Selva Nancy Rojas, Ayuda en Acción Paraguay
Con la colaboración especial de: Osvaldo Méndez (AD Pedro Juan)
Camino al norte del país me detengo a observar de qué manera el mundial de fútbol ha alterado las tonalidades del paisaje. Las casas, las escuelas, los puestos de salud, cada rinconcito tiene algún detalle con los colores de la bandera nacional. Los escolares caminan de regreso de la escuela, casi todos están vestidos con sus remeras albirrojas; les pregunto quién ganará el partido de mañana y me responden con mucha seguridad: “la albirró!” (“albirroja”, cariñosamente acotada).
Al día siguiente, las actividades empiezan muy temprano, la ansiedad de ver el partido de la selección se apodera de todos. En la escuela de Piky, una pequeña comunidad rural del Distrito de Pedro Juan Caballero, los niños vienen cargados con un entusiasmo inusual, como si se tratase de un verdadero día de fiesta patria. El profesor Juan Guillermo es el director de este centro educativo, lleva casi 30 años en la docencia, de los cuales 27 han transcurrido en esta pequeña escuela: “a fines de los años´70, ser hombre y maestro no era muy usual en el ámbito rural, en realidad, era motivo de burla ya que se trataba de una profesión para ´mujeres´. Pero a mí siempre me gustó trabajar con los niños; luego de casi 30 años, estoy orgulloso de mis alumnos y de haber ayudado a construir esta escuela”, nos cuenta mientras conecta el televisor.
Ésta fue una de las primeras comunidades en la que Ayuda en Acción ha cooperado en Paraguay. Al principio, la mayor problemática era la falta de agua, incluso en la escuela, donde los niños asistían cargados con sus botellas para soportar las calurosas jornadas de estudio. Conjuntamente con la organización de padres y madres, el profesor Juan Guillermo ha gestionado no sólo el abastecimiento de agua para la escuela, sino también la construcción de una sala de clases, servicios sanitarios y la refacción completa del puesto de salud local.
El escenario está montado, el pequeño televisor traído de la casa del profesor fue conectado a un proyector y la imagen se ve reflejada sobre una sábana blanca, que a estas alturas no tiene nada que envidiar al mejor cine del mundo. Juega la selección nacional. Difícilmente exista otro momento en que se sienta tan conscientemente correr a la patria entre las venas. La “albirró”, la “albirró”, es todo lo que se puede escuchar en las voces de quienes, bajo estos árboles alientan a su selección.
Los niños y las niñas, con las caritas pintadas y banderas de papel en las manos, van observando las jugadas y cada llegada al arco es acompañada con un fuerte “Jaha! Jaha!” (en guaraní: “vamos! vamos!). Sin embargo, el gol no llega. El partido se extiende otros 30 minutos y el desenlace se hace aún más dramático. El profesor Juan Guillermo -tenso como todos los espectadores- se agarra la cabeza y dice que en momentos difíciles es cuando realmente se hace notar la “garra guaraní” (frase utilizada como sinónimo de fortaleza).
Al todo o nada, llega la definición por penales y por fin se pueden gritar cada uno de los 5 goles paraguayos. Sonrisas, aplausos, banderas agitadas al aire, la selección ha avanzado una etapa más. ¿Saldremos por primera vez campeones del mundo?, pregunta el profesor Juan Guillermo a los más de 70 niños reunidos bajo los árboles, “puede que sí”, dice Cristian, uno de sus alumnos. “Soñemos que sí, estamos cerca”, dice contento el profesor.
Existe una sola copa para el que triunfe en este campeonato, la desbordante emoción seguro invade a varias naciones como a Paraguay, pero si hablamos con y de pasión, viendo estos rostros cargados de esperanza y el fervor nacional hacia la selección de fútbol, sin duda alguna, ya llegamos primero.