CUANDO EVITAS LA SOLEDAD
Delta nunca había vivido sola. Pasó de estar con su madre a vivir con su pareja. De algún modo, ellos habían decidido por ella: cuándo casarse, lo que le convenía, lo que no…Ahora, en sus treinta y pocos, un malestar enorme la sumía en su día a día. Se sentía mal con muchos aspectos de su vida, y especialmente con su pareja que la amaba muchísimo.
Miguel y Luisa empezaron a salir después de la universidad. Pasaron de vivir en la residencia a vivir juntos. Llevaban ya varios años y los dos no veían claro si querían seguir juntos. Se sentían fusionados pero cansados el uno del otro. No se imaginaban la vida sin el otro pero tampoco con él.
Muchos de los problemas que tenemos como adultos ocurren por no ser amigos de nuestra soledad. Tal vez seas tú una de las muchas personas que temen a su soledad. La rehúyen como si se tratara de un monstruo abominable. Lo hacen llenándose la agenda de actividades y ocupando sus minutos para que no quede nada de espacio para sentirla. Hoy día, con tantos estímulos a nuestro alcance, ignorar la soledad es casi inevitable.
Sin embargo, no te lo aconsejo. Porque si rehúyes tu soledad, te rehúyes a ti mismo. Y distanciarse de uno mismo nunca funciona.
TAPAR LA SOLEDAD CON LA PAREJA
Hay dos formas fundamentales de entrar en una relación de pareja. O dos formas de amar. Desde la dependencia o desde la abundancia.
Amar desde la abundancia, significa amar al otro habiendo desarrollado amor por uno mismo. Según Erich Fromm esté es un requisito indispensable para el amor maduro y duradero. En mi experiencia, la soledad es el portal al amor a uno mismo.
Al amar desde la dependencia, buscamos en el otro algo que nos falta. Necesitamos que el otro nos complete porque – creemos que – nosotros no somos suficientemente buenos. O mejor dicho, necesitamos que el otro nos ame porque nosotros no nos podemos amar del todo, del mismo modo que tampoco sabemos estar en solos.
TU SOLEDAD, UNA ALIADA PARA LA RELACIÓN DE PAREJA
Por contradictorio que parezca, aprender a estar solos, es el mejor antídoto para aprender el difícil y delicado arte de amar. Lo es porque nos conecta con nosotros mismos, nos enseña a conocernos y a disfrutar de nuestra propia compañía. Cuando esto ocurre, entramos en la relación sin perdernos en ella. Hemos desarrollado la capacidad de abrirnos a otra persona sumando, listos para apreciar, celebrar y tolerar todo lo que sucede en este complejo proceso.
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Como ames mucho a tu soledad, tu pareja no tendrá alternativa y buscara el «amor» en brazos de otro.
23 julio 2021 | 4:01 pm