) y de la cultura general (televisión, internet, redes sociales, libros…).
Examinar a tus fuentes de valores es una práctica sana, pues de no hacerlo podrías estar conformando tu vida de acorde a lo que la sociedad espera de ti. ¿Según quién es bueno tener muchos likes en Facebook? ¿Es más importante que ser un buen hijo o buena madre? ¿Qué tiene más valor, el trabajo bien hecho o el reconocimiento social?
La modernidad líquida nos ha vaciado de valores tradicionales, para llenarnos de narcisismo, superficialidad, infantilismo y placer cortoplacista entre otras perlas. Pero los valores tradicionales siguen ahí, como ríos perennes, listos para saciarte cuando quieras beber de sus puras aguas. Su existencia es una buena noticia si quieres hacer algo que merezca la pena con tu fugaz vida.
VALORES CRISTIANOS
Ya, no te gusta la Iglesia… y además te aburre ir a misa. ¡Pues no hace falta que vayas! O sí. Para acercarte a los valores cristianos también puedes leer, unirte a un grupo de reflexión, puedes orar. Tomemos por ejemplo las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
PRUDENCIA
La prudencia tiene que ver con tomar una actitud reflexiva antes de actuar. Tus acciones tienen consecuencias y la prudencia te invita a considerarlas antes de actuar. Este valor es el antídoto a la impulsividad y la ignorancia.
No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: dices lo primero que se te pasa por la cabeza, tomas una decisión de forma atolondrada, asumes que los otros piensan igual que tu, eres impaciente con quienes te rodean.
JUSTICIA
La justicia va de respeto a los otros y a la verdad. Respetar al otro como ser de igual valor que tú. Respetar sus derechos y cualidades. La justicia es el antídoto a la malicia intencionada o inconsciente.
No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: practicas el deporte de criticar al prójimo, chismorreas sobre otros sin importarte que sea verdad, manipulas situaciones para tu propio beneficio, mientes.
FORTALEZA
La fortaleza es el antídoto a la debilidad. ¿Quién no quiere ser fuerte? La fuerza en sí misma no es virtud a no ser que que la emplees frente a una situación difícil. A nivel de actitud se trata del esfuerzo justo y tiene una dimensión de actuar para lo que se quiere lograr, y otra de resistir frente al miedo y la desesperanza. Se puede entender como una forma de resiliencia.
No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: te haces la víctima por cualquier circunstancia, arrollas con todo creyéndote superman, te quejas constantemente, vives entre algodones sin retos que te hagan crecer, te vienes abajo a la primera de turno, debilitas al prójimo con discursos pesimistas.
TEMPLANZA
La templanza va de moderación, sobriedad y continencia. La templanza tiene que ver con ser humilde, no creerse el centro del mundo y tener una actitud responsable respecto a las propias pulsiones sexuales, placeres y en relación con el mundo material.
No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: despilfarras dinero sin control, actúas con tacañería, eres demasiado rígido y estricto, vives en un caos un completo, practicas una sexualidad irresponsable.
CÓMO PONERLOS EN PRÁCTICA
El trabajo de valores no tiene porqué ser moralista, lo suyo es que nos inspire. Ponlo en práctica y verás el impacto en tu vida. Por esta razón, respecto a los valores anteriores te propongo el siguiente ejercicio:
- Pregúntate ¿hasta qué punto cultivas este valor en tu día a día?
- Selecciona el valor que esté menos presente en tu forma de ser y hacer.
- Cultívalo:
- Al empezar el día TOMA LA INTENCIÓN de cultivar ese valor durante la jornada. Cuando encuentres oportunidades para ejercitarlo, ¡hazlo!
- Plantea el valor como TEMA DE CONVERSACIÓN con personas cercanas. Comparte lo que estás aprendiendo de este valor y pregúntales por la forma en cómo lo entienden y lo aplican o no en su vida.
- PROFUNDIZA sobre este valor, seleccionando fuentes – libros, conferencias, charlas…- de personas con autoridad en la materia.
La próxima semana sigo con el tema.
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Hace unos 20 años que sólo voy a misa por eventos «sociales» y «familiares» (bodas, bautizos, comuniones y funerales, principalmente). Pero mis padres me educaron en valores cristianos y frecuenté la Parroquia de mi barrio hasta bien entrados los 20 años.
Me bautizaron al poco de nacer; no fui a colegio ni instituto religioso, pero siempre cursé «Religión»; fui a Catequesis, hice la Primera Comunión y seguí yendo a la Parroquia toda mi adolescencia: no sólo a misa dominical, sino también a reuniones los sábados para hacer la Confirmación; en mis épocas más «pías», incluso recé allí Rosarios, Vísperas y Maitines; fui a convivencias, retiros y campamentos religiosos (incluido el Camino de Santiago y dos veces en Picos de Europa). Nunca sentí «vocación», pero varios amigos míos fueron al Seminario (aunque, al final, sólo uno llegó a ordenarse sacerdote).
Y no cambiaría por nada los magníficos momentos que pasé allí ni los valores de fraternidad y verdadera «Comunión» entre hermanos que compartí, pero…
Pero un mal día, el obispado decidió cambiar al párroco (una persona muy carismática y formada; muy firme y recta en la Fe pero también comprensiva con los pecados del prójimo) por otro que no dudo que tenía sus virtudes, pero también que se rodeó de una camarilla de fanáticos, integristas e intransigentes: neocatecumenales o «Kikos» (que, por mucho que canten mucho y toquen la guitarrita, no son «progres» en absoluto) y del Opus Dei (léase: «LA INTRANSIGENCIA», paladeando cada mayúscula). Y la parroquia nunca volvió a ser la misma:
De ser un ámbito abierto a todos, se convirtió en un circuito cerrado: los «guays» (pelotas del nuevo párroco) consideraban que, “si no estabas con ellos las 24 horas del día» (incluido ir a la Parroquia y/o a misa ¡a diario!; ir sólo domingos y festivos o ir a otra Iglesia «no valía»), automáticamente «estabas contra ellos» y te consideraban un «abyecto pecador» y, por tanto, un paria, desclasado y excluido.
Se me podría tachar de «paranoico» si sólo me hubiera pasado a mí, pero fuimos muchos los que salimos de allí escaldados: fue una verdadera escisión (casi al 50%) en la Parroquia. Algunos fieles empezaron a frecuentar otras iglesias. Otros, empezamos a no ir a ninguna.
Años después me casé por la Iglesia con una chica cristiana pero no practicante; tuvimos a nuestro hijo, lo bautizamos y, en su colegio, le matriculamos siempre en Religión, pero no le llevamos a misa ni ha hecho la Primera Comunión (ya hace un año que debería).
Mi mujer y yo intentamos formarle en valores (tan laicos como religiosos) de bondad, solidaridad, cooperación y colaboración, no-violencia, tolerancia, honestidad, trabajo duro, etc. Pero el cristiano que soy (o fui) teme que no estoy cumpliendo bien mi función de padre.
Lamento no hablarle casi nunca de Jesucristo y de su Predicación y Sacrificio por la Salvación de la Humanidad. Y me da una tremenda rabia que sus referentes “morales” sean «youtubers» y jugadores de fútbol (que alguno bueno hay, pero no son la mayoría).
No es fácil ser «cristiano» (y aún me lo considero, aunque sea «de lejos») en esta época en que predomina el «todo vale», el consumismo, el progresar social y económicamente a toda costa (incluso pisándole el cuello al rival), el postureo y la vanidad.
Hay valores civiles que me parecen bien, que creo que son totalmente compatibles con mi Fe y en los que intento criar a mi hijo; otros no creo que lo sean (o no tanto), pero los tolero porque entiendo que los demás tienen sus valores, aunque algunos no los comparta. Y tampoco creo que “mis” valores deban imponerse “a la fuerza”.
Procuro ir por la vida haciendo el mayor bien posible a mis semejantes o, al menos, intento no perjudicar a nadie; y también procuro cumplir con mis obligaciones familiares (como padre, esposo, hijo…) y sociales (trabajador, ciudadano, vecino, contribuyente, etc.) esforzándome al máximo, sin hurtar esfuerzos (debe ser porque también fui «Boy Scout”).
En mi interior («alma», si lo prefieren), se enfrentan y conviven Fe y Razón, valores laicos y religiosos. No es fácil, pero considero que es mejor que no tener valores en absoluto.
25 febrero 2022 | 11:36 am
¿Y por qué son cristianos?
¿Antes no hubo quien los practicara? ¿Son propiedad de ese modo de ver la vida?
25 febrero 2022 | 5:25 pm
Lean el Levítico o el Deuteronomio…
25 febrero 2022 | 5:26 pm
«Lamento no hablarle casi nunca de Jesucristo y de su Predicación y Sacrificio por la Salvación de la Humanidad. Y me da una tremenda rabia que sus referentes “morales” sean “youtubers” y jugadores de fútbol (que alguno bueno hay, pero no son la mayoría)»
Esto es una prueba de templanza, de bondad, de justicia, prudencia…
25 febrero 2022 | 5:29 pm
Hablemos de valores.
¿Qué pensáis al ver esta imagen?
Todo lo malo que salga de vuestro pensamiento sale en contra de la propia Naturaleza, de la propia realidad humana.
Todo pensamiento agresivo contra ella contrasta con la civilizada quietud y aceptación de los humanos que la observan serenamente, con visión de bondad, empatía natural, templanza de espíritu, armonía interior, paz, respeto, amor a la vida y a la humildad profunda ahcia nuestra propia especie.
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26 febrero 2022 | 12:35 am
La pederastia ¿en qué valor se incluye?
04 marzo 2022 | 1:09 am