Archivo de la categoría ‘Enfermedades’

Costra láctea, dermatitis seborreica y caspa ¿Es todo lo mismo?

Bebé

Fuente: Pixabay

Las consultas sobre la piel son de las más frecuentes en pediatría. Que si unas manchitas por aquí, que si le ha salido esto otro por allá, que si no sé que crema poner a mi bebé… Y no es que los pediatras seamos dermatólogos, pero, la verdad, es que solemos estar muy bien formados para resolver este tipo de consultas, ya que es nuestro pan de cada día.

Y entre todas las consultas dermatológicas que atendemos, la costra láctea (o dermatitis seborreica, por su nombre técnico) es una de las más habituales. No es nada grave y se suele solucionar sola con el paso del tiempo, pero mientras llega ese momento, suele ser adecuado aplicar algún tratamiento para mejorar el aspecto del niño y dejar al pelo, ya que la costra láctea se forma en el cuero cabelludo, que crezca con normalidad.

En este post os contamos todo lo que tenéis que saber sobre la costra láctea y sus derivados para que sepáis que hacer si llega el momento.

Lee el resto de la entrada »

¿Qué es la disquecia del lactante?

Bebé

Fuente: Pixabay

El tránsito intestinal de los niños durante las primeras semanas de vida es un ir y venir de cambiar pañales con deposiciones que van cambiando en textura y color con el paso de los días. Al nacer, los niños deben expulsar el meconio, una secreción mucosa mezclada con sales biliares de aspecto muy oscuro y espeso que estaba acumulada en el intestino de los bebés durante el embarazo.

Tras el meconio, lo habitual es que pasen a hacer deposiciones de color amarillento con grumos, como si de una mostaza se tratara, a un ritmo alto, casi con cada toma, y sin esfuerzo.

Algunos niños, hacia las cuatro semanas de vida, bajan el ritmo intestinal y pasa a no hacer tantas deposiciones, además de poner cara de querer hacer y no conseguirlo. Esto es a lo que se conoce como disquecia del lactante y es de lo que vamos a hablar hoy en este post.

Lee el resto de la entrada »

¿Quién es el Virus Respiratorio Sincitial?

Lavado nasal

Fuente: GTRES

De entre todos los virus habituales de los que se puede contagiar un niño pequeño, el Virus Respiratorio Sincitial (VRS) es el rey, pero no un rey bueno y benévolo, sino un rey de los que te dejan un mal recuerdo. No en vano, este virus es el responsable de la bronquiolitis, la cual es el motivo de ingreso más frecuente en pediatría y que año tras año pone en jaque al sistema sanitario debido al gran número de niños que requieren atención médica derivada de esta enfermedad.

Muchas familias desconocen qué es el VRS y la bronquioltis, sobre todo si no tienen hijos escolarizados o que tengan hermanos mayores. Sin embargo, la epidemia de VRS se concentra durante el final del otoño y principios del invierno, por lo cual, mientras leéis estas líneas, estoy convencido de que muchos padres y madres verán reconocido en este texto lo que les pasa a sus hijos.

En este post os explicamos qué es el VRS, en qué consiste la bronquiolitis y cuál es su tratamiento.

Lee el resto de la entrada »

¿Existen los principios de neumonía?

Auscultación

Fuente: GTRES

La pediatría es la especialidad de los diminutivos, los muñequitos en el fonendo y las batas de colores, o por lo menos eso es lo que está en el imaginario de mucha gente. Y quizá, en muchas ocasiones, asumimos que la información que damos a los padres y las madres tras atender a uno de sus hijos debe ir igual de edulcorada para suavizar un diagnóstico y que no se preocupen más de la cuenta.

Pero, ¿qué es un principio de neumonía? La verdad es que me debí de perder la clase de microbiología en la que se hablaba de esta patología, porque que yo recuerde a mi me explicaron las neumonías a secas, no los principios ni finales como si esta enfermedad fuera una obra de teatro en tres actos. La neumonía es una enfermedad frecuente en pediatría y en nuestro medio suele resolverse sin mayores complicaciones con un tratamiento antibiótico en domicilio.

En este post repasamos qué es una neumonía y qué la provoca, así como sus síntomas principales y tratamientos. Por último, os daremos nuestra opinión sobre si los pediatras debemos decir a los padres que sus hijos tienen un principio de neumonía.

¿Qué es una neumonía?

La neumonía es una infección respiratoria en la que se afecta principalmente el pulmón, es decir, la palabra neumonía hace referencia a la localización en donde los microorganismos están proliferando. Al fin y al cabo, lo que hacemos los médicos es utilizar el órgano afectado para entendernos al hacer un diagnóstico y decirnos con una sola palabra dónde está la infección. De hecho, lo hacemos en el caso de las otitis (infección en el odio), las faringitis (en la faringe), las gastroenteritis (en el tubo digestivo) o las celulitis (en la piel).

Los microorganismo que pueden dar lugar a una neumonía son varios y la frecuencia de unos u otros depende sobre todo de la edad. Por debajo de los cuatro o cinco años, la causa más frecuente de neumonía son los virus. De entre las bacterias, el nuemococo es la más frecuentes en niños pequeños, mientras que en mayores de cinco años el Mycoplasma, una bacteria que cursa con síntomas atípicos, es la más habitual.

Que un médico sepa cuál es la causa de la neumonía es muy complicado, ya que las pruebas que podemos hacer en el contexto de una neumonía no nos dicen cuál es el bicho que la está provocando, así que nos basamos en los síntomas y la edad del niño para indicar un tratamiento u otro. Lo que está claro es que, independientemente de la causa, cuando los médicos decimos que un niño tiene una neumonía es tiene infección en el pulmón.

Algunos os habréis asustado con lo de infección en el pulmón, porque suena como muy rotundo y grave, sin embargo, se estima que hasta un 5% de los niños sanos padece una neumonía a lo largo del año y como habéis podido leer en la introducción suele ser una infección leve que se resuelve en domicilio con tratamiento oral hasta en un 90% de los casos.

¿Qué síntomas provoca una neumonía?

Como cualquier infección respiratoria, los síntomas principales de una neumonía son la tos y los mocos, habitualmente asociados a síntomas generales como la fiebre y el malestar.

Al inicio de un cuadro clínico respiratorio es muy difícil saber si lo que tiene un niño es un catarro, porque tiene tos, mocos y fiebre, o es una neumonía, en la que también puede hacer tos, mocos y fiebre. El paso de las horas será lo que nos permita ver en la exploración si hay algo que nos sugiere que el niño tiene algo más que un simple catarro, ya que al principio los síntomas de ambos cuadros clínicos son indistinguibles.

En las neumonías, cuando ha pasado tiempo suficiente, normalmente más de 24 o 48 horas tras el inicio de la fiebre, podemos observar en la auscultación que el niño tienen ruidos en el pecho, a diferencia de un catarro en el que la auscultación es limpia. Los ruidos que escuchamos en una neumonía suelen estar localizados en una sola zona de uno de los pulmones, como un pegote de moco que estuviera por ahí rondando, no las típicas sibilancias que se oyen en una bronquitis y que están dispersas por todos lados.

Por tanto, para poder diagnosticar a un niño de una neumonía necesitamos unos síntomas compatibles (la tos, los mocos y la fiebre) y algún hallazgo en la exploración física que descarte el resto de infecciones respiratorias y que nos apunte hacia esta infección. Si habéis estado atentos, en el caso de que vuestro hijo tenga tos, mocos y fiebre y se encuentre bien, es preferible esperar dos o tres días a ver si los síntomas desaparecen solos, que es lo que ocurre en los catarros, y en el caso de que no sea así pedir una valoración con el pediatra, pero habiendo dado tiempo suficiente para que al explorarle podamos distinguir una cosa de otra.

¿Hace falta una radiografía para diagnosticar una neumonía?

Seguro que muchos estaréis pensando que para diagnosticar una neumonía es necesario hacer una radiografía. Es cierto que si estas en un servicio de urgencias y ves a un niño en el que sospechas una neumonía, lo habitual es solicitar una radiografía para confirmar tu sospecha diagnóstica. Sin embargo, no siempre es posible pedir una radiografía cuando sospechas una neumonía, sobre todo en las consultas de atención primaria.

Además, en muchos casos no somos capaces de ver una neumonía en la radiografía por mucho que la clínica y la exploración del niño apunten a una neumonía. Estos suele ocurrir porque los cambios radiológicos tardan en aparecer una 24 horas tras los hallazgos clínicos, es decir, que aun estando la neumonía plantada el pulmón hay algunos casos en los que no se ve en la radiografía, por decirlo de otra forma, es como si la radiografía la hubiéramos hecho pronto.

De todas formas, en el caso de que se sospeche una neumonía, lo más adecuado es tratarla como tal, independientemente de que se haya hecho una radiografía o si en ella se ve la neumonía.

¿Cuál es el tratamiento de las neumonías?

El tratamiento de una neumonía típica, la que cursa con fiebre alta, síntomas respiratorios y el pegote de moco en la auscultación al que antes hacíamos referencia, es con amoxicilina a altas dosis durante una semana, ya que con este tratamiento se consigue eliminar al neumococo, que como hemos dicho causa este tipo de neumonías.

Por otro lado, si lo que se sospecha es una neumonía atípica, la que decíamos que afectaba a niños más mayores y en al que no suele aparecer fiebre o esta es baja y cursa con un cuadro pseudogripal, el tratamiento de elección esta azitromicina o la claritromicina.

La necesidad de ingreso vendrá establecida por que el niño presente mal estado general o necesite algún tipo de soporte respiratorio, como el oxígeno, cosa que no suele ser lo habitual (menos del 10% de los casos).

Y entonces, ¿existen los principios de neumonía?

Y por fin llegamos a la pregunta que daba título a este post. Perdonad si nos hemos extendido para llegar hasta aquí, pero creemos que era necesario para que entendierais que los principios de neumonía no existen.

Porque, ¿cuando alguien dice ‘lo que tiene el niño es un principio de neumonía’ a qué se refiere?

A mi modo de ver es una neumonía que se ha diagnosticado al inicio de los síntomas, cuando todavía el niño está bien y es raro que se complique, y que para que los padres no se preocupen en exceso se les dice que es un principio de neumonía, pero al fin y acabo eso es una neumonía. También puede ocurrir que algún pediatra se refiera a principio de neumonía a esos casos en los que la clínica es compatible, pero no conseguimos ver el pegotón de moco en la radiografía.

Entiendo perfectamente que en ocasiones queramos suavizar un diagnóstico para que los padres no se preocupen más de la cuenta por lo que le pasa a sus hijos, pero creo que con una explicación sencilla y diciéndoles que lo habitual es que su hijo se cure con un tratamiento oral y quedándose en casa un par de días, no hace falta utilizar eufemismos infantiles como lo de principio de neumonía.


Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

Citomegalovirus: una infección muy frecuente en la infancia

Virus

Fuente: Pixabay

La infección por citomegalovirus es de esas infecciones que mucha gente desconoce, pero que los pediatras siempre la tenemos en mente, de hecho, es una de las causas de la conocida enfermedad del beso, tan frecuente durante la adolescencia.

Muchas veces nos habéis preguntado en redes sociales qué es este virus y qué se puede hacer para prevenirlo, ya que a muchos os suena que puede tener graves consecuencias en el caso de que sea una mamá embarazada la que se contagie de él. Así que hemos decidido escribir este post con el que esperamos que se vean resueltas todas estas dudas, y de forma sencilla y práctica recojáis toda la información que necesitáis en relación a este tema, que a nuestro parecer, es tan interesante.

Lee el resto de la entrada »

¿Qué es la dislexia?

Niño leyendo

Fuente: Pixabay

La dislexia es un trastorno que a mucha gente le suena, pero que la mayoría desconoce en qué consiste realmente. Que si los disléxicos alteran el orden de las letras, que si no saben diferenciar derecha de izquierda, que si eres disléxico es porque eres muy inteligente… Sin embargo, la dislexia es un trastorno de la lectoescritura muy complejo en el que el cerebro no es capaz de pasar del lenguaje escrito al oral y viceversa con normalidad. Las estadísticas apuntan a que una de cada diez personas la sufre, con todas las implicaciones que puede generar, como, por ejemplo, bajo rendimiento escolar, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de ellas no son diagnosticadas.

En el post de hoy te explicamos de forma sencilla en qué consiste la dislexia, cuales son sus síntomas principales y a quién debes pedir ayuda si crees que tú o tu hijo puede que sufráis dislexia.

Lee el resto de la entrada »

Doce cosas que (quizá) no sabías de la tos y los mocos

Moco

Fuente: Pixabay

Es inevitable que con la vuelta al cole nuestros hijos, antes o después, se empiecen a contagiar de los virus que circulan por los colegios y las escuelas infantiles. Algunos darán lugar a dolor de garganta, otros a una diarrea y algunos a manchitas en la piel. Pero entre todo ellos, un cuadro clínico es el rey: el catarro.

Este tipo de infección está caracterizado por un cuadro respiratorio de vías altas, en el cual los mocos y la tos son los síntomas más habituales. A lo largo de post descubrirás un montón de cosas que te harán afrontar con mayor tranquilidad (y conocimiento) esos catarros que a buen seguro se acabarán cogiendo tus hijos durante la infancia.

1. Los mocos nos defienden de las infecciones

Las vías respiratorias son unos conductos que llevan el aire del ambiente a los pulmones para que podamos absorber el oxígeno que nuestro cuerpo necesita. Para que todo funcione adecuadamente, esos conductos tienen que estar lubricados, y para ello las células que tapizan las vías respiratorias producen moco, aunque ese moco no sea perceptible a simple vista. Además, los mocos son la primera línea de defensa contra las infecciones, ya que en ellos flotan un montón de moléculas y células que nos ayudan a acabar con los microbios que quieren acceder a nuestro cuerpo. Por todo ello, cuando un niño se contagia de un catarro se pone a producir moco hasta el punto de que son visibles a simple vista.

2. La tos es un reflejo

Para que las vías respiratorias no se acaben encharcando de moco, el cuerpo humano está dotado de un mecanismo que nos sirve para movilizar esas secreciones que aparecen cuando estamos acatarrados: la tos. Esta aparece por un acto reflejo cuando en esos conductos de aire están más obstruidos de lo normal, por lo que la tos no es un síntoma de que la cosa vaya mal, al contrario, nos ayuda a superar el catarro.

3. A veces hay tos y mocos con fiebre (y otras no)

Además de la tos y los mocos, en ocasiones puede aparecer fiebre acompañando a un catarro , pero que esta aparezca no quiere decir que el catarro se esté complicando, simplemente es un síntoma más que aparece en el contexto de una infección. Como comprenderéis, si aparece la fiebre, es normal que el niño se encuentre más molesto que si solo tuviera tos y mocos, pero no es nada que no se pueda solucionar con un antitérmico.

4. La tos y los mocos pueden durar muchos días

El periodo más agudo de un catarro suelen ser los primeros tres o cuatro días, momento en el que la fiebre puede estar presente. Tras esa primera etapa, es normal que los síntomas respiratorios persistan durante varios días, incluso semanas, lo que a muchos padres les hará pensar que el catarro de sus hijos no se está curando. De media, la duración de la tos y los mocos debido a una infección respiratoria es de unos quince días, y lo que ocurre muchas veces es que antes de que desaparezcan totalmente, el niño se contagie del siguiente virus que ronde a su alrededor, encadenando un proceso con otro y dando la sensación de que todo el rato están malos.

5. Los mocos son incómodos

Lo que está claro es que no es agradable respirar con la nariz taponada por los mocos, seamos un niño o un adulto. Los que ya somos mayorcitos tenemos la fortuna de saber utilizar un pañuelo para sonarnos, cosa que hasta que un niño no tiene cierta edad es incapaz de hacer. Hasta que llegue ese momento, los lavados nasales con suero fisiológico serán vuestro mejor aliado para despejar la nariz de los más pequeños de la casa.

6. El color del moco evoluciona a medida que se cura el catarro

Una creencia popular muy extendida es que si los mocos se ponen verdes es que el catarro se está complicando. Nada más lejos de la realidad. Al inicio de un catarro, los mocos suelen ser fluidos y transparentes, pero a medida que pasa el tiempo es normal que se vuelvan espesos y cambien de color amarillos o verdes. Esto se debe a que las defensas que flotan en los mocos están destruyendo a los microbios que provocan el catarro y en ese proceso las secreciones respiratorias dejan de ser transparentes. Por tanto, el cambio de color de los mocos de los catarros no es un signo de complicación, sino un signo de que nuestras defensas están actuando.

7. Los mocos no bajan al pecho

No existe un ascensor de mocos que los lleve de la nariz al pecho en un viaje de moco pa’rriba, moco pa’bajo. Sin embargo, ciertos virus tienen la capacidad de infectar no solo la zona de la nariz y la garganta, sino también los bronquios (las bifurcaciones de las vías respiratorias en los pulmones). Cuando esto ocurre, nuestro cuerpo se pone a producir moco allí donde lo necesita, y dado que los microbios entran por la nariz y en unos días es cuando llegan a los pulmones, esto puede dar la sensación de que los mocos han bajado al pecho. A pesar de ello, no hay nada que se pueda hacer para que esos microbios no bajen al pecho, ya que si lo hacen es porque tienen la capacidad para hacerlo, no que hayamos dejado de hacer algo que lo podría haber evitado.

8. El sonido de la tos nos importa poco a los pediatras

Es curiosos ver como los padres describen la tos cuando vienen a consulta: que si tos de viejo que fuma, que si tos irritativa, que si tos de perro… Incluso muchos piden al niño que tosa en ese momento para que escuchemos esa música celestial. La verdad es que el sonido de la tos nos da poca información a los pediatras, al menos para decidir si hacer una cosa u otra con el niño en cuestión. Al final, lo que nos importa es cómo está la auscultación pulmonar y si el niño tiene dificultad respiratoria, ya que la clasificación clásica de la tos (productiva, no productiva, irritativa…) no la tenemos mucho en cuenta. Quizá el único caso que sí que nos ayuda a conocer cómo es la tos es cuando esta suena a perro que ladra, a foca o a pato, ya que en estos casos sí que podemos afirmar que lo que le pasa al niño es que tiene una laringitis.

9. La tos y los mocos no se curan con antibiótico

Si has estado atento mientras leías este texto, te habrás dado cuenta que tanto la tos como los mocos son síntomas de una infección respiratoria, que en el caso de los niños, en la gran mayoría de las ocasiones, será consecuencia de un catarro provocado por un virus. Por tanto, por mucho que demos antibiótico a un niño con un catarro, no vamos a conseguir que su tos y sus mocos mejoren, incluso aunque los mocos sean verdes, ya que estos dependen de una infección provocada por un virus que se cura sola sin que el antibiótico sea necesario. En otras ocasiones, como es el caso de las neumonías u otro tipo de infecciones respiratorias causadas por bacterias, la tos y los mocos si que mejoran al dar antibiótico, pero porque el problema subyacente (la neumonía) sí que es un proceso que necesita de este tratamiento.

10. Los jarabes para la tos y los mocos no sirven para nada

Siento si con esto estoy rompiendo la burbuja de jabón en la que vuestra mente cree que este tipo de remedios son eficaces para paliar los síntomas de los catarros, pero tanto los antitusivos como los mucolíticos como los expectorantes no han demostrado una verdadera eficacia frente a los síntomas que pretenden mejorar. Por ello, ninguno de ellos figura como parte del tratamiento de los catarros de ninguna sociedad científica pediátrica contrastada. De hecho, la mayoría de estos jarabes no están autorizados en ficha técnica por debajo de los dos años, motivo añadido para no recomendarlos en caso de que un niño tenga tos y mocos. Con lo único que habría que hacer una excepción es con la miel, ya que ésta sí que ha demostrado cierta eficacia para mejorar las horas de descanso cuando un niño tienen tos. Recordad que la miel se puede dar a un niño a partir del año de vida, pero al contener muchos azúcares debéis lavarle luego los dientes.

11. Los niños con tos y mocos pueden tener otitis (pero no siempre)

La otitis es una infección del oído que da lugar a dolor o irritabilidad y, sobre todo en niños pequeños, fiebre. La mayoría de las otitis están causadas por una bacteria que se llama neumococo, y que en ocasiones requiere antibiótico para su curación (cuando los niños tienen menos de dos años o presentan algún signo de gravedad como la fiebre alta o la superación). Lo que si que suele ocurrir antes de que se produzca el cuadro de fiebre y dolor de oído es que casi todas la otitis van precedidas de un cuadro catarral, el cual sirve de caldo de cultivo perfecto, con sus mocos por todos lados, para que el dichoso neumococo haga de las suyas. De todas maneras, esto no quiere decir que siempre que un niño tenga un catarro vaya a acabar en otitis, pero sería una cosa a vigilar y tener en cuenta.

12. No os fijéis tanto en la tos y la mocos y observad si a vuestro hijo le cuesta respirar

Para finalizar, lo más importante que debéis hacer cuando vuestros hijos tengan tos y mocos es aprender a diferenciar si estos síntomas se acompañan de dificultad respiratoria (si respiran deprisa, si hacen ruido al respirar, si marcan las costillas o utilizan los músculos del cuello en cada respiración…) ya que esto es lo que realmente nos importa a los pediatras. Si vuestros hijos tienen tos y mocos, pero se encuentran bien y no les cuesta respirar, incluso aunque tengan fiebre, podéis esperar a que vuestro pediatra os atienda cuando tenga cita. Pero en el caso de que detectéis dificultad respiratoria debéis acudir a Urgencias sin demora.


Y hasta aquí este repaso a la tos y los mocos, síntomas que a buen seguro vuestros hijos tendrán más de una vez (y más de dos) a lo largo de la infancia.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

¿Cuándo empieza la pubertad en los niños?

Fuente: Pixabay

Fuente: Pixabay

La pubertad, al menos desde el punto de vista médico, es el periodo de la vida en el que nuestro cuerpo adquiere la capacidad de reproducirse, hecho que se acompaña de un aumento de la talla (estirón puberal), así como de otros cambios físicos entre los que destaca el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.

En este blog ya hemos hablado de la pubertad en las niñas, y hemos comentado en varias ocasiones que el hecho que marca ese inicio de la pubertad en las mujeres es el desarrollo mamario, circunstancia que a simple vista suele ser bastante evidente. Sin embargo, el inicio de la pubertad en los niños es a priori más difícil de identificar, al menos en sus estadios iniciales, lo que a muchos padres les puede llevar a tener la impresión de que sus hijos puede que vayan retrasados respecto a otros niños.

En el post de hoy repasamos los cambios que se producen en el cuerpo de los niños al llegar a la pubertad para que sepáis identificar cuándo vuestros hijos han alcanzado esta etapa.

El tamaño de los testículos

Como os decíamos, el inicio de la pubertad en varones suele ser imperceptible a simple vista, ya que el cambio físico que marca el inicio de la pubertad es el aumento del volumen testicular por encima de los 4 mL. Por ello, entre otras cosas, la palpación de los testículos es algo habitual en las exploraciones del niño sano, ya que es la única forma de conocer si a tal o cual edad el niño ya ha empezado a desarrollarse.

Con el paso del tiempo los testículos irán creciendo hasta el tamaño del adulto, unos 15-20 mL, y durante ese tiempo aparecerán otros cambios físicos que transformarán el cuerpo del niño en el de un púber adolescente.

En niñas se considera normal el inicio de la pubertad (salida del pecho) a partir de los 8 años, ya que un par de años después llegará la primera menstruación, es decir, a partir de los 10 años, que es lo se considera normal desde el punto de vista médico; a pesar de ello, lo más habitual es que el pecho en las niñas empiece a crecer hacia los 10 años y medio y que la primera menstruación la tengan con 12 años y medio.

Sin embargo, el inicio de la pubertad en los niños es un poco más tardío. Consideramos normal este inicio a partir de los 9 años, como hemos dicho marcado por el aumento del tamaño testicular, aunque lo más habitual es que los niños inicien el desarrollo hacia los 11 o 12 años. Como el inicio de la pubertad es más temprano en las niñas que en los niños, durante unos años suele ocurrir que a las niñas se las ve mucho más desarrolladas respecto a sus compañeros de clase (tanto en aparición de caracteres sexuales como en altura), aunque eso se termina compensado con el paso del tiempo.

Pelos y más pelos

A pesar de que el inicio de la pubertad en los varones lo marca el crecimiento testicular, es poco habitual que los padres se den cuenta de este hecho y que lo primero que identifiquen sea el crecimiento del pene, la aparición de vello púbico o un cambio en la rugosidad de la piel de la bolsa escrotal.

Con el paso del tiempo, y acompañando al aumento del volumen testicular, esos cambios irán progresando. En unos primeros estadios el pene gana en longitud y más tarde en circunferencia. Respecto al vello púbico, primero serán unos pocos pelos en la base del pene de aspecto fino, para más tarde extenderse al pubis, convirtiéndose en pelos duros y rizados. Hacia el final de la pubertad estos pelos se extenderán a ambos muslos y la zona baja del abdomen.

Además de estos cambios, en los varones suele producirse un cambio en el tono de la voz, un aumento del vello en otras zonas corporales (axilas y cara) y un cambio en el olor corporal. Además, aunque no en todos, puede aparecer acné de mayor o menor intensidad. Los cambios físicos que se producen durante la pubertad en los varones dependen tanto de la testosterona, que se produce en los testículos, como de las hormonas que produce la glándula suprarrenal, aunque el control sobre ellas sea independiente.

Al igual que pasa con las niñas durante las primeras menstruaciones, redorad que suelen ser irregulares durante el primer año tras la menarquia y muchas de ellas anovulatorias, en los niños durante la pubertad son frecuentes las erecciones, así como las eyaculaciones no deseadas. Esto forma parte de su desarrollo normal, seguramente como parte del entrenamiento para la vida adulta, y no constituye ningún tipo de alteración.

Los diferentes estadios físicos por los que pasa tanto un niño como una niña durante la pubertad se conocen como estadios de Tanner. Cuando decimos que un niño o una niña está en Tanner I es que todavía no ha iniciado la pubertad, mientras que si está en Tanner V es que ya la ha completado. En la siguiente gráfica podéis ver el aspecto de los caracteres sexuales secundarios según los estadios de Tanner.

El tiempo que dura la pubertad, es decir, el tiempo que transcurre desde le inicio de la misma (salida del pecho en las niñas o aumento de los testículos en los niños) hasta que alcanzan el desarrollo completo es muy variable, unos tres o cuatro años, aunque en las niñas suele ser un periodo de menor duración. Independientemente de la duración la pubertad, al final de la misma, tanto los niño como las niñas (o chicos o chicas, como prefiráis llamarlos) habrán adquirido la capacidad de reproducirse, aunque todavía podrán crecer en altura unos pocos centímetros más.

Los niños también pueden tener botón mamario

Como decíamos, durante la pubertad en los varones, el cambio físico que experimentan depende sobre todo de la testosterona producida en los testículos, pero también de hormonas femeninas, los estrógenos, que se producen durante esta etapa. De hecho, la hormona responsable del estirón púberal en los niños es el estradiol, una hormona femenina.

Además, en un porcentaje no desdeñable de niños, los estrógenos que se producen normalmente durante la pubertad van a dar lugar a un pequeño desarrollo de las mamas. Por ello, durante la pubertad es frecuente ver a niños con un aumento del tamaño de los pezones y que estos se vuelvan muy sensibles, muy similar al botón mamario que vemos en los estadios iniciales de la pubertad en las niñas.

Ese botón mamario en los niños suele ser bilateral y remite con el paso del tiempo a medida que avanza la pubertad, aunque en algunos niños se prolonga más de lo que ellos querrían. De nuevo, hay que insistir en que este hecho es una parte normal de la pubertad y que no constituye ningún tipo de enfermedad.

¿Y qué pasa si llega la época de la pubertad y mi hijo no se desarrolla?

Es muy habitual que en las revisiones veamos a niños y niñas que por edad ya les habría tocado iniciar la pubertad, pero que todavía no han iniciado los cambios físicos que os hemos comentado. En concreto, cuando las niñas no inician el desarrollo mamario a los 13 años o en los niños los testículos no han empezado a crecer a partir de los 14 años.

Puede haber muchas causas por las que un niño no empiece su desarrollo dentro de lo que consideramos estadísticamente normal, pero lo más frecuente es que se trate de un Retraso Constitucional del Crecimiento. Esta situación tampoco es una enfermedad y se considera una variante de la normalidad.

Se trata de niños (porque es más frecuente en varones que en mujeres en proporción de 2:1) que inician la pubertad más tarde de lo habitual y que presentan un patrón de crecimiento constante, pero en percentiles bajos. Además, suele haber antecedentes familiares, ya que esta situación tiene un componente genético importante. Para el diagnóstico de un retraso constitucional del crecimiento se requiere descartar otras situaciones que pueden dar lugar a una pubertad retrasada (habitualmente a través de una historia clínica y una exploración rigurosa) y de una edad ósea (radiografía de la muñeca) en la que se observe que esta va retrasada respecto a la edad cronológica del niño, es decir, que la radiografía muestre que los huesos del niño tienen una edad menor que la edad real del niño, lo que nos vendría a decir que es normal que todavía no se haya desarrollado.

En cuanto a la evolución, estos niños suelen iniciar la pubertad más tarde que sus compañeros, y por tanto el estirón púberal también lo dan más tarde, pero al final alcanzan su talla diana  que es la que les corresponde por genética.

Lo que te debe preocupar

Si hemos escrito este post, además de para dejaros tranquilos si empezáis a observar ciertos cambios en vuestros hijos, es para que estéis atentos a cambios que sí que se salen de lo normal y por los que debéis consultar al pediatra:

  • Si hemos dicho que la pubertad en varones se considera normal que inicie a partir de los 9 años, en le caso de que empecéis a notar cambios corporales típicos de la pubertad antes de esa edad (crecimiento de los testículos, salida de vello, …) es un motivo para pedir cita con el pediatra.
  • De igual forma, aunque lo normal es que se trate de un retraso constitucional del crecimiento, si observáis que vuestros hijos llegan a los 14 años y no han iniciado la pubertad, no dudéis en hablar con el pediatra.

Esperamos que este post os haya servido para conocer cómo cambia físicamente el cuerpo de los niños durante la pubertad y que no os sorprenda que en unos pocos meses vuestros hijos pasen de ser unos chavalines con cuerpo de niño a adolescentes que os piden que les compréis una maquinilla para afeitarse el bigote. Durante esta etapa también se producirán cambios psicológicos, pero preferimos dejar este tema a nuestros compañeros los psicólogos infantiles que son los verdaderos expertos en la materia.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

Bibliografía:

 

Enfermedades de exclusión escolar: cuando los niños deben quedarse en casa sin ir al colegio

Niños

Fuente: Pixabay

Una de las cosas que ha conseguido la pandemia del coronavirus es que los padres entiendan que ante cierta enfermedad sus hijos se deben quedar en casa para evitar el contagio de sus compañeros, que en el caso del coronavirus son diez días desde el inicio de los síntomas o desde la prueba que diagnostica la infección (test de antígeno o PCR). Sin embargo, estas cuarentenas que se han impuesto a estos niños y adultos durante el último año y medio no son algo extraño o desconocido para los pediatras, ya que desde siempre existen una serie de enfermedades por las que los niños deben quedarse en casa en un intento de disminuir la posibilidad de contagio a sus compañeros de clase: es lo que se conoce como enfermedades de exclusión escolar.

Ahora que comienza un nuevo curso, merece la pena hacer un repaso sobre este tema para que en los siguientes meses no os queden dudas de por qué con algunas enfermedades vuestros hijos no deben acudir al colegio o la escuela infantil, mientras que con otras, a pesar de que puedan contagiar, no hace falta cumplir un periodo de exclusión escolar más allá del tiempo durante el que se encuentran con fiebre o malestar.

Lee el resto de la entrada »

¿Cuándo sabré si mi hijo es zurdo o diestro?

Escritura

Fuente: Pixabay

El neurodesarollo infantil es uno de los procesos más complejos que le ocurre al ser humano. Gracias a él se adquieren un sin fin de habilidades que nos permiten pasar de ser un recién nacido totalmente dependiente al que hay que atender, a convertirnos en personas autónomas capaces de valernos por nosotros mismos. Entre otras muchas cosas, durante ese proceso se definirá cuál de los dos lados del cuerpo utilizaremos con mayor destreza, ya sea el derecho o el izquierdo, porque aunque todos tenemos dos manos, dos ojos, dos oídos y dos pies, la inmensa mayoría de las personas presenta una predisposición a utilizar una parte del cuerpo con mayor habilidad, concepto al que llamamos literalidad.

La lateralidad quedará definida durante los primeros años de vida. Completado ese proceso podremos afirmar si un niño es zurdo o diestro, cosa que a priori no tendría que tener mayor importancia que lo anecdótico de saber si el niño escribe con la mano derecha o con la izquierda. Sin embargo, desde el punto de vista médico, la lateralidad, o mejor dicho, cuando observamos que el desarrollo de la lateralidad se aleja de los patrones que consideramos normales debemos sospechar que algo está ocurriendo, del mismo modo que lo sospechamos cuando un niño presenta un retraso en la adquisición de la marcha o del lenguaje.

Lee el resto de la entrada »