Llevo unos meses algo preocupada por ti. No sé que es lo qué va a pasar contigo en un futuro, y me cuesta vivir con esa incertidumbre. Como sabes, tengo esclerosis múltiple desde hace cuatro años, y desde hace tres con un tratamiento que se llama Rebif.
Desde pequeña siempre te he valorado, pero desde que tengo la enfermedad te preocupas mucho por mí, y mi estima hacia ti ha crecido. Además, conocí a un hombre de bata blanca que es como mi ángel de la guarda. Es mi neurólogo, trabaja para ti en uno de tus edificios, y últimamente también le he oído quejarse.
Sabes que cada seis meses tengo ir a verle. A veces, a parte de unos análisis de sangre, me manda hacer otras pruebas, la mayoría son resonancias magnéticas. Te agradezco que hayas estado siempre atenta, y que casi nunca me hayas hecho esperar. Otras veces, tengo que ir a ver al neurólogo antes, porque sufro un brote, y él, en estos casos siempre esta disponible.
Con la medicación que me proporcionas, se supone que se reducen estos brotes. Al primer año de tomarla, me tuvieron que subir la dosis porque no dio resultado, ahora tengo que esperar porque igual tampoco me esta funcionando. Han sacado un nuevo medicamento. Es más caro que Rebif, pero sé, que a ni a ti ni al neurólogo os importa eso. Sólo os interesa mi bienestar, porque queréis que tenga una vida lo más normal posible. Yo también lo quiero, y por eso, además de los cuidados que recibo por tu parte, me cuido yo misma. Ya sabes, hago deporte, llevo una dieta equilibrada y me tomo la medicación.
No es una medicación cualquiera, tengo que ir a uno de tus edificios a por ella. Sé que es especial, pero no sé que va a pasar. Escucho muchas noticias sobre ti en la televisión, pero nunca tengo claro lo que va a ocurrir con mi Rebif. Si no me la das tu, yo no puedo pagarla, y si no me la tomo, mi discapacidad aumentará mucho, en poco tiempo.
No es agradable tomarla, es una inyección subcutánea que duele y deja unas marcas rojas muy grandes, y encima me da fiebre por la noche. Pero soy consciente del esfuerzo que haces para dármela, y ya con eso, es suficiente para que no me importe ni el dolor, ni las marcas, ni la fiebre.
Para terminar, te voy a proponer un trato, yo te cuido si tu prometes cuidarme.
Sanidad Pública, sabes que te necesito en mi vida.
Personas como tú es lo que necesitamos.Un beso.
05 diciembre 2012 | 18:36
Pues aquí estoy para lo que necesitéis! Gracias por el comentario. Besos 🙂
06 diciembre 2012 | 11:48
Hola bonita!! La Sanidad Pública pasada por guillotina. Yo aún con una medicación más cara temo por ese futuro incierto. Según tengo entendido es un copago de un máximo de 4 euros y algo. lo que no sé si es por caja de pastillas en mi caso (fingolimod, pues rebiff dejó de hacerme efecto hace unos meses)o si tendremos que pagar ese máximo al mes.Creo que hay muy poca información y nos llevan a tener más confusiones. He escuchado que eso se hace para que no haya tráfico de medicamentos tan caros, es decir, establecer un control…Pero lo que digo yo, ¿Quién controla a los bancos?¿Quién nos van a rescatar ha nosotros? ¿Superman?
06 diciembre 2012 | 12:49
rescatar a nosotros es sin «h»…si veis otra falta de ortografía «sorry»
06 diciembre 2012 | 12:51
Te dejo la noticia que publicó Felem sobre este tema: http://www.esclerosismultiple.com/noticias/detalle.php?id_not=332En teoría estamos exentos de pagar, así que de momento, nos seguiremos tomando un par de cafés con ese dinero.Es que hay un descontrol en general con este tipo de enfermedades, no saben ni el número exacto de pacientes que hay en España. Pero en serio, ¿hay alguien que no se toma esta medicación y se dedica a mercadear con ella? Es que esto ya sería el colmo si es verdad… Buuuuuff
06 diciembre 2012 | 21:09