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¿De dónde surge llamar ‘mesalina’ a algunas mujeres consideradas como lujuriosas?

En algunos diccionarios podemos encontrar que al término ‘mesalina’ se le da la acepción de ‘Mujer de costumbres inmorales o disolutas, en especial en lo referente al sexo’ (en el diccionario de la Rae aparece como ‘Mujer poderosa o aristócrata y de costumbres disolutas’) y que es frecuentemente utilizado para referirse de ese modo a algunas mujeres consideradas como libertinas o lujuriosas.

¿De dónde surge llamar ‘mesalina’ a algunas mujeres consideradas como lujuriosas?

El origen de este vocablo lo encontramos en el nombre de la tercera esposa de Tiberio Claudio, uno de los emperadores más famosos del Imperio Romano: Valeria Mesalina.

Falleció en el año 48 d.C. a los 23 años de edad, pero tras de sí (tal y como relataron los cronistas de su época) dejó un reguero de infidelidades y una vida  llena de promiscuidades.

Según consta en los escritos, Mesalina dio rienda suelta a su ninfomanía manteniendo relaciones sexuales con infinidad de hombres de cualquier estatus social (cónsules, gladiadores, soldados, miembros de la nobleza…).

 

 

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¿De dónde surge el famoso refrán ‘En martes, ni te cases ni te embarques’?

Un refrán que lleva toda nuestra vida acompañándonos es aquel que dice ‘En martes, ni te cases ni te embarques’ que venía a ser una advertencia sobre el segundo día de la semana (en algunas culturas y calendarios es el tercero), el cual desde la antigüedad ha estado considerado como un día funesto y de infortunio.

¿De dónde surge el famoso refrán ‘En martes, ni te cases ni te embarques’?

Desde tiempos inmemoriales, el martes ha estado considerado como el día de la semana predestinado a los conflictos, guerras y a que todo lo relacionado con los negocios saliesen mal. Esa creencia se basada en que dicha jornada estaba dedicada a Marte, el Dios Romano de la Guerra, pero al igual que esta deidad proporcionaba a los ejércitos del imperio la protección (dándoles grandes triunfos en batallas y conquistas, o al menos los antiguos romanos creían que sus victorias provenían gracias a la protección que les daba esta divinidad) también sabían (o más bien creían y tenían la superstición) de que esa protección que les otorgaba el Dios Marte para las guerras se la quitaba de otros asuntos más mundanos, como podía ser el realizar negocios o cerrar un trato en un día que caía en martes.

Debemos tener en cuenta que en la antigüedad los viajes (sobre todo en barco) no se realizaban por turismo, tal y como lo concebimos hoy en día, sino para ir a realizar algún negocio. De ahí que también se evitaba embarcarse o realizar un desplazamiento en ese día cuando el fin del mismo era para cerrar un trato, pues se temía que acabaría saliendo mal.

Los antiguos romanos eran terriblemente supersticiosos y por tal motivo veían vinculaciones con el infortunio (aunque no las tuviese) en cualquier cosa relacionada con el martes de ahí que también se evitase contraer matrimonio en ese día. Debemos tener en cuenta que un casamiento, en aquella época, no se realizaba como un acto de amor entre una pareja de enamorados sino como una unión de intereses y como cierre de un trato comercial entre diferentes familias que emparejaban a sus hijos. Al tratarse de un acuerdo de carácter mercantil, la superstición de que saliera mal por realizarse en martes era lo que originó con los años los refranes y dichos que aconsejaban no realizar ciertas cosas en martes.

Cabe destacar que muchos son los historiadores que al término ‘embarcarse’ del refrán no le dan el sentido de subir en una embarcación y realizar un viaje, sino que ven en la locución una referencia al sentido de tomar parte en un negocio arriesgado (el diccionario de la RAE, da como tercera acepción de la palabra ‘embarcarse’ el siguiente significado:  ‘Hacer que alguien intervenga en una empresa difícil o arriesgada’).

A partir de la Edad Media se popularizaron este tipo de refranes en España, sobre todo por el carácter supersticioso que se le dio a este día ya no por el Dios Marte (el cual ya no tenía ningún significado pues ya se había extendido el cristianismo) sino porque según explicaban algunos cronistas se perdieron algunas batallas importantes frente a los musulmanes.

Aunque el refrán más popular es el que indica que ‘En martes, ni te cases ni te embarques’, existe una amplia gama de variantes, pudiéndonos encontrar otros que indican: ‘En martes, ni tu tela urdas ni tu hija cases’, ‘En martes y trece, ni te cases ni te embarques’, ‘En martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes’

 

 

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¿Cuál es el origen de la expresión ‘Donde fueres, haz lo que vieres’?

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Donde fueres, haz lo que vieres’?

‘Donde fueres, haz lo que vieres’ es un famoso consejo, en forma de refrán, que nos recomienda adaptarnos a las costumbres y hábitos de un lugar en el que estemos o viajemos (respetar sus normas, horarios, leyes, idiosincrasia de los habitantes…).

Posiblemente como refrán es uno de los que más variantes tiene y según la zona en la que te encuentres parece que tienen la costumbre de decirlo de un modo diferente, pudiéndonos encontrarlo (entre muchos) de los siguientes modos: Allí donde fueres, haz lo que vieres; Allí donde fueres, haz como vieres; Dondequiera que fueres, haz lo que vieres; Por donde fueres, haz como vieres; Donde quiera que fueres, haz como vieres; Al lugar que fueres, haz lo que vieres; En la tierra donde vinieres, haz lo que vieres.
Todo ello sin contar las diversas formas que tiene cada lengua para decirla.

La expresión original proviene del latín ‘Cum Romae fueritis, Romano vivite more’ (‘Cuando a Roma fueres, como romano vivieres’, que traducido a nuestra forma actual de hablar viene a decir: Cuando vayas a Roma, vive como un romano). Fue pronunciada por primera vez en el siglo IV por Ambrosio de Milán, considerado como uno de los padres de la actual Iglesia católica y uno de los personajes que más influyó para que el cristianismo se impusiera al paganismo del Imperio Romano, consiguiendo que el poder de la Iglesia acabara por encima del poder del Estado.

Pero con esta locución Ambrosio de Milán no pretendía dar consejos de cómo debían comportarse los ciudadanos a la hora de viajar a Roma, sino que originalmente la utilizó para adoctrinar a los fieles y señalarles cuál era el modo de seguir los mandatos de la Iglesia Romana por encima del ‘Arrianismo’, doctrina surgida en esa misma época (promovida por Arrio de Alejandría) y que negaba la divinidad de Cristo.

Así fue como, una exhortación advirtiendo que se debía seguir los mandatos de la Iglesia Romana y no la Arriana que provenía de Alejandría, acabó convirtiéndose en un popular refrán que utilizamos para recomendar que nos adaptemos a las costumbres y hábitos del país en el que nos encontramos, habiendo desaparecido de su intencionalidad  el sentido religioso original.

 

 

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¿Cuál es el origen de los mercenarios?

¿Cuál es el origen de los mercenarios?

Aunque originalmente el término mercenario hiciese referencia al soldado que prestaba sus servicios a ejércitos extranjeros o a fines particulares a cambio de una retribución económica, hoy en día también se utiliza para referirse a todo aquel que trabaja por cuenta ajena y se ofrece al mejor postor, no importándole cambiar continuamente de empleo, aunque con ello se le acuse de deslealtad a la empresa o competencia desleal.

Originariamente los mercenarios eran soldados de la Antigua Grecia o del Imperio Romano que habían sido contratados para vigilar una mercancía (de ahí su etimología). El salario que percibían era relativamente bajo, algo que provocaba que en muchas ocasiones robasen algo de género que estaban custodiando o dejasen plantados a sus patrones por irse a trabajar con otro que les pagaba más, de ahí la mala fama que cogieron.

Cuando no había mercancías que custodiar se enrolaban como asalariados en el ejército (propio o de otro país) y cobraban por luchar.

 

 

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El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

Conocemos como ‘proletario’ a aquel individuo que forma parte de la clase social obrera (o como también se define: trabajadores que obtienen sus ingresos a través del trabajo que realizan para otros, siendo en la mayoría de ocasiones explotados por la sociedad industrial).

Tal y como conocemos hoy la acepción que se le da al término fue utilizada a mediados del siglo XIX por Karl Marx y Friedrich Engels quienes incorporaron dicho vocablo en su manifiesto comunista.

Pero este término, hasta entonces prácticamente en desuso, lo habían recuperado de un concepto que se tuvo en el Imperio Romano y que  era conocido como ‘proletarii’ el cual consistía en que las clases más bajas de la sociedad dotasen de soldados al ejército.

Proletarii  proviene de  ‘proles’, que era el término en latín para referirse a los hijos (todavía hoy en día se utiliza este vocablo para referirse a la descendencia de alguien: ‘el matrimonio se marchó de vacaciones con toda su prole’).

En la Antigua Roma se dieron cuenta que para hacer más grande el imperio éste debía ser dotado de un gran número de soldados, algo que chocaba con los estrictos requisitos que se exigían para formar parte del ejército. No fue hasta la reforma realizada por el general y cónsul romano Cayo Mario, quien llevó a cabo una importante reforma del ejército en el año 107 aC.

Hasta entonces aquellos jóvenes que pertenecían a las clases más bajas que no poseían bienes ni tierra alguna no podían ser reclutados por la legión romana. Sin embargo la reforma trajo consigo la eliminación de esa norma y, por tanto, a partir de aquel momento muchas fueron las familias romanas sin recursos que aportando hijos al ejército como forma de pago de impuestos al Estado.

 

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El curioso motivo por el que la cruz es el símbolo del cristianismo

El curioso e histórico motivo por el que la cruz es el símbolo del cristianismo

Si preguntamos al azar a un grupo de personas sobre el porqué la cruz es el símbolo del cristianismo responderán mayoritariamente que es así porque Jesucristo murió crucificado. Pero si a esa pregunta le añadimos los interrogantes sobre cuándo y quién fue la persona que determinó que ese distintivo debía sustituir al que hasta entonces se había utilizado y que era conocido como IXTHUS (el primer símbolo cristiano que representaba un pez y que era el acróstico de la frase ‘Iesous Xhristos Theou Hyios Soter’ –Jesucristo, de Dios el Hijo, Salvador-) la cosa cambia y las respuestas serían, muy posiblemente, erróneas casi en su totalidad.

Pocas son las personas que, a pesar de profesar el cristianismo, saben que la cruz no se comenzó a utilizar como símbolo de su religión hasta el siglo IV d. C., casi trescientos años después de cuando se crucificó a Jesús, hasta entonces el dibujo en forma de pez (como ya he comentado en el párrafo anterior) era lo que los representaba.

Fue el emperador romano Constantino I (el mismo que promulgó en el año 313 d. C. el conocido como Edicto de Milán por el cual daba libertad de culto y dejaba de perseguirse a los cristianos) quien unos años más tarde (concretamente en el 325) decretó en el Concilio de Nicea (en el que se sentaron las primeras bases de lo que con el tiempo ha desencadenado en el cristianismo tal y como lo conocemos hoy) que el símbolo de los cristianos debía ser la cruz y lo hizo en base a una experiencia mística vivida por él el 28 de octubre del 312, cuando se dirigía con su ejército a luchar contra el emperador Majencio en la batalla del Puente Milvio (era el periodo conocido como ‘tetrarquía’ en el que el poder en el Imperio Romano era ejercido por cuatro personas).

Según relató el propio Constantino (y así lo recogió su biógrafo Eusebio de Cesarea en su obra ‘Vita Constantini’) dirigiéndose hacia la batalla miró hacia el firmamento y sobre el Sol apareció una cruz rodeada por la leyenda ‘In hoc signo vinces’ (Con este signo vencerás). Quedo tan impresionado por tal aparición que esa misma noche soñó con Jesucristo y como éste le dijo que si usaba ese signo en sus batallas lo haría invencible ante sus enemigos.

A partir del Concilio de Nicea y tras los motivos dados por Constantino I, la cruz pasó a convertirse en el principal símbolo del cristianismo.

El curioso e histórico motivo por el que la cruz es el símbolo del cristianismo

 

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¿De dónde surge el término ‘castrense’?

¿De dónde surge el término ‘castrense’?

Se utiliza el término ‘castrense’ para referirse al ejército o alguien relacionado con la profesión militar (por ejemplo ‘campamento castrense’, ‘disciplina castrense’, ‘vida castrense’, ‘capellán castrense’, ‘médico castrense’…).

El origen lo encontramos en el latín ‘castrensis’ (campamento militar) y éste deriva de ‘castrum’ usado para designar a las fortificaciones o castillos militares y de ahí derivó al castellano ‘castro’ (poblado fortificado).

Muchas fueron las poblaciones que surgieron a raíz de las fortificaciones o campamentos militares (castrum/castro) que fueron desplegando los ejércitos del Imperio Romano e incluso los antiguos celtas, encontrándonos con numerosas localidades que llevan acoplado el vocablo ‘castro’ en sus nombres: Castro Urdiales, Castropol, Castro del Río, Castro de Rey, Castrojeriz…

Así fue cómo, a través de la vida en esos castros, surgió el término ‘castrense’ como referencia a la vida militar.

Cabe destacar que debería ser una redundancia utilizar la expresión ‘campamento castrense’, ya que ambos términos, en su origen, significan lo mismo.

 

 

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Post realizado en respuesta a una consulta realizada, a través del apartado de contacto, por Raúl G. Quintero
Fuente de la imagen: pixabay

¿Sabías que el primer centro comercial de la Historia se levantó en la Antigua Roma?

¿Sabías que el primer centro comercial de la Historia se levantó en la Antigua Roma?

El emperador Marco Ulpio Trajano, originario de Itálica (actual Santiponce, en Sevilla) es recordado por ser uno de los mejores generales y gobernantes, cuya gestión al frente del Imperio Romano ayudó a hacerlo todavía más grande y poderoso. Bajo su mandato muchas fueron las obras, monumentos e infraestructuras llevadas a cabo (algunas de las cuales hoy en día todavía perduran).

Una de ellas fue el proyectar en un mismo espacio de seis plantas un gran área que reuniese distintos tipos de comercios en las tres plantas inferiores (como si de un mercado público se tratase pero cubierto), las superiores albergarían oficinas administrativas del emperador e incluso había sitio para una biblioteca y otros espacios de ocio. Este lugar fue conocido como el ‘Mercado Trajano’ y para la mayoría de historiadores es considerado como el ‘primer centro comercial de la Historia’.

El trabajo de diseñar el Mercado Trajano corrió a cargo del arquitecto de origen sirio Apolodoro de Damasco, quien además de hacerse cargo de este cometido también fue el responsable de la mayoría de las más importantes construcciones realizadas durante la etapa del emperador Trajano y su sucesor Adriano.

La obra se realizó al mismo tiempo que el Foro Trajano, situado junto al mercado, entre los años 100 y 112 d.C. (algunas fuentes indican que entre el 107 y el 110 d.C. pero resulta prácticamente imposible que lo hubieran realizado en tan corto espacio de tiempo).

¿Sabías que el primer centro comercial de la Historia se levantó en la Antigua Roma?

 

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Fuentes de consulta: The Rome Empire de Mathew Bunson / moleskinearquitectonico / historiasextra-ordinarias
Fuente de las imágenes: pixabay / carolemage (Flickr)

Nota: La imagen que encabeza el post no se corresponde con el Mercado Trajano. La que lo cierra sí.

La trágica y casi desconocida vida de Santa Eulalia

La trágica y casi desconocida vida de Santa EulaliaMuchos son los barceloneses que se han visto sorprendidos por tener en el calendario una nueva fiesta local (12 de febrero): Santa Eulalia; quedando además confundidos al enterarse que ésta es la Patrona de la ciudad de Barcelona, cuando hasta la fecha estaban convencidos de que lo era la Mare de Deu de la Mercè, muy celebrada y cuya festividad (24 de septiembre) coincide con la fiesta mayor de la Ciudad Condal.

Pero en realidad, ‘la Mercè’ (como es popularmente conocida) es copatrona, desde 1868, de Barcelona junto a Santa Eulalia, una mártir cristiana cuyos detalles de su vida es prácticamente desconocida para la inmensa mayoría.

Eulalia nació en Hispania en el año 290 d.C. en el seno de una acomodada familia que se había acogido a la fe cristiana, en una época que el cristianismo todavía estaba perseguido (la libertad de culto no llegaría hasta el año 313 con el Edicto de Milán).

Siendo una joven adolescente de trece años de edad (año 303) Eulalia decidió presentarse frente a Publio Daciano, prefecto romano en Hispania que debía hacer cumplir los edictos del emperador Diocleciano.

Eulalia quería hacer saber a Daciano su malestar y protesta por la persecución a la que habían sido sometidos los cristianos, haciendo encolerizar al prefecto que ordenó apresarla y someterla a trece martirios, que eran tantos como años tenía la muchacha.

Así fue como la joven padeció trece dolorosas y horripilantes torturas que fueron desde azotarla a desgarrarle la piel con ganchos, quemarle los pechos, colocarla de pie sobre brasas, hacerla rodar en un tonel lleno de cristales y objetos punzantes o crucificarla hasta hacerla morir.

Martirios de Santa Eulalia

A partir de ahí surgieron infinidad de leyendas e historias alrededor de la joven Eulalia, quien fue canonizada en el año 633, apareciendo diferentes versiones sobre la vida de esta y, sobre todo, situándola en distintas ubicaciones: por un lado Barcino (Barcelona) y por otro en Augusta Emerita (Mérida, donde también es patrona de la ciudad). En esta última es conocida como Santa Eulalia de Mérida pero su festividad se celebra el 10 de diciembre, relatando sobre la vida de esta prácticamente lo mismo que de Santa Eulalia de Barcelona. Hoy en día hay más expertos que apuntan a que Eulalia nació y murió en la población extremeña y que la historia sobre su vida no llegó hasta la Ciudad Condal tres siglos después.

 

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Fuentes de consulta: Blog de la Biblioteca de Catalunya /  catedralbcn / ajuntament.barcelona / Wikipedia (Eulalia de Barcelona) / Wikipedia (Eulalia de Mérida) / santaeulaliademerida

Fuente de la imagen: Wikimedia commons 1 / Wikimedia commons 2 / Wikimedia commons 3

Un par de etimologías relacionadas con las bromas y las inocentadas

Un par de etimologías relacionadas con las bromas y las inocentadasA pesar de que el 28 de diciembre es la fecha escogida por la Iglesia Católica para conmemorar la matanza de los niños menores de dos años ordenada por Herodes (según explica San Mateo en su evangelio) y que es conocido como el Día de los Santos Inocentes, esta jornada también es famosa por ser el día escogido por muchas personas para gastar bromas (comúnmente conocidas como inocentadas).

Pero en el post de hoy no me voy a centrar en el origen específico de este día sino en la etimología de dos de los términos más relacionados con esta jornada: ‘broma’ e ‘inocente’.

La palabra ‘broma’ proviene del nombre de un molusco marino invasor que se adhería en la base de los barcos antiguos, que estaban hechos de madera, e iba carcomiéndolos lentamente.

La broma, también conocida como teredón, teredo o taraza, es minúscula y al adherirse a la madera apenas mide un cuarto de milímetro pero en cuestión de unas pocas semanas puede llegar a medir diez centímetros. Posee unos minúsculos dientes que son capaces de roer todo tipo de madera, realizando complejos túneles que acaba destruyendo toda la estructura por la que ha ido carcomiendo.

En la antigüedad, este hecho apesadumbraba a los marinos y propietarios de las embarcaciones afectadas, por lo que lo consideraban algo muy pesado que les había ocurrido. Con el tiempo se aplicó el termino broma para cualquier acto que abrumase al afectado, llegando hasta nuestros días tal y como conocemos la definición de la palabra broma.

Por su parte, la palabra ‘inocente’ se utiliza para señalar a aquel que está libre de culpa, es ingenuo, cándido o no tiene malicia, siendo fácil de engañar.

El origen del término lo encontramos en el latín ‘innŏcens’ formado por el prefijo negativo ‘in’, que expresa el valor contrario a la palabra que acompaña y ‘nocere’ (daño, dañar, perjudicial), por lo que su significado es ‘el que no perjudica/daña’.

En la época del Imperio Romano se tomó por costumbre utilizar el término inocente para referirse a los niños de corta edad, debido a que éstos carecían de maldad alguna.

 

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Fuente de la imagen: clker