Archivo de mayo, 2021

¿De dónde surge llamar ‘inmolación’ al acto terrorista en el que alguien decide sacrificarse y morir por una causa?

¿De dónde surge llamar ‘inmolación’ al acto terrorista en el que alguien decide sacrificarse y morir por una causa?

Numerosos han sido los deplorables y violentos actos en los que un terrorista ha hecho estallar un artefacto explosivo para causar un gran daño y en el que se ha sacrificado a morir en el mismo como parte de la causa. Esto es conocido con el término ‘inmolarse’ o ‘inmolación’, aunque algunas ocasiones se utiliza el modo ‘autoinmolarse’ o ‘auutoinmolación’, los cuales incurren en una redundancia (tal y como nos explican en esta entrada de la Fundéu).

El término ‘inmolación’ proviene del latín ‘immolatio’ y este a su vez de  ‘immolāre’ (inmolar), compuesto del prefijo ‘in-‘ y el vocablo ‘mola’, el cual hacía referencia a un tipo de harina de cebada (tostada y mezclada con sal) que era utilizada durante los sacrificios que eran realizados en la antigüedad para honrar a los Dioses y que consistía en degollar un animal y sobre el que se le esparcía la mencionada harina. Posteriormente solía incinerarse el cadáver de la víctima sacrificada.

 

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘humano’

Es un error muy común creer que el origen del término ‘humano’ es el vocablo latino ‘homo’, cuyo significado es ‘hombre’.

El curioso origen etimológico del término ‘humano’

En realidad, ‘humano’ proviene del latín ‘humānus’ y su significado literal era ‘que proviene de la tierra’, en relación a la antigua creencia de que el primer hombre (primer ser humano) fue creado tras ser moldeado con barro.

Y es que el término ‘humānus’ está compuesto por ‘humus’ (tierra, suelo) y sufijo ‘-anus’ (relativo, perteneciente). De hecho, el vocablo humus aparece recogido por el diccionario de la RAE desde su edición de 1884 en el que se le daba la siguiente acepción: ‘Tierra vegetal propia para la nutrición de las plantas’. De ahí que enterrar un cadáver sea conocido también como ‘inhumar’ (bajo tierra).

Por su parte, ‘hombre’ proviene del latín ‘homo’/ ‘homine’ y éste a su vez también podría provenir de ‘humus’ (no hay unanimidad por parte de los etimólogos respecto a este origen).

 

 

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Sobre dichos, dicha, dicharachos y dicheros

Mi afán por buscar palabras y palabros, sus orígenes y curiosidades, me lleva a encontrar muy a menudo algunos datos sorprendentes o hilos conductores que acaban emparentando unos términos con otros que, a priori, parecía que nada tenían que ver entre si. También hallar vínculos entre diferentes vocablos e incluso que de un mismo origen etimológico han surgido varias palabras para denominar cosas diferentes. Tenéis numerosos ejemplos de ello en los posts que he ido publicando al respecto en los últimos años y cuyos enlaces encontrareis al pie de esta entrada.

Sobre dichos, dicha, dicharachos y dicheros

En esta ocasión quiero halar de un grupo de términos que comparten un mismo  origen etimológico y que, además, el inicio de su grafía es idéntica. Me refiero a ‘dicho’, ‘dicha’, ‘dicharacho’ o ‘dichero’ (entre otros), vocablos que, cada uno, sirve para hacer referencia a una cosa distinta.

La base etimológica de estos términos es la palabra en latín ‘dictus’, cuyo significado literal es ‘decir’ y que fue el que dio origen a ‘dicho’, el cual puede hacer referencia a diferentes cosas pero sobre todo se vinculó a consejos populares, chascarrillos, ocurrencias o chistes, además de ser participio del mencionado verbo ‘decir’.

Aquello que se decía en un tono bajo, casi susurrando (para que no fuese escuchado por otras personas) debido a ser vulgar o poco decente (como un chiste verde o un chismorreo), era conocido como ‘dicharacho’, apareciendo en el Diccionario de Autoridades de 1732 con la acepción: ‘Dicho baxo, soez, o menos decente. Es voz formada del nombre Dicho y inventada para desprécio’.

El ‘dichero’ era aquel que se dedicaba a explicar (decir) cosas ingeniosas, ocurrentes y graciosas. En diccionario de lengua castellana de Vicente Salvá (de 1846) lo describe como ‘Decidor de chistes’ y en Diccionario de la Academia lo recoge por primera vez en su edición de 1884 con la acepción ‘Que ameniza la conversación con dichos oportunos’.

Un término que está totalmente en desuso pero fue usado siglos atrás era ‘dichido’, el cual hacía referencia a una expresión aguda o picante. La última aparición de este vocablo en el diccionario oficial fue en la edición de 1780.

Pero también encontramos que del término latino ‘dictus’ (decir) surgió el vocablo ‘dicta’ cuyo significado literal era ‘palabras pronunciadas’ (cosas dichas) y que llegó a nosotros como ‘dicha’, convirtiéndose en sinónimo de suerte o fortuna. Y es que en la antigüedad se tenía el convencimiento de que cada vez que venía al mundo un recién nacido las deidades paganas pronunciaban unas palabras por las que aventuraban cómo sería la futura vida de ese nuevo ser humano. Dependiendo de sí los dioses pronunciaban unas palabras al recién llegado éste sería feliz (dichoso) a lo largo de su vida y si no lo hacían sería infeliz (desdichado… no dicho), siendo conocida como ‘desdicha’ una desgracia.

 

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¿De dónde surge llamar ‘horóscopo’ a la predicción zodiacal?

A través de mi perfil @curiosisimo en la red social TikTok, me preguntan de dónde surge llamar ‘horóscopo’ a la predicción zodiacal.

¿De dónde surge llamar ‘horóscopo’ a la predicción zodiacal?

Conocemos como ‘horóscopo’ a la predicción de futuro que comúnmente se hace a través de observar la posición de los astros así como de los signos del zodiaco.

Hoy en día estas predicciones (al igual que el resto de métodos de adivinación) aunque suele ser una de las secciones que más interés generan, están siendo muy cuestionadas y cada vez son más los medios de comunicación que retiran de sus publicaciones o programas la sección del horóscopo (quizá os interese leer el post ¿Por qué tantas personas creen que las predicciones de su horóscopo aciertan?).

Dejando de lado la escasa o nula fiabilidad de las predicciones zodiacales y respondiendo a la consulta, cabe destacar que muchas son las culturas de la antigüedad en las que se tenía el convencimiento que se podía predecir el futuro o qué le depararía a cada persona a lo largo de su vida con el simple hecho de mirar hacia el cielo y observar el posicionamiento de los astros.

Esto era algo que solían hacer los hombres de un clan, tribu o familia en el momento exacto del nacimiento de un bebé y precisamente de ese acto proviene la etimología del término ‘horóscopo’, la cual llegó al castellano desde el latín ‘horoscŏpus’ y este lo tomó del griego ‘hōroskópos’, cuyo significado literal era ‘que observa la hora’, en alusión a la llegada del recién nacido.

Los antiguos astrólogos tenían el convencimiento de que la Tierra estaba inmóvil y que eran los astros los que giraban alrededor de la misma, por lo que dividieron el firmamento en doce secciones y cada una de ellas estaba dominada por un signo zodiacal. A través de la observación de cómo estaban posicionados los cuerpos celestes y cuál estaba pasando, en el momento del nacimiento, determinaban cuáles serían los acontecimientos que le esperaban al neonato a lo largo de su vida e incluso cuál iba a ser su carácter y personalidad en el futuro.

 

 

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¿Cuál es el origen de las contraseñas?

El uso de las contraseñas es antiquísimo y aunque no se puede determinar un momento exacto sobre cuándo se utilizó por primera vez, sí que se sabe que desde la antigüedad se ha utilizado algún tipo de palabra clave, dibujo o sonido como ‘santo y seña’ para acceder a algún lugar o  ser reconocido como afín a un grupo. Se tiene constancia que en la Antigua Roma era común el escribir en una tablilla una consigna en el momento que un soldado debía reemplazar a otro para realizar la guardia. Otras muchas culturas y pueblos también han usado algún método de identificación a lo largo de la historia.

¿Cuál es el origen de las contraseñas?

La primera constancia de contraseñas informáticas se tiene del año 1961, en el que informáticos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) desarrollaron un sistema de acceso seguro con el fin de que diferentes personas del departamento pudieran conectarse y usar un mismo sistema informático al mismo tiempo, el cual era conocido como ‘Compatible Time-Sharing System’ (Sistema de Tiempo Compartido Compatible).

Hoy en día estamos muy familiarizados con ello y debemos utilizar una contraseña para casi cada cosa que realizamos en nuestra vida cotidiana: desde sacar dinero de un cajero automático, a desbloquear nuestro teléfono móvil o acceder a cualquier aplicación…

Nos hemos acostumbrado a usarlas y a veces llega a ser muy complicado el poder recordarlas todas, por la gran cantidad de app o accesos que utilizamos. Pero las contraseñas son enormemente necesarias para salvaguardar nuestra privacidad y seguridad (entre ellas la económica y personal). Por tal motivo nos recomiendan que utilicemos una palabra o combinación alfanumérica diferente para cada aplicación que tenemos, además que sean lo más complicadas y rebuscadas posibles (intercalando letras, números, signos, mayúsculas y minúsculas).

Pero muchas son las personas que prefieren poder acceder fácilmente a todos aquellos servicios y aplicaciones que necesitan y habilitan el menor grado de seguridad de estas, además de usar unas contraseñas que son muy fáciles de recordar (pero al mismo tiempo también de descubrir y hackear).

El primer jueves del mes de mayo se celebra el ‘Día mundial de la contraseña’ (World Password Day), una  iniciativa creada en 2013 por la compañía estadounidense Intel Corporation con el fin de concienciar a los usuarios sobre la importancia de proteger la información personal y nuestra actividad online.

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘folclore’?

Conocemos como folclore al conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular (tal y como describe el término el diccionario de la RAE).

¿Cuál es el origen del término ‘folclore’?

El vocablo llego al castellano a finales del siglo XIX en su forma original en inglés ‘folklore’ (aunque no fue introducida en el diccionario hasta la edición de 1925), siendo castellanizado una década después en los modos ‘folclore’ y ‘folclor’ (esta última más utilizada en Hispanoamérica), siendo estos dos modos los recomendados cuando se han utilizados en español (según indica la Fundéu).

El término folklore fue acuñado en 1846 por el escritor inglés William John Thoms, quien fue un gran estudioso y amante de la cultura y costumbres populares, llegando a ser uno de los fundadores de la ‘Folk-Lore Society’ (también conocida por su acrónimo FLS), una asociación creada en el Reino Unido en 1878 con el fin de estudiar y preservar la cultura vernácula.

Hasta entonces se había denominado al estudio y conservación de las tradiciones como ‘Popular Antiquities’ (Antigüedares populares) y fue el propio William John Thoms quien introdujo el término ‘Folk-Lore’, como nuevo nombre.

Inicialmente el término folklore se escribía separado y con un guion en medio, debido a que estaba formado por dos palabras: ‘folk’ (pueblo, gente) y ‘lore’ (conocimiento, saber, ciencia, doctrina y tradición) y fue ya en la última década de 1890 cuando empezó a utilizarse en un solo término.

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘gresca’

El término ‘gresca’ es definido por el diccionario de la RAE con dos acepciones: Bulla, algazara’ y ‘Riña, pendencia’ y suele ser usado para señalar una situación en la que se produce mucho ruido (vociferío de un grupo de personas) e incluso cuando se produce alguna discusión.

El curioso origen etimológico del término ‘gresca’

Este es un vocablo que también utilizamos quienes somos catalanoparlantes con el mismo sentido y es que precisamente el término llegó al castellano a través del catalán medieval ‘greesca’, el cual hacía referencia a un juego de dados que se jugaba clandestinamente, ya que estaba prohibido debido a las numerosas peleas que se producían entre quienes jugaban y apostaban su dinero en las timbas.

El término greesca llegó al catalán desde el latín (también medieval) ‘graecĭsca’, cuyo significado literal era ‘propio de los griegos’, debido a la mala fama que tuvieron durante una época las personas griegas, a las que se les tachaba de tramposas en el juego y algo peleonas.

 

 

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¿Sabías que los términos ‘juerga’, ‘jolgorio’ y ‘huelga’ tienen el mismo origen etimológico?

¿Sabías que los términos ‘juerga', ‘jolgorio’ y ‘huelga’ tienen el mismo origen etimológico?

Usamos el término ‘huelga’ para referirnos a la interrupción unitaria o colectiva de una actividad laboral por parte del trabajador con el fin de demandar alguna mejora laboral o salarial. Originalmente este vocablo no solo hacía referencia al paro reivindicativo sino también al periodo en el que la tierra estaba sin labrar y los agricultores o jornaleros aprovechaban para recrearse y divertirse, con cantos, bailes y algún festín, y que era conocido como ‘holgorio’ (que con el tiempo dio lugar al vocablo ‘jolgorio’, de exacto significado).

El término  holgorio aparece recogido por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1734 como referencia a ‘estar  holgado, sin nada que hacer’. Su raíz etimológica nos lleva hasta  holgar, la misma que dio origen a  huelga, también recogido en el mencionado diccionario con la acepción de ‘placer, regocijo y recreación, que ordinariamente se tiene en el campo, o en algún sitio ameno’ y fue precisamente este sentido el que posteriormente dio lugar al vocablo  juerga.

 

 

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