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¿Cuál es el origen del término ‘cogorza’?

Utilizamos el término ‘cogorza’ como uno de los numerosísimos sinónimos que existen para la palabra ‘borrachera’. En el diccionario de la RAE aparece señalado como un vocablo coloquial, aunque hasta no hace demasiados años indicaba que se trataba de un vulgarismo.

¿Cuál es el origen del término ‘cogorza’?

Para encontrar el origen etimológico debemos dirigirnos hacia el antiguo verbo ‘cohorzar’, el cual hacía referencia a la celebración de un banquete fúnebre y la procedencia de éste, muy posiblemente, fuese desde el vocablo ‘cogüerzo’ que significaba ‘convite fúnebre’.

Parece ser que aquellos banquetes fúnebres se convirtieron en un lugar propicio para aliviar las penas, tras una sentida pérdida, bebiendo y acabando con una buena borrachera, dando lugar al término cogorza.

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

Fuentes de consulta: RAE / etimologias.dechileNuevo tesoro lexicográfico (ntlle)
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¿De dónde proviene llamar ‘tajada’ a una borrachera?

Entre los muchos sinónimos que existen para el término ‘borrachera’ el de ‘tajada’ (o ‘tajá’) es uno de los más utilizados, hasta tal punto que el Diccionario de la RAE lo admite como acepción.

¿De dónde proviene llamar ‘tajada’ a una borrachera?

Pero originalmente una tajada nada tenía que ver con el vino o líquido que se bebía para embriagarse, sino que era como se denominaba a aquello que acompañaba a cualquier bebida ‘la tajada’, que consistía en una porción o corte de embutido, queso o carne.

Desde la antigüedad bien se sabía que cualquier bebida alcohólica debía acompañarse siempre con algún alimento, por lo que nacieron numerosos refranes, como por ejemplo ‘Buen vino y buena tajada y no apurarse por nada’ (aquí la tajada del refrán hace referencia a la comida no a la borrachera).

Cuando alguien llegaba a la taberna era típico que pidiese ‘una jarra de vino y una tajada’ y no se sabe a ciencia cierta por qué ni cuándo, pero esa porción de alimento (o sea, la tajada) con el tiempo sirvió para denominar también a la porción o medida de vino, convirtiéndose en habitual el que se pidiera directamente ‘una tajada de vino’ (como si todo fuese un mismo pack).

Con el tiempo, esa vinculación convirtió a la medida de vino en el resultado de su ingesta, siendo, posteriormente, el término tajada una de las muchas formas con las que conocemos el estado de embriaguez o borrachera.

 

 

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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [8]

Octava entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Asueto: Jornada de fiesta que se toma una persona en sus obligaciones laborales o estudios, en un día que no es festivo, normalmente utilizado para arreglar ‘asuntos propios’ como ir al banco, hacer recados o simplemente descansar. Entre los funcionarios españoles se conoce este día también como ‘moscoso’ en referencia al exministro Javier Moscoso.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Cuesco: Nombre que recibe los huesos de la fruta; como el de la ciruela, cereza, nectarina. También se llama de este modo a la ventosidad (pedo) ruidosa, debido a que esa flatulencia recuerda al sonido de uno o varios huesos caer al suelo.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Saltatriz: Término que proviene del latín y que se usaba en la Antigua Roma para referirse a la mujer que tenía como oficio saltar y bailar, con el fin de entretener al público.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Chozno: Cuando alguien nombra a un chozno se está refiriendo a un nieto en cuarta generación o, para decirlo de otro modo, es el hijo del tataranieto de una persona.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Cabrillas: Las cabrillas son aquellas manchas coloradas que aparecen en las piernas cuando se está mucho tiempo al lado del fuego de una chimenea, hoguera…

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Intonso: Se usa el término intonso para referirse a una persona inculta o que nunca ha leído. Dicho término proviene de llamar así a dos páginas de un libro que siguen unidas y cuyo pliego no ha sido cortado.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Efélide: Modo en el que también se le llama a las ‘pecas’ (manchitas que salen en la piel)

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Siguemepollo: Se trata de una cinta de adorno que colgaba en la parte trasera del vestido de una mujer. Solía usarse en los vestidos elegantes usados en fiestas y actos sociales en los que siempre había algún joven muchacho (llamados antiguamente pollos) que iba detrás de alguna dama con el fin de cortejarla. Había todo un código de lenguaje no verbal en la forma de llevar dicha cinta, que indicaba las intenciones de la muchacha respecto al ‘pollo’

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Vidajenear: Fisgonear, cotillear, chafardear sobre la vida ajena de otras personas.

 

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Diastema: Se trata del espacio que queda entre dos dientes (por ejemplo entre los incisivos central superior)

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Escrúpulo: Medida de peso utilizada antiguamente por los boticarios (farmacéuticos) que correspondía al equivalente a 1,55517384 gramos. Dicha medida se calculaba mediante 24 granos de piedra debido a que el término ‘escrúpulo’ proviene del latín y quiere decir ‘piedrecilla’.

 

 - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban
Maridillo: Se conocía como ‘maridillo’ a un pequeño brasero que se utilizaba antiguamente y que servía para calentar los pies, muy usado por amas de casa mientras realizaban tareas sentadas. Existía el dicho (hoy en día totalmente desfasado y machista) que indicaba que estos pequeños braseros mantenían calientes los pies de la mujer durante el día al igual que lo hacía el marido en la cama durante la noche.

 

 

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