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¿Y si tu mochila estuviese mucho más cargada de lo que crees?

Uno de mis maestros, el coach y practicante zen Rob McNamara, me dijo una vez que me hallaba en dificultades:  recuerda que siempre cargas con mucho más de lo que crees o sabes. Lo consciente, es decir lo que sabemos que nos pasa, es solo una pequeña parte de lo que realmente sucede, nos preocupa, nos angustia. También es así con lo que nos entusiasma, lo que queremos, lo que anhelamos. Lo consciente es como la parte exterior de un iceberg, mientras que la gran masa sumergida lo ocupan lo subconsciente y lo inconsciente.

Para conocer la parte sumergida del iceberg tienes que fijarte en el cuerpo.¿Qué síntomas te da el cuerpo? La semana pasada estuve con un dolor sin nombre en el lado derecho del cuerpo, seguido por una fuerte contractura en las cervicales. No recordaba haber hecho ningún mal gesto ni movimiento brusco. Simplemente mi mochila vital estaba hasta arriba y al no darme cuenta, mi cuerpo lo mostraba.

Otros síntomas de inconsciencia sobre lo que sostenemos son nuestras reacciones. Si notas que saltas a la mínima o que  respondes de forma más intensa que de costumbre, puede que estés cerca de fundir tus fusibles vitales. Para hacerte consciente de tu carga real puedes meditar, escribir flujo de consciencia, o practicar algún tipo de práctica contemplativa. Para ahondar en la importancia de la contemplación recomiendo la lectura de Vida contemplativa de Byung-Chul Han.

(UNSPLASH)

El simple hecho de tomar consciencia sobre nuestra situación, transforma nuestra relación con ella. Es el proceso de acercarnos al peso cargado que nos ayuda a aceptarlo. Sin embargo, aproximarse desde el rechazo a nuestra mochila con la intención de vaciarla es un acto agresivo y que no suele funcionar. En cambio, cuando nos acercamos con curiosidad, afabilidad y amabilidad hacia nuestra situación, la relación con nuestra circunstancia muta sutil o dramáticamente. Aunque nuestra carga no se pueda reducir, ni tampoco sea deseable – es precisamente la magnitud de lo que cargamos que nos fortalece y nos ayuda a crecer -, una vez integrada la situación emergerán opciones que antes se mantenían ocultas, tales como reajustar nuestra alineación respecto al peso, o soltar lastre de cosas innecesarias. Se manifiesta entonces que no hay nada que hacer, más allá de seguir estando presentes, con una actitud amable hacia todo lo que existe, empezando por uno mismo.

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

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¿Te preguntas qué hay más allá de Netflix? Te estás haciendo la pregunta correcta

Regreso de unos días en los Pirineos llenos de senderismo, lectura y tiempo en familia. En siete días hemos visto una película juntos. El último día queríamos premiar a mi hija con otra peli, pero me dijo, lo siento mamá prefiero irme a jugar, la vemos otro día ¿vale? Sus palabras me hicieron recordar a las de mi abuela cuando al independizarme decidí no tener tele. Ella me dijo, bien hija, tu no necesitas tele porque estás viviendo la vida de verdad, la tele es un sucedáneo. Mi hija tampoco necesitaba el sucedáneo.

A menudo me siento tentada a ver contenidos audiovisuales antes de acostarme aunque solo sea por compartir en familia. Luego recuerdo sus efectos: tensión física, preocupación o simplemente activación mental. La mayoría de veces logro conectar con lo que me va bien antes de acostarme: mantenerme en una actitud relajada, ligeramente reflexiva, leer un poco o meditar.

Pantalla de tele

(Mollie Sivaram, UNSPLASH)

En la vida de cada persona existen dos sentidos fundamentales. El sentido externo, de relaciones, acción, trabajo, ocio…Y el sentido externo de silencio, soledad, introversión, reflexión. Ambas dimensiones necesitan ser cultivadas y equilibradas. El problema de nuestra cultura es el desmesurado énfasis en el exterior. La parte exterior es necesaria, pero cuando no deja espacio a la parte interior nos convertimos en alienígenas en nuestra propia piel. Estando todo el rato en los otros, en lo de afuera, en la evasión, desconectamos de nuestro ser, lo que cuando no tiene consecuencias devastadoras (como problemas de salud mental, etc.) , en el mejor de los casos redunda en felicidad superflua. La felicidad superflua es como el fast-food. Te llena pero no te alimenta.

En cambio, cuando equilibramos nuestra vida con tiempo de calma, silencio e introspección ganamos sentido existencial. El sentido existencial es como la comida de la abuela: te alimenta, te fortalece y te ayuda a evolucionar.

Más allá de Netflix -o de cualquier pantalla – no está otra plataforma. Más allá de Netflix está el silencio, la soledad, la introspección. Más allá de Netflix estás tú.

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Las palabras de Beyoncé

Queen Bey, la cantautora, productora, actriz, directora, diseñadora y empresaria afroamericana nacida en Houston, batió anoche el récord de grammys ganando un total de 32 gramófonos.

Al inicio de su discurso, claramente conmovida, dijo: Muchas gracias, estoy intentando no ser demasiado emocional, estoy intentando simplemente recibir…esta noche.

Beyoncé recibió mucho anoche. Recibió apreciación, recibió reconocimiento, recibió amor y recibió varios premios. Y en este sentido sus palabras tenían todo el sentido, ella intentaba recibir la noche, casi nada.

Beyoncé en la gala de anoche se esforzaba en recibir, por que al contrario de lo que pueda parecer recibir no es fácil. Lo constato cada en mi práctica de coaching, en mi misma, y en las personas que me rodean. No, nos cuesta conseguir, no nos cuesta luchar, no nos cuesta esforzarnos, no nos cuesta dar…Lo que más nos cuesta de todo es RECIBIR.

Mientras escribo estas líneas una amiga alemana viene a visitarnos este mediodía. Lo supe ayer noche, y mi primera reacción fue, oh vaya, es un poco complicado. Luego me relajé y pude abrirme al regalo de tenerla con nosotros el rato que sea, después del covid, después de años de no vernos, después de haber compartido mucho y dejado de hacerlo sin saber porqué.

Al igual que hoy la vida me regala esta visita, la vida cada día nos regala miles de cosas. Nos regala vitalidad para levantarnos, nos regala un techo, una sonrisa, una presencia, una inspiración, una oportunidad por pequeña que sea. Nos regala un aprendizaje. Nos regala un nuevo coraje. Nos regala un viejo amigo. La vida nos regala constantemente, la cuestión es: ¿somos capaces de recibir todo lo que la vida nos da en cada instante?

Lo contrario de recibir es la queja. Es fijarse en lo que falta, en el vaso medio vacío, en el defecto del otro, en todo lo que no me gusta en mi vida, en los errores del pasado o los temores del futuro. El no recibir se cocina en la mente crítica y se manifiesta con el cuerpo cerrado. En cambio el recibir nace en el corazón, se entrega con el gesto abierto y la mente callada.

Cuanto más recibas lo que gratuitamente se te da, más aumentará tu capacidad de recibir. Y lo contrario cuanto más te cierres con el resentimiento, la queja y la negatividad menos vas a recibir: Porque al que tiene (al que recibe), se le dará más, pero al que no tiene (al que no recibe), aun lo que tiene se le quitará. (Marcos 4:25).

Hoy te pregunto: ¿Como vas a recibir lo que la vida te da en este instante, en esta hora, en este día?

 

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Propósito de año nuevo: ser

Si eres una persona de hacer propósitos de año nuevo seguro que ya tienes una lista. Y también seguro que lo que tienen en común los elementos de tu lista es que todos tienen que ver con hacer (o dejar de hacer) algo: empezar con una rutina de deporte, dejar de fumar, comer más sano…Sin embargo, es muy probable que en tu lista no figure espacio para simplemente ser.

Nuestra sociedad está orientada a la acción. Hacer, conseguir, ponerse metas, llegar, subir una montaña, luego otra. No hay nada malo en hacer. Sin embargo no somos hacedores humanos, somos seres humanos. Y cultivar el ser es imprescindible, si no queremos convertirnos en pollos sin cabeza que corren por la vida sin saber adónde van.

El ser tiene varios enemigos. Uno de ellos es que no está culturalmente valorado. A nadie le felicitan por estar varios días sin hacer nada. O por tomarse unos días para estar en soledad. O por dedicar el tiempo a escucharse interiormente. Internamente es fácil sentirse culpable, egoísta o simplemente vago cuando uno dedica tiempo a ser, sobre todo al principio. Sin embargo, con la práctica uno toma cuenta que cuanto más cerca del ser estemos, más buenas son nuestras relaciones y más sentido cobran nuestras acciones. El remedio a la nula reputación del ser está dentro de uno mismo. Consiste en darle valor al ser. Tenemos la capacidad de dar valor a lo que nos dé la gana y para hacerlo simplemente tienes que tomar la intención dentro de ti y posiblemente atravesar alguna resistencia.

(Katie Moum, UNSPLASH)

Otro de los enemigos del ser es que de no agendarlo, el hacer, como un río desbordado se come toda la cuenca vital, dejándonos sin espacios para simplemente ser. Por ello, ahora que el nuevo año está a punto de empezar, te propongo que agendes espacios (y tiempos) para el ser.

Primero plantéate ¿de qué forma te acercas al ser? Hay mil formas de hacerlo y la condición necesaria es que no tengas ningún objetivo más allá de simplemente ser. Cuando digo ninguno, es ninguno, ni tan siquiera el objetivo de pasarlo bien. Las prácticas pueden incluir: tiempo en soledad, journaling, meditación, tiempo en silencio, actividades creativas, paseos en la naturaleza, ciertas relaciones…

Una vez tengas claras tus prácticas, ya puedes planificar espacios y tiempos semanales, mensuales, trimestrales y anuales. Ahora llega el paso clave: blindarlos en tu agenda para que nada ni nadie puede sabotearlo. Hecho esto, olvídate de ello y deja que el nuevo año entre salvaje y descontrolado.

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