Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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A los pies del Poirot de Kenneth Branagh por Dickensianizarme el Orient Express

Retarme a ir ver una película basada en una novela que adoro y que ya tiene una buena adaptación previa es jugar con fuego valyrio en reginaexlibrislandia.

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

Pero como me tentó uno de mis libreros acepté, y tras echar el cierre en la librería enfilé al cine. La versión oficial en reginaexlibrislandia es que iría a ver Asesinato en el Orient Express (2017) por el bien de la literatura y de mis reginaexlibrislandianos.

Eso sí, en confianza os digo que la verdad es menos filantrópica y pelín más novelesca: ni por cien libros iba yo a desperdiciar la oportunidad de lanzarle mañana al infeliz una biblioperorata agathachristínica post decepción fílmica by Regina Exlibris precedida de un rotundo «Te lo dije, querid@«).

Así que me planté en el cine bien cargadita de prejuicios y con el colmillo afilado, salivando al previsualizar a mi presa atrapada en mis mandíbulas.

Y todo iba rodado, porque ya en los primeros minutos de proyección di con el atuendo perfecto para la escenita que pensaba montar al día siguiente en la librería: iría embutida en la piel de la Sra. Hubbard (Michelle Pfeiffer), una víbora sinuosa dispuesta a merendarse a cualquiera con garras de astracán para escupir después los restos con hiriente elegancia. ¡Ay, NO podía pedir más!

Peeero la Providencia Librera, que sabe que cuando patino lo hago a lo grande y con toda la puñetera pompa regia, me tenía preparada una sorpresita bibliodiabólica que se proyectaría ante mis ojos en 3, 2, 1…

Y es que desde aquí os lanzo la misma pregunta que me hice apuntalada a mi butaca:

¿Cómo demonios iba yo a imaginar que el Poirot de Sir Kenneth Charles Branagh iba no solo a leer y desternillarse con Historia de Dos ciudades de Dickens en varias de escenas con peso propio en el metraje, sino que además y no contento con eso iba a bramar a todo el pasaje del maldito Orient Express eso de ”Oh, mon cher Dickens!”?

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

Llegada a esa escena ya no tuve más remedio que bajar los brazos, quitarme el pelucón dorado, soltar la marta cibelina, reconocer mi derrota y disfrutar de una estupenda adaptación de la novela homónima de Agatha Christie mientras la parafraseaba para auto-recriminarme con venenosa compasión: «Ahh, pobre criatura, es sueca». (Es una de sus frases más memorables, y me venía al pelucón ahora, claro).

Id a ver la película si podéis, querid@s. Porque además de disfrutarla os garantizo que saldréis de la sala con ganas redobladas nos solo de leer (o releer) Asesinato en el Orient Express sino también Historia de dos ciudades de Charles Dickens.

Así que lo hago público ante Reginaexlibrislandia en pleno:

A sus pies, Poirot de Sir Charles Kenneth Branagh (y resto del elenco), por Dickensianizarme el Orient Express al completo

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

(Asesinato en el Orient Express, 2017 / 20th Century Fox)

  • Y vosotros, queridos, ¿visteis la nueva adaptación de Asesinato en el Orient Express? ¿Qué os pareció? ¿Y la que filmaron en 1974?
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«¿Qué novela era aquella en la que una loca tortura a su autor favorito?»

No negaré que esta vida que llevo tan saturada de ficción me ha forjado un vínculo especial con personajes que, aunque siniestros y a veces letales, viven consagrados a una obsesión apuntalada de alguna manera a la literatura en cualquiera de sus formas (personajes, sagas, autores, etc).

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

Son gajes del oficio librero llevados al extremo, sí, pero es que me temo que en la gama cromática de reginaexlibrislandia no hay lugar para los grises.

El caso es que, quizá por pudor o puede que más bien por temor a que llegue a cruzar yo misma esa tenue línea que separa a los seguidores de un tipo de personajes de las criaturas transtornadas en sí, no se trata de un tema que airee muy a la ligera en reginaexlibrislandia.

Exceptuando, claro está, en esas ocasiones en las que un reginaexlibrislandiano me da el pie dentro de mis confines librescos. Como hace unas horas:

Cliente: Ejem, Regina, buenas tardes

Regina: ¡Hola! ¿Qué tal vas?

Cliente: Bien, bien… Oye, una cosita

Regina: Dime, querido

Cliente: ¿Qué novela era aquella en la que una loca tortura a su autor favorito? Es que ayer en una cena hablábamos de personajes retorcidos y yo no lograba recordar cuál era. Solo que la comentamos aquí un día porque me la recomendaste para un regalo, pero no llegué a leérmela yo.

Regina: Mmmm, ¿una loca torturando a su escritor favorito?

Cliente: Sí, le tenía en una casa aislada y le obligaba a escribir.

Regina: ¡Ah, sí, claro! Hablamos de la aterradora Annie Wilkes

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

Cliente: ¿Y qué novela escribió?

Regina: No, no, querido. Annie Wilkes es la enfermera psicópata obsesionada con Misery Chastain, un personaje que protagoniza una saga superventas de novela romántica en EEUU en los ochenta. Y el libro que buscas es Misery, del enorme Stephen King

Cliente: ¡Sí, si, si! ¡Eso! ¡Misery! No recordaba que era de King.

Regina: Para mi es una de las mejores historias de King. Es una de esas novelas-cepo que te tienen pillada y con el corazón en la garganta. Ves venir el horror de la escena siguiente, pero piensas «Noooo, que va, no va a ser capaz de hacerlo, no va a… y ZAS, lo hace delante de tus narices».

Cliente: ¿Y no había una película también?

Regina: Sí, con una enorme Kathy Bates embutida en la piel de Annie Wilkes. Una gran adaptación, sí señor. Y también se han hecho adaptaciones teatrales. Da para mucho la historia.

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

(Misery, 1990/ Columbia Pictures)

Cliente: ¿Tienes ejemplares?

Regina: Sí, aquí lo tienes. ¡Bon Appétit querido!

Y se fue a pasar la tarde con la turbia, imprevisible y atroz enfermera Annie Wilkes.

Y yo me puse a regodearme en la trama y los turbios vericuetos de Misery, que es mi novela favorita del gran Stephen King, seguida por El misterio de Salem´s lot, El resplandor y El cementerio de animales. Una novela que, si no habéis leído aún, os recomiendo. Y os la recomiendo tanto si habéis visto la adaptación homónima a celuloide como si no.

Os cuento por qué:

Misery

Misery

Cínica, impredecible, obsesiva, salvaje, brutal, carente de cualquier atisbo de empatía y abrupta. Así es la enfermera Annie Wilkes, una de las encarnaciones del mal de carne y tinta más sobrecogedoras de Stephen King, que en Misery (Debolsillo) secuestra y atormenta con enfermiza devoción a un escritor de éxito para que retome una historia protagonizada por Misery Chastain, su personaje de novela romántica favorito, que en su última entrega el autor, cansado de su exitosa criatura, sacrificó para dedicarse a otro tipo de historias.

El duelo entre víctima y verdugo en un espacio claustrofóbico es una bomba de relojería que explota en páginas contadas, pero su onda expansiva desestabilizará el sueño del lector más heroico muchos días después de haber sobrepasado el punto y final de la novela. Aterradoramente brillante.

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Por qué leer David Copperfield de Charles Dickens SÍ o SÍ

Enterrada como estoy entre libracos en Reginaexlibrislandia os aseguro que, lejos de experimentar síntomas de asfixia o librofobia, mi apetito lector es cada vez más voraz.

(The Song of Songs, 1933 /Paramount)

(The Song of Songs, 1933 /Paramount)

El único efecto secundario que detecto en mi bibliovida es cierta angustia por no tener más horas al día para atiborrarme sin tregua de literatura y, ya que estamos, otro par de ojos incrustados en el pelucón para traginarme ejemplares a pares.

Y no hablo solo de nuevas novelas y autores, sino también de relectura de según qué títulos para mi magistrales. Los veo cada día en mis baldas y ahí, si me empeño y no se me ha ido la mano con el café, hay días en los que incluso puedo contenerme.

Pero cuando los prescribo a reginaexlibrislandianos asiduos o esporádicos la bibliohiena que hay en mi pulveriza los grilletes y se abalanza sobre el ejemplar .

Así que ahora me pilláis plácidamente saciada de Literatura y en plena sobremesa post-atracón del David Copperfield, de Charles Dickens.

Y todo por una reginaexlibrislandiana asidua que me visitó a primera hora:

Clienta: Hola, Regina

Regina: ¡Ah, buenos días! ¿Qué tal?

Clienta: Muy bien. Verás, llevo tiempo relegando un libro de Dickens y necesito un empujoncito para saldar esa deuda. Mi sobrina ya se lo ha leído, la veo la semana que viene y no quiero decirle que no he podido ni empezarlo.

Regina: ¿Qué Dickens es?

Clienta: Pues… David Copperfield.

Regina: ¿David Copperfield? ¡NOOOO!

Clienta: Sí. ¡Yo qué sé, Regina! me gusta Dickens, pero no me arranco…

Regina: Mmmm pues te voy a decir por qué deberías leerte David Copperfield sí o sí, querid@. Sobre todo en la impecable edición de Alba Clásicos.

Y aquí empezó mi argumentario davidcopperfieldiano ejemplar en mano:

David Copperfield

David Copperfield

Con fuertes matices autobiográficos David Copperfield narra las aventuras y desventuras de un muchacho desde su infancia hasta la edad adulta, en la Inglaterra rural y el Londres del s. XIX.

Es una sucesión de vívidos fotogramas de sus desgracias y -contadas- alegrías de infancia y juventud, de las largas jornadas en una fábrica, del trabajo en un bufete de abogados, de sus primeros pasos como corresponsal y escritor, y de sus primeros escarceos amorosos.

Tiene tanto del propio Dickens que él mismo reconoció que David Copperfield era su alter ego y su «hijo predilecto» literario. Y ojo queridos que fue no sólo la novela preferida del propio Charles Dickens, sino que fue libro de cabecera de titanes de las letras como Henry James, Dostoievski, Tolstoi, Virginia Woolf, Joyce, Kafka, Césare Pavese e Ítalo Calvino, e incluso de Freud.

Desde su publicación primero por entregas entre 1849 y 1850, y editado en un volumen en 1950, ha batido récords en ventas y en lectores, y ha sido adaptado a todos los formatos imaginables (cine, serie televisiva, teatro, musical, etc) porque cautivó a prácticamente todo aquel que leyó el texto original.

Y lo sigue haciendo porque, una vez se adentra uno por sus páginas, es muy difícil sustraerse al hechizo de una fórmula literaria magistral que lleva las dosis justas de melodrama y de comicidad, de ironía y de realismo, de crueldad y de ternura, a través de una gloriosa galería de personajes entre los que destacan, aparte del propio David Copperfield, su tierna y vehemente tía Betsey, el excéntrico señor Micawber, siempre sin blanca y siempre al filo del abismo, la enamoradiza e inocente pero tozuda y hogareña Agnes Wickfield y el escurridizo, corrupto y maquiavélico Uriah Heep.

(Mr Micawber / Bradbury and Evans, 1850)

(Mr Micawber / Bradbury and Evans, 1850)

Un mosaico vívido, divertido y cruel, que es una lección de vida, que tiene parte de cuento de hadas, parte de relato de iniciación y parte de denuncia social al más puro estilo Dickens y que, a pesar de sus más de mil páginas se lee de forma vertiginosa obligándote a pasar de una emoción a otra en cuestión de líneas.

Y por si eso fuera poco decir que, de entre las 989 criaturas de tinta creadas por Dickens, él mismo eligió a David Copperfield como su personaje e historia favoritos es mucho decir, ¿no, querid@?

Y así cerré mi vomitona davidcopperdfieldiana.

Mi reginaexlibrislandia no titubeó y se fue de mis confines con su flamante ejemplar de David Copperfield (Alba Clásicos) bajo el brazo y, según ella, directa a empezarlo.

En cuanto a mi… pues os diré que como era de esperar el sonido de la puerta de reginaexlibrislandia al cerrarse tras ella despertó a mi bibliohiena y sin saber muy bien cómo me abalancé sobre mi ejemplar…

Y el resto es pura bibliogula satisfecha a dentelladas atrincherada en mi escritorio y ahora, con el buche lleno y la bibliofilia en paz, esta nota escrita reconfortada por el maravilloso banquete y en armonía con el universo regino.

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«¿Sabes qué autor le sugiere la librera al viejo en la película La librería

La Providencia Librera es gloriosamente imprevisible, querid@s, y más en reginaexlibrislandia.

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

De no ser así sería impensable presenciar pequeños milagros librescos como el que viví en mi librería poco antes de echar el cierre, cuando sin saber muy bien cómo se materializaron ante mí Penélope Fitzgerald y Ray Bradbury para bailar al son que tocó un reginaexlibrislandiano asiduo dando el compás con su bastón.

Y la que suscribe acabó, atónita, dando palmas con las orejas, con el pelucón desmadejado y una sonrisa entre radiante y bobalicona que me daba la vuelta a la cara.

La cosa fue así: estaba yo lamentándome por tener que orquestar la devolución de un título de fondo cuando mi reginaexlibrislandiano, de cuya presencia no me había percatado por tener la nariz literalmente metida en el ejemplar de la discordia, me devolvió a la realidad con un rotundo par de bastonazos en el suelo (Taq, taq).

Regina: Hola, caballero, ¿cómo va?

Cliente: Bien, bien… acabo de salir del cine, de ver la última de Isabel Coixet, la de La librería. ¿La has visto? Porque a ti te encantaría, Regina.

Regina: Sí, sí, ya la he visto. Una buenísima adaptación de La librería de la grandísima Penélope Fitzgerald. A ver, la Coixet se tomas sus licencias con respecto al original, pero lo cierto es que me gustó. La ambientación es impecable y borda a los personajes principales.

Cliente: ¡Fantástico! Entonces seguro que me puedes ayudar. ¿Recuerdas qué autor le descubre la librera al viejo ermitaño que vive entre libros y que tanto se parece a mi, enclaustrado y leyendo? ¡ja, ja, ja! Y no te hablo de Nabokov y su Lolita, sino de los otros…

Regina: ¡Jajajaja! Sí, hombre, sí. Tu alter ego en la película se llama Mr. Brundish, y lo de ese autor es una de las licencias que se tomó Coixet al adaptarla. Según ha comentado, es fanática de él y, como piensa que está infravalorado, es su particular homenaje a su obra.

Cliente: Mmm, eso lo explica todo. Porque yo leí la novela hace 7 u 8 años y no me sonaba nada de eso. De ahí mi desconcierto, Regina, aunque con la cabeza que tengo… Bueno, primero le envía un título, y luego él no hace más que pedirle otros nuevos del mismo autor.

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

Regina: Sí, así es

Cliente:¿Y bien? ¿Quién era? ¿Qué títulos le descubre? ¿Los tienes?

Regina: Pues nada más y nada menos que Ray Bradbury, uno de los pesos pesados de la Ciencia Ficción y artífice de una de las más grandes novelas distópicas. La primera que le envía es Fahrenheit 451, después Crónicas Marcianas y la que esperaban ambos es El vino del estío

Cliente: ¡Uy, sí! Ahora que lo mencionas recuerdo un fotograma con la cubierta del de los marcianos. Pero no soy yo mucho de ciencia ficción…

Regina: Te sorprenderás absolutamente enganchado a los libros y te sobrecogerá lo certeras que son las visiones y fantasías del Bradbury de los años cincuenta en el mundo de hoy, querido.

Tras charlar largo y tendido sobre Penélope Fitzgerald y sobre los tres títulos de Ray Bradbury, mi querido reginaexlibrislandiano se fue con ellos bajo el brazo y me dejó sobre el escritorio la promesa de volver a comentarlos cuando los termine (siempre lo hace).

Ahora, si os parece, repasemos esos títulos, que son de los que siempre pueblan las baldas de mi librería:

1. Fahrenheit 451. Ray Bradbury. Fahrenheit 451 es la temperatura a la que el papel se enciende y arde. También es la novela distópica por antonomasia (junto a 1984, de G. Orwell, y Un mundo feliz, de A. Huxley), que describe una civilización esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. En ella los libros están prohibidos y el trabajo de los bomberos como Guy Montag es quemarlos mientras las autoridades rastrean y eliminan a los disidentes que aún conservan y leen libros. La visión de Bradbury es brutalmente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes con folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas. Absolutamente sobrecogedor.

Fahrenheit 451

Fahrenheit 451

2. Crónicas marcianas. Ray Bradbury. Esta colección de relatos recoge la crónica de la colonización de Marte por una humanidad que huye de un mundo al borde de la destrucción. Los colonos llevan sus deseos más íntimos y el sueño de reproducir en el Planeta Rojo una civilización de perritos calientes, cómodos sofás y limonada en el porche al atardecer. Pero su equipaje incluye también los miedos ancestrales, que se traducen en odio a lo diferente, y las enfermedades que diezmarán a los marcianos.

Crónicas marcianas

Crónicas marcianas

3. El vino del estío. Ray Bradbury. En lugar de imaginar el futuro, Bradbury reconstruye su pasado en dos títulos sucesivos (El vino del estío y El verano del adiós). El primero es la crónica agridulce del verano de 1928 a través de los ojos y la voz de Douglas Spaulding, un muchacho de doce años en Green Town. Lo fantástico y lo cotidiano y lo tierno y lo abrupto aderezan de forma brillante esta deliciosa crónica de la infancia.

El vino del estío

El vino del estío

Y, dicho lo cual, repasamos esa maravilla bibliófila que es La Librería firmada por una de las grandes damas de las letras anglosajonas del SXX:

La librería. Penélope Fitzgerald. Impedimenta. Obra maestra de la entomología librera narra odisea de Florence, una viuda de guerra que quiere montar una librería en un pueblo costero de Sulfolk en 1959. Si con eso ya hay material para una buena historia, es en los matices donde reside la maestría de Fitzgerald. Porque Florece opta por una librería no solo por bibliofilia, sino porque su experiencia profesional fue en su juventud entre libros. Porque la aldea está aislada -su acceso por tierra es un infierno y la opción más directa es en una barca de remos- y en él no existe actividad comercial. Porque el local está infestado de ratas, de humedad y de poltergeist y, para remate, porque ese enclave es el elegido por la reina social local para su ateneo cultural, motivo por el que comanda una resistencia sutil y despiadada contra la librería. Así que Florence luchará con uñas, dientes, libros y su niña-ayudante para mantener a flote su negocio y resistir ante una presión vecinal que pasa de clama tensa a tormenta a punto de estallar cuando se plantea vender ejemplares de Lolita, de Nabokov.

La librería

La librería

 

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«¿Por qué leer El cartero siempre llama dos veces si ya vi la película?»

Cuidaos de novelitas ligeras de aspecto inofensivo y argumento cautivador.

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

Sí, querid@s, son lo que yo llamo las femme fatale de la literatura, y las carga el Diablo. A lo Lana Turner.

A veces, adentrarse en ellas a la ligera es sinónimo de engancharse y de llegar maltrechos al punto y final.

Suelen reflejar escenas cotidianas de cualquier época y localización con protagonistas comunes pero, eso sí, llevados por las circunstancias, el deseo, la avaricia o la necesidad a situaciones límite.

Para mi, el ejemplo más claro de este tipo de «novelle fatale» es, sin duda, El cartero siempre llama dos veces, de J.M. Cain. Con ella el aún autor novel entró por la puerta grande en 1934 al Olimpo de las deidades del género negro, a codearse con sus coetáneos Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Ahí es nada.

Apenas dos años después de su primera edición se adaptó a celuloide con Lana Turner y John Garfield. Y cuatro décadas después volvería a filmarse con Jessica Lange y Jack Nicholson. Por algo será…

De hecho, varias veces al comentar esta novela con reginaexlibrislandianos de pro he tenido la misma respuesta que me enerva el pelucón:

Regina: Llévate El cartero siempre llama dos veces, te encantará…

Clientes: ¿Y por qué leerla, si ya he visto las películas?

Pues porque, querid@s, es una novelita que, en apenas cien páginas, te pone la bibliofilia al rojo vivo. Porque leerla supone deslizarte en espiral a una velocidad vertiginosa, y el sonido de tu cráneo al reventártelo contra el suelo al tocar fondo en la última página es absolutamente estremecedor.

A mi, que me la he leído varias veces, no me salva del mamporro ni el efecto amortiguador de mi regio pelucón, y pese a eso en cuanto puedo la prescribo en Reginaexlibrislandia a discreción.

El cartero siempre llama dos veces

El cartero siempre llama dos veces

En la novela, ambientada en un punto remoto y polvoriento de Los Ángeles en plena Gran Depresión Americana, un buscavidas llamado Jack va a parar a un café de carretera regentado por un griego y su mujer, Cora, un bellezón sinuoso mucho más joven que él, fría y calculadora y tan harta de su marido como del tugurio en la que vive.

Jack y Cora se lían y, en pleno frenesí, ella deja caer que si su marido desapareciera ambos podrían quedárselo todo y empezar de cero en otro lugar. Así que matan al marido y, cuando empezaban a saborear el éxito y la riqueza, descubren el cadáver y cae sobre ellos a plomo la policía y la fiscalía, cuya estrategia es enfrentar a la pareja para que se delaten mutuamente. Dos víboras en la misma cesta. Y aquí, querid@s, empieza el rock&roll…

La novela está contada en primera persona por Jack en un estilo muy directo y está cargada de diálogos que te atizan como latigazos. Además, la trama está perfectamente aderezada con una mezcla explosiva de sexualidad y de violencia contenidas -nunca explícitas- que te cortan el aliento de principio a fin.

Según dicen las malas lenguas del mundillo literario James M. Cain se inspiró en La bestia humana de Zola para engastar ese microuniverso de maldad, de crimen, de turbias pasiones y de fatalismo en la América más castigada por la Depresión. Un aire tiene, no nos vamos a engañar. Pero la de Cain es redonda per se.

Así que si buscáis una novela para pasar un par de horas de frenesí libresco endemoniadamente brillante dejad lo que estéis haciendo y corred a por un ejemplar de El cartero siempre llama dos veces. Da igual si habéis visto alguna de las películas o las dos. La novela es uno de esos clásicos que deben ser leídos sí o sí, porque es sensacional.

Palabra de Regina ExLibris.

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

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«Si te reíste con Bridget Jones no dejes de leer a su bisabuelo literario»

Que levante la mano el reginaexlibrislandiano que no haya protagonizado un solo momento Bridget Jones en toda su vida.

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

Ese instante en el que el maldito universo se alía en tu contra para que, cuanto más empeño pones en mostrarle al mundo la mejor versión de ti más ridículo pareces. Sí, como Bridget haciendo su aparición estelar en la supuesta fiesta de Fulanas y Vicarios embutida en su traje de conejita con orejas y pompón trasero incluido. Patinazo regino de proporciones bíblicas y muestra de un tipo de humor que se ensaña con el hecho de que cuanto más tratas de encajar a la fuerza en un arquetipo más y más histriónicamente evidencias tu absoluta e irremediable disonancia con él.

Y es que, queridos, la divertida novela de Helen Fielding (Diario de Bridget Jones) y su estupenda adaptación homónima siguen la estela de un tipo de humor, el inglés, que pulveriza la flema británica y ciertos convencionalismos a carcajadas, independientemente de su marco histórico.

Y hoy se adentró a mis confines librescos una joven reginaexlibrislandiana en busca de un ejemplar de Bridet para regalárselo a una amiga. Y así fue como detonó la charla que nos llevó directas hasta Charles Pooter, el Bisabuelo literario de la Jones:

Clienta: ¿Qué tal, Regina?

Regina Exlibris: Divinamente, ¿y tú?

Clienta: Muy bien. Vengo a la caza del Diario de Bridget Jones. Quiero regalárselo a una amiga que lleva una mala racha y, aunque no es de mucho leer, seguro que le encanta y le anima. Yo me reí un montón… y además se lee fácil. ¿Lo tienes?

Regina Exlibris: Sí, buena elección. Le gustará.

Clienta: Es un pedazo de personaje, ¿verdad? ¡Única, la tía!

Regina Exlibris: Mmm, bueno, más bien digna descendiente de sus ancestros. Bridget Jones es una de las muestras contemporáneas del humor inglés, que ya se daba en plena era victoriana, y que tiende a ridiculizar estereotipos y convenciones sociales. En este caso el de una treintañera soltera y rellenita en un hábitat donde, si no tienes un cuerpo diez y no has cazado marido ni procreado, mal vas… Entre otras cosas, claro.

Clienta: Sí, esa es la clave. Ella es un desastre total, pero tiene más que ver con muchas de nosotras que el rol al que parece aspirar, o, mejor dicho, al que la empujan. ¿Y qué otros libros hay anteriores?

Diario de un Don Nadie

Diario de un Don Nadie

Regina Exlibris: Pues mira, tienes a Evelyn Waugh o a P.G. Woodhouse, por ejemplo. Pero para mi el bisabuelo literario de Bridget Jones es Charles Pooter.

Clienta: ¿Charles Pooter?

Regina Exlibris: Sí, protagonista y narrador del Diario de un Don Nadie, escrita por George Grossmith e ilustrada por su hermano Weedon, que apareció por entregas en la revista Punch entre 1888 y 1889, y que se publicó en 1892. Es un clasicazo del humor y no ha dejado de imprimirse desde entonces.

Clienta: ¿Y de qué va?

Regina Exlibris: Pues verás, Charles Pooter es un oficinista mediocre y charlatán, aficionado a los chistes bobalicones y con aspiraciones sociales, que nos narra 15 meses de su día a día en el Londres victoriano. Su absurdo afán por mostrarse como un ciudadano ejemplar le lleva a hacer el ridículo casi continuamente, lo que a su vez encierra una sarcástica disección de los modales y costumbres de la época victoriana tardía. ¿Te suena?

Clienta: ¡Sí, sí! Es más o menos como lo que te comentaba de Bridget Jones.

Regina Exlibris: Ambos son ejemplos del arquetipo del inglés ansioso con el que sus autores se ríen de sí mismos e ironizan sobre su hábitat social.

Clienta: ¡Dime que lo tienes aquí, Regina, que me lo llevo también!

Y se fue con Bridget Jones y su bisabuelo literario bajo el brazo.

Y mientras la observaba abandonando mis confines reginos traté de imaginarme qué papelón hubiera hecho Charles Pooter en una no fiesta de Vicarios y Fulanas. Seguro que no desentonaría con la conejita Bridget. Ni yo tampoco.

Así que corred si podéis a por un ejemplar del maravilloso Diario de un Don Nadie (Nórdica), de George & Weedon Grossmith, y os echaréis unas risas de libro. Palabra de Regina Exlibris.

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

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¿Por qué debería leer sí o sí Frankenstein o el moderno Prometeo?

Para desazón de cualquier bibliófilo de pro, la criatura llamada Frankenstein que pulula por la imaginación popular tiene más del gigantón monstruoso del cine de la Universal que del personaje de Mary Shelley.

(La novia de Frankenstein, 1935 / Universal Pictures)

(La novia de Frankenstein, 1935 / Universal Pictures)

O, dicho de otro modo, por mucho que yo me pasee de vez en cuando por reginaexlibrislandia entre y torpe y vaporosa, ataviada con un vestido raído de tul gris, con el pelucón entalcado a ambos lados desde las sienes y almidonado en oblicuo como si me acabara de bajar de un aterrizaje forzoso en una avioneta sin casco, me asemejo a La novia de Frankenstein como un huevo a una castaña. A lo máximo que llego es a una versión cutre de la de Elsa Lanchester, totalmente desdibujada y sacada del contexto de su película original.

Pues eso, queridos, es lo que le pasa al pobre protagonista de la grandísima novela de Mary Shelley. Lo hicieron a retazos y llega al gran público también a retazos de versiones con los que cada cual se monta un personaje que poco tiene que ver con el ser real de la ficción original.

Y es que la de la Shelley es una más de esas novelas imprescindibles que son las grandes desleídas de las letras. La paradoja es que han trascendido tanto y se han versionado tantas veces que, pese a que en cada adaptación el original que las inspiró se va descomponiendo hasta llegar a ser irreconocible, siguen sin leerse, o se leen cada vez menos. Y es una pena, porque esa maravilla literaria entraña lecciones vitales a cada salto de línea, imbuidas del más puro romanticismo sin caer en la ñoñería gratuita.

Pero como yo ni muerta me resigno a que cualquiera que se adentre en reginaexlibrislandia deje escapar un novelón como éste, periódicamente me metamorfoseo en esa versión de andar por casa de La novia de Frankenstein y coloco en uno de los lugares más visibles de la librería una buena montonera de distintas ediciones (de bolsillo, tapa dura, ilustrada, adaptada por edades, etc) de Frankenstein o el Moderno Prometeo. Que por falta de visibilidad no sea. Y hoy estaba afanada en eso cuando uno de mis libreros va y me suelta:

Librero: Peeeeroooo…¿otra vez con Frankenstein, Regina?

Regina ExLibris: Sí, que ya tocaba.

Librero: ¿No crees que la gran mayoría la conocen y son capaces de pedirla si les apatece, sin necesidad de que se la metas por los ojos cada dos por tres?

Regina ExLibris: Pues mira, no. La gran mayoría no conocen al monstruo tanto como creen; no saben que la palabra Prometeo no está en el título al azar, y de hecho pocos conocen el título completo; ignoran que es una alegoría de la perversión científica y que al tiempo canaliza los temores de la maternidad que tenía Mary Shelley; tampoco tienen muy claro de qué género es, y puede que hasta desconozcan que hasta su origen es legendario.

Librero: Para, para, hija, que cuando te aceleras… A ver, lo del título te lo compro, pero ¿quién no conoce hoy a Frankenstein, mujer?

Frankenstein, Random House

Frankenstein, Random House

Regina ExLibris: ¿Lo ves? Es que Frankenstein, como tal no existe. El único Frankenstein que hay en la novela es Víctor Frankenstein, y el ser que él crea no tiene nombre más allá de “engendro”, “ser demoníaco” o “la criatura”. En cuanto a su apariencia Mary Shelley, inspirándose en el Satán de El Paraíso perdido de John Milton, esboza una criatura de más de dos metros de altura, con ojos vidriosos, piel cetrina y labios y cabello oscuros. Y lejos de ser un engendro violento e instintivo, aprende a leer, a hablar varias lenguas y reflexiona sobre la condición humana y sobre sí mismo, e incluso “adopta” el vegetarianismo que en vida abanderaba el matrimonio Shelley.

Librero: Mmm, ¿sin nombre, leído y vegetariano? Vale, punto para tí. ¿Y lo de la ciencia y la maternidad?

Regina ExLibris: Escrito durante las fases tempranas de la revolución industrial, el desprecio que muestra el Víctor Frankenstein por la naturaleza simboliza la arrogancia y el poder que desata el capitalismo y los avances tecnológicos, que erosionan la dignidad del ser humano. La rebelión de la criatura contra su creador es un mensaje del castigo derivado del uso irresponsable de la ciencia y la tecnología. Y en cuanto a la maternidad, cuando escribe el relato a Mary Shelley la maternidad le producía emociones encontradas (¿Y si mi hijo muere? ¿Y si muero? ¿Y si nace con malformación? ¿Y si no lo quiero? ¿Y si no me quiere? ¿Y si se vuelve contra mí?) y los canalizó en la actitud de Víctor ante su criatura. Aunque llegó a ser más explícita refiriéndose tanto a esta novela como al aborto que sufrió: “Creo que sólo soy capaz de producir hijos muertos…”

Librero: ¡Vaya tela, vaya tela! Venga, ok, esos son cosas profundas que tú sabes porque lees, analizas e investigas. Pero, ¿y lo del género? eso lo sabe todo el mundo, ¿no?

Regina ExLibris: Pues mira no, y yo tampoco lo tengo muy claro. ¿Es terror o es Fantasía-Ciencia Ficción? De hecho hace tiempo tuve un debate bibliófilo al respecto con un reginaexlibrislandiano. Yo lo tenía colocado en Terror, y el insistía en que la novela inauguró el género de la Ciencia Ficción…

Librero: No, si al final soy yo quien se va a llevar uno hoy. Porque, ejem, verás, es que yo tampoco me lo he leído. Y lo fui dejando justo por eso, porque di por sentado que las cosas eran como me imaginaba. Pero veo que no. Pues, nada, nada, sigue con tu campaña bibliofrankensteinadora. ¡Te ayudo!

Regina ExLibris: ¡Vale, IGOR, pues entonces traeme ejemplares de la de Mondadori y de la ilustrada de Nórdica! JAJAJAJAJA

Y ahí estuvimos un rato aquí la pseudo novia de Frankenstein e Igor-librero haciendo montoncitos por ediciones de la gran Frankenstein o el moderno prometeo. Porque sí o sí es un Clásico con mayúsculas que no debe relegarse al olvido.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

Frankenstein, Nórdica

Frankenstein, Nórdica

En una noche de tormenta, los poetas Lord Byron, Polidori, Shelley y la esposa de éste se retaron a escribir una historia de terror antes del alba. Con 16 años, Mary Shelley gestó su Frankenstein o el moderno Prometeo, con el que dio forma a una de sus pesadillas más recurrentes, la de un ser monstruoso creado por el hombre con retazos de cadáveres. Con ella inauguraba el género de la Ciencia Ficción y alcanzaba una de las cimas del terror gótico-romántico, ahondaba en la rivalidad del hombre con Dios, planteaba cuestiones delicadas acerca del uso irresponsable de la ciencia y de la tecnología y del miedo a los distintos, y silueteaba a palabras una ya mítica criatura que, despojada del amor de su creador y rechazada por los hombres, se aísla y trata de dar sentido a su existencia y a su soledad llenando su doloroso vacío con poesía, lenguas y filosofía. Aunque se conozca la trama, merece una lectura. O dos.

 

¡Silencio, cámara y acción! 7 novelas que Hitchcock filmó y que deberías leer

No nos vamos a engañar, querid@s, da cierto reparo empezar una novela cuya adaptación a celuloide has visto una, o incluso varias veces.

(Psycho, 1960/Paramount)

(Psycho, 1960/Paramount)

Piensas que no te va a enganchar porque ya conoces la trama y el final, sabes que te han pisoteado la libertad para imaginar personajes, situaciones y escenarios, y temes que, para colmo, pueden haberte masacrado sin pudor el original. Pero en el caso de Alfred Hitchcok quizá podamos darle una vuelta de tuerca al enunciado, y ver en el coloso británico no a un revienta-ficciones literarias, sino a un prescriptor de buenas novelas y relatos de suspense y thrillers psicológicos. Al fin y al cabo, queridos, él era un genio en lo suyo -el celuloide y el humor negro- y un altísimo porcentaje de sus guiones eran adaptaciones literarias. Así que, siendo realistas, antes que cineasta era buen lector. Y un buen lector es siempre un estupendo prescriptor de títulos en los confines de reginaexlibrislandia.

Y con ese espíritu cinefilo-bibliófilo he decidido homenajear a Sir Alfred Joseph Hitchcock, montando un rinconcito dedicado a 7 de las novelas que él filmó y que no deberías dejar de leer. Como he mencionado, de sus más de cincuenta películas en seis décadas de carrera, la gran mayoría provenían de obras literarias (novelas, relatos y obras teatrales). Pero por desgracia algunas están descatalogadas en castellano y otras son prácticamente imposibles de encontrar. De ahí que mi selección regina se base en nuestro criterio reginaexlibrislandiano y en las existencias en stock de esos títulos en sus respectivas editoriales.

¿Listos, reginaexlibrislandianos de pro?

Pues ¡Silencio, cámara y acción! Van 7 novelas que Hitchcock filmó y que deberías leer según Regina ExLibris:

1. Los treinta y nueve escalones. John Buchan. Losada. Publicada en 1915, filmada en 1935. John Buchan, escribió Los treinta y nueve escalones, cuando estallaba la I Guerra Mundial. En esta vertiginosa narración introdujo a su héroe famoso: Richard Hannay, atrapado en una dramática carrera para frustrar un complot contra Gran Bretaña. La visita de un vecino llamado Scudder pulveriza la monotonía de Hannay en Londres, al revelarle que ha tenido que fingir su muerte para escapar de una trama de conspiración y espionaje que detonará un conflicto bélico internacional. Horas después, Hannay encuentra a Scudder muerto en su apartamento, así que, convencido de que es una trampa para empapelarle el asesinato, toma el relevo en la misión de su vecino y va en busca de los enigmáticos 39 escalones. Así arranca una trama de huída hacia adelante para salvar el pellejo y resolver el misterio. Con un ritmo trepidante para ser una de las primeras novelas de espías, fue un best seller desde su publicación e inauguró la serie de otras cuatro novelas protagonizadas por Richard Hannay (Greenmantle, Mr. Standfast, Los tres rehenes y La isla de las ovejas).

Rebeca

Los treinta y nueve escalones.

2. La dama desaparece. Ethel Lina White. Alba Rara Avis. Publicada en 1936, filmada en 1938. Después de unos días algo ajetreados en un hotel de montaña del Este de Europa, la joven y rica Iris Carr coge impaciente el tren a Trieste. En un vagón repleto, la única persona que no parece serle hostil es una institutriz inglesa, la señorita Floy, con la que entabla conversación. Poco después se queda dormida y, al despertar, el lugar de su nueva amiga lo ocupa otra mujer. La señorita Floy parece haberse desvanecido: nadie en el tren recuerda haberla visto e Iris empieza a creer que no está en sus cabales, dudando de si aquella mujer es real, o si, como le sugieren otros, el episodio fue un sueño fruto del cansancio y la tensión del viaje. Sin embargo, Iris sabe que la damita inglesa es real y, con la ayuda de un joven que la cree solo a medias, trata de llegar a la verdad. Impecable muestra del misterio de la habitación cerrada, donde no hay cadáver pero sí una desaparición, y donde Ethel Lina White te lleva como lector al límite, inoculándote una ansiedad extrema con la silueta de la esquiva señorita Floy, y difuminando a golpe de letra la línea que separa lo real de la alucinación. Un tren que ningún lector debería dejar pasar.

 

La Dama Desaparece

La Dama Desaparece

3. Rebeca, Daphne du Maurier. Debolsillo. Publicada en 1938, filmada en 1940. Nadie que conozca la película homónima habrá olvidado la voz en off con la que que arranca Rebeca, la obra más lograda de Daphne du Maurier. «Anoche soñé que volvía a Manderley«. Así comienzan los tortuosos recuerdos de la segunda señora De Winter, que la transportan de nuevo a la impresionante mansión situada en la húmeda y ventosa costa de Cornualles. Con un marido al que apenas conoce, la joven esposa llega a este inmenso caserón que, aunque hermoso e imponente desde el exterior, oculta una atmósfera inquietante y opresiva. Desde que se instala, la joven va a ser inexorablemente fagocitada por la fantasmal presencia de la primera señora De Winter, la hermosa Rebeca, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece intacta, sus vestidos listos para ser lucidos y su sirvienta, la siniestra señora Danvers, aún le profesa una devoción malsana. Y con el espeluznante presentimiento de que algo maligno le está aprisionando el corazón, la joven comienza a investigar el verdadero destino de Rebeca: el oscuro secreto de Manderley. Impresionante narración que es, a la vez, drama psicológico, novela de terror gótico y relato de suspense. Un artefacto literario perfecto que clava al lector en el ennegrecido corazón de Manderley para acompañar a su protagonista por el angustioso calvario de sus recuerdos. Brutalmente buena. Y no fue la única obra de la du Maurier que filmó el coloso inglés: entre otros, Los pájaros se basó también en un espléndido y sobrecogedor relato de doña Daphne.

Rebeca

Rebeca

4. La ventana indiscreta. Cornell Woolrich. Espasa Calpe. Publicada en 1942, filmada en 1954. Máximo exponente de la pericia narrativa de Cornell Woolrich (Nueva York, 1903-1968), uno de los mayores genios del suspense, cuyas tramas en apariencia anodinas y cotidianas devienen en situaciones límite y claustrofóbicas en las que la inteligencia, el sentido común y muchas veces el humor se convierten en los verdaderos protagonistas. La clave de su éxito fue poner el foco narrativo en la víctima, en personas corrientes siempre en manos del azar. En este caso es un hombre que, convaleciente de una lesión, está recluido en su casa y con la movilidad limitada. Si otra cosa que hacer, se entretiene observando la vida en los apartamentos situados frente al suyo, y de ahí pasa a voyerista semiprofesional, observando y analizando las costumbres, las idas y las venidas de sus vecinos. Y todo cambia el día en que una concatenación de pequeños cambios en la rutina de uno de los matrimonios le inocula la certeza de que se ha cometido un crimen y de que, salvo que él haga algo al respecto, el culpable saldrá impune. Una maravilla que es, a la vez, una inyección letal de suspense y adrenalina bibliófila en el lector.

La ventana indiscreta

La ventana indiscreta

5. Pero… ¿quién mató a Harry? Jack Trevor Story. Alba Rara Avis. Publicada en 1949, filmada en 1955. Verano, campiña inglesa, mariposas, tardes somnolientas, luz estival, noches estrelladas cargadas de magia y de quietud… y un cadáver abandonado en el bosque que parece no encontrar su lugar de descanso porque cada vecino y visitante que se topa con él lo desentierra para enterrarlo después en otro rincón a fin de autoinculparse del crimen. Cada cual tiene sus motivos, no para haber matado al difunto, sino para querer cargar con el muerto. Así que aquí lo que sobran son sospechosos y lo que tiene entre manos el lector es una hilarante vuelta de tuerca a los mecanismos del género policiaco y una comedia negra cargada de ironía y de humor inglés del bueno que Hitchcock filmó en 1955. Si la película es endiabladamente divertida la novela original es perversamente desternillante.

Pero ¿quién mató a Harry?

Pero ¿quién mató a Harry?

6. Extraños en un tren. Patricia Highsmith. Anagrama. Publicada en 1950, filmada en 1951. En la narrativa highsmithiana el crimen es una forma de realización personal, y Patricia Highsmith activa como nadie ese “yo perturbado” que cada lector lleva dentro introduciendo un héroe-criminal cercano y en alguna encrucijada cotidiana, frente a una víctima con la que no simpatizaría, porque conocerá cuanto sucede desde el punto de vista del protagonista, quien expone los hechos como buen psicópata: sin ápice de culpa ni empatía. Por eso Hitchcock la filmó de forma magistral y por eso al lector de Extraños en un tren más que de compadecerse por quienes van a morir, de lo que le entran ganas es de saber más de los mecanismos mentales de ese desconocido que le propone a otro un intercambio de asesinatos durante un viaje en tren. Tú matas por mí, yo por ti, nadie relaciona los crímenes y luego cada uno por su lado festejando en silencio el crimen perfecto. El sórdido dueto Bruno-Guy será, desde la página uno, un trío letal con un lector clavado en el mismo vagón de tren.

Extraños en un tren

Extraños en un tren

7. Psicosis, Robert Bloch. Factoría de ideas. Publicada en 1959, filmada en 1960. Norman Bates es un hombre solitario que, recluido entre alcohol y libros de psicología, regenta con su madre el Motel Bates, un pequeño edificio donde antaño se hospedaban numerosas personas que pasaban por la carretera. Ellos viven al lado, en el caserón sobre el Motel. Pero la construcción de una nueva vía asoló al establecimiento e hizo que el motel perdiera clientela, por lo que ya sólo tienen clientes ocasionales. Pero una noche de tormenta, cuando Norman se dispone a apagar las luces del Motel, un coche se detiene delante de la casa. Una mujer se apea de él, es Mary Craine, y, tiene su propia historia y, bastante nerviosa y agotada, solicita alojamiento. Las habitaciones son viejas y húmedas, pero están limpias, y el encargado, Norman Bates, parece un tipo bastante agradable, aunque un poco raro. Después Mary conocerá a la madre de Norman. Y verá el cuchillo de carnicero. La pesadilla acababa de empezar. Y el relato también. Una novelita de muy fácil lectura que engancha de principio a fin, que te deja suelto como lector en un enclave aterrador y bajo la sombra, no sólo de Norman Bates, sino de otra serie de personajes tirando a espeluznantes.

Psicosis

Psicosis

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis alguna de esas siete novelas? ¿qué os pareció?
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“Te haré una oferta que no podrás rechazar: lee El Padrino

En alguno de mis delirios bibliófilos me visualicé como la viuda de un capo mafioso en Nueva York.

(The Sanghai gesture, 1941 / United Artists)

(The Sanghai gesture, 1941 / United Artists)

Muerto el Don y enchironada toda mi prole me hacía cargo de los negocios de la familia y los regentaba con mano de hierro, garras de nácar y el pelucón embutido en un recogido negro azabache desde mi palacete fortificado en Staten Island.

Sería, como la legendaria Virginia Hill, una auténtica Reinona de la Mafia, nacida y criada a años luz del hampa, pero, una vez viuda, arrastrada y fagocitada a un submundo de crimen, corrupción y excesos, y cercada por fiscales, policías y bastardos traidores. Porque, como dijo Balzac, «Detrás de cada gran fortuna hay un crimen«. A lo que añado: y, tras él, esta gran Doña moviendo los hilos.

Vale, obviamente el empujoncito argumental me viene, sobre todo, de El Padrino, de Mario Puzo, obra magna del género que inauguró: el de los gánsteres. Un novelón espectacular que, incomprensiblemente, en España no siempre está en circulación ( y qué bien nos vendría con la que está cayendo). En 2008 estaba descatalogado, pero lo reeditaron poco después, al cumplirse el 40 aniversario de la primera edición. Los ejemplares volaban de los anaqueles, e incluso Ediciones B lanzó una edición especial para regalo coincidiendo con el Día del Padre.

Pues bien, ahora quedan ejemplares sueltos en contadas librerías, y el último de los míos salió hoy del stock de reginaexlibrislandia.

Así que estoy doblemente de luto (por mi Don ficticio, que la Providencia Librera lo tenga en su gloria, y por la descatalogación de El Padrino). Pero, eso sí, reconozco que el reginaexlibrislandiano que se lo llevó me hizo sonreír durante la transacción bibliófila:

Cliente: Estoo… ¡señora!

Regina ExLibris: ¿Sí?

Cliente: Mire, no sé si conoce un videojuego de El Padrino.

Regina ExLibris: ¿Perdona?

Cliente: Que me enganché a un juego de la consola de El Padrino, y mi abuelo, que es muy suyo, cuando mi madre le contó que estoy enviciado con el juego, me mandó un whatsup que decía (Aquí me lo enseña): “Te haré una oferta que no podrás rechazar: lee El Padrino y el jueguecito te parecerá de risa”. Así que así me enteré yo de que hay una novela que se llama igual, ¿sabe?

(El Padrino, 1972 / Paramount)

(El Padrino, 1972 / Paramount)

Regina ExLibris: ¡Uy, qué grande, tu abuelo! Y con respecto a la novela sí, lo sé. Y es muy buena. Te encantará.

Cliente: Pero, ¿la tiene? Porque llevo dando vuelas ya ni se sabe buscándola

Regina ExLibris: Ya, es que no es fácil de encontrar. Pero, sí, mira, me queda un ejemplar. ¡El último!

Cliente: ¿En serio?

Regina ExLibris: Si, aquí lo tienes.

Cliente: Traiga, traiga… me lo voy a leer volando, que el domingo haré con mi abuelo un maratón con las películas –que también hay, ¿sabe?- y va a flipar si ya me la he leído entera para entonces.

Regina ExLibris: ¡Ja, ja, ja! Las películas también te gustarán. Pero, oye, con este libro se inauguró el subgénero de gánsteres y mafiosos, y de ella beben tanto tu videojuego, como muchas películas y hasta series de Tv como Los Soprano. ¡Es un clasicazo!

Y él chico se fue tan contento con su ejemplar, mi último ejemplar, y me dejó desconsolada, enjugándome el llanto y poniéndole velas y cirios a la Providencia Librera para que se reedite YA. En papel o en digital, o en ambos formatos. Pero que esté en circulación.

Yo, por mi parte, hago lo único que puedo hacer: «En mi trágica desesperación me arranco, brutalmente, un pelo de mi pelucón por cada título descatalogado con el que me topo». Palabra de Regina ExLibris

NOTA DE REGINA:

El Padrino

El Padrino

No importa si has visto las películas de Coppola o no, una vez que traspasas el umbral de la primera página de El Padrino no tienes escapatoria: el libro es a ti lo que la familia, el honor y la amistad a Vito Corleone: una forma de entender el mundo. Antes de que te des cuenta estás atrapado en la historia de un emigrante siciliano en Nueva York en torno al cual no sólo se levanta un imperio político y económico a la sombra, sino toda una sociedad paralela. El Don, su hijo Michael y toda la ‘familia’ crecen a cada salto de página, con una intensidad cautivadora y una cualidad tridimensional que consiguen que tú, como lector, te codees con cada personaje. Porque cada uno de ellos está perfectamente dibujado. Cuando Mario Puzo regaló al mundo este clásico en 1969 disparó a quemarropa al bajo vientre de la sociedad estadounidense dejando al aire la verdadera naturaleza de sus intestinos. Soberbia.

“Dame una novela para leer antes de mi safari por Kenia”

África significaba para Karen Blixen lo mismo que reginaexlibrislandia significa para mi.

(Memorias de África, 1985 / Universal Pictures)

(Memorias de África, 1985 / Universal Pictures)

A ella le daban la vida sus paisajes, colores, y gentes, y a mi me la inoculan mis confines atestados de libros. A las dos nos embarga esa certeza que ella puso negro sobre blanco: «Te despertabas por la mañana y pensabas: Estoy donde debo estar».

Además y para ser fieles a la verdad, ambas nos desenvolvemos en entornos unas veces leoninos y otras sofocantes y polvorientos. Pero, aún así, no abandonamos.

Y es que, qué queréis que os diga. A mi siempre me fascinaron por igual su vida y su obra. Tras su fracaso matrimonial ella, una joven e indomable aristócrata danesa decide permanecer diecisiete años sola en Kenia, cautivada por África y por un carismático aventurero inglés.

Os cuento esto porque hoy vino a mis confines un reginaexlibrislandiano asiduo con una curiosa y encantadora petición. Se casa en breve y la pareja viajará de luna de miel a un safari en Kenia. La afortunada, también reginaexlibrislandiana asidua y lectora voraz, no sabe lo que trama lo, aún hoy, su prometido:

Cliente: Regina, dame una novela para que la lea antes de irnos a Kenia

Regina ExLibris: Ahh ¡por supuesto, ya la tengo!

Cliente: ¿Cuál es?

Regina ExLibris: Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong…

Cliente: ¿Perdona? Eso me suena de algo, pero no a un título.

Regina ExLibris: Es el arranque de Memorias de África

Cliente: ¡Grande, Regina! Es perfecto. No se lo ha leído, ni yo tampoco. ¿Está bien, no? A ella le encanta la película, esa con con Meryl Streep y Robert Redford

Regina ExLibris: Sí, sí, a mi el libro me fascina. Pero, ojo, Memorias de África no es un relato tan lineal como sí lo es la versión que filmó Sydney Pollack en 1985. La grandeza de la novela, aunque es cierto que en su conjunto se cimenta sobre tres pilares argumentales (retrata el principio de la desaparición del imperialismo europeo, su historia de amor con el aventurero inglés y los paisajes y costumbres que la deslumbran), estriba en innumerables personajes, anécdotas y momentos que atraviesan esas tres grandes tramas como vívidas y electrizantes corrientes subterráneas. Ese es su punto fuerte. El toque de genio de la Blixen.

Cliente: Menudo personaje debió de ser, ¿no?

Regina ExLibris: Memorable, la mires por donde la mires…

Karen Blixen-Finecke (1885-1962), alias Isak Dinesen

Karen Blixen-Finecke

Se llamaba Karen Christence Blixen-Finecke (1885-1962) y era otra de esas criaturas de ficción pura, genéticamente dotada para transformar fragmentos de realidades y de personas en relatos absolutamente cautivadores. De familia aristocrática, se casó con un primo al que apenas conocía en un matrimonio que a ella le permitiría abandonar Dinamarca y a él montar, con la dote de su mujer, una granja cafetera en Kenia, y vivir bien.

La pareja, que nunca llegó a estar bien avenida, se divorció en 1925 y ella quedó a cargo de la plantación cafetera -sobreponiéndose a desastres naturales, presiones sociales y conflictos bélicos- hasta que la caída de los precios en 1931 la arruinó, por lo que tuvo que venderla a su pesar y regresar a Dinamarca.

Si bien ya había publicado alguna que otra pieza, es a su regreso de África cuando la nostalgia de “su hogar keniata” la empuja a destilar, atrincherada en el gélido refugio nevado del hogar familiar, su añoranza y sus recuerdos en forma de vívidas crónicas de los paisajes, la luz, los colores, las costumbres, la cultura y las personas con las que convivió en África.

Memorias de África

Memorias de África

Se publicarían como Memorias de África (Alfaguara) y Sombras en la hierba (Debolsillo), ella decidió firmarlas como Isak Dinesen, y le valieron la nominación al Nobel de Literatura en 1954. Finalmente se lo llevó Hemingway, quien siempre afirmó que era ella más merecedora del premio que él, fascinado por la obra, por el espíritu indómito y por el talento creativo de esta inigualable mujer. De hecho también son colosales sus relatos breves, como los volúmenes Cuentos de invierno, Siete cuentos góticos y Anécdotas del destino.

Leed a la Blixen/Dinesen, queridos, si no lo habéis hecho aún. Además de cautivaros con sus cuentos si leéis Memorias de África os aseguráis un viaje bibliófilo a sus impresionantes paisajes, sus colores, sus días cálidos y sus noches gélidas, sus lluvias y sus sequías, su flora, su fauna, sus gentes. Llenareis los pulmones con aire límpido, escuchareis el rugir de las fieras, os sobrecogerán las milagrosas tonalidades del cielo keniata y hasta danzaréis con los kikuyos. No os hará falta viajar al continente africano, aunque, eso sí, una ves sobrepasado el punto y final decidiréis que mataríais por ir allí.

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