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No esperes que te aplaudan o la importancia de olvidarse del resultado

Esta semana, en una sesión de coaching con Luis, investigador en temas de sostenibilidad, me decía que se le daba muy mal compartir sus investigaciones y mostrar sus éxitos académicos. Su posición actual en una universidad noruega no le facilitaba visibilizar su labor. Tampoco le gustaban las redes sociales, siempre que publico algo es como que no recibo aquello que esperaba, entonces termino por no compartir nada, me decía.

En otro programa de coaching Álvaro, consultor, me explicaba que después de un proceso de transformación interna se sentía incomodo cuando al ejercer de consejero de distintas empresas, notaba que su nueva forma de ser, que priorizaba la parte humana del negocio y no solo la económica, no era bien recibida.

Estamos acostumbrados a hacer las cosas esperando un resultado particular. Cuando lo hacemos nos movemos por la compensación esperada y cuando la zanahoria no llega, nos desmotivamos o pensamos que nos hemos equivocado. Desde la motivación externa, uno hace las cosas por aquello que recibirá de los demás o del mundo. Sin embargo, existe una forma de motivación mucho más potente: la motivación interna.

La motivación interna se da cuando lo que nos disponemos a hacer nos motiva independientemente de sus consecuencias o resultados. El aforismo Lojong de entrenamiento mental que encapsula este tipo de motivación reza: No esperes que te aplaudan. Un ejemplo límite de motivación interna es la vida de Jesús de Nazaret. Jesús, que por otro lado sí que era consciente del resultado de sus acciones, no dejó hacer lo que tenía que hacer a pesar de saber que sería traicionado y llevado a la muerte de forma extraordinariamente injusta y cruel.

(Hayley Murray, UNSPLASH)

Una modo de entender lo que movía a Jesús y lo que puede movernos es considerar que dentro de nosotros existen dos yos. Un yo pequeño, el ego, con sus miedos, sus preocupaciones, sus traumas… y un yo superior, el alma, con un propósito que trasciende la vida de uno. Desde esta perspectiva, el que se deja llevar por la motivación externa es el yo pequeño, en cambio el yo superior es el que es capaz de seguir su motivación interna más allá de lo que ocurra, lo que digan, lo que piensen.

El conflicto interno, como en los casos mencionados, surge cuando nos dejamos llevar por nuestro yo pequeño. El yo pequeño de Luis se enfocaba en la reacción de los otros al compartir sus investigaciones. En cambio, al preguntarle aquello que movía a su yo superior a compartir sus labor científica, me respondió que era su compromiso con la generación de ecosistemas sostenibles y la voluntad de contribuir en positivo. Para Álvaro, su yo superior le impedía operar fijándose tan solo en los resultados financieros como un tiempo atrás, con lo que tenía que considerar a las personas, por mal recibido que esto fuera.

El conflicto interno se resuelve poniendo a nuestro yo pequeño al servicio de nuestro yo superior. Hacerlo a menudo resulta incómodo y puede llegar a ser devastador. Sin embargo, desde este nuevo centro de gravedad, aunque persista el miedo, uno participa de un coraje sin precedentes, se disipan las dudas y la vida que nos ha sido dada cobra más sentido que nunca.

 

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El éxtasis de un ayuno de noticias    

Aunque estar al día de la actualidad es algo que forma parte de mi, tras un empacho de noticias, llevo dos semanas sin twitter ni medios digitales – hace años que decidí no tener tele. Mientras que estar informada me ayuda a saber el estado del mundo, consumir demasiada información me perturba mentalmente, me genera tensión en el cuerpo y altera mi estado de ánimo, algunos de los síntomas de sobrecarga informativa o infoxicación.

Exponernos a información constantemente es como estar con el volumen de la música a todo trapo. Mientras que – una gran mayoría – no soportamos la música a todo volumen demasiado tiempo, con la información sucede lo contrario, nos genera adicción con el gancho de lo rabiosamente actual, el appeal del sensacionalismo, la persuasión de lo inaudito.

(Pexels)

La información no es neutra: tiene una carga positiva o negativa. Y lo que se considera noticia es en una aplastante medida negativo. Consumir información negativa nos genera, por supuesto, ¡negatividad! Sin embargo, la solución no está en esconder la cabeza bajo el ala y olvidarnos de la actualidad. Sino en darnos cuenta cuando la información a través de cualquier artefacto mediático nos somete a su consumo sin tregua.

No es la primera vez que hago un ayuno de noticias y no va a ser la última. Mas siempre me sorprenden sus efectos. Me siento más encarnada y a la vez muy ligera como si me hubiesen levantado una pesada losa de encima. Me invade una extática sensación de libertad como si el espacio-tiempo se expandiera. Como un caballo bien domado, la mente está tranquila, enfocada en el aquí y el ahora. Las prioridades se ordenan y aumenta la claridad sobre qué hacer. Desaparecen sueños apocalípticos, mejora el descanso, la concentración y la productividad. Mis relaciones son más reales, más intensas, más sabrosas. Ah y todo ello…¡gratis! Apuesto que que no hay tip de desarrollo personal tan poderoso y lowcost como el que te acabo de compartir 😉

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¿Atrapado por la obsesión? Sal de ella con esta orientación de base

¿A quién no le ha asaltado por sorpresa una preocupación sobre un problema, una relación o una posibilidad futura? A menudo en estos casos, la mente desarrolla un mundo alrededor del problema y cuando nos damos cuenta ya nos hemos perdido en él. Estamos en las garras de la neurosis, de la obsesión, del laberinto de los pensamientos en bucle. La obsesión raramente nos visita cuando estamos serenos y relajados. Más bien se manifiesta cuando nuestro vida está repleta, los niveles de estrés son elevados y nuestro cuerpo es una maraña de tensión. Es entonces, cuando parecía que ya no podía ocurrir nada más, que a nuestra mente se le ocurre aferrarse a algo y cuál perro de presa, no soltarlo.

Los pensamientos obsesivos consumen mucha energía, porque generan ansiedad, dificultades de concentración e incluso nos pueden llegar a quitar el sueño. Las obsesiones nos secuestran llevándonos a un plano infernal creado por nuestra imaginación. La clave es: ¿cómo salimos de ahí? Una forma de afrontarlo es como si se tratara de un hábito, con lo que aplicaríamos estos tres pasos: reconocer la neurosis, no hacer lo habitual sino algo distinto y practicar el punto uno y dos el resto de nuestras vidas.

(Ahmed M Elpahwee, UNSPLASH)

Sin embargo, a veces la energía de la preocupación es tan fuerte que por mucho que intentemos hacer algo distinto, no lo conseguimos. Esto ocurre porque experimentamos nuestra vida tras los barrotes del ego: mi problema, mi trabajo, mi familia, mi carrera, mi casa, mi, mi, mi…Cuando me encuentro en esta situación acudo a la base del dharma budista expresado de innumerables formas. Tomemos por ejemplo la del aforismo Lojong: Todo el dharma está de acuerdo en un punto. Todas las instrucciones budistas se enfocan en reducir el grado de ensimismamiento en uno mismo, lo que reduce el sufrimiento y aumenta la felicidad.

La cuestión entonces es ¿cómo disminuyes tu autocentramiento? Pues de forma sencilla: olvidándote de ti e interesándote por los demás. ¿Cómo están? ¿Qué les ocurre? ¿Cómo les puedes ayudar? Ponerte al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, neutralizará tus tendencias obsesivas, devolviéndote suavemente al descentrado centro, tu verdadero lugar.

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Conversaciones difíciles (II): dar la bienvenida a la incomodidad

Continuando con el tema de las conversaciones difíciles del artículo anterior, ayer tuve oportunidad de practicar en una reunión que se preveía guerrera y lo fue. Cuando esto ocurre, como decía una ex colega, no queda otra que prepararse para una buena lucha. Al igual que en las artes marciales, discutir o enfrentar conversaciones difíciles también puede convertirse en un arte. Para lograrlo, te animo a considerar cinco orientaciones:

  1. BIENVENIDA INCOMODIDAD. No, las conversaciones difíciles no son agradables. No lo son porque somos seres tribales y el conflicto nos conecta con el riesgo ancestral de ser excluidos de la tribu, lo que significaba la muerte. Por ello, lo normal es sentir tensión en el cuerpo y ganas de resolver el tema con rapidez. Reconocer estas tensiones sin pretender cambiarlas es un paso necesario para no dejarnos llevar por ellas. De lo contrario, si negamos nuestra incomodidad es probable que intentemos desviar la atención hablando, queriendo ir muy deprisa o hacer cualquier otra cosa para no sentir. Si este es tu caso, te animo a dejar de hacerlo, dando espacio al silencio.

(Nik Shuliahin, UNSPLASH)

  1. ESCUCHA ACTIVA. Una vez empezamos a conversar, es fundamental asegurar que entendemos lo que la otra persona está diciendo. Una forma de lograrlo consiste en aplicar la escucha activa, es decir repetir lo que la otra persona ha dicho en nuestras palabras y preguntarle si es eso lo que ha querido comunicarnos. Si nos dice que no, escuchamos sus matices y volvemos a exponerlo hasta que nos diga, sí, esto es exactamente lo que quiero decir. Una de las dificultades para la escucha activa en nuestra cultura es la falta de respeto por los turnos de habla y las interrupciones constantes. Cuando esto ocurre, no toca otra que tener paciencia, reclamar el turno de habla y respetar el turno del otro.

 

  1. TRANSPARENCIA. Aunque pueda sonar contracultural, para desarrollar el arte de discutir te recomiendo comunicarte de la forma más transparente posible. La candidez que no inocencia, tiene un gran valor en las conversaciones difíciles porque nos pone en contacto con la verdad: la verdad de los hechos, de las emociones, de las interpretaciones… Una forma de hacerlo es usando marco de comunicación no violenta. Preparar de antemano una conversación con este método aumentará nuestra claridad interna lo que favorecerá la comunicación.

 

  1. NOTAR LO QUE CAMBIA. A medida que la conversación avanza, lo común es que emerjan cambios en la forma de entender el asunto por ambas partes. Poner la atención en estas mutaciones es muy importante, porque revelan una tendencia al acercamiento o al alejamiento de posiciones. Notar lo que cambia implica dar un paso atrás y poner nombre a lo que vemos que está ocurriendo en nosotros y en el otro, a modo de balance. Si el otro comparte este análisis, estaremos tejiendo realidad compartida, que no significa acuerdo, sino continuar la conversación desde un nuevo punto de partida.

 

  1. LLEGAR A UN ACUERDO O ACORDAR EL NO ACUERDO. Aunque nuestra preferencia sea la de llegar a un acuerdo, si esto no se consigue, acordar que no se está de acuerdo reconociendo la posición del otro es un éxito de proceso. Darse una pausa para volver a la conversación en unas horas o unos días puede contribuir a que las emociones se calmen, emerjan nuevas posibilidades o una mayor claridad, facilitando tal vez el acuerdo.

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Conversaciones difíciles: estar de acuerdo en no estar de acuerdo

En dos programas de coaching de esta semana ha emergido el tema de las conversaciones difíciles. En el caso de Marga, la necesidad de una conversación con la pareja sobre su propia visión y deseos a medio plazo, distintos de los del otro. En el caso de Daniel, directivo en una ONG internacional, necesita desarrollar su capacidad de afrontar conversaciones difíciles para mejorar su liderazgo. Pero un momento, ¿Qué es una conversación difícil?

El grado de dificultad de cualquier conversación está en relación a nuestra habilidad. Sin embargo, es posible generalizar que algunas conversaciones se hacen cuesta arriba: tener que dar una mala noticia, despedir a alguien del trabajo, compartir emociones negativas, comunicar información que alterará la relación con el otro, discutir con la pareja sobre los fundamentos de la relación, etcétera.

(CANVA)

Más allá de nuestra habilidad conversacional, una conversación es difícil cuando algo valioso para nosotros está en riesgo. Por eso, antes de afrontar una conversación de este tipo es importante preguntarse: ¿Qué está en riesgo? Considerar si es la misma relación, un proyecto profesional, la confianza en la otra persona…

Otra pregunta fundamental es: ¿Cuál es mi intención con esta conversación? Es decir, ¿qué es lo que quiero conseguir? A menudo operamos bajo la creencia inconsciente de conseguir llegar a un acuerdo. Cuando esto es así para la mayoría de las conversaciones es muy probable que estemos operando de forma socializada, es decir que nuestro ego necesite la aprobación de los otros, especialmente de las personas cercanas, lo que limita nuestra habilidad conversacional.

Por esta razón, examinar esta creencia y suspenderla es un poderoso primer paso para aprender a comunicarnos de forma explícita. Mientras que la necesidad de acuerdo añade presión innecesaria en la conversación, soltar la intención de llegar a un acuerdo, nos permite enfocarnos en el proceso. Para enfocarte en el proceso te animo a hacerlo con una orientación y pasos concretos que te comparto en mi próximo post.

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Karma emocional: ¿Y si enfadarte o ponerte triste fuese un hábito?

Cuando pensamos en hábitos, solemos pensar en cosas tipo hacer deporte, comer sano, descansar lo necesario…Sin embargo, absolutamente todo en nuestras vidas se puede entender como un hábito. Para el budismo los hábitos son una de las mayores fuentes de karma en nuestras vidas, es decir de lo que hay actualmente – sus causas – y lo que vendrá – sus efectos. El karma además de referirse a nuestras acciones, incluye también nuestros hábitos emocionales y mentales.

Después de un día agotador, tengo poca paciencia y cuando las cosas no van como quisiera uno de mis hábitos emocionales es enfadarme. Es un hábito porque se repite cuando se dan las citadas circunstancias. Si no identifico mi reacción como un hábito emocional, caigo presa de convincentes justificaciones sobre porqué tengo razón en enfadarme. Esta interpretación, por acertada que sea, me libra de tomar responsabilidad sobre mi hábito y transformarlo.

Uno de los aforismos de entrenamiento de la mente – Lojong – del budismo tibetano que aprendí de Pema Chödrön es Entrénate en las tres dificultades:

1. IDENTIFICAR EL IMPULSO. Cuando me noto cansada, impaciente,…unos segundos antes de enfadarme, el impulso ya está ahí. Darse cuenta de ello en el momento es una capacidad avanzada. Un paso previo consiste en revivir una situación pasada en la que la emoción nos dominó. Al hacerlo nos familiarizamos con las sensaciones físicas del momento, los pensamientos y lo que nos mueve, para que la próxima vez lo podamos identificar antes de que sea demasiado tarde.

(NIK, UNSPLASH)

2. SOLTAR EL IMPULSO. Reconocer el impulso a enfadarme y soltarlo es un paso de gran dificultad. Lo es porque llevamos años practicando nuestros hábitos emocionales y están afianzados en estructuras neuronales con gran capacidad de activación. Una metáfora sería como ir en un tren que lleva siempre a la misma estación, es decir, a cierto estado emocional y acciones. Soltar el impulso implica nada más y nada menos que ¡saltar del tren! Algo que me ayuda a hacerlo es reconocer que el tren se dirige a un lugar al que no quiero ir: un paisaje en llamas o un sitio de destrucción. Si no lo he conseguido en la situación misma, vuelvo a ella en un segundo momento y me imagino saltando de este tren, lo que a nivel práctico significa respirar, callar y tal vez irme a otro sitio – ¡todos hábitos nuevos!. Hacerlo me prepara para cuando una situación similar se vuelva a reproducir, lo que ocurrirá con toda probabilidad.

3. CONVERTIR LO ANTERIOR EN UNA FORMA DE VIDA. Algo maravilloso de las enseñanzas budistas es la claridad de sus instrucciones fruto del conocimiento profundo de la mente. Transformar la mente es lidiar con la poderosísima energía hábito codificada en nuestras estructuras neuronales, por lo que fracasar repetidamente es inevitable, como reconoce el maestro Zen Norman Fischer. Sin embargo, el fracaso no nos tiene que disuadir de perseverar, sino todo lo contrario. Es por esa razón que el tercer paso del aforismo consiste en practicar el punto uno y el punto dos una y otra vez. Poner en práctica las tres dificultades a pesar de lo arduo que resulta hacerlo, es lo que poco a poco irá desactivando nuestros hábitos emocionales – tristeza, apatía, rechazo, envidia…- dando lugar una mayor libertad interior.

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No es la edad, es el karma

El concepto budista de karma encapsula el poder de nuestras acciones para condicionar nuestro presente y futuro. A grosso modo, al karma lo caracterizan dos tipos de acciones. Acciones puntuales, algo que hicimos en un momento dado, cuyas consecuencias positivas o negativas se manifiestan más tarde. Por ejemplo, pongamos que mentiste una vez a tu pareja y cuando esta mentira vio la luz, vuestra relación se hizo trizas. Sin embargo, tú no eres un mentiroso compulsivo.

El otro tipo de karma, mucho más común, es el karma de nuestros hábitos. Aquellas acciones positivas, neutras o negativas que hacemos de forma repetida. Se puede tratar de una forma de pensar, un tipo de conducta o un modo de hablar. Por ejemplo tomemos el hábito de Luis Rubiales de querellarse con periodistas y medios contrarios a él, según informa El Confidencial. Mientas que este hábito no le causó mayor problema durante bastante tiempo, después del beso a Hermoso, este forma de hacer  puso de relieve su tendencia al acoso, contribuyendo al hundimiento de su posición.

Los hábitos son fuerzas creadoras formidables, pues al repetirlos cada día generan enormes consecuencias. Fijémonos por ejemplo en el hábito de mantener cierta postura corporal. El hecho de encarnarla durante innombrables horas afecta al estado de nuestro cuerpo, forma de hacer y actitud ante la vida.

(Manan Chhabra, UNSPLASH)

Al considerar un cambio de hábito podemos enfocarnos en dejar de hacer, lo que nos conecta con la privación y nos pone en lucha contra una parte de nosotros. Este enfoque a menudo crea un efecto rebote, cuando después de unos días de gran restricción como por ejemplo en la dieta, volvemos desbocados a lo de antes.

Una forma más efectiva consiste en iniciar un nuevo hábito que remplace progresivamente al antiguo. Por ejemplo, si quieres dejar el hábito de criticar a todos y a todo, puedes plantearte desarrollar el hábito de apreciar. Al empezar a apreciar situaciones, personas y cosas, la mirada crítica seguirá emergiendo, sin embargo si perseveras, la mirada apreciativa poco a poco irá tomando espacio, transformando así tu forma de ser.

Crear un nuevo hábito tiene que ver con generar cambios neuronales profundos, por lo que resulta un proceso arduo. Sin embargo, si queremos evolucionar no nos queda otra puesto que “somos lo que hacemos repetidamente” como decía Aristóteles. La cuestión entonces se convierte en ¿Qué hábito necesitas iniciar para ser la mejor versión de ti mismo? Y ponerte manos a la obra 😉

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Cómo afrontar el nuevo curso en 4 pasos

Termina el verano y empieza un nuevo curso. Como en cualquier transición vital, tenemos la oportunidad de revisar nuestras prioridades y realinearnos con lo que nos da sentido. Las transiciones se caracterizan porque algo muere y algo nuevo emerge. Para atravesar cualquier transición con gracia te invito a considerar lo siguiente:

1- BENDECIR Y SOLTAR

El verano ha sido lo que ha sido. Algunas cosas han ido bien, otras desastrosamente, algunas sin hacerse notar. Una forma pasar página con gracia consiste en bendecir. Bendecir se trata de mirar con apreciación todo lo que ha sido, aceptándolo, dándolo por bueno, incluidos errores, meteduras de pata y confusiones. Sin bendecir no es posible soltar, ya que la crítica y la negatividad nos mantienen atados al pasado.

2- NO SABER

Si algo caracteriza las transiciones es el no saber. La vida siempre es diferente y aunque pisemos terreno conocido el paso de un periodo a otro se caracteriza por la incertidumbre. En esta fase puede que nos sintamos desorientados, sin estar muy seguros de hacia donde ir, ni cómo actuar. Esta desorientación, lejos de ser un impedimento, es una invitación a abrirse y a escuchar, parafraseando a Parker Palmer, lo que la vida quiere de ti.

(PEXELS)

3- ESCUCHA DESDE LA APERTURA

Como en todo, hay mil formas de escuchar. Puedes escuchar desde la razón que todo lo sabe y que proyecta sus juicios aprisionando al futuro. Puedes escuchar desde el cinismo, cerrando tu corazón a cualquier información que provenga de este canal. Puedes escuchar desde el miedo, centrándote en todo aquello que no quieres que ocurra. Ninguno de estos modos de escuchar te convienen, pues están condenados a repetir patrones del pasado.

La escucha a la que te invito necesita quietud interior para – usando el marco de Teoría U – abrir la mente, el corazón y la voluntad. Esta apertura es la que te permite escuchar a tu yo superior, a la vida o a Dios – según tu referente no egoico o trascendental.

4- TOMA NOTA Y CÉNTRATE EN EL PRÓXIMO PASO

Una vez empiecen a llegar respuestas, toma nota. Considera lo inmediato, las orientaciones a medio plazo y el propósito del curso. Entonces, céntrate en lo inmediato. Nuestra vida se teje en el día a día. Si te ocupas del día, te estarás ocupando de tu vida entera y el futuro tomará cargo de sí mismo.

 

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La sombra de Rubiales

Uno de los procesos que pongo en marcha en mis programas de coaching es el trabajo de la sombra. La sombra psicológica es todo aquello que nos saca de quicio en los otros por el hecho de que también lo encarnamos, aunque sin ser conscientes de ello.

Las redes sociales todavía humean a raíz del comportamiento de Luis Rubiales durante la estelar victoria de las futbolistas. Lo interesante desde mi punto de vista no es tanto las condenas que me parecen más que justas y razonables, sobretodo a estas alturas, sino la primera reacción del presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Las primeras reacciones son reveladoras porque nos muestran sin filtros lo que la persona piensa y cómo percibe. En una entrevista en El partidazo de COPE, dijo «Yo, con todo lo que he pasado, más gilipolleces y más tontos del culo no… Vamos a disfrutar de lo bueno y ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo».

Detalle del beso entre Rubiales y Hermoso que han captado las cámaras de TVE, RTVE

Según Rubiales el problema lo tienen los demás, porque son  «gilipollas, tontos del culo, pringados, personas que no saben ver lo positivo». Rubiales tiene un punto ciego, el punto ciego de muchos líderes que es la consciencia de sí mismos. Tienen un ego tan grande, están tan seguros de sí mismos, tan acostumbrados a tener la razón que se endiosan situándose por encima del bien y del mal. Entonces ante las críticas, se defienden proyectando su sombra, justamente lo que niegan en ellos. Sin embargo, cualquier tropiezo es una oportunidad de crecimiento también para Luis Rubiales.

No te engañes Luis, el problema no son los otros, el problema eres tú. El problema es el lugar desde el que lideras: tu ego. Para empezar a arrojar luz a tu punto ciego puedes probar a decir estas frases en primera persona: «Soy un gilipollas, un tonto del culo, un pringado, una persona que no sabe ver el impacto negativo que tiene en los otros» y dejar que estas verdades hagan mella en ti. A ver si tienes pelotas.

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Desarrollar el observador, una condición necesaria para crecer (lecciones de Barbie II)

En el artículo anterior hablaba de las expectativas frustradas y cómo convertirlas en una oportunidad de crecimiento, tomando de ejemplo la película Barbie. En ella, la protagonista se da cuenta de lo que realmente le importa: convertirse en creadora – en lugar de ser el objeto creado. Este proceso implica una expansión de la propia consciencia creando una posibilidad, antes inimaginable.

Cuando momentos como estos se producen en mis programas de coaching, se da un cambio energético en la persona. Pienso en Lucía cuando se da cuenta de que ha vivido como si el mundo estuviese en su contra. Pienso en Jorge cuando toma consciencia del aterrador miedo que le domina en el espacio público. Pienso en Edith cuando se da cuenta de que es ella y nadie más, quien ha cedido el poder a su insoportable jefa.

En todos los casos, la persona desarrolla lo que se denomina el «observador» o «testigo», es decir la capacidad de verse a uno mismo desde un punto de vista aventajado. Antes de desarrollar el testigo, uno está preso de lo que le ocurre, al igual que los peces no ven el agua en el que nadan. Una vez desarrollamos «el testigo» empezamos a ver con claridad lo que sucede y nuestro rol en ello, lo que activa la evolución.

Te comparto tres prácticas clave para desarrollar el «testigo», de nuevo con ejemplos de la trama de Barbie:

1. PRACTICAR LA AUTOOBSERVACIÓN

Alguien dijo que podríamos pasarnos el resto de la vida sacando lecciones de lo que ocurre en un solo día. La autoobservación tiene que ver con reflexionar sobre lo sucedido, evitando proyectar viejas interpretaciones en ello. Consiste en cultivar la calma mental y dedicar tiempo a reflexionar. Al observarse a sí misma, Barbie se da cuenta de que algo no le cuadra, lo que dispara una alarma.

2.EXPONERSE A PERSONAS DIFERENTES

Cuando alguien viene a mi práctica de coaching ya suele haber hablado con muchas personas de su entorno sin éxito. Esto es así porque lo común es que las personas que nos rodean vean las cosas como las vemos nosotros. En cambio, personas distintas facilitan nuevas perspectivas, invitándonos a imaginar la vida sin nuestros filtros de percepción. Barbie comparte lo ocurrido con las otras Barbies pero no logra esclarecer mucho, hasta que habla con Barbie Rara. La consciencia de Barbie tampoco se podría expandir sin exponerse a la mujer que jugaba con ella, a su hija y por supuesto a su creadora.

Ryan Gosling y Margot Robbie en ‘Barbie’ / Cinemanía

3.EXPONERSE A NUEVAS EXPERIENCIAS

Para desarrollar el testigo además de practicar la autoobservación y exponerse a personas distintas es neceario hacer cosas distintas. Leer sobre experiencias nuevas no basta. Tampoco que te las expliquen o imaginarlas. Sí, es aquello tan manido de salir de tu zona de confort. Experimentar tiene que ver con asumir el riesgo de lastimarse, perderse, morir, hacer el ridículo. Hacer algo que no hemos hecho nunca siempre nos brinda aprendizaje y cuanto más te imponga hacerlo, mayor será tu cosecha. La clave está en descolocar al ego en su eterna búsqueda de confort y control. Si siempre has estado con gente, pues toca exponerse a la soledad. Si estás todo el día distraído con dispositivos digitales, ponerse en ayuno digital es una buena idea. Si siempre has vivido en un mundo guay como Barbie, salir al mundo real es justo lo que necesitas…

De alguna forma, todos vivimos en burbujas existenciales como Barbie. Desarrollar el «testigo» es anticiparse a pinchar la burbuja antes de que la vida, en su salvaje invitación a evolucionar, lo haga por nosotros.

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