¿Cuándo sabré si mi hijo es zurdo o diestro?

Escritura

Fuente: Pixabay

El neurodesarollo infantil es uno de los procesos más complejos que le ocurre al ser humano. Gracias a él se adquieren un sin fin de habilidades que nos permiten pasar de ser un recién nacido totalmente dependiente al que hay que atender, a convertirnos en personas autónomas capaces de valernos por nosotros mismos. Entre otras muchas cosas, durante ese proceso se definirá cuál de los dos lados del cuerpo utilizaremos con mayor destreza, ya sea el derecho o el izquierdo, porque aunque todos tenemos dos manos, dos ojos, dos oídos y dos pies, la inmensa mayoría de las personas presenta una predisposición a utilizar una parte del cuerpo con mayor habilidad, concepto al que llamamos literalidad.

La lateralidad quedará definida durante los primeros años de vida. Completado ese proceso podremos afirmar si un niño es zurdo o diestro, cosa que a priori no tendría que tener mayor importancia que lo anecdótico de saber si el niño escribe con la mano derecha o con la izquierda. Sin embargo, desde el punto de vista médico, la lateralidad, o mejor dicho, cuando observamos que el desarrollo de la lateralidad se aleja de los patrones que consideramos normales debemos sospechar que algo está ocurriendo, del mismo modo que lo sospechamos cuando un niño presenta un retraso en la adquisición de la marcha o del lenguaje.

Un cerebro con dos hemisferios cerebrales

El cerebro es esa gran computadora que controla el cuerpo humano, tanto a la hora de recibir la información que viene del exterior y que es captada por los órganos de los sentidos, como a nivel ejecutivo, ya que es quien da las órdenes de cómo nos queremos mover o cómo nos queremos expresar con el lenguaje, además de ser el centro en donde se gestionan nuestras emociones y sentimientos. Desde el punto de vista anatómico, el cerebro se compone de dos hemisferios cerebrales interconectados entre sí por una estructura que se conoce como cuerpo calloso. A simple vista nos podría parecer que al haber dos hemisferios, cada uno de ellos se debería de encargar de controlar un lado u otro del cuerpo. Sin embargo, una de las cosas que nos define como animales es que nuestro cuerpo tiende a ahorrar en cosas que no nos hacen falta o que son redundantes. De este modo, aunque tenemos dos hemisferios cerebrales, será solo en uno de ellos en donde se ubicará el lenguaje, el conocimiento matemático o las habilidades musicales, por poner algunos ejemplos.

En cuanto al control y ejecución motora del movimiento, cada uno de los dos hemisferios cerebrales dará las órdenes para cada uno de los lados de nuestro cuerpo (el hemisferio derecho para la parte izquierda del cuerpo y el hemisferio izquierdo para la parte derecha). A pesar de ello, en la gran mayoría de las personas habrá una dominancia de uno de los dos hemisferios, lo que a la postre se traduce en que seamos más hábiles con un lado de nuestro cuerpo. Esto no quiere decir que el control motor del cuerpo quede anulado en uno de los hemisferios, sino que uno de los dos es el que toma la voz cantante a la hora de dirigir y dar las órdenes para realizar ciertas actividades, aunque éstas se realicen con un lado del cuerpo o con ambos a la vez.

Esa dominancia de uno de los hemisferios cerebrales para el control de los movimientos, pero también de ciertos estímulos como el visual y el auditivo, no está completamente establecida al nacimiento y se desarrollará con el paso de los años durante la primera infancia.

El desarrollo de la lateralidad

Al nacimiento, los recién nacidos no muestran un predisposición a utilizar más un lado del cuerpo que el otro, o por lo menos no de forma perceptible a simple vista. Cuando los pediatras exploramos los reflejos primitivos, como la presión palmar o la plantar, observamos que son simétricos en niños sanos, es decir, que el niño nos agarra con la misma fuerza con ambos lados del cuerpo. Un poco más adelante, hacia los tres meses, momento en el que se descubren las manos, vemos como son capaces de llevárselas a la boca las dos a la vez, a la línea media. Hacia los seis meses, cuando empiezan a coger objetos con cierta voluntariedad, podemos observar que lo realizan con la misma destreza con ambas manos, o al menos sin que haya un preferencia a coger las cosas con la derecha o con la izquierda.

A los tres meses no existe lateralidad, todo ocurre en la línea media del bebé. (Fuente: Pixabay)

Cuando inician el gateo o la marcha, es habitual ver cómo para desplazarse utilizan primero todo un lado del cuerpo (brazo y pierna derecha) y luego, en el siguiente paso, el lado contrario (brazo y pierna izquierda). Esta fase, en la que todavía no hay una buena coordinación entre los dos hemisferios cerebrales, se la conoce como etapa homolateral. A medida que el niño crece se establecen las conexiones entre ambos ambos lados del cerebro, y entonces será capaz de caminar como una persona adulta, es decir, coordinando brazo derecho con pierna izquierda y viceversa, en lo que se conoce como etapa contralateral. Normalmente esto lo consigue antes de los tres años de edad, sin embargo, todavía no tendrá una preferencia claramente establecida de qué parte del cuerpo va a utilizar con mayor destreza.

Una vez que se han realizado esas conexiones cerebrales que permiten al niño coordinar de manera integrada ambos lados del cuerpo será cuando muy poco a poco, a veces de manera imperceptible, comience a realizar tareas motoras y perceptivas con mayor destreza y habilidad con una parte del cuerpo que con otra. De esta forma veremos cómo para pintar usan más una mano que la otra, que a la hora de coger algún objeto lo hacen preferentemente con una mano o que cuando dan una patada a un balón lo hace de forma más hábil con una pierna que con la otra. Como decíamos en el párrafo anterior, esta preferencia por un lado o por otro la empezaremos a notar hacia los dos o tres años de edad, aunque no queda totalmente establecida hasta los cinco años aproximadamente.

El desarrollo de la lateralidad no solo implica a las manos y los pies, ya que tanto la vista como el oído tienen un lado preferente. Cuando tenemos que usar un solo ojo, por ejemplo cuando miramos por un catalejo, nos lo llevaremos preferente a nuestro ojo dominante. Lo mismo ocurre con el oído, por ejemplo al usar el teléfono, que nos sentimos más cómodos al ponérnoslo en una oreja que otra.

Telefono

Cuando un niño desarrollo la lateralidad tendrá referencia por una mano y una pierna, pero también por un ojo y un oído, como al coger un teléfono (Fuente: Pixabay)

Cuando la lateralidad se termina de establecer, lo habitual es que nuestro cerebro haya decidido que prefiere utilizar más un lado que otro, es decir, por ejemplo, mano derecha, ojo derecho, oído derecho y pie derecho en el caso de los diestros, o al revés, todo con la izquierda en el caso de los zurdos. Estos patrones de lateralidad se conocen como lateralidad homogénea (todo del mismo lado). Sin embargo, hay niños en los que la lateralidad de la mano no coincide con la pierna (o con el ojo y el oído), patrón que se se conoce lateralidad cruzada, o que simplemente muestran la misma destreza con ambos lados, que sería el caso de los ambidiestros.

¿Pasa algo por ser zurdo o tener la lateralidad cruzada?

Aunque el mundo en el que vivimos parece estar más preparado para los diestros que para los zurdos, no debemos olvidar que cerca de un 10% de la población prefiere utilizar el lado izquierdo al derecho. Además, en torno al 25% de las personas tienen lateralidad cruzada. De hecho, ser zurdo, diestro o tener lateralidad cruzada no es algo que se elija sino que es un hecho evolutivo dentro del neurodesarrollo infantil altamente condicionado genéticamente.

Mucho se ha escrito sobre si la lateralidad cruzada puede asociarse a algún trastorno de aprendizaje, y aunque sí que es verdad que estos niños pueden presentar dificultades en el lenguaje o para el razonamiento matemático o cierto grado de torpeza por falta de equilibrio e inestabilidad, esto no quiere decir que sea una consecuencia de la lateralidad cruzada, ya que esos trastornos del aprendizaje aparecen también en niños diestros o zurdos en unas proporciones similares. Con todo ello, tener lateralidad cruzada no significa que el niño vaya a presentar un trastorno de aprendizaje o motor, al menos no en mayor proporción que el resto de la población. Y por supuesto, tampoco condiciona mayores tasas de fracaso escolar.

Del mismo modo, ser zurdo tampoco implica que el niño tenga un trastorno neurológico, y quizá solo tenga que hacer un mayor esfuerzo que las personas diestras para adaptarse al mundo en el que vivimos, como se puede observar al verlos coger unas tijeras o retorcer la mano al escribir si utilizan dispositivos pensados para diestros.

Zurdo

Los niños zurdos presentan una gran capacidad de adaptación manual al mundo en el que vivimos, mucho más adatado para personas diestras (Fuente: Pixabay)

Lo que le preocupa al pediatra

Como hemos visto a lo largo de este texto, el desarrollo de la lateralidad es algo evolutivo que ocurre durante los primeros años de vida. Que un niño acabe siendo diestro, zurzo, ambidiestro o con lateralidad cruzada no significa que una cosa u otra se deban a un trastorno del desarrollo.

Sin embargo, dado el carácter evolutivo de la lateralidad, los pediatras sí que nos fijamos en ello durante toda la primera infancia, sobre todo cuando algo se sale de lo habitual. En este sentido, cuando vemos que un niño utiliza mucho más un lado del cuerpo que el otro a una edad muy temprana, sobre todo por debajo de los dos años de vida, debemos sospechar que algo está ocurriendo que no permite al niño desarrollar una lateralidad con normalidad. Por ejemplo, en estos casos puede haber de base una enfermedad neurológica que haga que el niño no pueda utilizar bien un brazo, como en el caso de las parálisis braquiales debidas a una complicación del parto, o de una pierna, como en el caso de las parálisis cerebrales infantiles. O simplemente que no vean bien por un ojo o no oigan bien por un oído y por tanto tengan tendencia a girarse más hacia un lado que hacia otro.

No quiero que ahora os volváis locos observando con lupa a vuestros hijos para ver si mueven más un lado del cuerpo que el otro, ya que la inmensa mayoría de los niños son sanos y no presentan ningún tipo de alteración neurológica, aunque de pequeños usen un poquito más uno de los dos lados del cuerpo. Sin embargo, si de forma llamativa, sobre todo por debajo del año de vida, sí observáis que utilizan muchos más una mano que otra, deberíais citaros con el pediatra para que lo explore y poder comprobar que está todo en orden.


En conclusión, el desarrollo de la lateralidad es algo que ocurre con el paso del tiempo a lo largo de los primeros años de vida. Tener una lateralidad cruzada no significa que el niño vaya a desarrollar un trastorno neurológico en el futuro, al igual que tampoco ser diestro o zurdo implica nada más allá de lo anecdótico de qué mano usaran para escribir el resto de su vida. Pero como todo lo que implica al desarrollo neurológico, en el caso de que algo se salga de la norma debemos investigar que no se deba a una enfermedad subyacente.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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3 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Cuando cuando coja el chupete o sonajero.

    06 septiembre 2021 | 10:29 am

  2. Dice ser da lo mismo derecha o izquierda

    Gente inteligentísima y habilísima es zurda. A lo largo de la Historia hay ejemplos de personas zurdas que incluso han gobernado el mundo en muchas de sus facetas.

    06 septiembre 2021 | 11:42 am

  3. Dice ser Elena López

    En lo personal soy zurda, mi mamá lo descubrió entre los seis y ocho meses. Cuando me dió juguetes en la mano derecha y de un momento a otro ya los tenía en la izquierda.

    07 septiembre 2021 | 12:56 pm

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