Entradas etiquetadas como ‘escarnio’

¿Qué diferencia hay entre ‘ironía’ y ‘sarcasmo’?

A través de mi perfil @yaestaellistoquetodolosabe2 en la red social Instagram me preguntan qué diferencia hay entre ‘ironía’ y ‘sarcasmo’.

¿Qué diferencia hay entre ‘ironía’ y ‘sarcasmo’

La ironía y el sarcasmo son dos formas de lenguaje figurado que se utilizan para expresar un significado opuesto al literal. Aunque a menudo se utilizan de manera intercambiable, ambas cosas tienen diferencias sutiles en su significado y su uso, no siendo siempre sinónimas.

La ironía es una figura retórica en la que se dice una cosa pero se entiende otra. Por ejemplo, si alguien dice ‘¡Qué calorcito hace hoy!’ en medio de una nevada, está siendo irónico, ya que lo que realmente quiere decir es lo contrario, es decir que hace un día de mucho frío.

La ironía se utiliza para expresar una opinión contraria a la expresada, para mostrar una situación cómica o para exponer una verdad a través de una mentira. Un ejemplo de ironía en literatura es en la obra «La importancia de llamarse Ernesto» de Oscar Wilde, el personaje principal cambia su nombre por el de Ernesto para causar una impresión favorable, pero en realidad se llama Jack.

Por su parte, el sarcasmo es una forma de ironía que se utiliza para criticar o ridiculizar a alguien o algo mediante la exageración. El sarcasmo implica un tono de burla o desdén hacia el objeto o persona a la que se refiere. Por ejemplo, si alguien te dice ‘¡Qué bien lo has hecho!’ después de que hayas cometido un error, está siendo sarcástico, ya que lo que realmente quiere decir es que lo hiciste mal.

El sarcasmo se utiliza a menudo para criticar de manera divertida, mordaz (a veces despiadada) y para mostrar una actitud cínica hacia la vida.

 

 

Encuentra más curiosidades como esta leyendo otros post de este blog o en mi libro ‘El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros’

 

 

 

Fuente de la imagen: pixabay

Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra

Todos sabemos soltar una palabrota o decir un insulto dirigido a alguien, pero no siempre se consigue el efecto deseado, ya que no todas las personas tenemos el don de saberlo hacer correctamente. Podemos proferir una palabra malsonante hacia alguien y ver que éste ni se inmuta y, sin embargo, hay individuos que, por su forma de hablar, intencionalidad e impostar la voz, con un vocablo aparentemente inofensivo pueden llegar a herir el amor propio de cualquiera.

Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio ParraY es que hasta para saber insultar o soltar un improperio hay que tener cierto talento y gracia. Quien sabe mucho sobre palabrotas, insultos y blasfemias es mi amigo Sergio Parra, uno de los divulgadores más versátiles y prolíficos de los últimos años, quien acaba de publicar un nuevo libro titulado ‘Mecagüen’ y fantásticamente editado por Vox (ojo, la famosa e importantísima editorial perteneciente al grupo Larousse y que tan maravillosos diccionarios y libros de consulta lleva publicando desde 1944).

El libro está magníficamente ilustrado por José Rubio ‘Malagón’, uno de los ilustradores y humoristas gráficos más conocidos del momento y al que también me une una sincera amistad.

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (ilustración Malagón)

Ilustraciones realizadas por Malagón para el libro ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (Editorial Vox)

Mecagüen es mucho más que un simple libro donde se recopilan centenares de palabras malsonantes; es un cuidadísimo ensayo en el que el autor nos habla del insulto, el acto de blasfemar o las palabrotas desde diferentes variantes: desde la sociológica, la cultural, por grupo de personas, géneros, países, épocas…

Sergio Parra es uno de esos divulgadores que saben explicar casi cualquier concepto y tema, por muy complejo que sea, de una manera fácil y entendible. Además, he de añadir que, con este libro lleno de improperios y palabras malsonantes, consigue que nadie se sienta molesto a la hora de leerlo (evidentemente, sin tener en cuenta a los ‘ofendiditos profesionales o de carrera’, que ya llevan, en su ADN, eso de mosquearse por cualquier cosa).

Como tipo curioso que soy (en todos los sentidos), siempre que leo algún nuevo trabajo de Sergio Parra aprendo un buen número de datos, desconocidos para mí, los cual me proporciona abundante material y, sobre todo, me inspira para futuros posts. Estoy seguro que a vosotros también os sorprenderá el descubrir todo lo que se esconde detrás de todos esos vocablos, sus orígenes y usos.

Tal y como apunta Sergio, el soltar en un momento dado un exabrupto puede llegar a ser incluso hasta terapéutico. Liberamos a través de la palabrota la tensión acumulada (al igual que nos ayuda el llorar de emoción, tanto cuando estamos tristes como eufóricos). También hay que destacar que, a veces, podemos decir una palabra normal y llegarla a convertir en un hiriente insulto, según nuestro tono o intención (por ejemplo, decirle a alguien que es un crack o un genio cuando ha hecho un mal trabajo, tiene toda la mala intención del mundo). Eso sí, para que el insulto sea efectivo, el receptor debe ser consciente de que lo estamos intentando agraviar verbalmente. También hay términos qué según cómo se digan y si se les añade un artículo y, según el contexto, pueden convertirse en injuriantes y humillantes: ‘el gordo’, ‘el enano’, ‘el negro’, ‘el bizco’…

El libro nos adentra en la Historia, explicándonos los orígenes de aquellos términos considerados como ‘tabú’ y que la religión se encargó en estigmatizar haciendo que se convirtieran en palabras injuriosas hacia Dios o la Iglesia (la blasfemia) e incluso con aquellas relacionadas con todo lo relacionado con el sexo.

A destacar el capítulo dedicado a la corrección política de los últimos tiempos, en los que se está tratando de sobreproteger a grupos o minorías sociales, raciales, de diversidad sexual, etc, ha provocado que muchas de las expresiones que se han estado utilizando durante toda la Historia hoy en día se consideren como desafortunadas e hirientes para éstos. Un tema muy delicado pero interesantísimo.

Y no quiero destripar más sobre este fantástico libro, el cual os recomiendo que compréis y leáis, porque además de aprender muchísimas cosas que quizá desconocías disfrutaréis enormemente de él (como ha sido mi caso).

Esta no es la primera vez que publico una reseña o recomendación en este blog sobre alguno de los libros de Sergio Parra (si no me falla la memoria, con este son siete los libros de los que he escrito). Aparte de la gran amistad que nos une debo destacar la gran admiración que siento por él y estoy deseando que llegue el día en el que podamos realizar alguna colaboración conjunta. También debo agradecerle a Sergio el haberme incluido y citado como fuente de consulta.

 

 

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra
Editorial: VOX
ISBN: 9788499743172
https://www.vox.es/libro/mecaguen-palabrotas-insultos-y-blasfemias/

No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades

Podéis leer otras reseñas y recomendaciones de los libros de Sergio Parra, que he publicado en este blog, en el siguiente enlace: http://bit.ly/2JpVWs6

¿De dónde proviene el término ‘insultar’ para referirse al agravio verbal que se realiza contra alguien?

Se conoce como ‘insultar’ a la acción de agraviar a una persona utilizando palabras hirientes y descalificaciones, con el objetivo de dañar tanto su reputación como anímica y personalmente.

¿De dónde proviene el término ‘insultar’ para referirse al agravio verbal que se realiza contra alguien?

 

Etimológicamente proviene del latín ‘insultāre’ de igual significado y que nacía de la unión del prefijo ‘in-‘ (hacia adentro) y el vocablo ‘saltus’ (saltar) teniendo originalmente el significado literal de ‘asaltar’ o ‘saltar sobre alguien’.

Pero este salto o asalto no se refería a la acción física de dar un brinco, sino al gesto que se realiza de echar el cuerpo hacia adelante cuando, en una discusión, se gritan improperios, injurias u ofensas contra un oponente. Ese característico gesto que hace pensar que durante una disputa uno va a saltar sobre el otro mientras le suelta lindezas de todo tipo es lo que originó el uso del término latino insultāre y que llegó al castellano como insultar (insulte en francés; to insult en inglés).

 

 

No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde surge la expresión ’poner en la picota’?

¿De dónde surge la expresión ’poner en la picota’?

Se utiliza la expresión ‘poner en la picota‘ como clara referencia al hecho de poner públicamente a alguien en evidencia y hacerle pasar vergüenza frente a otros al ser recriminados o amonestados por algún asunto.

El origen de la expresión lo encontramos en un hecho muy extendido y común que se realizaba desde hace muchísimos siglos (sobre todo en la Edad Media): exponer en público la cabeza de los ajusticiados de una ejecución o a aquellas personas que habían sido detenidas por cometer algún acto delictivo.

Para ello eran colocados en una picota, que es el nombre que recibía la columna de piedra que se encontraba en la entrada de muchas poblaciones.

El poner en la picota era una manera de escarnio público y un modo de aviso al resto de ciudadanos de lo que les podría ocurrir en caso de cometer algún delito.

 

 

Te puede interesar leer los posts:

 

Portada Vuelve el listo que todo lo sabe

 

Curiosidad que forma parte del libro “Vuelve el listo que todo lo sabe” de Alfred López publicado por Editorial Léeme Libros.
Compra el libro online y recíbelo a través de un mensajero en tan solo 24 horas y sin pagar gastos de envío: http://latiendadeleemelibros.bigcartel.com/product/vuelve-el-listo-que-todo-lo-sabe

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿Cuál es el origen de la expresión ‘ser un tonto de capirote’?

¿Cuál es el origen de la expresión ‘ser un tonto de capirote’?El ‘capirote’ es un gorro en forma de cucurucho invertido que, desde tiempos de la Edad Media, la Santa Inquisición obligaba a llevar colocado sobre la cabeza a todo aquel al que acusaba de algún delito, pecado o herejía.

Aquel que llevaba puesto dicho capirote era objeto de escarnio público, siendo el centro de burla del populacho que se agolpaba en las plazas públicas donde eran exhibidos los castigados por el tribunal eclesiástico.

Dependiendo del grado de castigo, la persona juzgada o acusada por la Inquisición llevaba una serie de elementos que distinguían las diferentes penas.

A aquellos acusados de penas/pecados menores que mostraban arrepentimiento se les colocaba una especie de saco de lana conocido como Sambenito que debían portar durante largo tiempo junto al mencionado capirote. Vestidos de dicha guisa eran paseados y mostrados para ser humillados públicamente.

Famosos también son los capirotes que portan los penitentes durante las procesiones (sobre todo en Semana Santa), pero estos iban forrados de tela que caía sobre los hombros y tan solo llevaban un par de agujeros para los ojos, evitando así que se les viera el rostro y se guardase así el anonimato de su identidad.

De ahí que con el tiempo surgiese por parte del pueblo el señalar a aquel que llevaba un capirote con la cara descubierta como alguien falto o escaso de entendimiento (el tonto del que todos se ríen), apareciendo en el vocabulario popular la expresión ‘tonto de capirote’.

El origen etimológico del término ‘capirote’ proviene de ‘capirón’ y este del latín ‘cappero’, cuyo significado es ‘prenda que cubre la cabeza’.

 

 

Portada 6ª edición Ya está el listo que todo lo sabe

 

Curiosidad que forma parte del libro “Ya está el listo que todo lo sabe” (Una curiosidad para cada día del año) de Alfred López
Compra el libro a través de los siguientes enlaces: https://www.amazon.es/dp/841558914X (para España) | https://www.amazon.com/dp/841558914X/ o https://www.createspace.com/7085947 (desde fuera de España)

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons (Los caprichos de Goya, nº 24 – 1797-98)