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Los malos comedores

Estábamos muy mal acostumbrados con el tema comidas. El peque fue siempre como un túnel de metro. Entraba casi de todo y en cantidades importantes. Es verdad que tardó mucho en masticar como es debido, pero ya está superado.

Pero su hermana no va por los mismos derroteros. Aún toma toda la teta que quiere, pero ya hace todas sus comidas: desayuno (cereales), comida (purés, arroz, macarrones en cachitos…), merienda (fruta espachurrada) y cena (cereales o purés).

Además lleva ya tiempo masticando estupendamente: aspitos, trocitos de galleta, pan, pasta, arroz….

¿Cuál es el problema? Pues por un lado las cantidades. Raro es que se tome la ración entera. A veces con tres cucharadas se da por satisfecha. Y es frecuente que no quiera más que probarlo. Por otra parte que no todo le gusta o le apetece en ese momento.

Además, lo suyo es comer con los ojos y con las manos.

Con los ojos por que quiere lo que hay en nuestros platos y no en el suyo. Y no siempre puede ser. Y con las manos por que cada vez más se niega a aceptar la cuchara. Pero tampoco quiere usarla ella. Quiere comer con sus manitas. Y no es que me importe en absoluto que se reboce (de hecho me divierte verla). Pero los purés y cereales son francamente difíciles de comer al estilo medieval..

Los casi cuatro kilos y el percentil elevadísimo que tenía al nacer se han quedado en nada. Ahora es un piojillo. Un comino que dice su padre. Pero su peso no me preocupa. Su enfermera de pediatría lo tiene controlado y es una niña sana y espabilada.

Lo que sí estoy descubriendo es esa inclinación oculta dentro de las madres de desear ver zampar a sus hijos como osos pardos.

Para atreverse con los alimentos sin pasar

Hace unos días la mamá reciente y pediatra Amalia Arce escribía en su blog sobre la ingesta de medio litro de leche al día que muchos colegas suyos recomiendan.

Pero lo que realmente me llamó la atención como para traer tu blog a colación hoy es su mención a la eliminación de biberones y chupetes a partir del año.

Y sobre todo, su empeño en que dejemos a nuestros hijos experimentar desde bien chiquitos con los alimentos sin pasar.

De la misma manera que entorno a los 12 meses habría que ir ofreciendo la leche y los líquidos en vasos, también habría que dejar que los niños fueran un poco más autónomos en cuanto a su capacidad de alimentarse por sí mismos (empiezan a hacer sus pinitos a los 9-10 meses, sí sí!!) y en lo referente a la consistencia de los alimentos. El miedo a que se atraganten y en parte también la comodidad para los progenitores, hacen que las comidas sean trituradas (sin dejar ni un solo grumo) hasta edades también muy avanzadas. Si nos fijamos en otras culturas, pasan de la leche materna a la comida de los adultos prácticamente sólo discretamente adaptadas a los pequeños paladares….

Así que ánimo padres recientes: con los trocitos, con dejar los bibes, y con sentarlos a la mesa con vosotros. Eso sí contad con un buen babero (o chubasquero mejor) y un producto de limpieza de primera categoría para después limpiar suelos y paredes….

No puedo estar más de acuerdo. Julia ya anda royendo cuscurros de pan, migas de galletas (las que no tienen huevo, de su hermano) y aspitos. Nunca le hemos dado los pures o la fruta muy pasada, siempre ha estado grumosilla. Y está a una semana de cumplir los ocho meses.

Con su hermano cometí el error que comenta Amalia. Sobre todo por miedo al atragantamiento. Y luego es cierto que nos costó que masticase.

Os dejo el vídeo que ella pone en su blog de un bebé inflándose a pasta. Me encanta.

¿Cómo fueron los incios en la masticación de vuestros hijos?