Archivo de la categoría ‘Accidentes’

Dispositivos de flotación: ¿cuál es el más seguro?

 

Fuente: Pixabay

En la última semana, la gran mayoría de piscinas de nuestro país han abiertos sus puertas para dar la bienvenida al buen tiempo y permitir que nuestros hijos se refresquen del calor.

Y como todos los años, los que tienen hijos pequeños, sobre todo aquellos que todavía no saben nadar, se hacen una pregunta: ¿cuál es el mejor sistema de flotación para que mi hijo se meta en el agua de forma segura? ¿Los maguitos, el flotador o los modernos chalecos salvavidas?

Esta no es una pregunta banal, ya que cada año fallecen en España entre 75 y 150 niños por ahogamiento, tanto en playas, piscinas, ríos y embalses, de los cuales la gran mayoría lo hace en instalaciones privadas, por lo que intentar ofrecer a nuestros hijos una actividad recreativa y lúdica que tanto les aporta, pero con seguridad, debería ser una de nuestras prioridades.

En el post de hoy repasamos y os damos nuestra opinión sobre cuál es el mejor sistema de flotación, para que, según vuestras necesidades podáis elegir un tipo u otro.

Lee el resto de la entrada »

¿Es peligroso que los niños usen patinete eléctrico?

Fuente: Pexels

En los últimos años se está implantando una nueva forma de moverse por las ciudades: el patinete eléctrico. Gracias a los avances en la tecnología, que han permitido el desarrollo de baterías con autonomía suficiente, cada vez es más frecuente que veamos como los adultos lo utilizan para sus desplazamientos a lugares cercanos de su domicilio, por ejemplo, al ir al trabajo, o, en el caso de los niños, para acudir al colegio, además de tener también un uso recreativo.

No debemos perder de vista que los patinetes eléctricos son medios de transporte que pueden alcanzar una alta velocidad, además de que el usuario está poco protegido ante un eventual accidente o una caída, como sucede con otros tipos de trasporte como las bicicletas o las motos.

A pesar de todo ello, es habitual ver cómo chavales (y también adultos) circulan por nuestras ciudades sin una protección adecuada que podría minimizar las consecuencias de una caída accidental. Pero, ¿realmente hay más lesiones traumáticas desde que existe el patinete eléctrico? ¿Es seguro que lo utilicen nuestros hijos? Descúbrelo en este post.

Lee el resto de la entrada »

Intoxicaciones en pediatría

Fuente: Pixabay

Hace unos días, la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) publicaba una guía on-line de acceso abierto y gratuito sobre el manejo de las intoxicaciones en pediatría. De esta forma, el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la SEUP cristaliza en un recurso digital todo el trabajo que lleva haciendo más de 10 años, ya que son quién marca cuáles son los protocolos con los que los pediatras atendemos a este tipo de niños, además de trabajar para concienciar a la sociedad de que las intoxicaciones infantiles pueden ser potencialmente graves, pero prevenibles.

Sería absurdo que un blog como este, dedicado a la divulgación general dirigida a personas no sanitarias, hiciera un intento de explicar intoxicación por intoxicación hasta el más mínimo detalle de lo que se debe hacer ante un niño que ha tenido contacto con una sustancia tóxica; sin embargo, sí que resulta interesante repasar cuáles de ellas son las más frecuentes y daros unos consejos generales sobre prevención y sobre cómo actuar en esos primeros instantes en los que dudáis si debéis acudir corriendo a Urgencias.

Lee el resto de la entrada »

Los andadores para bebés son peligrosos

Andador

Fuente: Flickr

Todavía recuerdo mis tardes de pasillo, allá por los años 80, cuando mis padres me colocaban en un andador, también llamado tacataca en aquella época. Eran tardes en las que, impulsado por mis piernas que colgaban del asiento de aquel artilugio, corría de un lado para otro como pollo sin cabeza sin importar que todavía no tuviera la destreza psicomotriz para haber empezado a caminar por mi cuenta. Tardes en las que todo eran risas cuando me chocaba contra las paredes y mi madre se ponían de los nervios pensado que algún día iba a pasar algo que nos haría salir corriendo al hospital, ya que, con la visión de futuro que suelen tener las madres, auguraba que al final me acabaría dando un trastazo y haciéndome una brecha en la cabeza.

El susodicho artilugio era un idea de los abuelos que, con toda la buena intención del mundo, me lo habían regalado al cumplir 8 meses de edad. En aquella época se creía que los andadores ayudaban a los niños a caminar antes, ya que permitían entrenar los pasitos que antes o después acabaríamos dando. A día de hoy, todavía se puede ir a cualquier tienda de material infantil y adquirir uno de estos andadores. De hecho, hasta han evolucionado en forma, ya que no solo hay disponibles los típicos en los que el niño va sentado, sino que también existen andadores similares a los que utiliza una persona anciana cuando necesita algo de ayuda para caminar, como una especie de carritos que se pueden empujar.

A pesar de todo, mi historia tiene final feliz, pero mi madre siempre recordará aquella tarde de domingo en la que dejó la puerta de la calle abierta mientras iba a por un poco de sal para la vecina y yo, cual piloto de fórmula-1, salí escopetado por la puerta de casa del piso en el que vivíamos directo a la escalera que daba a la calle. Tuve suerte, ya que antes de caer despeñado por las escaleras, el andador se atascó con la barandilla y no se produjo la caída que mi madre había augurado. Eso sí, desde entonces el andador quedó relegado al trastero y prefirió dejarme en el suelo de casa para que pudiera jugar libremente mientras ella se dedicaba a sus quehaceres.

Lee el resto de la entrada »

¿Es peligroso el Silica Gel para los niños?

Silica Gel

Fuente: Dos Pediatras en Casa

Hoy nos ha pasado una de esas cosas por las que si no fuéramos pediatras hubiéramos acabado en Urgencias…

Resulta que el otro día compramos una botella de metal para nuestro hijo pequeño. Por si venía sucia, la lavamos por dentro con un poco de agua. El caso es que no se nos ocurrió mirar si tenía algo en su interior… A los dos o tres días, en una de las veces que rellenamos la botella vimos que había algo al fondo: un sobrecito de papel de SILICA GEL. Seguro que sabéis lo que es porque viene en muchos envases de productos como zapatos, cajas o juguetes. El objetivo de esta sustancia es atrapar la humedad y preservar el buen estado del objeto en cuestión. Seguro que también habéis reparado que en esos sobrecitos suele venir escrito en grande ‘NO INGERIR’.

Lee el resto de la entrada »

Alimentos con alto riesgo de atragantamiento

La muerte de un niño es siempre un acontecimiento trágico, pero todavía lo es más cuando se podría haber evitado. Este es el caso de la mayoría de los atragantamientos, los cuales se producen en circunstancias en las que el niño intenta tragar algo que no ha podido masticar bien y que le acaba obstruyendo la vía aérea. Sin duda alguna esta situación es de las que más pánico genera a lo padres, sobre todo cuando toca iniciar la alimentación complementaria y los niños empiezan a probar cosas distintas a la leche.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en el 2018 (último año con datos actualizados) fallecieron en España dos niños menores de 14 años a causa de un atragantamiento con algún tipo de alimento, lejos de los 166 adultos que fallecieron por este mismo motivo. Está claro que esta cifra es el último eslabón dentro de una cadena en la que el desenlace no siempre es fatal, ya que muchos niños se atragantan todos los días y no les pasa nada, aunque en algunos casos sí que es es necesario que sean atendidos de urgencia por especialistas para que les extraigan ese trozo de alimento que fue a alojarse a la vía respiratoria y que obstruía parcialmente la entrada de aire al pulmón.

Estos datos ponen de manifiesto dos cosas. Por un lado tranquiliza saber que esta tragedia ocurre en niños de forma muy poco frecuente, pero por otro refuerza la idea de que debemos seguir informando a los padres para que eviten situaciones que ponen en peligro a sus hijos. En este post encontrarás información útil sobre los atragantamientos y sobre qué alimentos se deben evitar en niños pequeños. Lee el resto de la entrada »

Los collares de ámbar: ni funcionan ni son seguros

De cuando en cuando vemos como a nuestra consulta acuden padres con niños pequeños preocupados por los síntomas que suelen acompañar la salida de los dientes, tales como dolor en las encías, malestar, irritabilidad, alteración del sueño, pérdida de apetito o babeo. Y aunque son síntomas menores que mejoran en pocas semanas, no dejan de ser molestos, provocando en muchos casos una búsqueda a cargo de los padres del «mejor» remedio para que sus hijos pasen ese trance lo mejor posible.

Aunque no es lo más habitual, algunos de ellos, ya sea porque lo han leído en algún sitio, se lo haya comentado una amiga o, simplemente, por la desesperación de ver a un hijo que se encuentra mal, acaban recurriendo a unos collares de ámbar muy vistosos que prometen la mejoría de todos esos síntomas que mencionábamos.

Sin embargo, que alguien diga que una cosa funciona, incluso aunque la haya probado, no quiere decir que realmente lo haga, ya que para ello debe demostrarse científicamente y no  quedarse solo en una hipótesis. Pero además, los collares de ámbar no son seguros y pueden provocar accidentes conduciendo a la asfixia y/o estrangulación del niño. Os lo explico todo en este post para que no os queden dudas.

Los collares de ámbar no son eficaces

No miento si os digo que he tenido que indagar un poco para saber en qué se basan las supuestas propiedades de los collares de ámbar para la dentición. En primer lugar, los defensores de este tipo de terapia insisten en que tiene que ser ámbar y no vale una piedra cualquiera recogida en el parque o en la playa. De hecho, el ámbar debe ser de origen báltico y no de otra localización del planeta.

Como muchos sabréis por la película Jurasic Park, el ámbar se forma cuando cristaliza la resina de los árboles. Es decir, cuando esa materia viscosa se pone muy dura. Una parte de la composición molecular del ámbar es el ácido succínico, que es justo al que se le atribuyen las propiedades curativas de los famosos collares de ámbar. A esta molécula se le presuponen propiedades antiinflamatorias, pero por mucho que he repasado los libros de farmacología de la carrera no he encontrado por ningún lado que tenga esa propiedad. De hecho, si buscas en PubMed (la biblioteca virtual más grande a nivel mundial donde se publican la inmensa mayoría de artículos médicos) las palabras «succinic acid«, te encontrarás con unas 20 entradas y en ninguna de ellas se habla de que tenga poder antiinflamatorio.

Pero vayamos un poco más allá y busquemos si existe médicamente algún fármaco que utilice este principio activo en la vida real. En la página de la Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios no existe ningún fármaco que contenga ácido succínico en su composición. Ninguno. ¿No creéis que si esta molécula realmente fuera tan maravillosa, alguna empresa farmacéutica hubiera diseñado ya algún medicamento para venderla a precio de oro? En el buscador de esta agencia sí que podemos encontrar dos moléculas con nombres parecidos (ácido dimercaptosuccínico y ácido dihidroxisuccínico). La primea de ellas se utiliza como contraste para pruebas de imagen y la segunda como laxante. No parecen tener mucha relación con el ámbar y los dientes, la verdad.

Sin embargo, los que defienden el empleo de estos collares de ámbar atribuyen al acido succínico el poder curativo del collar. Supuestamente, esta molécula se liberaría al chupar el ámbar y ejercería su acción a nivel local en las encías. Digo supuestamente porque, como he mencionado en el párrafo anterior, esta molécula realmente no tiene ningún poder antiinflamartorio demostrado. Además, habría que creerse que el hecho de chupar una piedra liberaría una molécula en cantidad suficiente como para ejercer una acción que, además, no posee.

¿Y qué dice PubMed de los collares de ámbar? Pues tampoco hay ningún estudio publicado que confirme que funcionen. Así que, si no era suficiente con tener que creernos la teoría de que una molécula que no tiene ninguna función antiinflamatoria puede ayudar con los dientes de los bebés, tampoco existe nadie que haya realizado un estudio con calidad científica como para demostrar sus efectos. En resumen, el que diga que el ámbar funciona se lo está inventando.

Me gustaría pensar que solo con estos datos ya os he convencido y que os habréis dado cuenta de que emplear collares de ámbar para los dientes de los niños no es más que un engaño. Si no es así, os animo a que sigáis leyendo ya que los collares de ámbar, además de no ser eficaces, pueden resultar muy peligrosos.

Los collares de ámbar son peligrosos

Si los argumentos sobre la eficacia de un collar que no funciona para lo que pretende no han sido suficientes, os presentaré a la artillería pesada para terminar de convenceros: los collares son peligrosos y pueden causar la muerte del niño que los lleve.

No lo he dicho antes, pero ¿sabéis lo que sí que aparece en PubMed si buscas «amber necklace»? (collar de ámbar en inglés). Pues aparecen varios artículos en los que se habla sobre la posibilidad tanto de asfixia como de estrangulamiento al utilizar uno de estos collares (link). Si esto no os ha parecido suficiente, busca en Google: existe más de una noticia en la que se cuenta la muerte de un niño por esta causa (link).

Quizá estéis pensando: «bueno, estos son solo unos pocos casos desafortunados». Pues fijaos: organismos tan importantes como la Food and Drugs Administration americana tiene publicado un documento de posicionamiento en el que alerta sobre la (falta de) seguridad de este tipo de collares (link). De forma similar, la página web EnFamilia de la Asociación Española de Pediatría, en su entrada sobre los síntomas que provocan la salida de los dientes, nos alerta también de su peligrosidad (link).

Esperamos que con lo que habéis leído haya sido suficiente y terminaros de convencer para que no uséis nunca estos collares. En el caso de que no los uséis pero conozcáis a alguien que sí que los usa, confiamos en que le hagáis ver que comete un error al utilizarlo con sus hijos. No concemos a ningún padre o madre que no quiera lo mejor para sus hijos, cosa que nos hace pensar que si alguien utiliza este tipo de collares o cualquier otro tipo de artilugio sin eficacia y potencialmente peligroso para un niño es por desconocimiento, y ahí es donde vosotros podéis jugar un papel muy importante. Si nosotros no somos capaces de llegar a esa mamá o ese papá para que deje de usar estos collares de ámbar, quizá vosotros sí que se lo podáis hacer ver desde vuestra amistad con esa persona.

Lo que realmente funciona para calmar la salida de los dientes

En todo esto de los dientes y los collares hay una cosa que sí que es cierta. Los dientes «duelen» cuando salen y, por fortuna, sí que hay remedios que ayudan a mitigar ese malestar que sienten muchos niños. Estos tratamientos sí que son recomendables además de ser seguros, así que apuntarlos para tenerlos en cuenta cuando llegue el momento:

  • Ibuprofeno y paracetamol: si las encías están inflamadas o tu hijo realmente siente dolor, podéis administrarle una dosis de estos fármacos. Pero ojo, lo de frotárselos en la encía no sirve de nada. Debe emplearse la dosis habitual que utilizáis cuando vuestros hijos tienen fiebre o les duele un oído.
  • Juguetes para morder: una de las cosas que calma los síntomas de la salida de los dientes es morder juguetes de plásticos o de goma. Existen muchos mordedores que podéis encontrar en el mercado y que son seguros, a diferencia de los collares ámbar.
  • Frío local: es otro remedio que alivia las inflamación de las encías, como cuando usas frío local en un tobillo torcido. Para ello podéis meter en el congelador toallas pequeñas húmedas o un trapillo mojado; una vez congeladas puedes ofrecérselas a mordisquear a vuestro bebé.  Los típicos juguetes pensados para congelar suelen ser muy duros para que un niño los muerda.
  • Masaje de la encía: esta acción suele aliviar mucho el dolor de los bebés, al igual que dejarles que mordisqueen vuestros nudillos o algún dedo. Recordad que debéis lavaros las manos antes de hacerlo.

Nota: Los geles o las cremas para adormecer que contienen benzocaína no son recomendadas para los bebés.


Y hasta aquí la entrada de hoy. Sé que muchos estaréis pensado eso de «pues a mí me funciona» y no estaréis dispuestos a cambiar de opinión. Solo os pedimos una cosa: pensad en la seguridad de vuestros hijos, no nos lamentemos después por algo que podríamos haber evitado. La salida de los dientes es muy molesta, todo el que ha sido padre lo sabe. Pero como decía una de nuestras maestras: los dientes cuando salen duelen, pero luego nos ayudan a comer. Así que tengamos paciencia que ya llegará el momento de preocuparnos por cosas realmente importantes.

Cómo actuar ante un golpe en la cabeza de un niño

Los golpes en la cabeza son uno de los motivo de consulta más frecuentes en las consultas de pediatría, y aunque la mayoría de los golpes son leves, algunos de ellos pueden condicionar graves lesiones. El verano, debido que es la época del año en la que los niños realizan más actividades al aire libre de carácter lúdico, es la época del año en la que más se producen.

Es fundamental que conozcáis como actuar ante los golpes en la cabeza de vuestros hijos para que sepáis detectar a aquellos niños que puedan precisar atención médica. También podéis visitar esta otra entrada sobre los mitos y leyendas de los golpes en la cabeza que escribimos hace tiempo.

¿Qué es un trauma craneal?

El trauma craneal es la forma técnica que tenemos los pediatras de referirnos a los golpes en la cabeza. Este tipo de golpes se refiere a aquellos que se producen en los huesos del cráneo, por tanto excluyendo la cara y el cuello.

Aunque la palabra «trauma craneal» te parezca que hace referencia a un golpe muy grave, esto no es así, ya que los traumatismos craneales se dividen en leves (la gran mayoría y, en general, sin consecuencias), moderados y graves, y pueden afectar tanto a los huesos (estructurar óseas de la cabeza) como a su contenido, el cerebro.

Lo que nos preocupa realmente a los médicos cuando alguien se da un golpe en la cabeza es que el golpe sea de tal intensidad que provoque algo más que un simple impacto en los huesos del craneo y acabe afectando al cerebro (en general por un sangrado o una contusión).

El trabajo del pediatra en estos casos será diagnosticar ante qué situación estamos. Por ello, contamos con protocolos para poder diferenciar qué niños se pueden beneficiar de una prueba radiológica como el scanner craneal (prueba a realizar en caso de sospecha de traumatismo craneal complicado) ya que las radiografías en estos casos no nos dan mucha información.

Los síntomas, la clave de todo

Tras un golpe en la cabeza, van a aparecer una serie de síntomas que se correlacionan con la gravedad del golpe y la posibilidad de que se produzca el mencionado sangrado o contusión cerebral. A estos síntomas se unen las características de cómo se produjo, ya que no es lo mismo, por ejemplo, un niño que tiene un accidente de bicicleta sin casco que un niño que va andando y se choca de frente contra la pared.

Es muy importante que os acordéis de esas circunstancias en las que se ha producido el golpe para que podáis relatárselas al médico: altura de la caída, zona del golpe, vehículos, sistemas de seguridad que llevaba el niño…

De igual forma, lo que ocurre tras el golpe es muy importante. Los pediatras siempre os preguntaremos qué hizo el niño tras el golpe (se puso a llorar, perdió el conocimiento, convulsionó….) así como si después del golpe habéis notado que se comporta raro, ha comenzado a vomitar, se os queda adormilado o le duele mucho la cabeza.

Con todos estos datos, junto con una buena exploración física, se dará una de estas tres circunstancias: que el pediatra os mande a casa, que os quedéis en observación o que indique de manera inmediata alguna prueba. En general, debido que los niños pequeños son más vulnerables a los golpes en la cabeza, somos más conservadores con los niños menores de dos años, en los que, a pesar de encontrarse bien en la primera atención, preferimos dejarlos en observación unas horas para comprobar que todo en el niño se encuentra bien en unas horas.

Por el contrario, los niños mayores suelen ser más «resistentes» y un golpe que en un niño pequeño nos puede preocupar, quizá no lo sea en uno mayor.

Los chichones no siempre marcan la gravedad

En general, el motivo por el que acuden los padres al hospital no suele ser que su hijo se encuentre con mal estado general o con alguno de los síntomas arriba mencionados. El motivo que condiciona esa visita a Urgencias en muchísimos casos es la aparición de un chichón que les alarma.

Por forturna, casi nunca que se produce un chichón existe a la vez una lesión cerebral. A diferencia de lo que creen los padres, no es porque «la sangre esté saliendo para fuera en vez de irse hacia el cerebro». Eso no es correcto ya que la anatomía de la cabeza no funciona así. Cuando aparece un chichón es porque hay un sangrado por encima de los huesos del craneo y por tanto es imposible que ese sangrado afecte al cerebro.

Sin embargo, debajo de un chichón puede hacer una fractura craneal que es la que si que podría condicionar un sangrado cerebral. De nuevo, los síntomas y la exploración física serán los que condicionen las necesidades de realizar una prueba para descartar estas situaciones.

Hay que dar gracias a la naturaleza, que es muy lista, y diseñó la cabeza para resistir a los golpes. El hueso de la frente es el más duro de todos ya que es el que suele recibir más golpes, sin embargo, los golpes laterales de la cabeza y en la parte de atrás son más peligrosos porque en esa zona de la cabeza los huesos son menos resistentes a los golpes.

Lo que tenéis que observar en casa

Lo primero que tenéis que hacer en casa es decidir si el golpe que ha recibido vuestro hijo es de la suficiente entidad como para que tengáis que acudir a ver al médico. Los síntomas que os hemos relatado (convulsiones, tendencia al sueño, perdida de conocimiento, vómitos, comportamiento extraño, dolor de cabeza intenso en niños mayores o irritabilidad en los pequeños, chichones en los laterales de la cabeza) hacen obligatorio que solicites atención. Por el contrario, si vuestro hijo se encuentra bien tras el golpe es prudente observarle en casa antes de acudir al médico.

Independientemente de que os quedeis en casa o acudais al médico, en la siguientes horas tras un golpe en la cabeza debéis observar que esos síntomas a los que nos referíamos no aparezcan. En general, el periodo de observación que os recomendamos tras un golpe para volver a la «normalidad» es de 24 horas. Podéis dejar dormir al niño, pero es prudente que cada 4 horas comprobéis que se despierta con normalidad y que no presenta ninguna alteración.

La otra cosa que debéis hacer en casa tras un golpe es administrar un analgésico a vuestro hijo como el paracetamol o el ibuprofeno. Con ello conseguiréis que les duela menos la cabeza ya que, al fin y al cabo, se han dado un golpe. Para conseguir que salga menos chichón, lo más adecuado es aplicar un poco de hielo. Y tened en cuenta que las barritas de árnica no han demostrado ser eficaces.


Si quieres saber más de qué es lo que tienes que vigilar en caso de que tu hijo se haya dado un golpe en la cabeza, puedes consultar la hoja de padres de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría en este link.

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Sale a la venta en librerías y puntos de venta habituales el 13 de enero de 2021. Podéis adquirió en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

  • Desde el catálogo de la editorial: LINK.
  • Desde la página web de Amazon: LINK.
  • Desde la página web de La Casa del Libro: LINK.
  • Desde la página web de Todos tus Libros: LINK.
  • Desde la página web de El Corte Inglés: LINK.

El corte de digestión, un clásico del verano

Muchos de vosotros tendréis guardado en la memoria esos ratos de verano después de comer en los que nuestras madres y abuelas nos prohibían bañarnos. Al grito de «¡¡Manolito!!, no te metas en el agua…» empezaban unas horas que se hacían interminables hasta que, por fin, nuestros mayores nos autorizaban a zambullirnos en la piscina, el río o el mar. Eso si, poco a poco, no se nos fuera a cortar la digestión.

No sin parte de razón, os preguntaréis si eso de dejar a los niños en casa tranquilos o bajo la sombrilla en la playa después de comer era una excusa para que ellos pudieran echarse la siesta o realmente estaba justificado desde el punto de vista médico. Os diremos que si, que los cortes de digestión existen (también llamados hidrocución, que es el nombre médico con el que se les conoce) y por tanto debemos tener una serie de precauciones en cuenta con nuestros hijos en verano, ya que en esta época es mucho más frecuente.

¿Qué es un corte de digestión?

Después de una comida, el organismo dirige parte de sus esfuerzos a digerir los alimentos que hemos consumido. Para ello aumenta el riego sanguíneo al intestino, ya que es allí en donde se necesita más energía en ese momento. El corte de digestión ocurrirá cuando, por diferentes motivos, ese proceso de digestión del que hablamos no se realice de forma adecuada, debido a una falta de la energía necesaria para llevarla a cabo.

Esos motivos de los que hablamos son la clave del proceso. En general son circunstancia en las que exigimos al cuerpo que haga un determino esfuerzo, es decir que destine parte de la energía que producimos a realizar una actividad concreta y con ello se aumente el riego sanguíneo, por ejemplo, a los músculos o a otros órganos que en ese momento lo necesiten. Como ya os habréis podido dar cuenta, si la sangre no se dirige al intestino, no podremos hacer la digestión de forma adecuada y con ello se producirá el corte de digestión.

¿Qué síntomas produce?

El espectro de síntomas de un corte de digestión es muy variado. En general, se caracteriza por dolor abdominal, malestar general, vómitos y mareo. En los casos más graves se puede llegar a la perdida de conocimiento.

¿Qué actividades lo pueden desencadenar?

Como ya hemos dicho, varias son las circunstancias que pueden forzar al organismo a aumentar el consumo energético y «robárselo» al intestino para hacer la digestión.

El más conocido de ellos es el de tomarse un baño, sobre todo si nos metemos de golpe y el agua está fría. Cuando entramos en contacto con el agua, se producen una serie de cambios en nuestro cuerpo para adaptarnos al medio acuático. Por ejemplo, para contrarrestar la pérdida de calor, debemos dirigir la sangre a la piel para que no se enfríe en exceso. Si esto ocurre durante la digestión estaríamos dejando de destinar esa energía allí donde se necesita y se produce el conocido corte de digestión.

Pero no solo bañarse puede dar lugar a un corte de digestión. Otras actividades que realicemos después de comer, como hacer deporte o tomar el sol si hace mucho calor, pueden desencadenarlo. Además, es más frecuente cuanto más copiosa haya sido la comida.

¿Cómo prevenirlo?

Lo que tenéis que hacer es evitar que vuestros hijos hagan esas actividades después de las comidas. Lo adecuado es descansar, tomar una siesta o hacer una actividad relajada.

El tiempo que debéis esperar variará en función de cómo de pesada haya sido la comida. En el caso de una comida ligera se debe esperar al menos una hora, mientras que si la comida ha sido muy abundante ese tiempo debe aumentar hasta las dos o tres horas.

Es también importante que cuando vuestros hijos se metan en el agua lo hagan lentamente para que la adaptación sea lo más progresiva posible y no se produzca el corte de digestión. Lo mismo para el deporte, empezar poco a poco y luego ir aumentado la intensidad.

Por fortuna, los cortes de digestión son poco frecuentes, pero ya sabéis que es mejor prevenir que curar, así que no expongáis a vuestros hijos a riesgo innecesarios.

¿Y qué hago si tengo un corte de digestión?

En caso de que alguno de los síntomas mencionados aparezca, lo que debéis hacer es interrumpir la actividad que estuviera realizando vuestro hijo: le diremos que salga del agua o que deje de hacer deporte. Además, es muy recomendable que el niño se tumbe con las piernas ligeramente en alto. También es adecuado que beba líquidos para mantenerle bien hidratado, pero sin forzarle.

En caso de que estos síntomas persistan tras realizar estas medidas iniciales, debéis acudir con vuestros hijos al hospital para que sean valorados.


Así que ya sabéis, la abuela Felisa tenía razón y debemos decir a nuestros hijos que no deben bañarse después de comer o ponerse a correr por toda la playa. Buscad alguna actividad tranquila como leer un libro, hacer unos puzzles, ver una película en familia o simplemente dormir la siesta. Con un poco de suerte, vuestros hijos no se pondrán muy pesados y os dejarán descansar un rato.

¡¡Se me olvidaba!!, los cortes de digestión también los podemos sufrir los adultos así que a aplicarse los mismos consejos ¡¡Feliz verano a todos!!

#OJOPEQUEALAGUA: prevención de ahogamientos infantiles

Con la llegada del buen tiempo y la temporada estival, miles de piscinas abren sus puertas para que los niños puedan refrescarse y disfrutar de un chapuzón que les haga más entretenidas las vacaciones escolares.

Sin embargo, y a pesar de que todos sabemos que un niño en una piscina (o en la playa, o en el lago, o en un río…) es un peligro, la verdad es que en España la tragedia de varias muertes infantiles por ahogamiento se repite año tras año.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en el año 2018 fallecieron en España por esta causa 43 menores de 14 años, la mayoría de ellos con una edad por debajo de los cuatro años de edad (25 de esas 43 muertes). Quizá no te parezca una gran cifra, pero tenéis que saber que en nuestro país ocupa una de las primeras causas de mortalidad infantil, lo que manifiesta la importancia del problema.

«La mayoría de niños que sufren un ahogamiento tiene menos de cinco años»

El siguiente gráfico representa la evolución de las muertes por ahogamiento desde el año 1980 hasta 2018 en la edad infantil en España. Como se puede observar, el panorama ha mejorado mucho pasando de casi 400 casos anuales a los actuales 43, lo que supone una reducción del 91%. Sin duda alguna, esta evolución se debe a las diferentes campañas de prevención de accidentes que se han realizado en nuestro país y aunque esa disminución de casos ha sido un gran logro, todavía queda mucho camino por recorrer hasta el que debería ser objetivo final: ningún niño muerto por ahogamiento.

Defunciones por ahogamiento en edades pediátricas en España. Números absolutos. Periodo 1980-2018. Fuente Instituto Nacional de Estadística.

Desde hace ya unos años, la Asociación Nacional de Seguridad Infantil lanzó una campaña titulada #OJOPEQUEALAGUA con el objetivo de difundir la importancia del problema de las muertes por ahogamiento en la edad infantil y por otro aportar soluciones para aumentar la seguridad en este tema.

¿Y sabéis de quién depende que consigamos que no fallezca ningún niño en la piscina o en la playa…?. De todos nosotros, sus padres, que somos quiénes debemos velar por su seguridad en todo momento. A continuación encontrarás consejos útiles de la mencionada campaña para que las vacaciones de verano no se conviertan en una tragedia completamente prevenible.

pool-1227098_640

Seguridad en Piscinas

Uno de los datos más importantes respecto a las muertes infantiles por ahogamiento es que éstas se producen en su mayoría en piscinas privadas, lo que pone de manifiesto la importancia de que seáis vosotros los que pongáis a punto las medidas de seguridad oportunas para que no se produzca una situación de riesgo.

Las medidas a adoptar podríamos dividirlas en tres grupos: aquellas a realizar antes de que el niño acuda a la piscina, las que realizaremos mientras estemos en la piscina pero sin bañarnos y las que debemos cumplir durante el baño del niño.

Entre las medidas a realizar antes de que el niño se bañe se encuentras todas aquellas que dan como resultado una piscina más segura:

  • Todas las piscinas deberían incorporar dispositivos que impidan que el niño llegue solo al agua en un descuido. El ejemplo más claro sería una valla que rodea la piscina y que impide que el niño llegue solo al agua. También los cobertores de invierno, ya que los ahogamientos no son exclusivos del verano.
  • En todas las piscinas (publicas o privadas) debería haber un salvavidas, una pértiga y un teléfono que permita ponerse en contacto con los servicios de emergencia lo antes posible.
  • La piscina debe estar en perfecto estado. Se deben revisar drenajes y realizar un mantenimiento periódico que garantice su buen funcionamiento. Los niños deben permanecer alejados de ellos para no acabar atrapados en los mismos.
  • Adultos y niños deberían conocer las secuencias básicas de reanimación cardiopulmonar para que estas sean iniciadas lo antes posible ante un accidente.
  • Es adecuado que los niños reciban clases de natación para que les enseñen a flotar y nadar. Este trabajo debería realizarse antes de la temporada estival.

Mientras permanezcamos en la piscina pero sin bañarnos prestaremos especial atención a los siguientes puntos:

  • Evalua los riesgos constantemente. Observa si tu hijo podría ser capaz de llegar a la piscina en un descuido tuyo.
  • Aleja juguetes y objetos llamativos de la piscina. Los niños podrían querer cogerlos y caerse al agua en un traspiés.

Durante el baño es de vital importancia que pongas en práctica las siguientes actuaciones:

  • Cuando un niño está en el agua debe estar SIEMPRE vigilado por un adulto.
  • Mira a la piscina al menos cada 10 segundos y no te alejes de ella (deberías poder llegar en menos de 20 segundos).
  • Los flotadores y los manguitos pueden ser útiles pero no sustituyen a la supervisión un adultos. Desconfía de ellos.
  • No utilices el movil mientras tus hijos estén en el agua.

Los puntos antes reflejados pueden resumirse en el siguiente decálogo:

DBfLjZeXkAADNUM

Recordad que los niños más vulnerables en cuanto a los ahogamientos son los menores de 5 años, por lo que es en ellos en quiénes debemos extremar las medidas antes mencionadas.

boy-925319_640

Seguridad en playas

Con suerte, muchos de los que nos leéis os escaparéis a la playa estas vacaciones para disfrutar del sol y el buen tiempo. Pero al igual que en las piscinas, en la playa puede ocurrir un ahogamiento. Además, en la playa suele haber mucha gente lo que hace que en un despiste pierdas de vista tu hijo, así que supervisión el 100% del tiempo. Es fundamental que sigas las indicaciones generales de las piscinas y otras más específicas:

  • No permitas NUNCA, NUNCA, NUNCA que los niños vayan solos a las playas. Los niños no son adultos y no valoran el riesgo igual que nosotros.
  • Las playas con servicio de socorrismo son más seguras. Es preferible acudir a una de ellas. Respeta sus indicaciones y banderas.
  • Si los niños no saben nadar, es preferible un chaleco a un flotador. Las colchonetas y otros inflables no aportan más seguridad por el hecho de nadar con ellos.
  • Los socorristas no son niñeras ni las torres de vigilancia guarderías. Respeta sus decisiones, ellos lo hacen por tu seguridad, no para fastidiar.
  • Tirarse desde las rocas de cabeza es peligroso. No se lo enseñes a tus hijos y predica con el ejemplo.
  • Si por desgracia ocurre un accidente, avisa al socorriste o al 112.

Estas recomendaciones están resumidas en este otro decálogo:

DHXtIUrUIAAVqlN

Ojo con las piscinas hinchables y para bebés

Existe la falsa creencia de que en una piscina pequeña, de ésas que se llenan con una manguera y un cubo y se ponen en el suelo, no puede suceder un accidente. Además, está muy popularizado que para que un niño se ahogue necesita que la profundidad del agua sea de al menos 30 centímetros. Es completamente falso.

Bastan 10 centímetros de profundidad para que la nariz y la boca de un bebé queden cubiertas y no pueda respirar. Así que ya sabéis, no pongamos mucha agua para nuestros hijos pequeños y ojo con las piscinas hinchables que no son inofensivas.

spring-break-3266458_640
En las piscinas pequeñas también debemos vigilar a los niños.

Esta recomendación es extensible a la pozas que se forman en muchas playas cuando baja la marea. Parecen seguras porque no hay olas y los niños chapotean con gusto, pero eso no quita para que no deban estar supervisados.


A lo mejor después de leer este texto estarás pensando que exageramos. Que la magnitud del problema no es tan grande. Sin embargo, reiteramos que las muertes por ahogamiento en niños son muertes PREVENIBLES. Si ponemos las medidas de seguridad adecuadas podemos conseguir el objetivo de muertes cero por ahogamiento.