Ayer por la tarde Julia y yo estuvimos un buen rato atareadas fabricando un búho para papá. Se acerca el día del padre (y de los abuelos) y todos los años nos gusta regalar algo que haya hecho con sus manitas. Creo que es más meritorio plantearse qué hacer, sentarse un buen rato y ejecutarlo que ir a comprar algo a algún centro comercial. Aunque ambas cosas son compatibles.
Hasta ahora han sido manualidades o dibujos con los que hemos partido de cero, pero este año Julia ha querido regalarle un búho que le habían regalado a ella. Una bolsita con todo preparado para coser, rellenar y decorar un muñeco de fieltro.
Le ha encantado: «¡Mira mamá, una aguja que no pincha para niños!», «ya soy mayor, estoy cosiendo», son algunos ejemplos de las frases que decía. Creo que voy a investigar dónde se venden para comprar alguno más. Aunque conservando esa aguja de plástico roma, comprando lana y fieltro, con unas plantillas y recortando en el fieltro las siluetas y agujereándolas para que los peques puedan coserla podemos crear el muñeco que queramos.
En cualquier caso esos kits de manualidades en los que vienen material e instrucciones son una buena idea. Muchas veces no nos ponemos manos a la obra precisamente por falta de esos elementos. Es una manera de facilitar las cosas.
Probablemente tengan más encanto aquellas ideadas por completo en casa, pero aún así me parece una buena idea.
Por cierto, que no estoy cargándome la sorpresa mostrando aquí el búho pese a que aún quedan seis días para el día del padre porque Julia estaba tan orgullosa de su creación que era incapaz de esperar y ha ido corriendo a enseñárselo a mi santo.
Ya está de nuevo guardado esperando su momento de revolotear de nuevo…