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Cuervos e intimidades

Por Jana Brandt, coordinadora de Médicos Sin Fronteras en Kalonge, República Democrática del Congo (RDC)

Base de MSF en Kalonge, RDC (© Fernando Calero).

Hospital de referencia de Kalonge, RDC (© Fernando Calero).

 

¡Trasss!

Un extraño ruido me despierta en mi primera mañana en Kalonge. Suena como si algo muy pesado se hubiera caído sobre el tejado de aluminio de la casa. Otra vez: “¡trasss!”, seguido por unos golpecitos rápidos. Son las seis de la mañana. ¿Qué diablos es esto?

Me levanto para averiguarlo y descubro una bandada de cuervos de color blanco y negro que caminan alegremente sobre el tejado, saludando los primeros rayos de sol con sus gañidos. Los golpes que me despertaron son producidos al aterrizar en el tejado. «¿Tan poco pájaro y tanto ruido?», me pregunto sorprendida. Aún no sé que ellos me acompañarán todas las mañanas en Kalonge. Mañanas muy mañanas, porque los días empiezan temprano aquí. Normalmente, a las seis de la mañana ya estoy en pie.

El día anterior había llegado a Kalonge, situado a unos 60 kilómetros de Bukavu. El viaje hasta aquí fue exuberante. Para llegar, cruzamos el Parque Nacional Kahuzi-Biega, ascendiendo más de 2.000 metros hasta llegar a la base de Médicos Sin Fronteras que se encuentra en el borde del parque, a unos 1.800 metros sobre el nivel del mar.

El parque fue inscrito en la lista  de Patrimonio de la Humanidad en 1980 no sólo por su variada flora (en especial los bosques de bambú), sino también para proteger a una población de gorilas de montaña que en aquel entonces todavía contaba con algunos miles de ejemplares. Fue aquí donde la famosa Dian Fossey comenzó a estudiarlos antes de marcharse a Ruanda.

Sin embargo, a partir del estallido de la guerra en los noventa en esta zona del Congo, la población de simios fue disminuyendo y hoy día solo se cuenta con un centenar de esta especie. En 1997 el parque fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en peligro. Desde la base de MSF, divisamos –si hace buen tiempo– el monte Kahuzi (3.308m), uno de los dos volcanes extintos que dan el nombre al parque nacional. El otro es el monte Biéga (2.790m).

Éric, conductor de MSF y 'traductor' ocasional (© Jana Brandt).

Éric, conductor de MSF y ‘traductor’ ocasional (© Jana Brandt).

El viaje me permitió tener una primera impresión del terreno.  Con los coches pasamos por lugares imposibles. Sin embargo, mi primer reto no es el viaje, sino la comunicación por radio. La red de telefonía es inexistente en esta parte del país, por lo cual la radio se convierte en nuestro principal medio de comunicación. Y hay que comunicar en francés. Exclusivamente. A causa de las continuas interferencias en la transmisión, sólo logro entender la mitad de los mensajes, más aún porque desconozco el protocolo interno de comunicación. Si no hubiera sido por Éric, el conductor, quien me ayuda y me ‘traduce’, hubiera sido imposible entenderlo todo.

Salir de Bukavu y llegar a Kalonge es como cruzar dos universos. Aquí nos encontramos en un mundo totalmente rural donde la electricidad, el agua corriente y las calles asfaltadas no existen. El ritmo de vida es otro. Más pausado, más lento. Trabajar para MSF siempre significa trabajar mucho, los días laborales suelen ser muy largos, pero trabajar para MSF no es siempre sinónimo de urgencia. El proyecto de Kalonge lleva ya 4 años y medio y como el contexto es cada vez más estable, las actividades de MSF están ya muy consolidadas.

En sus orígenes, el proyecto fue establecido para atender las necesidades médico-humanitarias de un gran número de desplazados a causa del conflicto armado que azotaba la región. Con los años, el número de nuevos desplazados ha ido bajando y hoy se trata sobre todo de seguir garantizando la atención sanitaria gratuita y de calidad para la población de la zona, mediante el apoyo a un hospital y a ocho centros de salud en la periferia.

Durante mi presentación oficial como nueva coordinadora de terreno me llevé otra sorpresa, cuando alguien del equipo local me lanzó, con una gran sonrisa: “et toi? Tu est disponible?”*  ¿Qué? Con interrogantes en la cara, miro a la coordinadora que remplazo. “Sí”, sonríe, “aquí esta pregunta es normal.”  Con la disponibilidad se refieren a la disponibilidad para una relación, si uno tiene pareja o no. O si uno tiene pareja, pero sin embargo está disponible (entonces lo llaman “disponibilidad geográfica”).

Una pregunta por lo menos curiosa, una pregunta para la cual no estoy del todo preparada… Así empezó mi nueva vida en Kalonge, perdida en el monte congolés. Con cuervos e intimidades. ¡Quién se lo hubiera imaginado!

(Continuará)

* ¿Y tú? ¿Estás disponible?

 

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