Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
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con el prójimo a librazos,
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¿Qué personaje de El nombre de la Rosa es el bibliotributo de Umberto Eco a un escritor?

No, queridos, no es Frai Guillermo de Baskerville.

(El nombre de la rosa, 1986 / 20th Century Fox)

(El nombre de la rosa / 20th Century Fox)

Aunque, sí, el sabueso franciscano de Umberto Eco que protagoniza El nombre de la rosa tiene mucho de Sherlock Holmes.

Tanto a nivel físico, como por su nombre y sus dotes deductivas, e incluso por su querencia a los estimulantes (Frai Guillermo es tan aficionado a masticar hojas de plantas psicoactivas como Sherlock a la cocaína), pero este no es el guiño metaliterario al que aludimos.

Entre otras cosas porque el bibliotributo en cuestión lo forjó Umberto Eco a la medida de un gigante literario, y no a la de cualquiera de sus ficciones.

Os pongo en contexto: estaba yo desembalando ejemplares de El Aleph, El libro de arena y Ficciones, cuando un reginaexlibrislandiano asiduo se acercó a mi escritorio blandiendo El nombre de la Rosa, de Umberto Eco. Y dijo:

Cliente: ¡Mira, Regina, hoy me toca relectura!

Regina: ¿perdona?

Cliente: Que POR FIN me releo El nombre de la Rosa. Desde que me lo leí cuando salió (¿en los 80?) he querido volver, pero nada. Hasta hoy, ¡ja!

Regina: ¡Ahh! ¿Y cómo es que te ha dado ese biblioapretón?

Cliente: Pues una tontería, porque hace unos días leí que se había incendiado la abadía que inspiró a Umberto Eco y me dio por releerla.

Regina: ¡Mira! ¡Esa es nueva! Si ya digo yo que los caminos de la Providencia Librera son tan Inescrutables como bienvenidos ¡jajajaja!

Y de pronto me quedé petrificada, con la mirada fija en algún punto del escritorio, las manos agarrotadas aferrándose a los brazos de la silla y las venas de las sienes como morcillones de Burgos. Hasta que un vozarrón me sacó del lapsus:

Cliente: REGINA, RE-GI-NA… ¿ESTÁS BIEN?

Regina: ¿QUÉ? ¿CÓMO? Ah, sí, perdona. Sí, pues lo que yo digo, que los caminos de la Providencia LIbrera son Inescrutables. Porque si no ya me dirás tú a mi cómo demoníos podríamos tener estos libros sobre la misma mesa a la vez.

Cliente: No te sigo, ¿de qué hablas?

Regina: ¿Sabes qué personaje de El nombre de la Rosa es el bibliotributo semivelado de Umberto Eco a un grandísimo escritor?

Cliente: Mmm, veamos, ¿Guillermo de Baskerville por Sherlock?

Regina: No me refiero a ese. Me refiero a un autor que Eco utilizó para dar forma a uno de sus personajes. Así, como homenaje personal.

Cliente: No sé, no caigo, ¿el inquisidor?

Regina: No, a ver, es un anciano de origen español, ciego, venerable, hierático y profundamente sabio. Y, con eso, mira qué otros libros tienes aquí delante: El Aleph, El libro de Arena…

Cliente: ¿Borges? ¿Borges en El nombre de la Rosa?

Regina: ¡SIIIIIII! ¿recuerdas al venerable Jorge de Burgos?

(El nombre de la rosa, 1986 / 20th Century Fox)

(El nombre de la rosa, 1986 / 20th Century Fox)

Cliente: ¡Coño! ¿El ciego? ¿El de los libros? ¿Que de joven controlaba la Biblioteca de la Abadía? Bueno, y después también… Que era pelín apocalíptio, el caballero. ¿No?

Regina: Sí, señor. Con su «venerable Jorge» Umberto Eco saldó una deuda con uno de sus maestros, Jorge Luis Borges. De hecho él mismo comentó cuando se lo preguntaron que «…biblioteca más ciego sólo puede dar Borges»

Cliente: ¡Madre mía, pues no tenía ni idea! Si ya estaba motivado a releerme El nombre de la rosa ahora ni te cuento, Regina

Y se fue con su ejemplar de la grandísima El nombre de la Rosa bajo el brazo, dejándome atrincherada en mi colección borgiana y con una enoooorme sonrisa horadada en la cara. No me preguntéis por qué, querid@s, pero la suma de esos pequeños biblioinstantes hacen de mi profesión un géiser de momentazos librescos que al menos a mi me dan la vida.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

El nombre de la rosa

El nombre de la rosa

En el invierno de 1327, bajo el papado de Juan XXII el ex-inquisidor y franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el novicio Adso de Melk llegan a una abadía benedictina en los Apeninos famosa por su biblioteca. Allí enviados del Papa, inquisidores y frailes franciscanos decidirán en una inminente reunión si es o no herejía proclamar la pobreza apostólica. Pero los días previos al debate varios hermanos mueren en extrañas circunstancias, y lo que para el ciego exbibliotecario Jorge de Burgos es el anuncio del Apocalipsis, para Guillermo de Baskerville es un misterio por desentrañar. Ayudado por Adso y saltándose las estrictas normas de la abadía, resolverán un sangriento enigma relacionado con libros prohibidos, Aristóteles y un fanatismo religioso puesto en jaque por el método científico de Guillermo. Maravilloso y vívido fresco del medievo en todo su oscuro esplendor en un artefacto narrativo perfecto que es mezcla de novela histórica, trama detectivesca, relato de iniciación y thriller psicológico aderezado con ironía y lucidez, donde el lector debe saber interpretar las señales.

 

 

 

«¿Sabes en qué novela un fiscal defiende a su hijo, acusado de matar a un amigo?”

Otro día grande en reginaexlibrislandia.

(Blue Jasmine, 2013 / Warner Bros)

(Blue Jasmine, 2013 / Warner Bros)

De esos en los que una echa el cierre con la bibliofilia desatada, el pelucón desmadejado y esta sonrisa entre traviesa y radiante que me da vuelta a la cara. Y todo por un simpático reginaexlibrislandiano que se adentró en mis confines a la caza de un título esquivo y pilló por banda y totalmente desprevenido a uno de mis libreros.

Cierto es que ambos arrastrábamos con más cafeína que ánimo el agotamiento post-inventario con el que inauguramos el año nuevo contable en la librería. Y cierto es también que pilló al pobre infeliz a tortas con el maldito tóner de la impresora, y, peor aún, siguiendo mis más que confusas instrucciones a partir del manual. Y no es menos cierto que yo, todo malicia, di un discreto pasito atrás para salir del plano justo cuando intuí que una nube en forma de biblioadivinanza se cernía sobre nuestro escritorio, para así relajarme y disfrutar de la escenita libresca que iba a protagonizar mi librero mí en tres, dos, uno…

Cliente: Ejem, buenos días

Librero: ¿QUÉ? ¡Ah, sí, perdón, buenos días!

Cliente: A esas impresoras las carga el diablo, ¿eh?

Librero: ¡Qué me va usted a decir! Siempre acabo embadurnado de tinta para nada. ¡Brrr! En fin, ¿en qué puedo ayudarle?

Cliente: ¿Sabes en qué novela un fiscal defiende a su hijo, acusado de matar a un amiguito? Es que el otro día en el AVE escuché a dos chicas hablando de una novela, pero no recuerdo el título. Y, oye, hablaban tan bien que me dije “Esta tengo que leerla”

Librero: ¿Y no recuerda el título? ¿El autor? ¿La editorial?

Cliente: Mmm, no. El caso es que si cierro los ojos veo la portada, que creo que era blanca, o clarita, con letras rojas. Pero poco más

Librero: ¿Y qué recuerda de la conversación?

Cliente: Pues que la novela iba de un tipo que era fiscal, abogado o juez en un pueblo americano y llevaba un caso de asesinato. Habían matado a un crío, pero resulta que empiezan a acusar a su hijo. ¡Al hijo de este hombre! Eran compañeros de colegio. Y ahí se lía todo, claro.

Librero: Mmm, me suena, me suena mucho

Cliente: Decían que se leía muy rápido porque te enganchaba, no solo por el asesinato y el proceso, sino por cómo lleva la familia el tema y por hasta qué punto uno conoce a su prole o no.

Librero: ¡ish! ¿No será una de John Grisham?

Cliente: No, no. A ese le conozco, y al autor que mencionaron ni me sonaba. Sí te digo que, por cómo hablaban del libro, muy reciente no debe de ser. Pero, eso sí, según ellas tenía un final de infarto la novelita. ¡Qué rabia no haberme apuntado el título, de verdad!

Librero: Bah, eso nos pasa a todos, caballero. Veamos, ¿y si es del autor de Presunto inocente? otro clasicazo del género thriller jurídico.

Cliente: ¿Y cómo se llama ese autor?

Librero: Scott Turow

Cliente: No, no me suena para nada. ¡Qué rabia!

Y justo ahí el título y su autor me atravesaron el pelucón como un fogonazo… Irrumpí en escena aferrada al maldito manual y solté:

Regina: DEFENDER A JACOB, DE WILLIAM LANDAY. Usted busca DEFENDER A JACOB.

Librero: ¡CLARO! ¡MALDITA SEA, CÓMO SOY TAN TORPE!

Cliente: ¡Ese, ese! ¡Defender a Jacobo! ¡Ese es, sí señor!

Regina: Esa novela es canelita en rama, queridos. Literalmente no puedes para de leer y, como decían sus misteriosas prescriptoras sobre raíles, el final es brutal. Aún me dan escalofríos al recordarlo.

Cliente: ¿Y la tenéis? Decirme que SÍ, que me la quiero llevar ahora

Y sí, la teníamos en stock en reginaexlibrislandia.

De hecho es uno de esos títulos que prescribo bastante a menudo porque sí, es trepidante y porque, efectivamente, se lee muy bien. Una lectura más que recomendable para dejar que su trama te absorba y así pegarte unas bibiovacaciones de tu propia realidad.

Así que nuestro reginaexlibrislandiano abandonó mis confines con ella bajo el brazo no sin antes apostar conmigo un café a que no era capaz de adivinar el final antes de terminar de leer Defender a Jacob, de William Landay (Esfera de los Libros). De alguna manera puedes verlo venir, pero os aseguro que, aún así, el desenlace os dejará petrificados.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Defender a Jacob

Defender a Jacob

Cuando descubren el cadáver de un adolescente en un bosque con tres puñaladas en el pecho, la idílica comunidad de Newton entra en shock. El ayudante del fiscal del distrito, Andy Barber, se hace cargo del caso hasta que su hijo Jacob, compañero de clase del chico, es acusado del crimen. Andy no sólo perderá su trabajo, sino que verá cómo todo su mundo se desmorona. Con algún recelo, agobiado por un secreto del pasado y convencido de que su hijo ha sido injustamente acusado, buceará en Facebook, interrogará a escolares, se enfrentará a su esposa y hará lo imposible para hallar un culpable que devuelva la inocencia a Jacob y devuelva la paz a sus vidas. Magistral thriller legal que cuestiona los límites del sistema judicial estadounidense en el que los niños son tratados como adultos y que es también una soberbia novela que plantea la escalofriante pregunta de hasta qué punto los progenitores conocen realmente a sus hijos. Brutal.

«¿Por qué leer El cartero siempre llama dos veces si ya vi la película?»

Cuidaos de novelitas ligeras de aspecto inofensivo y argumento cautivador.

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

Sí, querid@s, son lo que yo llamo las femme fatale de la literatura, y las carga el Diablo. A lo Lana Turner.

A veces, adentrarse en ellas a la ligera es sinónimo de engancharse y de llegar maltrechos al punto y final.

Suelen reflejar escenas cotidianas de cualquier época y localización con protagonistas comunes pero, eso sí, llevados por las circunstancias, el deseo, la avaricia o la necesidad a situaciones límite.

Para mi, el ejemplo más claro de este tipo de «novelle fatale» es, sin duda, El cartero siempre llama dos veces, de J.M. Cain. Con ella el aún autor novel entró por la puerta grande en 1934 al Olimpo de las deidades del género negro, a codearse con sus coetáneos Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Ahí es nada.

Apenas dos años después de su primera edición se adaptó a celuloide con Lana Turner y John Garfield. Y cuatro décadas después volvería a filmarse con Jessica Lange y Jack Nicholson. Por algo será…

De hecho, varias veces al comentar esta novela con reginaexlibrislandianos de pro he tenido la misma respuesta que me enerva el pelucón:

Regina: Llévate El cartero siempre llama dos veces, te encantará…

Clientes: ¿Y por qué leerla, si ya he visto las películas?

Pues porque, querid@s, es una novelita que, en apenas cien páginas, te pone la bibliofilia al rojo vivo. Porque leerla supone deslizarte en espiral a una velocidad vertiginosa, y el sonido de tu cráneo al reventártelo contra el suelo al tocar fondo en la última página es absolutamente estremecedor.

A mi, que me la he leído varias veces, no me salva del mamporro ni el efecto amortiguador de mi regio pelucón, y pese a eso en cuanto puedo la prescribo en Reginaexlibrislandia a discreción.

El cartero siempre llama dos veces

El cartero siempre llama dos veces

En la novela, ambientada en un punto remoto y polvoriento de Los Ángeles en plena Gran Depresión Americana, un buscavidas llamado Jack va a parar a un café de carretera regentado por un griego y su mujer, Cora, un bellezón sinuoso mucho más joven que él, fría y calculadora y tan harta de su marido como del tugurio en la que vive.

Jack y Cora se lían y, en pleno frenesí, ella deja caer que si su marido desapareciera ambos podrían quedárselo todo y empezar de cero en otro lugar. Así que matan al marido y, cuando empezaban a saborear el éxito y la riqueza, descubren el cadáver y cae sobre ellos a plomo la policía y la fiscalía, cuya estrategia es enfrentar a la pareja para que se delaten mutuamente. Dos víboras en la misma cesta. Y aquí, querid@s, empieza el rock&roll…

La novela está contada en primera persona por Jack en un estilo muy directo y está cargada de diálogos que te atizan como latigazos. Además, la trama está perfectamente aderezada con una mezcla explosiva de sexualidad y de violencia contenidas -nunca explícitas- que te cortan el aliento de principio a fin.

Según dicen las malas lenguas del mundillo literario James M. Cain se inspiró en La bestia humana de Zola para engastar ese microuniverso de maldad, de crimen, de turbias pasiones y de fatalismo en la América más castigada por la Depresión. Un aire tiene, no nos vamos a engañar. Pero la de Cain es redonda per se.

Así que si buscáis una novela para pasar un par de horas de frenesí libresco endemoniadamente brillante dejad lo que estéis haciendo y corred a por un ejemplar de El cartero siempre llama dos veces. Da igual si habéis visto alguna de las películas o las dos. La novela es uno de esos clásicos que deben ser leídos sí o sí, porque es sensacional.

Palabra de Regina ExLibris.

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

(El cartero siempre llama dos veces, 1946 / MGM)

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis El cartero siempre llama dos veces? ¿Qué os pareció?
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«Mira a P. D. James, 89 años y venga de matar!»

No sé si existirá el legendario elixir de la eterna juventud, pero lo que si sé es que hay personas a quienes la pasión por lo que hacen las mantiene en una forma envidiable, tanto física como mental, independientemente de su año de nacimiento.

Sí, queridos, es una de esas obviedades que a veces olvido, pero por suerte justo hace un rato una reginaexlibrislandiana asidua se materializó ante mí para recordármelo. Debe andar por los ochenta años, suele visitarme un par de veces al mes y es una auténtica decana en novela negra.

Deciros que se ha leído todo lo leíble en ese género es poco, y os juro por las teclas de mi Underwood que es un auténtico glosario en movimiento de autores, detectives, tramas y terminología forense. Un crack, vaya, y una delicia para cualquier bibliófilo con delirios antropológicos como la que suscribe.

El caso es que el otro día vino a por los seis libros de Philip Kerr:

 

– Clienta: ¡Hola, guapa!- Regina: ¡Hombre, XXX! Ya la echaba de menos

– C.: Ya sabes, hija, estoy entre dos ciudades…

– R.: Es lo que tiene… ¡ja, ja, ja!

– C.:Oye, me acabé Aurora Boreal. La verdad es que es un poco floja para mi gusto, ¿no?

– R.: A mi me gustó aunque, eso sí, más por la ambientación y los personajes que por la trama.

– C.: Sí, es que el final es previsible. Por eso se la dejé a mi hermana, que no tiene la sensibilidad para cosas más fuertes. Y más ahora, que ha cumplido 88 y se me ha desinflado como un globo…

– R.: Pero, ¿está mal?

– C.: ¡Qué va! Que se aburre, no se mueve y, claro, se anquilosa. Ya le digo yo, ¡mírame a mi un par de años menos y de acá para allá!

– R.: Sí, usted está estupenda

– C.: Ayer, antes de venirme, discutí con ella. Y, ¿sabes lo que dije?

– R.: No…

– C.: Pues que hiciera algo, como retomar lo de sus plantas, para que se activara. Me dijo que era muy mayor y cogí un libro de P.D. James y se lo enseñé

– R.: ¿Y eso?

– C.: Le dije: ¡Mira, Dolores, P.D. James, 89 años y venga de matar! ¡Y está estupenda!

– R.: ¡Ja, ja, ja, ja! ¿Y qué le contestó?

– C.: Se quedó helada, pensó que esa autora era una chiquilla….

 

Y se fue con sus libros y una sonrisa pícara en la cara. La misma que me dejó a mí dibujada su visita, la verdad. Y me hizo recordar una cita que leí una vez de la mismísima P.D. James, cuando le preguntaban por su arma letal favorita:

«El arma siempre ha de adecuarse al crimen. Por ejemplo, una mujer madura en Inglaterra no podría asesinar con pistola, por algo tan sencillo como que tienen difícil acceso a ellas»

Hétela ahí, toda una lección de saber hacer literario-criminólogo. Otra de esas obviedades que muchos olvidamos demasiado a menudo…

 

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis algo de P.D. James? ¿Qué os parece? ¿Creéis que la pasión por algo como la literatura puede ser el secreto de la longevidad?

Sonrisa de Dalia Negra

A veces me gustaría no ser tan irritantemente humana. Igual así lograría dar esquinazo a las flaquezas de carácter inherentes a mi especie y podría ser total y absolutamente fiel a mi objetivo de empatizar con los clientes que me piden que les recomiende lecturas.

Pero, queridos, tras seis horas con los malditos villancicos masacrándome los nervios lo raro es que mantuviera a raya a la psycokiller que llevo dentro. De la jovial y afanada Regina lo único que dejaba entrever era una sonrisa metálica, grotesca, como perfilada a cuchillo…

Me dije: ‘Regina, cielo, en lugar de sonrisa tus labios se han contraído en una mueca esperpéntica, como aquella que le dibujaron a la pobre Beth Short en Los Ángeles en 1947. Si, nena, el salvaje asesinato de la Dalia Negra que James Ellroy noveló de forma prodigiosa’.

Entonces un cliente me arrancó de mis divagaciones:

– Buenas, ¿podrías recomendarme algún libro?- Si, claro. ¿Tiene preferencia por algún género?

– Pues la verdad es que no…, algo para evadirme.

– ¿Ha leído La Conjura de los Necios, de J.K. Toole? ¿Y El Palacio de la Luna, de Auster?

– Si, me gustaron los dos.

– No me extraña. Veamos, como está cerca de la sección de intriga ¿quizá algo de detectives?

– Pfff, es que el plan Poirot o Sherlock Holmes no me apetece mucho ahora. Necesito algo más intenso.

Y aquí fue cuando volvieron a poner desde el principio el disco de Villancicos y, ¡ZAS! la imagen mental de Beth Short irrumpió de nuevo en mi cabeza con un fogonazo, como para hacerme reaccionar:

– ¿Le suena James Ellroy?- No, la verdad.

– Pues léase La Dalia Negra, quizá le suene el título por una película que estrenaron el año pasado…

– Ah, si, no sabía que hubiera novela.

– Si, y es excepcional. Es de detectives, pero nada que ver con A. Christie y demás británicos. Ellroy localiza sus tramas en Los Ángeles de los años 40, tras la II Guerra Mundial. sus protagonistas son ex-boxeadores metidos a detectives que se mueven por el Hollywood más sórdido. Ya sabe, polis corruptos, prostitución, violencia, politiqueos, mafiosos, moteles, mujeres fatales y antros de dudosa reputación…

-¡Eso, eso! Vale, me lo llevo…

Espero que le guste, la verdad. Dijo que volvería a contarme en cuanto se lo terminara.

Lo cierto es que nadie olvida a Betty Short, alias La Dalia Negra, una bella starlette de 22 años cuyo cuerpo encontraron desmembrado en un solar de Los Ángeles. La autopsia reveló que la torturaron durante días y entre otras cosas le dibujaron la sonrisa con un bisturí.

En el libro de Ellroy Bucky Bleichert y Lee Blanchard son dos ex-boxeadores metidos a detectives que se hacen cargo de una investigación que, tras saltar a los tabloides sensacionalistas, toma unas dimensiones estratosféricas.

Y a partir de ahí obsesiones, sexo, marginación, descensos a los infiernos, un triángulo amoroso, pornografía, desengaños, personajes oscuros, jóvenes que venden su inocencia por un papel y femmes fatales son el tapiz sobre el que se engarza una trama trepidante, sórdida y genial repleta de piezas de un puzzle que mantiene en jaque al lector hasta el mismísimo punto y final.

Es altamente adictiva, la verdad, y tras ella Ellroy retrató en una tetralogía todo un fresco sobre los sótanos de ese deslumbrante Los Ángeles de los años 40 y 50 que parecía ser todo glamour, cine, luz y dinero.

Así, a La Dalia Negra siguieron El Gran Desierto, L.A. Confidencial y Jazz Blanco, todas fabulosas y todas diseccionando lo que Hollywood guardaba bajo el felpudo.

En cuanto a la adaptación de La Dalia Negra que hizo Brian de Palma en 2006… en fin, soy librera, no cinéfila, pero en mi humilde opinión nada que ver con la novela, la verdad. Toda la intensidad de cada página no cabe en esos fotogramas. De todas formas va el trailer:

Y vosotros, ¿habéis leído algo de James Ellroy? ¿La Dalia Negra, quizás?¿qué os pareció?