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¿En qué lugares de España se dicen más palabrotas?

Según el estudio realizado y publicado por Preply, las zonas de España donde más tacos se dicen son Santa Cruz de Tenerife, Granada y La Coruña-Oleiros-Aretixo, con una media de 16, 13 y 12 palabrotas diarias, respectivamente. En contraste, Las Palmas, Alicante-Elche y Valencia son las áreas que menos tacos emplean, con un promedio de 5 y 7 tacos diarios, respectivamente.

¿En qué lugares de España se dicen más palabrotas?

La encuesta también reveló que los españoles dicen una media de 9 tacos al día, siendo una cifra menor que la de otros países como Estados Unidos (21), Polonia (19), Reino Unido (10) o Alemania (10). Además, se observó que los hombres utilizan palabrotas con más frecuencia que las mujeres, con una media de 10,41 veces al día frente a las 7,86 veces al día de las mujeres. Asimismo, las generaciones más jóvenes tienen una mayor tendencia a decir palabrotas, con una media de aproximadamente 11,64 tacos diarios para los españoles de entre 16 y 24 años, mientras que los encuestados mayores de 55 años usan palabras obscenas alrededor de 4,25 veces al día.

En cuanto a las situaciones donde más tacos se dicen, las quedadas con amigos, la casa y el coche mientras conducen son los lugares más comunes. En estos escenarios, el 31,39 % de los encuestados seleccionó «Fuera, estando con amigos», el 31,15 % eligió «casa» y el 16,59 % aseguraron que el «coche» es el lugar donde más palabrotas se dicen.

Por otro lado, los datos indican que los españoles intentan evitar el uso de tacos delante de los niños, personas mayores o delante de su jefe o jefa. El 68,54 % de los encuestados evita decir palabrotas frente a los niños, mientras que un 59,89 % lo hace delante de personas mayores.

En lo que respecta a la tolerancia frente al uso de palabrotas, aproximadamente el 48,63 % de los encuestados asegura ofenderse, mientras que el 51,37 % no se ofende. Las mujeres son en un mayor porcentaje las que más pueden llegar a sentirse ofendidas ante el uso de palabrotas (52,59 %), en comparación con los hombres (44,16 %). Además, pro flanjas de edades, los jóvenes de 16 a 24 años son los más tolerantes ante el uso de palabrotas, mientras que los mayores de 55 años son quienes más se molestan.

 

 

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El origen de la expresión ‘Fumar como un carretero’

Días atrás, en el programa de televisión ‘Levántate Ok’, presentado por Javier Cárdenas, en el que realizo una sección de curiosidades, mi compañera Raquel Brandía me preguntó cuál es el origen de la expresión ‘Fumar como un carretero’.

El origen de la expresión ‘Fumar como un carretero’

La expresión ‘Fumar como un carretero’ es una frase coloquial utilizada para describir a alguien que fuma en exceso o de manera desmesurada. Aunque no existe un origen exacto para esta locución, hay un par de teorías sobre su procedencia.

Una explicación sugiere que la expresión proviene de los carreteros, que eran los conductores de carretas en el pasado. Estos profesionales pasaban mucho tiempo esperando, ya sea cargando o descargando mercancías, o que todos los pasajeros subieran a la carreta para iniciar el viaje. Durante esos momentos de espera, se dice que fumaban en gran cantidad, lo que les habría dado la fama de fumadores empedernidos.

Sin embargo, esta explicación no cuenta con un respaldo sólido por parte de muchos expertos, quienes proponen que la expresión ‘Fumar como un carretero’ es una deformación de una locución más antigua que decía ‘Hablar como un carretero’ e incluso usada en la forma ‘Jurar como un carretero’ y cuyo significado era el de Blasfemar o echar muchas maldiciones’, tal y como recoge el diccionario de la RAE, donde, curiosamente, no aparece recogida mención alguna a la forma ‘Fumar como un carretero’.

Antiguamente, los carreteros eran considerados personas de clase baja, sin estudios ni modales y se les asociaba a menudo con un lenguaje inadecuado e indecoroso.

 

 

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¿De dónde proviene decir que algo es de ‘palabras mayores’?

¿De dónde proviene decir que algo es de ‘palabras mayores’?

Suele utilizarse la forma ‘palabras mayores’ para indicar que algo es de una importancia, gusto o valor mucho mayor de lo esperado o de lo corriente (por ejemplo hablar de cocina y l nombrar a cierto chef decir ‘eso ya son palabras mayores’).

Pero, originalmente, esas ‘palabras mayores’ a las que hace alusión la locución nada tenía que ver con el significado que le damos actualmente, sino que hacía referencia a un listado de términos, insultos, injurias, calumnias o groserías que eran consideradas como impropias, siendo incluso tachadas como blasfemia y que podían constituir algún tipo de delito o pecado, por lo que se procedía a multar y castigar a los infractores que las pronunciaran o que hubiesen sido denunciados y acusados de hacerlo.

 

No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades

 

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¿Sabías que el 30 de septiembre es el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’?

Se conoce como blasfemar a la acción de maldecir, insultar e injuriar a alguien o algo, de carácter sagrado, con intención de ofender, tanto a nivel individual como colectivo, un sentimiento religioso.

¿Sabías que el 30 de septiembre es el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’?

El término ‘blasfemia’ proviene del latín tardío ‘blasphemĭa’ y éste a su vez del griego ‘blasphēmía’ cuyo significado es ‘palabra injuriosa’, aunque algunos etimólogos prefieren traducirlo como ‘acción de hablar contra Dios’.

A lo largo de la mayor parte de la Historia, se ha perseguido y castigado duramente la blasfemia, la cual ha sido considerada un grave delito (y todavía lo es en un gran número de países, culturas y religiones).

Desde cortar o perforar la lengua, a condenas de largos periodos de presidio e incluso la pena de muerte (como la lapidación) han sido algunos de los castigos con los que se penaba el acto de blasfemar.

En España la blasfemia estuvo perseguido durante largo tiempo (muy especialmente durante la Edad Media por la Inquisición) y aunque dejó de ser considerada como un delito (contra Dios) a partir de 1988, todavía se castiga, tal y como recoge la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en su artículo 525:

  1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

  2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.

Muchas naciones son los que hace mucho tiempo abolieron sus leyes medievales contra la blasfemia, pero podemos encontrar que en la totalidad de países del Islam todavía está perseguida, siendo el castigo la pena de muerte.

En los últimos años se ha podido ver cómo se ha perseguido a escritores y publicaciones que han mencionado al Islam o a Mahoma (profeta de los musulmanes), produciéndose incluso atentados terroristas llevados a cabo por islamistas radicales.

Este tipo de persecuciones son los que dieron paso a crear, en el año 2009, un ‘Día Internacional por el Derecho a la Blasfemia’, en el que se reivindica el derecho a la libertad de expresión en todos los sentidos, sin tener que ser perseguidos judicialmente ni por fanáticos religiosos.

Se eligió esta fecha como efeméride de la publicación que se realizó, en 2005, en el periódico danés Jyllands-Posten, en el que aparecían una docena de caricaturas satíricas de Mahoma, y que provocó las quejas por parte de un gran número de naciones musulmanes y un grave conflicto diplomático que fue haciéndose cada vez más grande y tensó cada vez más las relaciones entre occidente y el mundo musulmán.

Cada 30 de septiembre, desde 2009, numerosos son los colectivos se aprovechan esta fecha para reivindicar libertad de expresión en el que ya se ha establecido como el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’.

La persecución de la blasfemia, a lo largo de la Historia, dio pie a que, desde hace varios siglos atrás, se utilicen términos y exclamaciones que han sido transformadas en un eufemismo (forma de aludir a algo sin necesidad de decir una grosería o blasfemar). Bajo estas líneas encontrarás algunos enlaces a unos cuantos posts relacionados.

No te pierdas el episodio 2×04 (#22) del podcast ‘Ya está el listo que todo lo sabe’ dedicado a los insultos, palabrotas y blasfemias y que cuenta con la colaboración especial del actor Sergio Pazos:

 

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Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra

Todos sabemos soltar una palabrota o decir un insulto dirigido a alguien, pero no siempre se consigue el efecto deseado, ya que no todas las personas tenemos el don de saberlo hacer correctamente. Podemos proferir una palabra malsonante hacia alguien y ver que éste ni se inmuta y, sin embargo, hay individuos que, por su forma de hablar, intencionalidad e impostar la voz, con un vocablo aparentemente inofensivo pueden llegar a herir el amor propio de cualquiera.

Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio ParraY es que hasta para saber insultar o soltar un improperio hay que tener cierto talento y gracia. Quien sabe mucho sobre palabrotas, insultos y blasfemias es mi amigo Sergio Parra, uno de los divulgadores más versátiles y prolíficos de los últimos años, quien acaba de publicar un nuevo libro titulado ‘Mecagüen’ y fantásticamente editado por Vox (ojo, la famosa e importantísima editorial perteneciente al grupo Larousse y que tan maravillosos diccionarios y libros de consulta lleva publicando desde 1944).

El libro está magníficamente ilustrado por José Rubio ‘Malagón’, uno de los ilustradores y humoristas gráficos más conocidos del momento y al que también me une una sincera amistad.

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (ilustración Malagón)

Ilustraciones realizadas por Malagón para el libro ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (Editorial Vox)

Mecagüen es mucho más que un simple libro donde se recopilan centenares de palabras malsonantes; es un cuidadísimo ensayo en el que el autor nos habla del insulto, el acto de blasfemar o las palabrotas desde diferentes variantes: desde la sociológica, la cultural, por grupo de personas, géneros, países, épocas…

Sergio Parra es uno de esos divulgadores que saben explicar casi cualquier concepto y tema, por muy complejo que sea, de una manera fácil y entendible. Además, he de añadir que, con este libro lleno de improperios y palabras malsonantes, consigue que nadie se sienta molesto a la hora de leerlo (evidentemente, sin tener en cuenta a los ‘ofendiditos profesionales o de carrera’, que ya llevan, en su ADN, eso de mosquearse por cualquier cosa).

Como tipo curioso que soy (en todos los sentidos), siempre que leo algún nuevo trabajo de Sergio Parra aprendo un buen número de datos, desconocidos para mí, los cual me proporciona abundante material y, sobre todo, me inspira para futuros posts. Estoy seguro que a vosotros también os sorprenderá el descubrir todo lo que se esconde detrás de todos esos vocablos, sus orígenes y usos.

Tal y como apunta Sergio, el soltar en un momento dado un exabrupto puede llegar a ser incluso hasta terapéutico. Liberamos a través de la palabrota la tensión acumulada (al igual que nos ayuda el llorar de emoción, tanto cuando estamos tristes como eufóricos). También hay que destacar que, a veces, podemos decir una palabra normal y llegarla a convertir en un hiriente insulto, según nuestro tono o intención (por ejemplo, decirle a alguien que es un crack o un genio cuando ha hecho un mal trabajo, tiene toda la mala intención del mundo). Eso sí, para que el insulto sea efectivo, el receptor debe ser consciente de que lo estamos intentando agraviar verbalmente. También hay términos qué según cómo se digan y si se les añade un artículo y, según el contexto, pueden convertirse en injuriantes y humillantes: ‘el gordo’, ‘el enano’, ‘el negro’, ‘el bizco’…

El libro nos adentra en la Historia, explicándonos los orígenes de aquellos términos considerados como ‘tabú’ y que la religión se encargó en estigmatizar haciendo que se convirtieran en palabras injuriosas hacia Dios o la Iglesia (la blasfemia) e incluso con aquellas relacionadas con todo lo relacionado con el sexo.

A destacar el capítulo dedicado a la corrección política de los últimos tiempos, en los que se está tratando de sobreproteger a grupos o minorías sociales, raciales, de diversidad sexual, etc, ha provocado que muchas de las expresiones que se han estado utilizando durante toda la Historia hoy en día se consideren como desafortunadas e hirientes para éstos. Un tema muy delicado pero interesantísimo.

Y no quiero destripar más sobre este fantástico libro, el cual os recomiendo que compréis y leáis, porque además de aprender muchísimas cosas que quizá desconocías disfrutaréis enormemente de él (como ha sido mi caso).

Esta no es la primera vez que publico una reseña o recomendación en este blog sobre alguno de los libros de Sergio Parra (si no me falla la memoria, con este son siete los libros de los que he escrito). Aparte de la gran amistad que nos une debo destacar la gran admiración que siento por él y estoy deseando que llegue el día en el que podamos realizar alguna colaboración conjunta. También debo agradecerle a Sergio el haberme incluido y citado como fuente de consulta.

 

 

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra
Editorial: VOX
ISBN: 9788499743172
https://www.vox.es/libro/mecaguen-palabrotas-insultos-y-blasfemias/

No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades

Podéis leer otras reseñas y recomendaciones de los libros de Sergio Parra, que he publicado en este blog, en el siguiente enlace: http://bit.ly/2JpVWs6

‘¡Jiminy Cricket!’, la exclamación que usan algunos angloparlantes para no blasfemar

Es común en algunas persona angloparlantes el utilizar la expresión ‘Jiminy Cricket’ a modo de exclamación a la hora de soltar un improperio pero no quieren blasfemar.

‘¡Jiminy Cricket!’, la exclamación que usan algunos angloparlantes para no blasfemar

No se tiene constancia del origen exacto de su uso, pero la primera constancia que se tiene data de 1803 en la forma ‘Jiminy’ y en la que se señalaba como eufemismo para maldecir por algo o a alguien sin utilizar el nombre de Jesucristo y, por tanto, no caer en la blasfemia (algo que, además de ser pecado, estaba castigado por la ley en aquella época).

En 1848 ya aparece en la forma de Jiminy Cricket (cuyas iniciales coinciden con las de Jesus Christ) y hacia finales del siglo XIX (1890) tuvo una nueva variante: Jiminy Christmas.

Pero curiosamente Jiminy Cricket es también el nombre que le otorgó, en 1940, Walt Disney al famosísimo grillo que acompañaba a Pinocho (Pepito Grillo en España), ya que dicho personaje se llamaba originalmente ‘El Grillo Parlante’ en la novela Las aventuras de Pinocho, escrita por Carlo Collodi en 1883.

Cabe destacar que la exclamación ‘Jiminy Cricket’ aparece, antes de ser utilizada como nombre del grillo en la película Pinocho,  en el filme El Mago de Oz en 1939, en el que Dorothy la pronuncia y, dos años antes, es exclamada también por los enanitos en Blancanieves y los siete enanitos de la factoría Disney.

 

 

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¿Qué significa la expresión ‘¡Kabenzotz!’ tan utilizada entre los vascos?

¿Qué significa la expresión ‘¡Kabenzotz!’ tan utilizada entre los vascos?

La serie de televisión ‘Allí abajo’ que emite Antena 3 ha hecho inmensamente popular la expresión ¡Kabenzotz! que dicen bastante a menudo los personajes vascos que en ella salen.

A través del apartado de contacto de este blog, Manoli Pintor me hace llegar un correo en el que me consulta cuál es el significado literal de dicho vocablo.

Según con quién hables te dirá que se escribe de una manera u otra, pudiéndonos encontrar el término de las siguientes formas: ‘kaben zotz’, ‘Kauen zotz’, ‘Kauenzotz’, ‘Kagüen zotz’, ‘Kagüenzotz’, ‘Kauen xotx’, ‘Kauenxotx’, ‘Kauensos’, ‘Kauen sos’… y así infinitamente, aunque la mayoría de personas coinciden en que la correcta es el mencionado ‘Kabenzotz’.

Según un gran número de fuentes, este término, dicho de forma contundente, es una exclamación que vendría a significar (espero que nadie se moleste) un ¡Cago en Dios! (o ¡Cagüendios!) y que empezó a ser utilizada de ese modo para no blasfemar ni herir sensibilidades (sobre todo porque tiempo atrás la blasfemia estaba castigada con penas de cárcel).

También podemos encontrar que el término pueda ser una transformación o evolución de la expresión ‘¡Me cago en Sos!’ (o ¡Cago en Sos¡, ¡Cagonsos!) en referencia a la población zaragozana (limítrofe de la provincia de Navarra) Sos del Rey Católico, lugar en el que nació Fernando de Aragón.

Porque, tal y como dice el actor Gorka Aginalde  (quien interpreta el personaje de Koldo en la serie ‘Allí Abajo’), no hay vasco que no tenga algún familiar sacerdote o monja en la familia y no es cuestión de ir blasfemando ni haciéndoles enfadar.

 

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Fuentes de consulta: turismovasco / mi-arma.com / YouTube (1) / YouTube (2)
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¿De dónde surge la exclamación ‘¡diantres!’?

¿De dónde surge la exclamación ‘¡diantres!’?

Normalmente, cuando se utiliza término ‘diantre’, se hace a modo de exclamación y, sobre todo, como eufemismo (forma de aludir a algo sin necesidad de decir una grosería o blasfemar). Un ejemplo de su uso es: ‘¡¿Pero qué diantres ha pasado aquí?!’.

En sus orígenes se comenzó a utilizar el vocablo ‘diantre’ para sustituir a palabras como ‘diablo’ o ‘demonio’, debido a que antiguamente se tenía el convencimiento (superstición) que si se nombraba al maligno algo malo podría ocurrir, de ahí que se buscara un término con el que referirse a él sin tenerlo que mentar.

Diantre llegó al castellano desde el francés de exacta grafía y significado (la primera aparición del término en legua francesa es del siglo XVI). El vocablo no dejaba de ser una alteración de la palabra ‘diable’ con el mismo propósito eufemístico con el que en nuestra lengua se utiliza.

Cabe destacar que este caso de eufemismo es muy similar al de la utilización del término ‘¡pardiez!’, usada para sustituir la exclamación ¡por Dios!, tal y como os expliqué hace un tiempo en este otro post: https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/de-donde-surge-la-exclamacion-pardiez

 

 

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¿De dónde surge la exclamación ‘¡pardiez!’?

¿De dónde surge la exclamación ‘¡pardiez!’?A través de la página en Facebook de este blog Mónica Carrasco me escribe explicándome que recuerda que su abuelo utilizaba a menudo la exclamación ‘¡pardiez!’, la cual hace años que no la ha vuelto a escuchar decir a nadie, y le gustaría saber de dónde surgió dicho término.

La exclamación ‘¡pardiez!’ está en desuso (como bien apunta la lectora), pero durante varios siglos fue un término ampliamente utilizado como eufemismo (forma de aludir a algo sin necesidad de decir una grosería o blasfemar) por aquellos que querían realizar un juramento o exclamar algo en nombre de Dios. Debemos tener en cuenta que durante gran parte de la Historia todo aquello que era blasfemar o decir el nombre de Dios en vano estaba considerado pecado y era perseguido por la justicia; por lo que, gracias al ingenio de la época, se buscó una fórmula en la que se enmascaraba el nombre del llamado Creador de una forma en la que no pudiesen acusarles de herejía al pronunciarla.

Podemos encontrar el término pardiez ampliamente referenciado en textos del Siglo de Oro español por autores como Cervantes, Lope de Vega o Quevedo.

Esta fórmula de juramento y/o exclamación suele ser contundente y viene a sustituir a ‘Por Dios’: ¡Pardiez! ¿has visto cómo me has puesto?, Deja ya de dar el coñazo, ¡pardiez!.

 

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