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Sobre la lactancia natural y artificial

Este es un post que nunca creí que tendría que escribir, pero viendo las polémicas que se generan últimamente en cuanto menciono la lactancia materna, me siento obligada a hacer algunas aclaraciones sobre mi postura.

1. Escribo relativamente a menudo de la lactancia natural sí. Lo hago porque en este blog hablo de mis vivencias y de aquello que me llama la atención como madre y dar el pecho a mi hijo es una parte importante. Además estoy bien informada. Por eso mismo no hablo de lactancia artificial: ni tengo experiencia ni información al respecto.

2. No creo que una mujer sea mejor madre por dar el pecho. Y eso me incluye por supuesto a mí.

3. No creo que una mujer sea peor madre por dar el biberón. La maternidad es mucho más.

4. Tampoco creo que dar el pecho sea motivo de presunción. Sería ridículo presumir por hacer algo tan natural. Pero dar el biberón por las razones que sean tampoco debería derivar en desprestigiar a la teta.

5. Pero sí creo que en ocasiones lograr una lactancia exitosa y prolongada es motivo de orgullo personal. Además creo que casi siempre es fácil si tienes información, paciencia y confianza, pero hay casos realmente meritorios.

6. Sí creo que la lactancia materna es sin dudas mejor que la artificial en muchos sentidos tanto para la madre como para el bebé. Y creo que es así por mucho que hayan mejorado las leches artificiales y aunque todos conozcamos bebés enfermizos criados a teta y otros sanos como robles de biberón. De hecho yo apenas caté la teta de mi madre y no pisé la consulta del pediatra más que para las vacunas.

7. Además de creerlo yo lo dice la OMS (entre muchos otros, incluidos los envases de leches artificiales). Y sí, como habéis apuntado en los comentarios la OMS se ha equivocado en algunas de sus recomendaciones pasadas, pero éste no es el caso.

8. También creo que muchas mujeres no logran dar el pecho pese a querer haberlo hecho por falta de información, de confianza en si mismas o de referentes de éxito. Hay quien me llama plasta en cuanto hablo de lactancia. Lo hago muchas veces precisamente por eso, para dar información y también contar mi experiencia, exitosa pese a cesárea o mastitis.

9. Todas las razones para no dar el pecho me parecen respetables, incluso las estéticas o de pura comodidad. Pero una mujer que anteponga la belleza o la comodidad a la lactancia tiene una escala de valores personales que tiene poco que ver con la mía.

10. La liga de la leche y asociaciones y grupos semejantes me parecen del todo admirables. Admiro su labor ayudando a madres recientes de forma individual y generalizada, contribuyendo a que haya más información y a su normalización.

En definitiva: defender la lactancia natural no es sinónimo de atacar a aquellas madres que hayan optado por la artificial.

Y ya está. Esa es mi visión del asunto, que nadie está obligado a compartir.

Me ha salido un decálogo larguito, que dudo que muchos tengáis pacienca para leer. Pero ahí queda.

La teta no necesita ayudas

El domingo hablamos con un amigo que ha sido padre hace un mes de una preciosa niña.

Su mujer tenía mucho empeño en darle el pecho, pero ni cuatro semanas ha llegado a hacerlo.

Tenía problemas con el estómago, muchos gases, y lo primero que hizo el pediatra fue quitarle la teta.

Unos diez días antes me encontré por la calle con una vecina de mis padres. Acababa de ser abuela de nuevo, su nieto había perdido 400 gramos, y el pediatra había dicho que la leche materna no era suficiente y que le dieran una «ayudita» de biberón.

Me temo que insistí demasiado animándola a seguir con la teta. De hecho mis padres me regañaron al despedirnos «no puedes echar esas charlas a la gente» me dijeron.

Y tienen razón, pero me pongo en el lugar del bebé y la mamá y me sulfuro.

Harta estoy de que la primera solución ante cualquier inconveniente o consulta sea quitarle la teta al bebé y/o ponerle una ayudita de biberón/papillas.

Da igual que sea por que el recién nacido no coge peso suficiente (el que el pediatra con su curva informática considera suficiente), no hace caca, hace demasiada caca, llora mucho, llora poco, no duerme nada, duerme demasiado, pide comer cada poco tiempo o no quiere comer cuando los demás dicen que le toca…

Esas supuestas ayudas son el principio del fin de la lactancia materna la mayoría de los casos.

Y oir que las llaman así, «ayudas», como si fuera algo positivo, me hierve la sangre.

A un niño a biberón no le quitan la leche artificial nunca y dicen a la mamá que le dé una ayuda de teta. Y la leche artifical sí que da problemas: estreñimiento, empachos, más gases, menos inmunidad, alergias varias…

De hecho hay muchos casos de niños enfermos, algunos con dolencias graves, a los que no han mirado a fondo hasta que se han cargado la lactancia materna.

Las madres no deberíamos dejarnos. No deberíamos creernos las milongas con las que nos vienen mucha gente, ya sea la abuela, la vecina o un señor con bata blanca.

Pero nos pillan con la guardia y la autoestima baja y la inexperiencia y las hormonas altas.

Todas tenemos leche suficiente. Nuestra leche es buena, no hay leches malas.

El bebé tiene que mamar a demanda. Tantas veces y tanto tiempo como quiera. Si a alguien le parece demasiado a menudo o demasiado tiempo, que muerda la lengua antes de opinar.

No todas las palabras y los consejos equivocados se los lleva el viento, por desgracia.

Lo único que debería escuchar una madre primeriza es «¡ánimo, que todo va bien y tú puedes!«.

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En las tres fotos estamos mi peque y yo. El primer día en el hospital, con dos semanitas en casa y con 10 meses.