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El color de ojos da pistas sobre cómo somos

Científicos de la Universidad de Orebro en Suecia estudiaron a 428 sujetos para ver si su personalidad se relacionaba con el iris del ojo. Encontraron que nuestro color de ojos se ve afectado por los mismos genes que forman nuestros lóbulos frontales, por lo tanto hay comportamientos que comparten las personas con iris similares.

El Dr. Anthony Fallone de la Universidad de Edimburgo ha estudiado los vínculos entre los ojos y la personalidad.  “El ojo está tan estrechamente ligado neurológicamente al cerebro que se podría decir que es la única parte de nuestro cerebro que se puede ver desde el exterior. Parecen dar pistas vitales de nuestra función cerebral“.

(Worthy, 1999), realizó un estudio sobre el color de ojos tanto en humanos como en no humanos y llegó a la conclusión de que las personas con ojos oscuros se especializan en conductas que requieren sensibilidad, velocidad y respuestas reactivas, por ejemplo, son mejores defensas de fútbol y bateadores de béisbol.

Mientras que aquellos individuos de ojos claros se especializan en conductas que requieren vacilación, inhibición y respuestas autorreguladas, serán por ejemplo buenos jugadores de medio campo, encestadores en tiro libre en baloncesto y magníficos lanzadores de béisbol.

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La excitación afecta a tu mirada

Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada. (Antoine de Saint-Exupery)

moana_pozzi_con_rocco_siffrediAunque las investigaciones científicas sobre oculésica son complejas y no muy abundantes, hay resultados muy interesantes y reveladores para interpretar algunos gestos oculares. La ‘lectura’ de un rostro siempre debe incluir la acción ocular, ya que nos facilita información de cómo se siente el otro, de cuál es su estado de ánimo.

A través de la mirada se comunican actitudes interpersonales, sentimientos o características de la personalidad. Una persona que mantiene de forma extrema una mirada fija, será considerada como hostil o dominante; mientras que si una persona desvía frecuentemente la mirada, podrá ser considerada como tímida, sumisa, antipática o como muestra del deseo de terminar la interacción. Esto no quiere decir que lo sea realmente pero sin duda influirá directamente en cómo es percibido por su interlocutor.

Uno de los aspectos más interesantes de la oculésica es la acción pupilar del ojo. Sabemos que el tamaño de las pupilas responde a los cambios de luz, pasando de un tamaño de unos dos milímetros, ante situaciones de luz intensa (por ejemplo con un sol brillante), a aumentar hasta cuatro veces su diámetro, ante situaciones de penumbra u oscuridad. Pero también sabemos que los cambios emocionales provocan cambios en el tamaño de las pupilas.

El psicólogo Eckhard H. Hess fue pionero en los estudios de pupilometría, llegando a demostrar que el estado de excitación de una persona afecta al tamaño de sus pupilas. Estudió la dilatación y contracción pupilar como posibles indicadores de estados mentales o emocionales. Así pues, descubrió que las pupilas de una persona se dilatan realizando operaciones matemáticas, la dilatación es mayor cuanto más difícil es la operación. Además, esta dilatación pupilar no se reducía hasta que la persona daba una respuesta verbal al problema.

Sus investigaciones también mostraron que los estímulos interesantes, placenteros o positivos, causarían dilatación pupilar; mientras que los estímulos negativos, o desagradables, podrían causar contracción pupilar. Estos descubrimientos pueden ser tenidos en cuenta por los vendedores más astutos, ya que cuando un comprador ve algo que le gusta sus pupilas se dilatarán; ello podría ser importante para pedir, por ejemplo, un precio mayor por el objeto que deseamos.

Las agencias de publicidad parecen haber perdido el interés por la dilatación pupilar, ya que la asociación entre ésta y el interés del individuo por un objeto concreto no es tan simple y directa. Algunos de los problemas que se encuentran son que la respuesta pupilar del espectador puede verse afectada, por ejemplo, por los colores y otras características periféricas del anuncio. Es decir, tienen la dificultad de comprobar si lo que el espectador recibe es el mensaje que se le quiere transmitir, por ejemplo, en un anuncio de patatas fritas se mostró que la dilatación pupilar se había producido por el bistec que aparecía adicionalmente (dibujado en la bolsa) y no por las patatas.

 

 

La mirada también habla: el recelo de Sophia Loren con el escote de Jayne Mansfield

Sophia Loren mira el escote de Jayne Manfield. La fotografía fue tomada en al año 1957 en un fiesta en honor de la actriz italiana.

Sophia Loren mira el escote de Jayne Manfield. La fotografía fue tomada en al año 1957 en un fiesta en honor de la actriz italiana. Autor: Joe Shere.

La oculésica, o el comportamiento visual, es uno de los elementos más atractivos de la comunicación no verbal, hasta tal punto que el establecer o no contacto ocular y de qué forma lo hacemos puede marcar o modificar por completo el significado de una situación. A través de la mirada se comunican actitudes interpersonales, sentimientos o incluso ciertos rasgos de personalidad.

El posible análisis que hagamos sobre una mirada debe tener en cuenta otros elementos de la expresión facial, como la posición de las cejas o los labios. Así, una mirada de reojo puede significar cosas distintas, según vaya acompañada de un movimiento de cejas hacia abajo (entrecejo fruncido) y de la comisura de los labios también hacia abajo (indicadores de una actitud hostil, sospechosa o crítica); o por el contrario, se combine con unas cejas ligeramente elevadas y comisura de los labios hacia arriba (indicadores de interés o, en interacciones con el otro sexo como señal de cortejo).

La propia Sophia Loren ha realizado múltiples explicaciones sobre esta épica instantánea: «Paramount había organizado una fiesta para mí. Todo el mundo del cine estaba allí, fue increíble. Y entonces aparece Jayne Mansfield, la última en llegar. Vino directamente a mi mesa, sabía que todos la estaban mirando. Mira la fotografía. ¿Dónde están mis ojos? Estoy mirando fijamente sus pezones porque tengo miedo de que vayan a caer en mi plato. En mi rostro puedes ver el miedo. Tengo mucho miedo de que todo en aquel vestido vaya a caer (¡boom!) y derramarse sobre la mesa» rememoraba la actriz.

Y no, no es miedo lo que hay en su rostro (siento contradecir a la gran Loren). En este caso se produce algo muy característico, la elevación unilateral (sutil) de la comisura labial derecha mientras observa de reojo a su competencia rubia. Mis lectores más fieles ya sabrán qué significa ¿verdad? Eso es, desprecio. Realmente lo que sentía en aquel momento era un profundo rechazo y repulsa por el atuendo de Jayne, considerando un daño moral el modo en el que se presentó su rival, eclipsando (o intentándolo) su belleza y protagonismo. La definición de daño moral en este contexto no podría ser más acertada: deterioro a la persona en su íntegra armonía psíquica, emocional, afectiva o bien en su reputación y/o en su buena fama, su autoestima o su heteroestima. Ahí lo tenemos.

Esta foto ha sido recreada por numerosas actrices, modelos, series, películas, etc. Pero me quedo con la reproducción que realizan dos de sus protagonistas (Gloria y Claire) en la fantástica serie de Modern Family. Como podemos comprobar la imitación no es sencilla, nunca tendrán igual valor las emociones espontáneas que las posadas, es digno de mención el fotógrafo que capturó un momento como este, simplemente genial.

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Dime dónde miras y te diré si mientes, ¿es cierto?

Envidia_Envy_Eyes_dont_lie_(4254867826)Hay quienes defienden que es posible saber si una persona miente gracias a la dirección de su mirada mientras habla, de tal forma que si alguien orienta su mirada hacia la derecha no estará siendo sincero, pues visualiza un suceso ‘construido’ por su mente, o bien, imaginado. Por el contrario, si lo hace en dirección izquierda dice la verdad ya que, probablemente, visualiza un ‘recuerdo’ de su memoria. Bien, pues esto no es del todo cierto, otra mentira para detectar mentiras.

Una reciente investigación liderada por los británicos Richard Wiseman y Caroline Watt puso a prueba esta arraigada creencia popular. Los científicos analizaron a voluntarios cuyas imágenes fueron grabadas cuando mentían o decían algo cierto. A partir de estas imágenes, se codificaron cuidadosamente los movimientos oculares de todos los participantes. De acuerdo con Wiseman, “el análisis no reveló relación alguna entre la mentira y el movimiento ocular”. Otros investigadores han tratado de encontrar un procedimiento de detección de mentiras basado en la dilatación pupilar. Pero asociar la dilatación pupilar de forma inequívoca a la mentira llevaría a errores importantes, ya que esta respuesta psicofisiológica también está asociada a estados de alerta o miedo, entre otros.

También es popular la creencia de que aquel que mantiene el contacto visual con el interlocutor es signo de que la persona está siendo sincera y que los individuos que desvían la mirada tenían la intención de engañar. Sin embargo, investigaciones actuales (DePaulo, Lindsay, Malone, Muhlenbruck, Charlton, & Cooper, 2003; Sporer & Schwandt, 2007; Vrij, 2008) han puesto de manifiesto que apenas existen indicadores espontáneos del engaño y que el contacto ocular precisamente no es uno de ellos.

En este sentido, Porter y Ten Brinke (2010), realizaron tres experimentos observando los movimientos oculares de individuos que mentían y de otros que decían la verdad y fueron analizados cuidadosamente, finalmente se determinó que “no existe ningún patrón de movimiento ocular asociado al engaño”, según los investigadores. En otro experimento realizado por los mismos autores, los científicos concretaron más, analizaron vídeos de mentirosos y de personas sinceras, en los que éstos hablaban de familiares desaparecidos o afirmaban haber sido víctimas de algún delito.

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Elsa Pataky deja claro no verbalmente que Chris Hemsworth es suyo

Foto Gtres

Foto Gtres

El lenguaje corporal es capaz de ‘traducirnos’ también la jerarquía de poder de un grupo o una pareja, y establecer así los roles que desempeña cada uno: quién lidera la situación, quién es más sumiso, quién domina la relación, quién se deja llevar, quién se muestra totalmente indiferente, ignora al otro, etc. Viendo las fotos de la premiere de ‘Las Crónicas de Blancanieves: El Cazador y la Reina de Hielo’ (la última película de Chris Hemsworth), nadie puede dudar de que el posado que realiza el actor junto a su mujer Elsa Pataky inspiran romanticismo del más alto nivel, pero ¿qué se esconde detrás de esta idílica imagen?

Los dos canales de comunicación no verbal que adquieren un poderoso protagonismo al analizar esta secuencia son la oculésica y la háptica. El primero se refiere al contacto visual, dónde dirigimos nuestra mirada y de qué forma lo hacemos. El segundo incluye todo lo referente al sentido del tacto, qué podemos interpretar del contacto físico con otra persona, un apretón de manos, un roce, un abrazo, los toques que uno realiza consigo mismo y con los demás, etc. Ambos canales proveen una información muy significativa puesto que normalmente ambos canales son bastantes inconscientes o al menos, difíciles de controlar o fingir.

Foto Gtres

Foto Gtres

Orientamos nuestra mirada para prestar una atención física a lo que nos interesa, a lo que nos preocupa realmente, a lo que nos agrada. Elsa Pataky (en los contados momentos que se separan) controlaba constantemente dónde se encuentra su esposo, no le quitaba ojo, y cuando estaba junto a él, su mirada se puede identificar emocionalmente hablando, como de una profunda admiración hacia su marido. La imagen habla por sí sola.

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