Continuamos con la ronda de intervenciones políticas en el programa de ‘El Hormiguero’ antes de las inminentes elecciones del 10-N. Tras las entrevistas de Abascal, Errejón y Casado, anoche participó del formato un relajado Albert Rivera.
Lo que más trascendió en términos de comunicación fue su renovada apariencia. El líder de Ciudadanos se presentaba con una vestimenta muy informal, una camisa gris estilo denim, remangada y sin chaqueta, que protagonizaba notablemente su imagen. La formalidad ya no se lleva; políticos de todos los colores utilizan cada vez menos la corbata, y lo que es más importante, lo hacen a conciencia, como decimos siempre: en política nada se improvisa.
El cambio en la indumentaria de Rivera ha sido el más notable y esa es la clave, la palabra ‘cambio’ es la pieza fundamental de análisis en comunicación. Si alguien siempre utiliza o no el mismo recurso no tiene significado alguno, forma parte de su línea base de comportamiento sin más, pero ¿por qué un político comienza vistiendo de una manera para acabar llevando una indumentaria totalmente opuesta?
Aquí vemos la muestra, Rivera era conocido por su sus inmaculados trajes de chaqueta y corbatas estrechitas. En este caso tengo claro el significado, al principio el líder del nuevo partido naranja tenía que ganarse el respeto, proyectar una imagen ‘acorde’ con la tradición y el protocolo político, presentarse como un candidato serio, capaz, experimentado y en definitiva intentar incrementar la percepción de poder y autoridad.
Después de su andadura política considera que esto ya no es necesario, que la expresión personal tiene que destronar a la identidad corporativa, que ya la individualidad es superior a la institución, esto se traduce en algo así como… ‘si soy bueno en lo que hago ya no me importa cómo me vean los demás‘. En general, los políticos se la quitan para parecer más accesibles, pero ojo, que esto no quiere decir que lo sean.