El Blog Solidario El Blog Solidario

Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Entradas etiquetadas como ‘refugiados’

«Medio millón de murcianos se hacinan en los campos de refugiados del sur de Francia»

Por Alfonso Verdú, Médicos Sin Fronteras (Kenia)*

 

y a continuación de este titular vendría el siguiente subtítulo: “a pesar de los esfuerzos del gobierno francés y la presencia de Naciones Unidas, miles de murcianos siguen padeciendo las consecuencias de la desnutrición y los primeros brotes de sarampión y cólera”.

Obviamente sólo trato de llamar vuestra atención: en España no se dan las condiciones que en Somalia han forzado a más de medio millón de somalíes a buscar refugio en Kenia. No hay guerra, no hay sequía, existe un gobierno, un sistema de salud público y, afortunadamente, no hace falta la presencia de actores como Médicos Sin Fronteras.

Imaginar un campo de refugiados con la población de Murcia capital resulta cuando menos difícil, pero os aseguro que es una realidad; acabo de estar en los campos de Dadaab, en Kenia, una acumulación de tres mega-sub campos (Ifo, Dagahaley y Hagadera), de un cuarto en proceso de extensión (conocida como Ifo2 e Ifo3) y de otro más planificado (Kumbios). Según hablamos, estos campos ya sobrepasan las 440.000 personas.

Digo esto porque cada día se producen una media de 1.400 nuevas llegadas, en su mayoría mujeres y niños, que han recorrido a pie desde Somalia distancias similares a la que habría entre Murcia y Andorra. De seguir esta tendencia, a finales de año podríamos estar hablando de más de medio millón de personas en los campos, convirtiéndolos en la tercera “ciudad” en número de población de este turístico país que es Kenia.

Si en el último post os hablaba del desplazamiento interno, el flujo de refugiados es la otra cara de la moneda… con la diferencia de que en el ámbito humanitario pensábamos que campos de esta magnitud se habían convertido en una rareza.

Por muchísimas razones, a nadie le interesa que existan: seguridad, economía, medio ambiente y la propia capacidad de los países receptores para con sus respectivas poblaciones hacen que a ningún gobierno le guste ver en su territorio tanta población de otro país agolpándose de una forma tan súbita y descontrolada. ¿Podemos pensar en España acogiendo a medio millón de portugueses, 170.000 de ellos llegados sólo en un año? Además, están todas las experiencias de los años 90, cuando muchos de los campos de los vecinos de Ruanda se utilizaron como bases para contraatacar de nuevo…

El cambio en los conflictos tras la caída del Muro también ha favorecido más el desplazamiento interno que el de los refugiados que cruzan fronteras; e incluso muchos de nuestros países (que no sufren conflictos y no reciben flujos masivos de población en comparación a lo que sucede en África, por ejemplo) prefieren del desplazamiento interno que potenciales refugiados, ya que éstos últimos les generarían obligaciones de acogida y asilo que en muchos casos no están dispuestos a asumir.

MSF ya estuvo presente en la creación de estos campos hace veinte años, cuando fueron diseñados para 90.000 personas que huyeron tras la caída del régimen de Siad Barré en Somalia en 1991. Volvimos hace tres años, cuando la intensidad de la guerra en Somalia durante la intervención del ejército etíope generó decenas de miles de refugiados más.

En julio de 2010 se decidió extender un tercer campo (Ifo) para tratar de descongestionar a los 270.000 refugiados que por aquel entonces se agolpaban en Dadaab. Fue ahí cuando consideramos que era necesaria una mayor inversión de MSF. Tras un largo proceso de negociación entre el Gobierno de Kenia y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Ifo finalmente ha sido extendido. Y hemos comenzado a trabajar en esta extensión hace sólo tres semanas, cuando la población de los campos supera ya las 440.000 personas.

En próximos posts os contaré qué estamos haciendo y cuál es nuestro análisis de la situación desde el punto de vista médico y humanitario. Pero, una vez más, resulta inevitable reflexionar en voz alta: ¿dónde está la carga de la recepción de la población somalí? ¿Por qué cientos de miles de personas han tenido que dejarlo todo y huir? ¿Es suficiente pedir dinero y dar comida para dar una respuesta a estas poblaciones? ¿De verdad podemos seguir aceptando que cada generación vea las escenas del niño desnutrido, la madre desesperada, la tienda del refugiado y los logos de las organizaciones humanitarias como MSF en el fondo?

 

*Alfonso Verdú es responsable de Operaciones de MSF en Somalia, Kenia y Etiopía.

____

Foto 1: Refugiados somalíes recién llegados a Kenia esperan en la puerta del centro de recepción del campo de Daghaley (© Michael Goldfarb/MSF, julio de 2011).

Foto 2: Asentamientos espontáneos de refugiados somalíes que se quedaron fuera del abarrotado campo de Daghaley, en enero de 2011 (© MSF). 

Foto 3: Un pequeño somalí con desnutrición aguda, atendido en el hospital de MSF en Dadaab, Kenia (© Brendan Bannon, julio de 2011).

 

 

Las palabras de Seku

Por Serene Assir (responsable de prensa en emergencias, Médicos Sin Fronteras)

Ya no estoy en Túnez. En próximos post os daré cuentas de otra emergencia a la que he sido destacada como responsable de prensa, pero de momento quería cerrar la pequeña serie que iniciamos en marzo en los campos de tránsito en la frontera con Libia, con una historia que sigo recordando tantas semanas después.

Era mi último día en la frontera de Túnez con Libia, donde llevaba algo más de un mes con la unidad de emergencias de MSF. Ahlem, una de las psicólogas de nuestro equipo en el campo de tránsito de Choucha (a 7 kilómetros del paso fronterizo de Ras Ajdir), insistió en presentarme a Seku, un joven refugiado de Costa de Marfil, antes de que me marchara. Quedaba poco tiempo, pero ella insistía en que valía la pena. “Su historia es increíble,” decía Ahlem. “Y además, es poeta.”

Al rato apareció Seku en la tienda de campaña que había montado el equipo de MSF en el corazón del campo, en el que se habían llevado a cabo decenas de consultas individuales con personas que habían huido de la violencia en Libia. A día de hoy, más de 230.000 personas ya han cruzado la frontera tunecina con Libia, y aunque muchos de ellos son repatriados a sus países de origen con relativa rapidez, personas como Seku, cuyos países están inmersos en crisis, todavía no saben cuál será su destino.

“Al principio no quedaba claro si nos iban a repatriar a Costa de Marfil, a pesar de la situación ahí”, me contaba Seku, hablando en voz baja y con una tranquilidad que resaltaba debido al contraste con el peso de sus palabras. “Ahora sabemos que no nos enviarán de vuelta a casa a menos que la situación ahí realmente se calme.”

Seguimos hablando, y cuando le pregunté cómo se sentía estando en un campo de tránsito, donde por defecto estaría refugiado temporalmente, contestó: “si son tres o cuatro meses, vale. Pero si se trata de más tiempo, realmente tendríamos que saberlo. Y en eso nadie ha sido claro con nosotros hasta ahora. Nos dicen que esperemos. Pero, ¿hasta cuándo?”

Y entonces me pidió que comunicara su historia a “quienes dirigen el mundo”, y que le ayudara a cambiar su situación. Le dije que lo intentaría, pero que no sabía si me escucharían. “Eso depende de ti, no de ellos”, me contestó Seku. “Si escribes de manera que la persona que te lea sienta el profundo deseo de hacer algo para ayudar a cambiar el mundo, entonces tu lector se convertirá en un agente de cambio.”

Sus palabras me emocionaron. Me hizo recordar que todos tenemos en nuestras manos un gran potencial, el poder de hacer que las cosas cambien para mejor. Es solo cuestión de ponernos en  movimiento, de pensar creativamente y con sentido de compromiso con el mundo, más allá de los límites de nuestras vidas personales.

Para concluir, refugiándonos en la calma de la tienda de campaña de MSF, Seku me habló de su amor por su país, de lo verde y bello que es, y de lo mucho que desea que nunca más se haga la guerra. “Tendremos nuestra recompensa el día que ya no haya guerra en Costa de Marfil,” decía. “Ese día, te acordarás de mí.”

Las palabras de Seku siguen resonando desde lo más profundo de mi memoria.

_____

Foto: Seku, en el campo de tránsito de Choucha (© Serene Assir)