Kintsugi relacional o cómo reparar el daño en tus relaciones

En mi último post hablaba de cómo a veces, y no me cansaré de remarcar que solamente a veces, es necesario olvidarse de las formas o pasarse de la raya. Cuando lo hacemos es posible lastimar algunas sensibilidades. Sin embargo, el hacer daño a otros no pasa solamente por perder las formas. Es la dinámica de las relaciones en sí misma, nuestros modelos mentales y diferencias que propician el inevitable y necesario rifi-rafe relacional.

Si eres una persona perfecta, que siempre está en lo justo y acertado y logra ir por la vida sin herir a nadie, no sigas leyendo este post. Si en cambio eres como la mayoría de la humanidad, un ser imperfecto, que ama, que siente y que de vez en cuando hiere a los demás, este post es para ti.

Quien bien te quiere, te hará sufrir, reza el refrán. Y por las mismas, si quieres bien a alguien, date por seguro que en algún momento le harás sufrir. Cuando esto ocurra no es preciso que te sientas la peor persona del mundo, ni tampoco que te ahogues en un mar de vergüenza, dolor y arrepentimiento, aunque si necesitas probar cualquiera de estas medicinas, adelante, puede que te hagan bien. En cualquier caso, si la persona y la relación te importan, no puedes quedarte ahí. Tienes que dar otro paso y este paso se llama REPARAR.

(Simon Lee, UNSPLASH)

Reparamos el coche, reparamos el lavaplatos, reparamos un jarrón. En cambio, cuando se trata de relaciones, parece que no existe lo de reparar. O todo va bien o rompemos. Falta un verbo cuando se trata de reparar relaciones, cuando se trata de reparar el daño emocional, de reparar la comunicación, de reparar el vínculo.

Reparar el daño que hemos hecho a otros asemeja a curar la relación. Existe una herida y necesita cuidados. Una vez te determines a dar el valiente paso de reparar, ahí van unos pasos no lineales, para orientarte en el proceso:

  • SIN DEFENSAS. Cuando te orientas a reparar una relación te acercas a un territorio devastado después de una guerra. Por ello te animo a disponerte al encuentro sin defensas ni expectativas. No esperas nada del otro, especialmente no esperas que comprenda tu punto de vista, ni que reciba tu intención de reparar. Si te llega alguna bala o estalla alguna granada olvidada en el campo de batalla, no te defiendas sino que recibe la metralla con toda la calma de que dispongas.
  • RECONOCE EL DAÑO. Un paso fundamental es reconocer en palabras que – al margen de nuestras intenciones – hemos hecho daño al otro, a la relación. Esta parte facilita que el otro se sienta visto en su dolor y le anima a compartirlo.
  • ESCUCHA lo que la otra persona tiene que decir. Este es el momento de abrirse a la magnitud de la herida del otro: lo que ha supuesto para él, cómo se siente, dónde lo siente…
  • RECIBE EL DOLOR del otro que viene de ser expresado. Cuando la otra persona expresa su dolor en palabras y gestos, es necesario parar y respirar. Sentir su dolor en nosotros como si fuese nuestro, porque de hecho lo es. A veces puede ser útil expresarlo con nuestras propias palabras, para asegurar que le hemos entendido, dejándonos corregir en caso contrario.
  • EXPRESA EL AMOR que sientes por el otro y pregúntale: ¿hay algo que pueda hacer para reparar lo ocurrido? Si la respuesta es factible, pues manos a la obra.
  • SIGUE ADELANTE. Sea cual sea el resultado de tu acción reparadora, sea un acercamiento y curación de la herida, un irreversible desangre, o cualquier situación entre ambas, tienes que seguir adelante. Seguir adelante significa desapegarte de lo ocurrido y centrar tu atención en el fluir de la vida.

El arte japonés del kintsugi consiste en aplicar pasta de oro en las grietas donde una pieza cerámica se rompió, volviéndola así más bella. Las relaciones no son distintas, y por eso, a través del delicado arte de repararlas, cada tropiezo, cada grieta, cada rotura de una relación es una oportunidad de oro para embellecerla, fortalecerla y despertar al valor de la misma.

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1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Sano para todas las partes

    Si hay dolor hay que abrir una puerta a un escenario bonito, positivo, diferente al mundo oscuro en el que el dolor se alimenta. La vida sigue, es maravillosa, es así, salvaje, indómita, no dominamos el destino, aunque nos sea difícil verla en esos momentos.

    19 enero 2023 | 4:58 pm

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