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Los animales no son juguetes

Creo que hoy es un buen momento para recordar que los animales no son juguetes, que no deben regalarse, aceptarse, adoptarse o comprarse sin el consentimiento de toda la familia.

Son una responsabilidad muy grande
, que en algunos casos dura muchos años. Pueden suponer un gasto económico importante, no sólo hay que pensar en su mantenimiento, también en que pueden enfermar o tener un accidente.

Mis hijos comparten su hogar con una perra, que ya ronda los 13 años, dos gatos y un par de grandes acuarios.

Creo sinceramente que a los niños pequeños les beneficia mucho y en muchos aspectos convivir con animales, les educa en muchos sentidos, les enseña el ciclo de la vida, la responsabilidad el respeto a todos los seres vivos.

Y les divierte: deberíais ver a mi hija abrazando al gato, jugando con la perra o dando besos a los peces a través del cristal.

Pero es de los adultos la responsabilidad final. Y debemos ejercerla a conciencia.

Así que estas Navidades cuidado con los caprichos. Meditad bien pros y compras. Y por favor, en caso de perros y gatos, mejor siempre la adopción que la compra.

Los animales no son juguetes

Los animales no son juguetes

Los animales y los niños pequeños

En 20minutos.es han publicado una noticia bastante completa sobre los animales de compañía para los niños pequeños.

Os dejo con parte (casi toda realmente) la pieza. Nosotros compartimos nuestro hogar con un perro y dos gatos y la verdad es que estoy muy de acuerdo.

Además, así tenéis la oportunidad de conocer a mi peque y a mi perra. Ellos ilustran la noticia.

Casi todos los niños, si pudieran elegir un animal de compañía, optarían por un perro. Y efectivamente es el compañero de juegos por excelencia. Son animales extraordinariamente sociales, buscan continuamente la compañía humana, es posible enseñarles muchos trucos, compartir con ellos largos paseos, lanzarles la pelota, cepillarlos…

Pero también son las mascotas más exigentes: requieren dos o tres paseos diarios, es necesario educarlos, hay que tener un lugar para ellos durante las vacaciones, viven muchos años… Todas esas son responsabilidades que un niño pequeño no puede asumir.

Sólo si los padres lo tienen muy claro es una opción recomendable.

En caso de optar por un perro lo ideal es que no sea de raza pequeña. Los perros muy pequeños son también más frágiles. Un niño pequeño puede hacerles mucho daño sin pretenderlo. Los perros pequeños además se saben vulnerables y es frecuente que huyan de las atenciones de los niños. Es preferible una raza (o un mestizo) de mayor tamaño. Como poco se recomienda que sea del tamaño de un cocker.

Por supuesto, hay razas especialmente cariñosas, juguetonas y pacientes con los niños: bobtails, boxers, labradores y golden retrievers… Todos son perros grandes, no es una coincidencia.

Es menos importante, pero también recomensable, elegir una hembra. Las perras son más dóciles y pacientes.

Los gatos son mucho menos exigentes que los perros. No requieren paseos y pueden quedarse solos en casa si sus dueños salen de vacaciones. Por eso muchas veces se adopta o se adquiere un gato como sustituto menos trabajoso de un perro. No es una buena idea. Es un animal completamente diferente y no siempre es el compañero más adecuado para un niño pequeño (entendiendo como niño pequeño de dos a siete u ocho años).

Un gato puede ser muy cariñoso y buscar constantemente la compañía de su dueño. Pero son animales con los que hay que tener un trato suave y respetuoso. Se les puede acariciar, se puede jugar con ellos, pero respetando siempre sus apetencias. Cuando un gato no desea jugar o no desea ser acariciado hay que dejarle dormir en paz. Y no toleran un trato rudo.

Si un niño pequeño lo sujeta de modo que le molesta el gato puede arañarle al intentar zafarse. No sería una agresión, simplemente una consecuencia de tener un montón de uñas afiladas, pero hay que tenerlo en cuenta.

Únicamente son aconsejables para los niños más formales y suaves, capaces de comprender cómo tratar a un gato.

Existe todo un universo de pequeños mamíferos que pueden ser unos animales de compañía estupendos. Los más comunes son los jerbos, conejos, cobayas y hamsters.

Los hamsters son los más extendidos. Hay multitud de variedades. Son fáciles de mantener y de manipular, aunque hay que tratarlos con gentileza. Habría que abstenerse de comprar una pareja, si son del mismo sexo no son raras las peleas y si son macho y hembra, aunque ver de primera mano la procreación animal pueda ser muy instructivo, podemos vernos inundados de crías.

El único inconveniente de los jerbos es que tienen cola, por lo que a muchos les recuerdan a las ratas o ratones y les repugnan. Pero estos pequeños roedores son más inteligentes, dóciles, curiosos y amistosos que los hamsters y por tanto más recomendables para los niños pequeños. Al contrario que los hamster, es recomendable tener al menos un par de ellos.

La cobayas y los conejos comparten muchas similitudes. De hecho son buenos compañeros y no es raro verlos juntos en las tiendas de animales. Su mayor inconveniente es su tamaño, que hace que sus jaulas sean más aparatosas y haya que limpiarles con mayor frecuencia. En cambio tienen como ventaja una mayor esperanza de vida que hamsters y jerbos y su mayor tamaño hace que su manipulación sean más placentera. Se les puede abrazar y acariciar mejor.

En las tiendas es fácil ver también otros pequeños mamíferos como hurones y chinchillas. Pero esos animales necesitan dueños algo más experimentados.

Reptiles (iguanas o tortugas), peces y a veces pájaros son lo únicos compañeros posibles para niños con alergia.

Son animales con los que es complicado tener mucho contacto físico y prácticamente imposible compartir juegos. Pero para muchos niños son fascinantes. Una fascinación que los padres pueden aprovechar animándoles a leer e investigar sobre sus costumbres y sobre cómo cuidarlos mejor.

Lo más importante en este caso es implicar mucho al niño en su elección y cuidados y mantenerlos en óptimas condiciones.

¿Y ahora que vas a hacer con el gato?

He estado leyendo el post de otro blog de 20minutos.es: En busca de una segunda oportunidad, en el que hablan de los gatos y de las embarazadas.

Explica con detalle lo que es la toxoplasmosis y que las embarazadas y los gatos pueden convivir sin ningún peligro.

La verdad es que lo aconsejo. Yo tengo perro y gato y cuando me quedé embarazada hubo mucha gente que me preguntó: «¿Y ahora que vas a hacer con el gato?».

«Lo mismo que antes» les contestaba yo.

En los análisis que me hicieron al comienzo del embarazo salió que no tenía anticuerpos de la toxoplasmosis.

Afortunadamente estaba bien informada y sabía que lo más importante era lavarse las manos tras limpiar su caja de arena y, sobre todo, no comer carne poco hecha ni fruta o verdura mal lavada.

Así lo explican en Altarriba:

La única forma de que contraigas la toxoplasmosis «por culpa» de tu gato, es la siguiente. Nota que hemos remarcado lo de «única», porque no hay otra:

1. Que nunca antes la hayas pasado

2. Que tu gato la esté pasando por primera vez en su vida

3. Que dejes sus cacas por casa más de un día, y menos de una semana

4. Que toques esas cacas con las manos desnudas, y luego te chupes los dedos.

Pero me consta que muchas parejas se deshacen de sus animales domésticos cuando esperan su primer hijo, ya sea por miedo al contagio de alguna enfermedad, a que le hagan daño al bebé o sencillamente porque eran unos sustitutos de los hijos y ya no son necesarios.

Me parece sencillamente terrible. A mi me encanta saber que mi hijo crecerá en una casa en la que hay animales. Creo que le ayudará a ser mejor persona.

Por cierto, este fin de semana mi peque ha cumplido 17 mese y ha añadido una nueva palabra a su escueto vocabulario: «Gato».