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Échate unas risas leyendo Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Dickens

Aunque Dickens es sinónimo de novelón decimonónico de denuncia social, su ironía y sentido de humor son proporcionales a su genio. Tal cual.

En mi caso no solo perdí la cuenta de las bibliocarcajadas que me he echado con el amigo Charles, sino y mejor aún, de las veces que he prescrito su lectura como biblioterapia de risas para cualquier reginaexlibrislandiano que se me pone a tiro. Y casi siempre con éxito.

Buena prueba del mejor humor charlesdickensiano es Los papeles póstumos del Club Pickwick.

En ella el colosal talento literario de Charles Dickens se materializa en su vertiente más lúcida, mordaz y divertida para contar las desternillantes aventuras de Samuel Pickwick, un excéntrico gentleman, fundador de una sociedad que se ha impuesto el digno y solemne propósito de investigar, diseccionar y catalogar los más surrealistas, inesperados y extravagantes fenómenos de la vida en todos los rincones de la mismísima Gran Bretaña.

(The Pickwick Papers, 1985 / BBC)

Samuel Pickwick y sus tres socios en este singular y disparatado Club recorrerán la Inglaterra victoriana para dar pormenorizada cuenta de sus absurdas pesquisas a cada uno de sus colegas en cientos de páginas cargadas de hilarantes anécdotas y de personajes tan entrañables como extravagantes, irreverentes, auténticos, tiernos, cómicos y a veces cáusticos, que son pura delicia, sabiduría, ingenio y diversión.

Una auténtica joya que es también un delicioso y mordaz fresco caricaturesco de la Inglaterra victoriana en todo su contradictorio esplendor, y en la que la carcajada está asegurada a cada salto de línea.

Para quien se haga eco de mi biblioconsejo y quiera echarse unas risas con Samuel Pickwick, cuyas andanzas se publicaron inicialmente por entregas entre 1836 y 1837, hay tres ediciones donde elegir: una en tapa dura e ilustrada (Literatura Random House) y dos en formato bolsillo (Austral y Penguin), amén de las ediciones digitales.

Cualquiera de las citadas ediciones es más que óptima para disfrutar del humor dickensiano. Palabra de Regina ExLibris.

Y para ir haciendo biblioboca os dejo un aperitivo audiovisual: uno de los seis episodios de la miniserie homónima que la BBC produjo en 1985, y que es casi tan desternillante como la novela original…

4 personajes muy mentirosos de novela que nunca rectifican

Trato de atrincherarme en la ficción pura, pero la librería es permeable a la actualidad. Y como la realidad termina por colarse de extranjis en reginaexlibrislandia he decidido salir del bibliostracismo y abrirme al mundo real y noticiable.

Grandes personajes mentirosos de novela

Grandes personajes mentirosos de novela

Así que cuando hace un rato dos de mis reginaexlibrislandianos asiduos debatían con otro de mis libreros sobre mentiras, medias verdades, CVs maquillados, incapacidad para renunciar al cargo ni rectificar, corrupción, tráfico de influencias, falsedad documental, mala praxis y adherencia al poder a toda costa la que suscribe ha entrado como un miura para, al menos, reconducir la discusión al terreno de la literatura.

Claro, queridos, todo «está escrito», así que basta con dar un repaso a, por ejemplo, los cuatro grandes mentirosos de novela que se aferran a ‘lo suyo’ a toda costa.

Para ellos no hay rectificación ni redención posible. ¿Os suena?

Os reproduzco la charla a cuatro bandas en reginaexlibrislandia:

Regina: ¡Meh! Aquí nadie ha innovado, Dickens silueteaba perfiles así de retorcidos, con mucha inventiva, poca vergüenza y menos escrúpulos

Cliente 1: ¿Perdona?

Regina: Que la literatura está sembrada de personajes turbios movidos por la codicia y que, aferrados al poder, mienten y se reinventan según el contexto para salir airosos

Cliente 2: ¿Hablas de, por ejemplo, la picaresca?

Regina: ¡Qué va! Al menos el pícaro es un superviviente simpático. Hablo de un mentiroso compulsivo con aires de grandeza y de otro, más peligroso, con un perfil más soberbio, avaricioso y calculador.

Librero: ¡Pues no me encajan ahí grandes mentirosos de la literatura como Cyrano de Bergerac, Anna Karenina, Raskolnikov o incluso Pinocho!

Cliente 2: ¡y Edmundo Dantés!

Regina: No, a ver, esos mienten por circunstancias: Cyrano porque es demasiado feo para su entorno; Anna Karenina por amor (adúltero, pero amor); Raskolnikov para ocultar un asesinato y Pinocho porque es un crío. Y, bueno, Edmundo Dantés se reinventa en El Conde de Montecristo para recuperar lo que era suyo…

Cliente 1: Entonces, ¿a qué personajes mentirosos te refieres?

Regina: Pues pienso en cuatro personajes: Uriath Heep, la Marquesa de Merteuil, Jay Gatsby y El Barón Münchhausen. Por ese orden: el peor y más dañino es, sin duda, el repulsivo Uriah Heep seguido de Merteuil. Luego tanto Gatsby como Münchhausen son turbios, mentirosos y tampoco rectifican ni se redimen, sí, pero de alguna manera son menos ‘socialmente nocivos’…

Y aquí es donde desplegué sobre el escritorio la biblioartillería con ejemplares de los títulos en los que habitan mis cuatro grandes mentirosos de novela, para irlos viendo uno a uno: David Copperfield, Las Amistades Peligrosas, El Gran Gastby y Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen. ¿Listos?

1 Uriah Heep. David Copperfield. Charles Dickens. Alba Clásicos.

  • El personaje: Uriah Heep, el antihéroe más sinvergüenza, soberbio, escurridizo, mentiroso, ambicioso, ladino, corrupto y maquiavélico de la literatura. Desde su avaricia y su cinismo hasta su complejo de superioridad, Heep da escalofríos porque encarna la soberbia y la ambición llevadas al extremo. Es el más complejo y controvertido, producto de una sociedad clasista donde los poderosos pueden hacer cualquier cosa. El sibilino Uriah Heep se presenta con una pátina de falsa humildad y cargado de hipocresía, y sabe cómo materializar sus objetivos. Uno espera que se redima, pero es fiel a su perfidia hasta el final. El turbio encanto de su repelente figura inspiró a una banda de rock, los Uriah Heep, así como algunos temas (‘Witzard’, ‘Easy Living’).
Uriath Heep / David Copperfield

Uriath Heep / David Copperfield

  • La novela: Con fuertes matices autobiográficos David Copperfield narra las aventuras y desventuras de un muchacho desde su infancia hasta la edad adulta, en la Inglaterra rural y el Londres del s. XIX. Una vez se adentra uno por sus páginas, es muy difícil sustraerse al hechizo de una fórmula literaria magistral que lleva las dosis justas de melodrama y de comicidad, de ironía y de realismo, de crueldad y de ternura, a través de una gloriosa galería de personajes entre los que destacan, aparte del propio David Copperfield, su tierna y vehemente tía Betsey, el excéntrico señor Micawber, siempre sin blanca y siempre al filo del abismo, la enamoradiza e inocente pero tozuda y hogareña Agnes Wickfield y el escurridizo, corrupto y maquiavélico Uriah Heep.

2 Marquesa de Merteuil. Las Amistades Peligrosas. Choderlos de Laclos. Mondadori.

  • El personaje: Pocos personajes de ficción cautivan y repelen como la Marquesa de Merteuil, protagonista de una novelita epistolar que es un manual avanzado de supervivencia social. La pérfida y joven viuda de rostro hierático y mirada de acero que se hace a sí misma en un entorno hostil, y logra ser la emperatriz del libertinaje a puerta cerrada mientras en sociedad resplandece parapetada en su halo de decoro extremo. Con sus venenosas cartas reta al Marqués de Valmont, ex-amante y compañero de correrías, a ver quién de los dos es capaz de masacrar –por diversión y por venganza- la felicidad y la virtud ajena de un tercero. Así es como empieza su juego y estalla una guerra. Y la Merteuil tiene clara su estrategia: Vencer o Morir. ¿Os suena?
Marquesa de Merteuil / Amistades Peligrosas

Marquesa de Merteuil / Amistades Peligrosas

  • La novela: Las Amistades Peligrosas es un novelón de esos que te arden en las manos y que encierra un curso acelerado de supervivencia social. Si, porque más allá de que la adaptación al celuloide de 1988 fuera sublime y con un reparto de escándalo, la novelita epistolar es una auténtica maravilla que radiografía el alma de dos seres tan maquiavélicos como seductores de la alta nobleza de una ya decadente Francia dieciochesca. Las cartas, impregnadas de sus pasiones -altas, pero sobre todo bajas– revelan al lector el pulso entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dispuestos a todo por masacrar al rival y salir airosos en un entorno en el que cada beso sabe a un veneno, en cada gesto late una traición y donde la inocencia se paga con la vida.

 

3 Jay Gatsby. El Gran Gastby, de F. Scott Fitzgerald. Alfaguara.

  • El personaje: Jay Gatsby, un multimillonario estrafalario y elegante afincado en una mansión en Long Island, miente sobre sus orígenes y sus intereses amorosos, y también sobre su enorme fortuna, cuya procedencia nadie tiene clara. Desde su infancia rural como Jimmy Gatz, aún sin contactos, dinero ni educación, tenía un plan: iba a esquivar su destino y ser alguien importante. Quería el sueño americano y lo logra, aunque  amasó ganancias ilícitas. Todo en él es una mascarada, pero lo que le confiere ese aura de héroe trágico es que lo que le mueve es su amor por Daisy, más que la codicia. Para su entorno Gatsby es un tipo tan fascinante como repulsivo: todos se matan por ir a sus fiestas, pero saben que hay algo en él que no encaja. Quizá por eso al final, a pesar de que Jay Gastby es una gran mentira, resulta ser la única persona real en un entorno de cínicos y elitistas.
Jay Gastby / El Gran Gastby

Jay Gastby / El Gran Gastby

  • La novela: En el verano de 1922 un inocente Nick Carraway se topa con Jay Gatsby, héroe de la IGM y cuya fortuna es tan inmensa como dudosa, y su pasado tan enigmático como magnético, que se ha rehecho a sí mismo para cautivar al amor de su vida, Daisy, ahora casada con el todopoderoso e íntegro Tom Buchanan. Su historia es la de una caída en la que, tras el estallido de la burbuja de frivolidad que envolvió su ascenso, solo queda un profundo desarraigo. Una novela inmensa sobre las ilusiones perdidas con la que Fitzgerald, con su don bicéfalo para la narrativa lírica y la caracterización punzante, retrata a una generación consagrada al derroche que se bebe los dorados años veinte en juergas interminables hasta que llega el fin de la fiesta en el crac del 29. Una novela que maravilla y sobrecoge con intensidad creciente.

4 El Barón Münchhausen. Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen. Gottfried A. Bürger. Alianza

  • El personaje:  El barón Münchhausen, el gran mentiroso de la literatura, está inspirado en oficial de caballería famoso por las disparatadas historias que inventaba. Aunque él sabe que está mintiendo, sus motivaciones para inventar son inconscientes y lo que anhela es acaparar la atención, el reconocimiento y la simpatía de los demás. Entre las hazañas extraordinarias y extravagantes de las que afirma ser protagonista destacan la de cabalgar en balas de cañón, bailar en el estómago de una ballena, viajar a la Luna, o matar a un oso y cubrirse con su piel para pasar desapercibido entre otros osos. Un mentiroso patológico sin maldad y ambición, sí, pero sin intención ni de rectificar ni de despojarse esos galones ficticios que él mismo se coloca.  
El Barón Münchhausen

El Barón Münchhausen

  • La novela: Aunque atribuidas a Rudolf Erich Raspe, quien tradujo al inglés una versión que fue plagando de adiciones e interpolaciones de dudosa calidad literaria, se considera que fue Gottfried August Bürger quien supo darle a la obra ese algo indefinible que lo convirtió en obra clásica y popular. El barón más embustero que imaginarse pueda narra aquí sus famosas aventuras y desventuras: desde el hilarante episodio en el que se lo traga un enorme pez, hasta su increíble viaje a la Luna en busca de un hacha de plata perdida. Una historia a medio camino entre lo grotesco y lo fantástico con un esperpéntico y desvergonzado protagonista que provoca una y otra vez las risas del lector.

Aquí dejo a mis cuatro grandes mentirosos de novela para la reflexión… Mis contertulios reginaexlibrislandianos se llevaron ejemplares de David Copperfield, y mi librero se decidió a leer Las Amistades peligrosas, así que, al menos por ahora, me anoto el bibliotanto frente a la «realidad noticiable».

Si os pica la curiosidad yo que vosotros leería o le daría un repaso a David Copperfield para analizar a su colosalmente retorcido y deleznable Uriah Heep. Os sorprenderá hasta qué punto os suena su conducta…

Y para remate os dejo un videoclip de uno de los temas de la banda de rock de los 70  que tomó su nombre del personaje, así como inspiración para sus letras. Se trata de ‘Wizard’, echadle un vistazo a la letra (va con subtítulos en castellano)

  • Y vosotros, queridos, ¿conocíais a alguno de estos grandes mentirosos de novela? ¿Sugerís algún otro?
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Trivial: ¿Cuánto sabes de Canción de Navidad, de Charles Dickens?

(Teleñecos en cuento de Navidad / Walt Disney Pictures)

(Teleñecos en cuento de Navidad / Walt Disney Pictures)

No importa la edad, el bagaje ni que se conozca la historia por sus adaptaciones: hay que leer Canción de Navidad, un delicioso artefacto literario de uno de los titanes de las letras, Charles Dickens. Él dibujó al avaro de tinta por excelencia, y, con ayuda de unos fantasmas y viajes en el tiempo vital del protagonista, logró removerle el alma mientras insuflaba ‘espíritu navideño’ a generaciones de lectores y cargaba tintas contra esa Inglaterra victoriana de doble moral que siempre alimentó su universo creativo.

Si eres de los que sí leyó el texto original de Dickens demuéstralo respondiendo al trivial Canción de Navidad de Regina ExLibris. ¿Listo? ¡Pues allá vamos!

 

Por qué leer David Copperfield de Charles Dickens SÍ o SÍ

Enterrada como estoy entre libracos en Reginaexlibrislandia os aseguro que, lejos de experimentar síntomas de asfixia o librofobia, mi apetito lector es cada vez más voraz.

(The Song of Songs, 1933 /Paramount)

(The Song of Songs, 1933 /Paramount)

El único efecto secundario que detecto en mi bibliovida es cierta angustia por no tener más horas al día para atiborrarme sin tregua de literatura y, ya que estamos, otro par de ojos incrustados en el pelucón para traginarme ejemplares a pares.

Y no hablo solo de nuevas novelas y autores, sino también de relectura de según qué títulos para mi magistrales. Los veo cada día en mis baldas y ahí, si me empeño y no se me ha ido la mano con el café, hay días en los que incluso puedo contenerme.

Pero cuando los prescribo a reginaexlibrislandianos asiduos o esporádicos la bibliohiena que hay en mi pulveriza los grilletes y se abalanza sobre el ejemplar .

Así que ahora me pilláis plácidamente saciada de Literatura y en plena sobremesa post-atracón del David Copperfield, de Charles Dickens.

Y todo por una reginaexlibrislandiana asidua que me visitó a primera hora:

Clienta: Hola, Regina

Regina: ¡Ah, buenos días! ¿Qué tal?

Clienta: Muy bien. Verás, llevo tiempo relegando un libro de Dickens y necesito un empujoncito para saldar esa deuda. Mi sobrina ya se lo ha leído, la veo la semana que viene y no quiero decirle que no he podido ni empezarlo.

Regina: ¿Qué Dickens es?

Clienta: Pues… David Copperfield.

Regina: ¿David Copperfield? ¡NOOOO!

Clienta: Sí. ¡Yo qué sé, Regina! me gusta Dickens, pero no me arranco…

Regina: Mmmm pues te voy a decir por qué deberías leerte David Copperfield sí o sí, querid@. Sobre todo en la impecable edición de Alba Clásicos.

Y aquí empezó mi argumentario davidcopperfieldiano ejemplar en mano:

David Copperfield

David Copperfield

Con fuertes matices autobiográficos David Copperfield narra las aventuras y desventuras de un muchacho desde su infancia hasta la edad adulta, en la Inglaterra rural y el Londres del s. XIX.

Es una sucesión de vívidos fotogramas de sus desgracias y -contadas- alegrías de infancia y juventud, de las largas jornadas en una fábrica, del trabajo en un bufete de abogados, de sus primeros pasos como corresponsal y escritor, y de sus primeros escarceos amorosos.

Tiene tanto del propio Dickens que él mismo reconoció que David Copperfield era su alter ego y su «hijo predilecto» literario. Y ojo queridos que fue no sólo la novela preferida del propio Charles Dickens, sino que fue libro de cabecera de titanes de las letras como Henry James, Dostoievski, Tolstoi, Virginia Woolf, Joyce, Kafka, Césare Pavese e Ítalo Calvino, e incluso de Freud.

Desde su publicación primero por entregas entre 1849 y 1850, y editado en un volumen en 1950, ha batido récords en ventas y en lectores, y ha sido adaptado a todos los formatos imaginables (cine, serie televisiva, teatro, musical, etc) porque cautivó a prácticamente todo aquel que leyó el texto original.

Y lo sigue haciendo porque, una vez se adentra uno por sus páginas, es muy difícil sustraerse al hechizo de una fórmula literaria magistral que lleva las dosis justas de melodrama y de comicidad, de ironía y de realismo, de crueldad y de ternura, a través de una gloriosa galería de personajes entre los que destacan, aparte del propio David Copperfield, su tierna y vehemente tía Betsey, el excéntrico señor Micawber, siempre sin blanca y siempre al filo del abismo, la enamoradiza e inocente pero tozuda y hogareña Agnes Wickfield y el escurridizo, corrupto y maquiavélico Uriah Heep.

(Mr Micawber / Bradbury and Evans, 1850)

(Mr Micawber / Bradbury and Evans, 1850)

Un mosaico vívido, divertido y cruel, que es una lección de vida, que tiene parte de cuento de hadas, parte de relato de iniciación y parte de denuncia social al más puro estilo Dickens y que, a pesar de sus más de mil páginas se lee de forma vertiginosa obligándote a pasar de una emoción a otra en cuestión de líneas.

Y por si eso fuera poco decir que, de entre las 989 criaturas de tinta creadas por Dickens, él mismo eligió a David Copperfield como su personaje e historia favoritos es mucho decir, ¿no, querid@?

Y así cerré mi vomitona davidcopperdfieldiana.

Mi reginaexlibrislandia no titubeó y se fue de mis confines con su flamante ejemplar de David Copperfield (Alba Clásicos) bajo el brazo y, según ella, directa a empezarlo.

En cuanto a mi… pues os diré que como era de esperar el sonido de la puerta de reginaexlibrislandia al cerrarse tras ella despertó a mi bibliohiena y sin saber muy bien cómo me abalancé sobre mi ejemplar…

Y el resto es pura bibliogula satisfecha a dentelladas atrincherada en mi escritorio y ahora, con el buche lleno y la bibliofilia en paz, esta nota escrita reconfortada por el maravilloso banquete y en armonía con el universo regino.

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis David Copperfield? ¿Qué os pareció? 
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