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Coronavirus y psicología: la preferencia por la pequeña comunidad

«Vivimos en sociedades muy individualistas que nos llevan a sentir una rotunda división entre el ‘yo’ y el ‘tú’. Tanto es así que hemos olvidado el ‘nosotros’, a pesar de que ese ‘nosotros’ resulta imprescindible para asegurar nuestra supervivencia y constituye nuestra mayor fuente de bienestar». Thomas d’Ansembourg

 

Las relaciones sociales; una de las consecuencias psicológicas más insoportables durante esta pandemia. Después de un año, qué difícil se nos hace seguir sin vernos, sin abrazarnos, sin salir y conocer gente nueva, sin mezclarnos en multitud. Todo aquello que hacíamos sin pensar ni valorar y que ahora nos parece impensable y echamos tanto de menos.

No es una cuestión de gustos o preferencias, los seres humanos somos animales sociales ‘por naturaleza’, de forma genética e irremediable. Sin embargo, aunque esto tiene un carácter estable, el tipo de sociedad de la que queramos formar parte, sí que puede variar dependiendo de nuestras circunstancias.

De hecho, los estudios nos demuestran que los cambios que se dan en el contexto son capaces de hacernos virar rápidamente en este sentido, pasando de participar en amplios sectores de la sociedad a querer participar casi en exclusiva en micro-sociedades, como por ejemplo la familia y un grupo muy reducido de amistades.

Normalmente, cuando surge el miedo a las pandemias, las personas tienden a querer evitar relaciones sociales poco significativas, funcionando a través de una especie de distanciamiento social instintivo, es decir, nos centramos en la interacción con aquellas personas más relevantes y con las que solemos convivir más (minimizando el riesgo de contagio).

La amenaza de enfermedad nos hace desconfiar más de los extraños. Según algunos experimentos sociales: formamos peores primeras impresiones de otras personas si nos sentimos vulnerables a una enfermedad, tenemos miedo al contagio o no nos sentimos totalmente seguros en contextos peligrosos para la salud.

Si en el contexto social, la emoción que más estamos sintiendo es el miedo, puede que conocer a alguien nuevo, y más, acortar distancias, tocarle, besarle, se convierta en una posible amenaza insuperable por parte de nuestro cerebro más reptiliano.

Malos tiempos si deseas encontrar el amor o renovar tu grupo de amistades…

Paciencia 🙂

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Coronavirus: los jóvenes son los más afectados psicológicamente (según un estudio)

La Universidad Complutense de Madrid y la Cátedra contra el Estigma de Grupo 5 ya han publicado un informe con los datos obtenidos de la primera fase de un estudio sobre el impacto psicológico que ha tenido la pandemia por Covid-19 en la población española general.

Joven en la ventana. Fotografía de: Pxfuel/Creative Commons Zero - CC0

Joven en la ventana. Fotografía de: Pxfuel/Creative Commons Zero – CC0

La situación de confinamiento al que estamos sometidos desde que se inició el estado de alarma para combatir el alto nivel de contagio del virus nos ha pasado factura a nivel psicológico, como era de esperar.

Lo que sorprende de los resultados obtenidos es que el núcleo de edad más afectado ha sido el de la población más joven, que comprende la edad de entre 18 y 39 años.

La muestra utilizada ha sido de casi 3.500 personas de todas las edades, pero los más jóvenes son los que presentan «más ansiedad, depresión y síntomas somáticos, así como un mayor sentimiento de soledad y falta de compañía». Sin embargo, las personas mayores de 60 años se muestran «más tranquilos y reconocen controlar mejor sus emociones».

Respecto al estado de ánimo: un 70% de la muestra general reconoce haber experimentado tensión, nerviosismo y angustia en algún momento de la cuarentena, un 55% admite la falta de control sobre el sentimiento de preocupación, un 60% indican falta de interés o placer en hacer cosas y mantener una actividad rutinaria, ya que se sienten sin ganas, sin fuerzas y decaídas, por último, un 45% de la muestra reconoce sentirse muy solo.

En mi opinión, tiene lógica por varios motivos, en un periodo más inicial de la vida nuestra gestión emocional es más inmadura e inestable por sí misma, salvo contadas excepciones y en el mundo en el que vivimos, una persona de 25 años aún no ha tenido tiempo de experimentar situaciones adversas a las que afrontar con fuerza mental.

Esto nos viene grande a todos, pero cuanto menos hayas vivido, menos tiempo has tenido para desarrollar mecanismos de ‘supervivencia psicológica‘.

Como por ejemplo, la resiliencia (adaptación y fortaleza mental), esto es un rasgo de personalidad estable pero también se aprende y se adquiere a través de las experiencias vitales, una persona más madura consigue unos niveles de gestión de las emociones más estables y adaptativos, en definitiva, se toman los problemas y los cambios con más calma.

Una de las pocas transformaciones que se producen en nuestra personalidad, con el paso de los años, es la de suavizar todos los rasgos que definen nuestra forma de ser y la de relativizar tanto lo bueno como lo malo que nos pase. De ahí que el núcleo de la muestra más maduro afronte el impacto de una forma más sosegada.

El estudio será longitudinal y continuará evaluando en las siguientes fases el impacto a largo plazo y la diferencia de género, así como los factores de protección y riesgo que han influido en los diferentes afrontamientos de este periodo aún sin fecha de caducidad. Iremos valorando resultados y consecuencias de esta crisis nueva a todos los niveles.