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Tus ojos hablan por ti

Decía Bécquer que el alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.

Podemos controlar, en cierta medida, nuestra cara, nuestros gestos y posturas, pero no podemos ‘manipular’ a nuestro antojo la tasa de parpadeo o la dilatación pupilar. El comportamiento de nuestros ojos en relación al lenguaje corporal es el más inconsciente de todos, por tanto, interpretar sus movimientos será fiable para establecer significados reales en base a la comunicación no verbal del individuo.

Por lo general y en condiciones de luz similares, se ha demostrado por la investigación que las pupilas se dilatan cuando tenemos delante un estímulo que nos resulta atractivo, que nos agrada; ocurre al contrario cuando algo nos genera rechazo, temor o asco, las pupilas se contraen. Este recurso ha sido muy utilizado en las pruebas de producto por las grandes empresas de marketing y publicidad.

El bloqueo del contacto visual, tapando o cerrando los ojos, es una de las cosas más obvias y comunes que hacemos cuando estamos preocupados, frustrados o luchando contra algo (emocionalmente hablando). También cuando sentimos vergüenza o culpa, así dejamos de ver y creemos que podemos dejar de ser vistos por los demás, es un modo de desaparecer, de autoprotegerse.

Según el experto Joe Navarro: «La investigación también muestra que cuando estamos nerviosos o tenemos problemas, nuestra tasa de parpadeo aumenta, un fenómeno que se observa a menudo con mentirosos, pero también con frecuencia con personas que están bajo un gran estrés. No llamaría mentiroso a nadie solo porque su índice de parpadeo aumenta, aunque mientras estudiaba a Richard Nixon, noté que cuando debatía con la prensa, su índice de parpadeo iba de aproximadamente de 12 por minuto a 68 veces por minuto. Bill Clinton durante su deposición mostró una alta tasa de parpadeo, en ocasiones por encima de 92 por minuto, pero nuevamente estos eran individuos bajo mucho estrés.»

«Al interpretar el comportamiento de los ojos, existen muchos conceptos erróneos. Algunos perciben erróneamente el poco o ninguno contacto visual como un signo clásico de engaño , especialmente durante un interrogatorio, mientras que la persona sincera debe «cerrar los ojos». Esto no está respaldado por la investigación y es completamente falso. De hecho, Alder Vrij y otros han descubierto que los mentirosos tienden a tener un mayor contacto visual porque saben que estamos buscando señales de engaño

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La excitación afecta a tu mirada

Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada. (Antoine de Saint-Exupery)

moana_pozzi_con_rocco_siffrediAunque las investigaciones científicas sobre oculésica son complejas y no muy abundantes, hay resultados muy interesantes y reveladores para interpretar algunos gestos oculares. La ‘lectura’ de un rostro siempre debe incluir la acción ocular, ya que nos facilita información de cómo se siente el otro, de cuál es su estado de ánimo.

A través de la mirada se comunican actitudes interpersonales, sentimientos o características de la personalidad. Una persona que mantiene de forma extrema una mirada fija, será considerada como hostil o dominante; mientras que si una persona desvía frecuentemente la mirada, podrá ser considerada como tímida, sumisa, antipática o como muestra del deseo de terminar la interacción. Esto no quiere decir que lo sea realmente pero sin duda influirá directamente en cómo es percibido por su interlocutor.

Uno de los aspectos más interesantes de la oculésica es la acción pupilar del ojo. Sabemos que el tamaño de las pupilas responde a los cambios de luz, pasando de un tamaño de unos dos milímetros, ante situaciones de luz intensa (por ejemplo con un sol brillante), a aumentar hasta cuatro veces su diámetro, ante situaciones de penumbra u oscuridad. Pero también sabemos que los cambios emocionales provocan cambios en el tamaño de las pupilas.

El psicólogo Eckhard H. Hess fue pionero en los estudios de pupilometría, llegando a demostrar que el estado de excitación de una persona afecta al tamaño de sus pupilas. Estudió la dilatación y contracción pupilar como posibles indicadores de estados mentales o emocionales. Así pues, descubrió que las pupilas de una persona se dilatan realizando operaciones matemáticas, la dilatación es mayor cuanto más difícil es la operación. Además, esta dilatación pupilar no se reducía hasta que la persona daba una respuesta verbal al problema.

Sus investigaciones también mostraron que los estímulos interesantes, placenteros o positivos, causarían dilatación pupilar; mientras que los estímulos negativos, o desagradables, podrían causar contracción pupilar. Estos descubrimientos pueden ser tenidos en cuenta por los vendedores más astutos, ya que cuando un comprador ve algo que le gusta sus pupilas se dilatarán; ello podría ser importante para pedir, por ejemplo, un precio mayor por el objeto que deseamos.

Las agencias de publicidad parecen haber perdido el interés por la dilatación pupilar, ya que la asociación entre ésta y el interés del individuo por un objeto concreto no es tan simple y directa. Algunos de los problemas que se encuentran son que la respuesta pupilar del espectador puede verse afectada, por ejemplo, por los colores y otras características periféricas del anuncio. Es decir, tienen la dificultad de comprobar si lo que el espectador recibe es el mensaje que se le quiere transmitir, por ejemplo, en un anuncio de patatas fritas se mostró que la dilatación pupilar se había producido por el bistec que aparecía adicionalmente (dibujado en la bolsa) y no por las patatas.