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Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Ébola: una carrera de fondo

Por Patricia Carrick. Enfermera de Médicos de Sin Fronteras en Sierra Leona.

Ponerse el traje de protección para acceder a la zona de riesgo, donde se encuentran los pacientes que han dado positivo por Ébola y donde realizamos la mayor parte de nuestro trabajo médico, lleva bastante tiempo. Algunas veces me recuerda a cuando vistes a los niños con el uniforme completo de hockey hielo. Incluso sucede que, al igual que los niños, una vez que te has vestido te entran ganas de ir al baño. Debo de reconocer, aunque a regañadientes, que esto de envejecer tiene algunas desventajas.

Una vez que te has puesto el mono de plástico que no es transpirable, los dos pares de guantes, la capucha, las gafas que no se empañan y las pesadas botas de plástico, bajo los más de 32 ºC que golpean la tarde, comienzas una carrera de fondo contra el tiempo.

Enfermeras preparan el reparto de comidas a los pacientes en la zona de alto riesgo. La comida se distribuye en envases desechables que son eleminados en el propio centro.

Enfermeras preparan el reparto de comidas a los pacientes en la zona de alto riesgo. La comida se distribuye en envases desechables que son eleminados en el propio centro. Fotografía: Fathema Murtaza/MSF

Tienes que moverte con cuidado para evitar cualquier contacto que pueda poner en peligro la integridad de tu equipo de protección o de tu compañero: no caerte, no realizar movimientos innecesarios, pero, aun así, tienes que hacerlo mientras llevas a cabo el mayor número de tareas posibles durante el tiempo que estás en la zona de riesgo. En esta ocasión estuvimos una hora dentro. Siendo nueva y recién llegada, salí agotada y temblando.

Esta vez, entramos para preparar el alta de una paciente. Se trata una mujer mayor, ciega y que no puede de andar pero que, asombrosamente, ha superado el virus.

Hasta el momento, y a pesar de que había vencido a la enfermedad, se mantenía reticente a abandonar el centro de tratamiento. Quizás temía encontrarse aislada a causa de su discapacidad o no tener para comer. Aquí en el centro de Kailahun había recibido tres comidas al día; recibía saludos y cariño.

Los promotores de salud, la versión en Médicos Sin Fronteras (MSF) de los trabajadores sociales, la llevaron en un vehículo de la organización hasta un punto de encuentro, donde un sobrino, les recibió y se comprometió a acompañar a su tía hasta su casa. Ha vuelto a su antigua vida, se ha recuperado de la terrible enfermedad, pero no sabemos qué futuro le espera.

“No podemos hacer nada por ella, Patricia”

Pasan los días y la gente se sigue muriendo: en ambulancias mientras vienen hacia nosotros, silenciosamente en las esquinas de nuestro centro, bajo las camas, o mientras se desplazan con grandes dificultades, víctimas de esta terrible enfermedad. Las últimas fases de esta enfermedad son, en muchos casos, agonizantes.

Esta es la verdad que los medios de comunicación y las estadísticas no pueden describir; es el día a día que vemos los que estamos aquí.

Ayer por la tarde fui a dar de alta a pacientes junto a Konneh, el responsable de uno de los cuatro equipos de enfermeros locales de  MSF del centro para pacientes de Ébola de Kailahun, Sierra Leona. En el área que llamamos “C2” (allí donde están los pacientes cuyos dos test resultaron positivos), encontramos el cuerpo de una mujer bajo la cama de otra paciente, una aterrorizada niña de unos 11 años.

El rostro de la mujer sobresalía de debajo de la cama y mostraba un gesto de tensión extrema, una expresión que, desgraciadamente, estoy aprendiendo a reconocer. Todavía respiraba, pero no pudo responder, siquiera gemir.

A pesar de la introducción que realizamos en Bruselas, de las formaciones en Freetown, Bo y Kailahun, de la acumulación cada vez mayor de historias y de mi propia experiencia, admito que me quedé atónita. Me di cuenta de que no había nada, absolutamente nada que hacer. Me volví estupefacta hacia Konneh y, bendito sea, desde las profundidades de su traje de protección personal, tuvo la compasión de decírmelo en pocas palabras: «No podemos hacer nada por ella, Patricia”. No pudimos moverla, levantarla; ni siquiera sacarla de debajo de la cama. No teníamos el equipo adecuado, el tiempo y la energía eran limitados, y habíamos entrado para cumplir otras tareas: dar de alta a los supervivientes. Fue un punto y aparte.

Un higienista guía el proceso de desvertirse y rocía con una solución de cloro cada uno de los elementos del traje de protección. Fotografía: Fathema Murtaza/MSF

Un higienista guía el proceso de desvertirse y rocía con una solución de cloro cada uno de los elementos del traje de protección. Fotografía: Fathema Murtaza/MSF

Movimos a la niña a la otra cama y tratamos de hacer que se sintiese cómoda. Volcamos la cama que cubría a la mujer para quitarla de la visión de la niña y para que nosotros pudiésemos verla mejor. Sí, respiraba, pero se estaba muriendo. La tapamos con su manta, en el suelo, porque el viento había ganado intensidad y la lluvia había comenzado a arreciar, haciendo que la temperatura bajase. Y se quedó ahí, la dejamos ahí.

5 comentarios

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Por ma que estés siempre hay quien esta peor, la vida es algo terrible sobretodo en Africa.

    12 noviembre 2014 | 13:27

  2. Dice ser Casandra

    En vez de utilizar un traje NBQ tratar pacientes con ébola y luego destruirlo para optimizar recursos que pude ser un problema en el tercer mundo pues cuando se opera no se destruye el material sino que se desinfectar en una autoclave y se recicla no se podría defensectar los trajes NBQ sumergiendolos en unas piscinas con cloro para volver a ser utilizados etiquetandolos para evitar confusiones.

    12 noviembre 2014 | 16:35

  3. Dice ser J.L.Puente

    La limpieza en disolución clorada del material de protección plantea varios problemas. Los más relevante e inmediatos:

    a.-Deterioro incontrolable del material. Con riesgo de ruptura de la barrera física, de manera imposible de revisar.

    b.-Problemas de alergia al cloro en el personal usuario.

    Ninguno de los dos es banal. Hay más problemas, pero con estos dos, es suficiente para desaconsejar el reciclado.

    Un abrazo,

    12 noviembre 2014 | 21:30

  4. Dice ser sonia sayavedra

    hola Patricia, soy enfermera y trabajo en un hospital aqui en Mar del Plata, Argentina, te queria preguntar, ya que desde aqui no estamos recibiendo nuevas informaciones acerca del ebola, que esta pasando, con este flagelo en el mundo que vos sepas, ya que no se esta informando en los medios de comunicacion como se hacia un mes antes, si es que esta mas controlado ya, o no se quiere informar a la poblacion para no provocar temor, te mando un abrazo y gracias por todo lo que hacen alli, tu y todos tus colegas, abrazo colega.

    12 noviembre 2014 | 22:46

  5. «La desgracia que enluta África no es para el régimen de EEUU más que un buen pretexto para desplegar tropas estadounidenses en ese continente.

    Washington anuncia la creación de un puesto de mando militar en Liberia.

    Ante la «epidemia sin precedente de ébola que se extiende de manera exponencial en África Occidental», el presidente Obama anunció que «a pedido del gobierno liberiano» Estados Unidos establecerá «un puesto de mando militar en Liberia».

    Se trata de un «cuartel general de mando para la fuerza conjunta», precisa el AfriCom ([el mando militar estadounidense en África] cuya «área de responsabilidad» cubre todo el continente, con excepción de Egipto). Bajo las órdenes del general Darryl Williams –quien ya se halla en Liberia–, ese cuartel general contará con al menos 3 000 militares estadounidenses, un puente aéreo y un centro de selección en Senegal y ejercerá el «mando y control» de la operación internacional contra el ébola, que incluye el envío de personal médico y hospitales de campaña.

    Según Obama, esto es «un ejemplo de lo que sucede cuando Estados Unidos toma el mando para enfrentar los más importantes desafíos mundiales». En su reciente discurso, Obama detalló al mundo la lista de esos desafíos, afirmando que sólo Estados Unidos tiene «la capacidad y la voluntad de movilizar el mundo contra los terroristas del ISIS [Emirato Islámico (ex EIIL)]», de «unir el mundo contra la agresión rusa» y de «contener y erradicar el ébola».

    Aunque es extremadamente remota la posibilidad de que el ébola llegue a extenderse hasta Estados Unidos, Obama subrayó en el discurso que pronunció en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades –con sede en Atlanta, Georgia– que en África Occidental esa enfermedad ha provocado la muerte de «más de 2 400 hombres, mujeres y niños». Acontecimiento ciertamente trágico aunque bastante limitado si lo relacionamos con el hecho que la población del África Occidental se eleva a alrededor de 350 millones de personas, que toda la región subsahariana cuenta casi 950 millones de habitantes, que cada año el sida mata en la región más de un millón de adultos y niños, y que en el África subsahariana y en el sur de Asia simples diarreas acaban cada año con las vidas de 600 000 niños de menos de 5 años (más de 1 600 muertes al día).

    Esas enfermedades, al igual que todas las demás llamadas «enfermedades de la pobreza», que cada año provocan en el África subsahariana varios millones de muertes prematuras y casos de invalidez, son consecuencia de la malnutrición, de la escasez de agua potable y de las malas condiciones higiénico-sanitarias en las que vive la población pobre. Esa población, según los datos del Banco Mundial) es el 70% de los habitantes de la región y el 49% vive en condiciones de pobreza extrema. Así que la campaña de Obama tiene todas las características de un pretexto.

    El África Occidental, donde el Pentágono ahora instala su propio cuartel general invocando oficialmente la lucha contra el ébola, es muy rica en materias primas: petróleo en Nigeria y Benin; diamantes en Sierra Leona y Costa de Marfil; fosfatos en Togo y Senegal; caucho, oro y diamantes en Liberia; oro y diamantes en Guinea y Ghana; y bauxita en Guinea. Las tierras más fértiles se reservan para el cultivo de cacao, piña, maní y algodón. Pero la población local prácticamente no se beneficia con la explotación de esos recursos ya que las transnacionales y las élites locales se reparten los ingresos, además de enriquecerse con la exportación de maderas preciosas, sin importales las graves consecuencias de la deforestación para el medio ambiente.

    Pero los intereses de las grandes compañías estadounidenses y europeas están en peligro debido a las rebeliones populares (como la del delta del Níger, resultado de las consecuencias medioambientales y sociales de la explotación del petróleo) y a la competencia de China, cuyas inversiones resultan mucho más útiles y ventajosas para los países africanos.

    Para tratar de mantener su influencia en África, Estados Unidos creó en 2007 el AfriCom. Utilizando como cobertura las supuestas operaciones humanitarias, esa estructura militar estadounidense recluta y forma en los países africanos oficiales y miembros de las fuerzas especiales locales a través de cientos de actividades militares. Una base fundamental para la realización de esas operaciones es la base de Sigonella –en Sicilia–, donde está desplegada la Task Force de los marines estadounidenses. Desde esa base parte la rotación de los escuadrones estadounidenses en África, fundamentalmente en África Occidental.

    Desde allí comienza la campaña de Obama «contra el virus del ébola».

    por Manlio Dinucci
    25/09/2014
    Il Manifesto – Red Voltaire

    13 noviembre 2014 | 20:44

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