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«Las olas son malas, no me gustan las olas»

Cuando hace un par de días os hablaba de nuestras vacaciones podíais leer mucho sobre piscinas y paseos y muy poco sobre mar y arena.

A ninguno de mis hijos les gusta jugar con la arena. Ni en la playa ni en el parque. Es así para ambos desde la primera vez que les sentamos en la arena.

Cuando les hemos llevado a la playa han insistido en atrincherarse en la toalla, como si fuera la alfombra mágica de Aladino y poner un pie fuera supusiera precipitarse al vacío.

Y a ninguno de los dos les gusta el mar. Son muy acuáticos, la piscina les chifla. Pero el mar está salado, tiene olas imprevisibles que te salpican, cosas raras que flotan y a veces está un tanto frío.

Todos los años lo intentamos dos o tres veces y todos los años nos retiramos con ellos camino de la piscina.

Pero es que de padres poco playeros, tal vez niños poco playeros.

Tampoco Sergio y yo somos de mucha playa. No lo hemos sido nunca. Un ratito vale, para darse un buen baño, secarse agradecido al sol y listo para irse a un lugar más cómodo. En total como mucho una hora u hora y media.

Menos mal.

Como nos gusta la playa es para pasear cuando avanza la tarde y cae la noche, para pasear disfrutando de la puesta de sol y de la visión del mar. Eso sí que lo hemos hecho mucho y lo seguiremos haciendo.

Nos parece más agradable que cargar con sombrillas, tumbonas, palas, cubos, toallas y crema solar para después estar sacudiendo arena de todas partes durante días.

¿Seremos unos bichos raros?

Remedios caseros para las picaduras de medusa

Paseando por la playa vimos salir a toda prisa a un padre con su hija de unos siete u ocho años en brazos. La niña lloraba e intentaba no hacerlo, el padre le decía «aguanta, que tú eres muy valiente».

A la niña le había picado una medusa. Y había pasado en una playa en la que no había socorrista.

Me quedé pensando… yo he crecido bañándome en las frías playas del norte. Allí las medusas son tan raras que ni piensas en ellas. Y cuando ya adulta he disfrutado de mares más cálidos he tenido la suerte de no encontrarme jamás en el camino de una de ellas.

Me quedé pensando en que debe haber remedios caseros para la picadura de una medusa, pero no conocía ninguno. Si a mis hijos les irrita una ortiga sé que hay que buscar baba de caracol o si les pica una avispa o una abeja, amoniaco. Pero no tengo ni idea de medusas.

Cómo estar bien informado es la mejor manera de reaccionar en caso de accidentes decidí buscar en Internet cómo aliviar las picaduras de medusa en cuanto pudiera para guardármelo en mi disco duro. Por lo que pueda pasar.

Y he encontrado que lo primero es eliminar restos de tentáculos, de haberlos, pero sin tocarlos. No frotar la picadura con nada (ni toallas, ni la mano, ni arena), y lavar con suero salino o con agua de mar. Nunca con agua dulce.

El alivio llega de la mano del hielo envuelto en un paño del vinagre (mejor de manzana), papaya, tomate e incluso de la coca cola y la orina, aunque hay páginas médicas que dicen que orinar en la herida no sirve de nada.

Y en cuanto sea posible buscar asistencia sanitaria, que consistirá normalmente en un analgésico y un antihistamínico. Intentar recordar la forma y color de la medusa, si es que la hemos visto, puede ayudar con el tratamiento.

Por lo visto la segunda picadura será peor.