Miguel Ángel Rodríguez, Burundi, Cruz Roja Española.
Burundi ha conocido casi más años de guerra que días de paz.
Y es que, para llegar a Burundi, hay que atravesar las procelosas aguas del lago Tanganica y bucear por las páginas de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Porque, por desgracia, la historia de este país de los Grandes Lagos está preñada de guerras, de refugiados y de desplazados esparcidos como cenizas tras un funeral.
En occidente hablarán de abril de 1994, cuando los presidentes de Burundi y de Ruanda, Ntaryamira y Habyarimana, murieron al ser derribado por un misil el avión en el que regresaban de unas conversaciones de paz. Comenzaba así el mal llamado Genocidio, el tiempo de los machetes en los que todo olía a último, o a penúltimo.
Pero la guerra había empezado antes, mucho antes, cuando aún conocían a su país como Urundi-Ubrundi-Bruwanda. Y llegaron las Colonias occidentales.
Y la guerra eterna dejó sus daños colaterales: la esperanza de vida en Burundi es de 40 años –descendiendo-; el 85% de la población está en situación de pobreza severa; y un 73% se encuentra malnutrida.
Pero los burundeses prefieren cauterizar las heridas, profundas, olvidar las afrentas y hacer frente a una compleja situación que los sitúa entre los 5 países más pobres del mundo y uno de los más densamente poblados.
Y allí, al frente de una representación teatral de la Cruz Roja Burundesa sobre el cólera, se yergue Rugambo Claude, voluntario en la comunidad de Nyanza-Lac. Sonríe mientras dirige al grupo de teatro saltando sobre su muleta. Ya nadie se extraña sobre la habilidad innata del hombre para transformar un arma de guerra en un báculo de paz.
Y allí anda, pese a todo, pese a las incontables bajas, la Cruz Roja Burundesa tratando de aliviar a las víctimas y ayudar a los vivos. Desde 1963.
Con el apoyo de algunos organismos, como la Unión Europea, Unicef o Cruz Roja Española, han pasado de la intervención humanitaria en situación de guerra a la puesta en marcha de proyectos de Seguridad Alimentaria, apoyo a las decenas de miles de personas retornadas (que escaparon del país y ahora vuelven) o programas de Agua y Saneamiento frente al cólera, otra de sus lacras.
Esta muy bien que hayan organizaciones y personas cuya ayuda es impagable, pero tambien es penoso saber que si los gobiernos tuvieran menos «intereses» y fuesen más solidarios, todos podriamos estar mucho mejor.
03 marzo 2014 | 12:02
Hace un tiempo vi un documental sobre este conflicto, y la verdad es que no pude aguantarme las lágrimas. Es fundamental que se empiece a trabajar en serio en la recuperación de esta zona africana.
http://goo.gl/slOaQc
03 marzo 2014 | 12:42
A lo mejor gran parte de lo que pasa en Burundi y Grandes Lagos se debe a eso, a las Colonias y sus mapas trazados con escuedra y car…
03 marzo 2014 | 19:37