Siempre he tenido miedo a cómo volver a casa. Es algo que me atormenta cada vez que salgo, ya lo comenté en la entrada «Volver«. Es como una especie de fobia que me persigue allá donde voy y que tengo en mi cabezota, porque siendo realista de una forma u otra volvería a casa siempre.
A raíz del intenso dolor de ingle que he tenido durante este verano, esta fobia se ha multiplicado por diez. Y eso, que he conseguido reducir el dolor a base de ejercicio. Antes, si me empezaba a doler al cuarto de hora de comenzar a andar, ahora tarda un poco más, a la media hora o así. Algo es algo, una demostración de que el ejercicio funciona.
Me persigue tanto este miedo, que decidí que necesitaba un bastón por si acaso. Pero no un bastón cualquiera, uno que entrase en una mochila, que se plegase y que el movimiento fuese de tirar (tipo bastón de trekking), no de apoyar. Después de mucho buscar, hace unos meses me dejaron uno que se adecuaba a mis exigencias. No sé por qué, pero me da seguridad saber que puedo optar a cierta ayuda en un algún momento. Aunque reconozco que es más una cuestión psicológica, que física.
Ahora mismo mi vida gira entorno al trabajo, que los momentos en los que estoy más cansada, pertenecen a ese ámbito. Así que el bastón está en el maletero del coche. Lo más gracioso de todo, es que voy al instituto en coche, subo a la segunda planta en el ascensor y apenas ando (en cuanto a distancias se refiere). Pero me canso mucho y tengo el bastón cerca por si acaso, ¡no vaya a quererlo utilizar un día (no sé para qué) y lo tenga en casa!
1decada1000.
jajajajajaja, que grande eres. Me parto porque me ha encantado lo de; «Lo más gracioso de todo es que voy al instituto en coche, subo a la segunda planta en el ascensor. Un bastón de trekking mola mucho pero ten cuidado cuando llueva si lo usas, esas puntas metálicas van bien para todo terreno pero con algunas baldosas te pueden traicionar.
Un Abrazo.
Korta-cayena. (Bilbao)
04 noviembre 2013 | 15:14
No tiene la punta metálica como los de trekking, tienen una especie de taco de plástico como los bastones de siempre, así que por eso no hay problema. Es gracioso porque en el instituto no ando mucho, y nunca me duele la ingle, solo estoy cansada por el hecho de ir a trabajar y así, pero yo me lo llevo, por si acaso. No sé, todo esto del bastón me resulta muy cómico 🙂
Un abrazo Korta!
06 noviembre 2013 | 11:27
Hola Paula,yo soy muy así «instalar e mi cabeza cosas».
Pensaré en el bastón «psicológico».Así como pensé en «las cucharillas» de las que habló Nuria,¿te acuerdas?.Me hizo bien pensar en ellas,para priorizar(tengo que perfeccionar jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj).
Como creo que me beneficiará el bastón.
Besos.
04 noviembre 2013 | 16:09
Yo también! Juego un montón con mi mente, y en ocasiones, también la engaño, como en esta ocasión. El bastón físicamente lo tengo, guardado en el maletero del coche, me ofrece mucha seguridad saber que lo tengo cerca o a mano. Esto de volver a casa, me atormenta cuando salgo o voy a trabajar. Inténtalo y ya me contarás si a ti también te funciona esto del bastón.
Un besazo!
06 noviembre 2013 | 11:33
Es verdad lo de «psicológico», aunque pensemos que no lo necesitamos, si sabemos que lo tenemos cerca nos da mucha mas seguridad.
Un abrazo,
Isabel
04 noviembre 2013 | 18:15
Eso es, tan simple como eso y tan tonto como tener un bastón cerca 🙂
06 noviembre 2013 | 11:34
Yo también tengo miedo a salir por no poder volver, así que doy vueltas a la manzana, antes podía utilizar una muleta, pero ahora me duelen también las manos…ya pasará, pero me gusta tu positividad con el bastón imaginario, yo quiero uno!!!
04 noviembre 2013 | 19:38
El bastón existe! Está en el maletero de mi coche de momento, supongo que cuando vaya de vacaciones me lo llevaré por si acaso.
Lo importante es moverse, primero una vuelta a la manzana, luego vuelta y media, luego dos vueltas, luego ampliamos otra manzana y así, yendo poco a poco se consiguen nuestros pequeños logros. Pero lo más difícil que es empezar, ya lo has hecho! Así que sigue así!!!
Un besooo!
06 noviembre 2013 | 11:37
Hola Paula! Acabo de leer tu entrada y me he sentido identificada contigo.
Resulta que a raíz de un ataque de vértigo que sufrí en plena calle hace 4 años, le cogí un miedo horrible a salir sola a la calle. Durante esos cuatro años si no tenía a alguién a mi lado, me sentía completamente incapaz de salir.Así que acabé siendo prisionera de mí misma y dependiente de los demás.Le pedí ayuda a mi médico pero me dijo que como era cosa de cervicales, pues que no hacía falta ir al psicólogo, que siguiera con la medicación( Serc, Dogmatil).Hasta que un día me harté porque me dí cuenta que si no hacía nada, los demás no lo iban a hacer por mí. Para ahorrarte detalles te diré que tú tienes un bastón psicológico y yo mi «bolsa del equilibrio».con la que salgo cuando mi cabecita anda revuelta. Dentro llevo algún libro o chaqueta o lo que se me ocurra, y así llevo una temporadita pero por lo menos ya he empezado a moverme por el barrio. El otro día incluso fuí con el carrito de la compra a comprar yo sola por primera vez en 4 años. Puede parecer tonto esa necesidad de llevar la bolsa en la mano pero de momento es lo que me funciona porque de esa manera tengo la sensación de que controlo mejor el equilibrio. Mi siguiente reto será poder moverme sin llevar la bolsa.Pero bueno, poco a poco….Besotes bien gordotes para tí..
05 noviembre 2013 | 07:20
Madre mía lo que hace la mente, ¿y has estado así cuatro años? A mí en tu situación me hubiese dado algo. Hombre que te diga eso el médico, pues como que no. No sé si hubieses necesitado un psicólogo pero si alguien que te quitase ese miedo y te animase a tener más confianza en ti misma, no creo que llevar Dogmatil en el bolso fuese la solución. No sé si será lo mismo, pero cuando me mareo o tengo esa sensación de embriaguez, me pego a la pared como una lapa para andar por la calle y no perder la perspectiva. Aunque más que pegarme toco la pared con la mano. Lo más importante, es que una simple bolsa con algo dentro te dé la suficiente seguridad para que puedas salir a la calle, o vayas a hacer algo tan cotidiano como hacer la compra.
Seguro que si te lo propones lo de no llevar bolsa, lo consigues, es solo cuestión de un poco más de práctica 😉
Un besazo!
06 noviembre 2013 | 11:47