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Ojos en el cielo: los drones que cuidan nuestras cosechas

Por Alicia Boto (CSIC)*

Cuando era pequeña, recuerdo que la gente se empezó a ir del campo a las ciudades. Los motivos, sin duda, eran variados, pero uno de ellos era que el campo daba mucho trabajo, el agua era cara y, por si fuera poco, los intermediarios entre los que cultivaban la tierra y los consumidores finales se llevaban muchas de las ganancias, por lo que mantener la agricultura acababa por compensar poco. Además, la tecnología comenzó a posibilitar que una sola persona cultivara mucho terreno, así que la desbandada fue general.

Hoy día, de algún modo, las cosas están cambiando en ese sentido. Ahora el agricultor puede llegar directamente a sus clientes y, además, gracias a los avances que sigue habiendo en la tecnología, es posible cultivar tierras sin que esto implique una atadura constante y presencial. En un futuro no muy lejano, tendrá desde drones para monitorizar, tratar las cosechas o controlar las malas hierbas, a robots que le ayuden en las faenas del campo. Con un click en un programa de ordenador, sin salir de casa, los campos podrán ser vigilados, regados o fumigados. Y lo mejor: gracias a ‘ojos’ que ven con más tipos de luz que los humanos, los nuevos drones podrán detectar un problema antes de que aparezca a simple vista.

Dron vigilando viñedos en Canarias. / Proyecto Apogeo

Vamos a verlo en el caso real en un viñedo y un dron equipado con dos tipos de cámaras: una normal, que solo capta la luz visible, y otra multiespectral, que capta también la luz ultravioleta y la infrarroja. Tras ser envidas por un ordenador para que las interpretase y ‘pintase’, las imágenes recogidas por este dispositivo indicaron que algunas plantas no estaban sanas. Mientras que el suelo y la tierra aparecían en color azul y las vides más sanas en rojo y naranja, las que estaban en peor forma se mostraban en amarillo y verde-azulado.

Cuando el técnico del dron vio la imagen, avisó a la directora de las bodegas. Una vez en el terreno, las plantas parecían todas iguales a simple vista, pero pronto se detectó que el sistema de riego de la zona norte se había taponado parcialmente. Las plantas no estaban recibiendo suficiente agua. Sin embargo, sus hojas no parecían aún secas porque, para ahorrar líquido, las vides dejaron de producir muchas uvas. Si el problema no se hubiera localizado, la cosecha de esa zona habría bajado mucho. Por suerte, una vez corregido el problema, las vides aumentaron su producción de fruta.

Imagen que muestra la cámara normal de un dron que sobrevuela el viñedo. / Proyecto Apogeo

La cámara multiespectral del dron detecta un problema en la zona del recuadro blanco. / Proyecto Apogeo

Las imágenes del dron también permiten detectar en una etapa temprana otros problemas. Los colores de la imagen cambian rápidamente si al suelo le faltan nutrientes, si las plantas se han infectado con patógenos, o si son atacadas por una plaga. Como el problema se descubre de forma precoz, solo hay que tratar unas pocas plantas, y así se ahorran muchos productos, como fertilizantes, pesticidas o fitosanitarios. Esto hace que los gastos sean menores, tanto para quien cultiva como para quien acaba finalmente consumiendo los productos. Además, los residuos que quedan en las plantas después de un tratamiento disminuyen mucho.

Con esta estrategia, el proyecto de investigación MAC-INTERREG APOGEO desarrolla drones con cámaras multi e hiperespectrales, programas de ordenador que interpretan los datos para dar al agricultor un informe rápido de la situación de sus cultivos y nuevos fitosanitarios más selectivos y respetuosos con el medio ambiente. Aunque el proyecto se centra en viñedos, los resultados pueden extrapolarse a muchos tipos de cosechas, desde frutales a hortalizas. La iniciativa, que cuenta con la participación de varias universidades de Canarias y Madeira, el CSIC, la Dirección General de Agricultura del Gobierno de Canarias, cabildos insulares y asociaciones de viticultores, supone también la realización de cursos de formación para jóvenes agricultores. Con ello, se busca contribuir a que la gente se anime a volver al campo, pueda obtener buenas ganancias y de pie a una economía local y sostenible.

*Alicia Boto es investigadora en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del CSIC.

APOGEO es un proyecto de investigación coordinado INTERREG-MAC en el que participa el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del CSIC, La Laguna, Tenerife, Canarias, y que lidera el Instituto Universitario de Microlectrónica Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. También participa la Dirección General de Agricultura del Gobierno de Canarias, la Universidad de Madeira, Cabildos, y empresas.

Zeolitas en Etiopía: una solución ecológica contra la fluorosis

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Te has preguntado alguna vez por qué aparecen manchas en los dientes? El tabaco o el vino tinto son algunas de las causas que te vendrán a la cabeza más rápidamente. Entre la multitud de motivos posibles que encontrarás, nos detendremos en uno que va más allá del esmalte dental: la fluorosis. Además de las manchas que produce en los dientes, esta enfermedad ósea causada por el consumo excesivo del ión fluoruro (conocido como flúor) en la dieta, sobre todo a través del agua, puede provocar osteoesclerosis, calcificación de los tendones y ligamentos, deformidades de los huesos, y otras afecciones.

Fuente de agua potabilizada

Fuente de agua potabilizada por la tecnología del CSIC en Etiopía. / César Hernández.

Según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), la fluorosis afecta a unos 300 millones de personas en el mundo. No en vano, la OMS considera que el flúor es una de las diez sustancias químicas que constituyen una preocupación para la salud pública, entre las que también figuran el amianto, el arsénico y el mercurio, entre otras.

A pesar de que el fluoruro tiene efectos beneficiosos para nuestra dentición como la reducción de las caries, la presencia de elevadas cantidades de este elemento en el agua puede convertirlo en un contaminante natural. Consumir agua con una concentración de fluoruro superior a 1,5 miligramos por litro (límite establecido por la OMS) puede provocar problemas de salud asociados a la fluorosis, como los antes citados, y es especialmente perjudicial para mujeres en estado de gestación y niños/as que están formando sus huesos.

La existencia de flúor en el agua tiene un origen geológico, es decir, se debe a que el agua está en contacto con rocas de acuíferos que tienen el ion fluoruro en su composición química. Estas rocas se hallan en terrenos volcánicos, por tanto, más de 25 países en todo el mundo están afectados por la contaminación de fluoruros en el agua, entre los que se encuentran España, China, India, Estados Unidos y Etiopía. En este último país, el 41% de sus fuentes de agua potable tienen una concentración de fluoruro superior a 1,5 mg/l y se calcula que aproximadamente el 15% de la población etíope está afectada por fluorosis.

Zeolitas naturales

Mineral de Estilbita, zeolita natural de Etiopia. / Defluoridation Ethiopia.

Filtros naturales para atrapar el fluoruro

Etiopía es uno de los países pertenecientes al valle del Rift, junto con Kenia, Uganda y Tanzania. En la zona del valle del Rift etíope, “donde se abra un pozo, va a haber contaminación por fluoruro y, por tanto, la enfermedad tiene elevados números”, asegura Isabel Díaz, investigadora del CSIC en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica (ICP). Díaz es además una de las inventoras de una tecnología que permite extraer el fluoruro del agua de una manera barata y sostenible.

Esta tecnología está basada en zeolitas naturales, un mineral abundante en Etiopía, así como en otros lugares del mundo, ya que también es de origen volcánico. “Su principal característica es que es un material muy poroso, lleno de cavidades de tamaño molecular”, explica la científica del CSIC. Gracias a esta estructura, las zeolitas tienen la capacidad de atrapar una amplia variedad de elementos, como sodio, potasio, calcio y magnesio, y son utilizadas como catalizadores y absorbentes en un gran número de procesos químicos industriales, sobre todo en la industria petroquímica.

Estructura zeolita

Estructura atómica de la Estilbita. En azul moléculas de agua, verde cationes calcio y morado cationes sodio. / Defluoridation Ethiopia.

Con la nueva tecnología desarrollada por el grupo del ICP —además de Isabel Díaz como investigadora principal, forman parte del equipo los científicos Joaquín Pérez Pariente y Luis Gómez Hortigüela—, junto con la Universidad de Adís Abeba, se modifica la zeolita para que absorba selectivamente el ion fluoruro. “De esta forma es posible abastecer a la población de agua potable”, afirma Díaz. Esta solución resulta primordial en el valle del Rift en Etiopía, dado que el agua de los pozos en la zona tiene una concentración de fluoruro de 2-3 mg/l, prácticamente el doble del límite que establece la OMS.

Planta potabilizadora

Planta potabilizadora con zeolitas en Etiopía. / César Hernández.

Aunque este tipo de métodos basados en absorbentes generan una gran cantidad de residuos tras su uso, una de las mayores ventajas de la zeolita es que luego puede usarse como fertilizante del suelo. En la actualidad, se han instalado dos plantas potabilizadoras con zeolitas en las localidades etíopes Dida y Obe, gracias al proyecto Defluoridation Ethiopia, del CSIC y la ONG Amigos de Silva. Esta acción supone un primer paso para que empiece a mermar la cifra de 14 millones de personas en riesgo de padecer fluorosis que, según los estudios, viven en el país africano.

 

La crisis del coronavirus y el imperativo de fomentar la resiliencia de los mercados internacionales de alimentos

Por Samir Mili (CSIC)*

La crisis del coronavirus nos ha recordado repentinamente la vital importancia del buen funcionamiento de los mercados alimentarios para mantener la salud, la estabilidad y el bienestar general de las sociedades de todo el mundo. Si en España y en la mayoría de los países desarrollados el aprovisionamiento alimentario ha mostrado, por ahora, una considerable capacidad de resistencia, la situación es muy diferente para los países pobres y altamente dependientes del comercio internacional para alimentarse.

La información disponible demuestra que la pandemia surgida casi simultáneamente en la mayoría de los países amenaza, si continúa escalando y no se encuentra un remedio al virus de aquí a unos meses, con causar una gran conmoción en los mercados agrarios internacionales y desencadenar una nueva crisis alimentaria. Como en otras ocasiones, los países más vulnerables y con menor capacidad de resistir a los shocks macroeconómicos serán previsiblemente los más afectados. Muchos países pobres han visto devaluar sus monedas y ya pagan más para importar alimentos.

Vendedor de frutas fotografiado al inicio de la declaración de la pandemia de Covid-19 en el mercado de Martínez de la Torre, en la colonia Guerrero de la Ciudad de México. Este mercado cerraría después sus puertas durante semanas. Imagen: Eneas de Troya (México).

Las recientes proyecciones de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) indican que el mundo podría sumar en 2020 entre 14 y 80 millones adicionales de personas desnutridas (asumiendo hipótesis de contracción del PIB entre el 2% y el 10% en función de la severidad y la duración de la epidemia), la gran mayoría de ellas ciudadanos de los países de bajos ingresos, que son los más expuestos a los rigores de la recesión económica global y más dependientes del mercado internacional de alimentos. En total, el número de pobres con inseguridad alimentaria aguda en el mundo podría alcanzar al final de este año, según Naciones Unidas, 265 millones de personas.

Los países desarrollados tampoco son inmunes, aunque el problema en este caso no es el hambre sino la falta de recursos económicos de los grupos más frágiles de la sociedad. En varias ciudades de Europa y Estados Unidos, las colas en los bancos de alimentos se extienden por cientos de metros. En estas circunstancias, incluso pequeñas acciones en los mercados, de por sí nerviosos, podrían, si aumentan los precios, provocar un gran sufrimiento.

Dependencia de importaciones de alimentos por países en 2015-17 según datos de la FAO.

Dependencia de importaciones de alimentos por países en 2015-17 según datos de la FAO. Fuente: FAO. 2020 Food Outlook – Biannual Report on Global Food Markets: June 2020. Food Outlook, 1. Rome.

Por el momento, la información de los mercados revela que la situación actual no es una crisis en la producción alimentaria, pero sí una crisis en el acceso a los alimentos, ya sea material porque los mercados están cerrados al comercio, o monetario porque las personas no tienen el dinero necesario. Esto no significa que no haya riesgos por el lado de la oferta, aunque por ahora no hay grandes penurias (los stocks alimentarios mundiales están en niveles excelentes) ni fuertes subidas de precios.

Las restricciones a los movimientos transfronterizos de bienes y servicios impuestas por los gobiernos en respuesta a la epidemia han aumentado los costes de transacción y las distorsiones en las cadenas de producción y suministro de alimentos a nivel mundial: restricciones de las migraciones de mano de obra agrícola estacional, restricciones del crédito, dificultad de vender los excedentes de producción en unos lugares y de adquirirlos en otros, etc. Estas barreras son practicables por los países más ricos y autosuficientes, pero no son factibles en los países pobres y dependientes cada vez más de los mercados internacionales para su alimentación, y pueden añadir riesgos alimentarios a los sanitarios.

Principales países importadores (en naranja) y exportadores (en amarillo) de: arroz (1), trigo (2), cereales de grano grueso (3) y semillas oleosas (4). Fuente: FAO. 2020 Food Outlook – Biannual Report on Global Food Markets: June 2020. Food Outlook, 1. Rome.

Mientras no haya cambios en los modelos actuales de acceso a los mercados, es importante que las restricciones no afecten negativamente al comercio de productos agroalimentarios, con el fin de evitar su impacto adverso en la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud de las poblaciones vulnerables. Es necesario que las medidas de estímulo económico instrumentadas para paliar los efectos de la epidemia se centren en garantizar el buen funcionamiento de las cadenas de suministro alimentario, protegiendo al mismo tiempo el mayor acceso a los alimentos producidos tanto a nivel local y regional como nacional y global. El comunicado conjunto de la FAO, la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OMC (Organización Mundial del Comercio) del 30 de marzo incluye recomendaciones pertinentes en esta dirección.

Las políticas proteccionistas, motivadas por la incertidumbre o el temor a la escasez, pueden ser particularmente perjudiciales, desde una perspectiva global. El problema no es nuevo, los datos muestran insistentemente que las consecuencias disruptivas de los flujos comerciales golpean especialmente a las personas más pobres, que gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentarse. Lo que a su vez exacerba la amenaza a la salud pública de la pandemia.

Principales países importadores (en naranja) y exportadores (en amarillo) de: productos de pesca (1), carne (2), azúcar (3) y leche y derivados (4). Fuente: FAO. 2020 Food Outlook – Biannual Report on Global Food Markets: June 2020. Food Outlook, 1. Rome.

Debido a que en las dos últimas décadas la mayoría de los países se han vuelto más dependientes de las importaciones, es fundamental que la interrupción causada por el coronavirus no desencadene una ruptura de los flujos alimentarios. Un aspecto inquietante consiste en las restricciones a la exportación implementadas por países como Ucrania, Kazajistán y Rusia para el trigo o Vietnam para el arroz. Por ahora son una decena de países y las restricciones son relativamente modestas, afectando sólo al 5% de las calorías intercambiadas en el mundo.

Sin embargo, si la crisis se prolonga en el tiempo, se corre el riesgo de volver a caer en los acontecimientos de 2007-08, cuando se produjeron los llamados disturbios del hambre en 33 países, con reacciones de pánico en los mercados, un importante aumento de las restricciones a la exportación por 19 países, una fuerte acumulación de aprovisionamientos y especulación en los precios. Entonces 75 millones de personas fueron empujadas al hambre. Por ahora no estamos ante un aumento masivo en los precios internacionales, dados los elevados niveles de existencias y los bajos precios energéticos (petróleo) y costes de transporte, pero no es un escenario que se pueda excluir si los países pierden la calma.

Principios del comercio justo. Fuente: World Fair Trade Organization (WFTO) Latinamerica.

Los citados desafíos que plantea la actual pandemia para la seguridad de los suministros alimentarios a nivel mundial inducen a repensar los niveles deseables de la globalización, así como las necesarias transformaciones en el comercio transnacional de alimentos con vistas a hacerlo más sostenible y resiliente. El CSIC, con su amplia trayectoria en el análisis científico de los intercambios comerciales en el contexto de la economía del desarrollo y de las relaciones internacionales, participa activamente en estos debates. Además, en la actualidad el CSIC apoya de forma prioritaria aquellas iniciativas científicas que se sitúan dentro del ámbito de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, cuyos 17 objetivos están en su mayoría relacionados directa o indirectamente con la reducción de la pobreza y la mejora de los niveles de seguridad alimentaria, nutrición y salud en todo el mundo.

*Samir Mili es investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD) del CSIC.

Este artículo forma parte de la serie de reflexiones titulada: ‘Sistema agroalimentario en un mundo post COVID-19’, una iniciativa del grupo de investigación Sistemas Agroalimentarios y Desarrollo Territorial del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC. Otros textos publicados de esta misma serie: Coronavirus, presupuesto europeo y Política Agraria Común (PAC): ¿vuelta a la casilla de salida?

La ‘huella olfativa’: ¿es posible identificar a una persona por su olor?

Por Laura López Mascaraque (CSIC) *

Hace cien años, Alexander Graham Bell (1847-1922) planteaba lo siguiente: “Es obvio que existen muchos tipos diferentes de olores (…), pero hasta que no puedas medir sus semejanzas y diferencias, no existirá la ciencia del olor. Si eres ambicioso para encontrar un tipo de ciencia, mide el olor”. También decía el científico británico: “Los olores cada vez van siendo más importantes en el mundo de la experimentación científica y en la medicina, y, tan cierto como que el Sol nos alumbra, es que la necesidad de un mayor conocimiento de los olores alumbrará nuevos descubrimientos”.

A día de hoy la ciencia continúa investigando el olfato y sus posibles aplicaciones. De momento sabemos, al menos, que detectar y clasificar los distintos tipos de olores puede ser extremadamente útil. El olfato artificial, también llamado nariz electrónica, es un dispositivo que pretende emular al sistema olfativo humano a fin de identificar, comparar y cuantificar olores.

Los primeros prototipos se diseñaron en los años sesenta, aunque el concepto de nariz electrónica surge en la década de los ochenta, definido como un conjunto de sensores capaces de generar señales en respuesta a compuestos volátiles y dar, a través de una adecuada técnica de múltiples análisis de componentes, la posibilidad de discriminación, el reconocimiento y la clasificación de los olores. El objetivo de la nariz artificial es poder medir de forma objetiva (cuantitativa) el olor. Se asemeja a la nariz humana en todas y cada una de sus partes y está formada por un conjunto de sensores que registran determinadas señales como resultados numéricos, y que un software específico interpreta como olores a través de algoritmos.

Los sensores de olores –equivalentes a los receptores olfativos situados en los cilios de las neuronas sensoriales olfativas del epitelio olfativo– están compuestos por materiales inorgánicos (óxido de metal), materiales orgánicos (polímeros conductores) o materiales biológicos (proteínas/enzimas). El uso simultáneo de estos sensores dentro de una nariz electrónica favorece la respuesta a distintas condiciones.

Comentábamos en otro texto en este mismo blog cómo se puede utilizar el olfato, y en particular el artificial, en el área de la medicina (mediante el análisis de aliento, sudor u orina), para el diagnóstico de enfermedades, sobre todo infecciones del tracto respiratorio. De hecho, en la actualidad se está estudiando la posibilidad de desarrollar y aplicar narices electrónicas para detectar la presencia o no del SARS-CoV-2 en el aliento de una persona, y ayudar así en el diagnóstico de la Covid-19. Pero lo cierto es que su desarrollo podrá tener otras muchas aplicaciones: seguridad (detección de explosivos y drogas, clasificación de humos, descubrimiento de agentes biológicos y químicos), medioambiente (medición de contaminantes en agua, localización de dióxido de carbono y otros contaminantes urbanos o de hongos en bibliotecas), industria farmacéutica (mal olor de medicamentos, control en áreas de almacenamiento) y agroalimentación (detección de adulteración de aceites, maduración de frutas, curación de embutidos y quesos).

De la ‘huella olorosa’ a la odorología criminalística

Las nuevas generaciones de sensores también pueden servir para detectar ese olor corporal personal conocido como huella aromática u olfativa. Esta podría llegar a identificar a una persona como ocurre con la huella digital. Helen Keller (1880-1968) esbozó la idea de que cada persona emite un olor personal, como una huella olfativa única e individual. Para ella, que se quedó sordociega a los 19 meses de edad a causa de una enfermedad, esta huella tenía un valor incalculable y le aportaba datos como el oficio de cada una de las personas con las que tenía relación. Y no se trata del perfume, sino que cada uno de nosotros tenemos un olor particular, un patrón aromático, compuesto por secreciones de la piel, flora bacteriana y olores procedentes de medicamentos, alimentos, cosméticos o perfumes. Este patrón podría emplearse, en el futuro, para la identificación personal e incluso en investigación criminalística para la localización de delincuentes.

 

Ilustración de Lluis Fortes

Ilustración de Lluis Fortes

La odorología criminalística es una técnica forense que utiliza determinados medios y procedimientos para comparar el olor de un sospechoso con las muestras de olor recogidas en el lugar del crimen. De hecho, en algunos países se permite usar como prueba válida la huella del olor. Así mismo, científicos israelíes están desarrollando una nariz electrónica que pueda detectar la huella aromática de seres humanos a nivel individual como si se tratase de una huella digital. Este olor particular está determinado genéticamente y permanece estable a pesar de las variaciones en el ambiente y la dieta. Por tanto, el olor proporciona un rastro reconocible de cada individuo que puede detectarse por la nariz, por un animal entrenado o utilizando instrumentos químicos más sofisticados.

Las narices electrónicas están todavía lejos de imitar el funcionamiento del olfato humano, pero para algunas aplicaciones este último tiene algunos inconvenientes, como la subjetividad en la percepción olfativa, la exposición a gases dañinos para el organismo o la fatiga y el deterioro que implica la exposición constante a estas pruebas. Por tanto, las narices electrónicas resultan un mecanismo rápido y confiable para monitorizar de forma continua y en tiempo real olores específicos.

* Laura López Mascaraque es investigadora del Instituto Cajal del CSIC y autora, junto con José Ramón Alonso, de la Universidad de Salamanca, del libro El olfato de la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC -Catarata).

 

 

Sumérgete en el océano desde casa: una propuesta del CSIC para explorar los ecosistemas marinos

Por Mar Gulis (CSIC)

3, 2, 1… ¡Al agua! Este viaje comienza con los habitantes más pequeños del océano: protozoos, microalgas, virus, bacterias y animales microscópicos como los tardígrados o las pulgas de agua. Aunque no los vemos a simple vista, son millones de seres diminutos que cumplen un papel esencial para el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Este fascinante micromundo te espera en ‘El océano en casa’, un proyecto del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) que ofrece todo tipo de materiales para que el público infantil se sumerja en las aguas oceánicas sin moverse del sofá.

Solo tenéis que entrar en su web y elegir entre varios bloques temáticos que dan a conocer la biodiversidad marina y la importancia de los mares en nuestro día a día. Si os decantáis por el epígrafe ‘Un océano con muchas características’, encontraréis lecturas, dibujos para colorear o rompecabezas y enigmas sobre los distintos ambientes marinos que hay en el planeta. También podréis probar el juego ‘De tierra o de mar’ o experimentar el viaje que realiza un grano de arena desde los Pirineos hasta el cañón de Palamós.

La web del proyecto, cuyos contenidos fueron inicialmente publicados en catalán y ahora se han traducido al castellano, está llena de recursos para niñas y niños curiosos. Por ejemplo, los epígrafes ‘El océano: un mar de ríos’, ‘Las praderas del mar’ y ‘Animales del océano’ incluyen animaciones de la NASA, experimentos caseros, unidades didácticas y hasta cuentos y cómics para aprender qué son las corrientes marinas, ver prados de posidonia y conocer la diversidad animal que esconden mares y océanos.

El viaje no ha hecho más que empezar, porque el bloque titulado ‘El océano y nosotros/as’ está repleto de contenidos para seguir buceando y descubriendo organismos fascinantes. A través de varios vídeos, en el primer apartado, dedicado a las medusas, entenderéis por qué estos animales nos pican cuando nos bañamos en la playa, qué necesitamos para identificarlos y cómo actuar en caso de una picadura. Quienes quieran saber más sobre estos extraños invertebrados podrán también participar en el proyecto de ciencia ciudadana ‘Observadores del mar’.

La aventura continúa con ‘Buques oceanográficos’, donde encontraréis información sobre las grandes embarcaciones donde muchos científicos y científicas investigan a la vez el océano. Si estáis listos para embarcar, buscad el vídeo que os llevará a bordo del Sarmiento de Gamboa, uno de los buques oceanográficos del CSIC.

Hay más. Los epígrafes ‘El fitoplancton’, ‘Basura marina’ y ‘Océano y atmósfera’ contienen audiovisuales para descubrir ese universo de microbios y pequeños organismos acuáticos o calibrar el impacto que tienen los microplásticos y otros residuos en el mar. En esos apartados se puede acceder a otro montón de actividades para realizar en casa: experimentos, guías didácticas o incluso fichas para colorear y entender el ciclo del agua.

Si el mundo marino os engancha, estad atentos a la web de ‘El océano en casa’ porque habrá nuevos contenidos. ¡Y participad! El Instituto de Ciencias del Mar os anima a enviar comentarios, preguntas o sugerencias a la dirección de correo electrónico oceanliteracy@icm.csic.es. Al otro lado de la pantalla, alguien dedicado a investigar el universo marino os contestará.

 

 

10 experimentos con luz para hacer en casa: crea un arcoíris en tu habitación, monta un microscopio casero o descubre cómo funciona la fibra óptica

Por Mar Gulis (CSIC)

Estos días de confinamiento muchas personas estamos aprovechando para, al fin, hacer limpieza y poner un poco de orden en casa, ese espacio en el que últimamente pasamos todo el tiempo. Llega el momento de deshacerse de cosas: CDs antiguos que aún conservamos a pesar de no tener dispositivos para ver su contenido, cajas o cartones que acumulábamos esperando darles un nuevo uso o, incluso, algún esmalte de uñas que se ha quedado un poco seco y ya no vamos a utilizar.

Pero, antes de desechar definitivamente estos y otros objetos, ¿por qué no darles una nueva oportunidad y pasar con ellos un rato entretenido? Eso es lo que te proponemos en este post: sacarles partido para descubrir de manera sencilla y amena los espectaculares efectos que tiene la luz.

Si hace unas semanas te animábamos a realizar experimentos relacionados con el agua y sus propiedades, esta vez te invitamos a jugar y aprender con la luz. Es tan fácil como descargar de manera gratuita diez fichas de experimentos de la web del CSIC y seguir sus sencillas instrucciones e ilustraciones, que te permitirán entender, y también enseñar a los más pequeños de la familia, conceptos y propiedades de la luz.

¿Qué puedes conseguir con estos experimentos? Cosas tan variadas como crear imágenes de tres dimensiones como si de un holograma se tratase, desmentir que el blanco sea un color y argumentarlo sin problemas o construir un espectroscopio casero con el que observar los espectros de colores que se dibujan con diferentes fuentes de luz.

Holograma creado durante una actividad de la Semana de la Ciencia del IOSA Student Chapter en el Instituto de Óptica del CSIC. Juan Aballe/Cultura Científica CSIC

Además, gracias a estos experimentos podrás conocer cómo funcionan tecnologías que nos facilitan mucho la vida –sobre todo en estos días de confinamiento–, como los láseres o la fibra óptica. También tendrás la oportunidad de fabricar un microscopio casero y observar con él una gota de agua ampliada hasta 10.000 veces para ver lo que se mueve en su interior. Seguramente te sorprenda lo que podemos encontrar en una muestra de saliva de nuestra boca y en el agua que beben nuestras mascotas, la que se filtra tras regar las plantas o la que podemos recoger de cualquier charco que se forme tras la lluvia; pero también podrás entender en qué consiste la convergencia de la luz.

Además de sacar ese lado curioso que todos llevamos dentro, estos experimentos te ayudarán también a entender y asimilar conceptos complejos, como la reflexión y refracción de la luz, la dispersión de los rayos de luz o el funcionamiento de las cámaras oscuras, que supusieron uno de los primeros pasos en el mundo de la fotografía.

¿Quién no se ha maravillado al observar un arcoíris o un hermoso atardecer? ¿Quién no se ha quedado hipnotizado viendo el baile de una vela o el crepitar del fuego de una chimenea? ¿Y qué decir cuando una pajita parece partida dentro de un vaso de agua? Si eres de los que siente curiosidad por estas cosas y quieres saber por qué ocurren, ponte manos a la obra y encuentra las respuestas que buscas.

Un universo de luz

Estas fichas de experimentos forman parte de los recursos elaborados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con ayuda de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), en el marco del Año internacional de la luz 2015. Si después de hacer los experimentos te quedas con ganas de saber más, siempre puedes descargar otros materiales elaborados durante esta conmemoración, como la exposición Un Universo de luz, que incluye impresionantes imágenes y textos divulgativos, y las unidades didácticas para diferentes niveles educativos que la acompañan.

Para conocer otros materiales que el CSIC pone a tu disposición para aprender ciencia desde casa de una manera divertida, pincha aquí.

Descubre las revoluciones matemáticas que cambiaron el mundo

Por Mar Gulis (CSIC)

Los ordenadores, la energía, la teoría del caos, el número pi… las matemáticas están por todas partes, y esto se debe a las contribuciones de grandes matemáticos y matemáticas que cambiaron el mundo. ¿Te gustaría conocer a algunas de estas figuras? Puedes hacerlo desde tu casa con la serie de animación ‘Revoluciones Matemáticas’, que en su segunda temporada presenta a cuatro personajes clave de esta disciplina: Emmy Noether, creadora del álgebra moderna; Leonhard Euler, precursor de la topología; Ada Lovelace, pionera de la programación; y Henri Poncairé, que sentó las bases de la teoría del caos.

Cada vídeo, de dos a tres minutos de duración, está acompañado por un taller de matemáticas recreativas en el que se abordan con mayor profundidad los conceptos presentados. Con ellos podrás entender las bases de la teoría del caos, fabricar una máquina para sumar o jugar con grafos de gominolas. Todos los materiales han sido elaborados por el Instituto de Ciencias Matemáticas, adscrito al CSIC y varias universidades madrileñas, y Divermates en el marco del proyecto Ciudad Ciencia. Aquí te contamos algunos de sus contenidos.

La “genio” alabada por Einstein

Comencemos por el álgebra moderna y por su creadora, Emmy Noether (1822-1935). Nadie esperaba a principios del siglo XX que esta matemática alemana fuera a convertirse en la artífice de la teoría que permitiría entender la conservación de la energía. Sin embargo, al morir, el mismísimo Albert Einsten llegó a definirla como “la genio creativa de las matemáticas más significativa que ha existido desde que comenzó la educación superior para las mujeres”.

Muchos sostienen que las matemáticas no volvieron a ser lo mismo después de Emmy Noether. Además de realizar grandes aportaciones al álgebra o la física, Noether fue la primera mujer en participar como ponente en un Congreso Internacional de Matemáticas. Lo hizo en 1932, mientras que la segunda, Karen K. Uhlenbeck, no lo haría hasta 1990. Durante el nazismo, Noether tuvo que trabajar en casa con sus estudiantes y finalmente abandonar Alemania para continuar su labor docente. Se refugió en Estados Unidos hasta su temprana muerte.

El ‘cíclope’ de los poliedros

¿Qué sabemos de cubos, prismas u octaedros? El matemático Leonhard Euler (1707-1783) con su fórmula para poliedros introdujo ideas precursoras de la topología. Entre otras cosas, logró establecer un patrón común para los poliedros convexos con independencia del número de caras, vértices o aristas.

A Euler le gustaron las matemáticas desde pequeño y realizó aportaciones fundamentales a la geometría analítica moderna, la trigonometría y la teoría de los números. Desarrolló el concepto de función matemática y, para ello, definió el número e (o número de Euler), la base de la función exponencial. Además, hablando de números, fue quien popularizó el número π (‘pi’ o 3,141592…). Se le conocía como el ‘cíclope matemático’ ya que perdió la visión de un ojo a los 31 años. 17 años antes de morir se quedó totalmente ciego, pero esto tampoco frenó su carrera ni sus innumerables aportaciones en diferentes campos, que llegaron a publicarse hasta cincuenta años después de su muerte.

La primera programadora

El desarrollo de nuestros ordenadores modernos tiene su origen en Ada Lovelace (1815-1852), pionera de la programación y autora del primer programa de ordenador de la historia. Apasionada de las matemáticas desde pequeña, Ada Byron se codeaba con intelectuales y celebridades como Dickens, Faraday o Darwin. En una de esas reuniones conoció a Charle Babbage, inventor de la máquina diferencial (nuestra calculadora), y con quien trabajó en la máquina analítica. En sus notas a los trabajos de Babbage, Lovelace incluyó una serie de instrucciones, consideradas el germen de la programación y los algoritmos. Para ella, “las maquinas podían ir más allá de los simples cálculos numéricos”, cosa que demostró.

A pesar de su muerte prematura a los 36 años y de que se ha tardado más de cien años en reconocer su relevancia, hoy en día es todo un referente femenino en el campo de la tecnología. Incluso cuenta actualmente con un día propio: el segundo martes de octubre se celebra el ‘Ada Lovelace Day’ para impulsar la participación de las mujeres en la ciencia.

El ‘abuelo’ de la teoría del caos

Y, para terminar, volvemos a la topología moderna de la mano de su fundador, Henri Poincaré (1854-1912), precursor de la teoría del caos. En el instituto, el francés destacó en todas las asignaturas, pero especialmente en matemáticas, como también lo hizo a lo largo de su vida. Fue nombrado miembro de la Academia de Ciencias de Francia y llegó a ser presidente de la institución en 1906.

Poincaré basaba sus resultados en principios básicos y supo de buena tinta que de los errores se aprende. Aunque llegó a publicar alrededor de 500 artículos, tuvo que destruir uno cuando ya estaba en imprenta: el artículo contenía una resolución errónea del famoso problema de los tres cuerpos (trayectoria de tres objetos atraídos por la fuerza de la gravedad). Aunque no pudo solucionar el problema, sus observaciones fueron los primeros pasos de la teoría del caos, capaz de dar respuesta a problemas antes intratables en ámbitos como la economía, la biología o la meteorología.

 

‘Top models’ de la ciencia: descubre a los seres vivos más utilizados en el laboratorio

Por Mar Gulis (CSIC)

Entre probetas, microscopios o tubos de ensayo, camuflados o a la vista, podrías encontrarlos en cualquier parte de un laboratorio. Hablamos de una bacteria del intestino humano, de la mosca de la fruta y del ratón; tres especies en principio poco llamativas, o incluso molestas. Sin embargo, la ciencia utiliza estos ‘bichitos’ como modelos de los seres vivos desde hace años. Gracias a ellos, se han hecho importantes descubrimientos sobre los mecanismos de la vida o diseñado tratamientos contra el cáncer. Te invitamos a conocer desde tu casa a estos ‘top model’ de la investigación, que forman parte de la exposición virtual del CSIC Seres modélicos. Entre la naturaleza y el laboratorio.

1. La bacteria que se volvió famosa por cambiar la biología

Aunque a simple vista sea inapreciable, la bacteria Escherichia coli es la más conocida en los laboratorios. Inicialmente se llamó Bacterium coli por ser la bacteria común del colón. Comenzó a estudiarse por las infecciones que causaba, pero a mediados del siglo XX se convirtió en modelo biológico gracias a su estructura sencilla, rápido crecimiento y los medios empleados para su cultivo, que aumentaron las posibilidades experimentales. Su utilización permitió hallar algunos de los principios básicos de la vida, pero E. coli alcanzó el estrellato con el descubrimiento de la técnica de ‘corta y pega’ del ADN, en la cual se usan enzimas para quitar e insertar segmentos de código genético y que supuso el inicio de la ingeniería genética. Hoy en día se emplea en la selección de genes concretos, estudiados posteriormente en otros organismos más complejos.

Micrografía electrónica de Escherichia coli a 10.000 aumentos.

Esta bacteria sabe mucho de los seres humanos. El genoma de E. coli, compuesto por cerca de 4.300 genes, contiene una séptima parte de nuestros genes. Además, habita en el intestino humano, donde forma parte junto a cientos de especies de la mibrobiota intestinal –también conocida como flora intestinal–, que cumple un papel fundamental en la digestión y en la defensa frente a patógenos.

E. coli es un instrumento más del laboratorio. El interés de su investigación reside todavía en las infecciones, ya que cada vez existe una mayor resistencia a los antibióticos, pero también en los mecanismos que se ponen en marcha al dividirse la célula, y cuyo mejor conocimiento permitiría diseñar, con ayuda de técnicas genómicas, fármacos con menor resistencia.

2. ¿Cómo conseguir la apariencia de una mosca?

Imagina lo molesto que resulta el zumbido de una mosca al merodear por nuestras cabezas. A partir de ahora puede que cambies de opinión cuando descubras que las moscas del vinagre o de la fruta (Drosophila melanogaster) son usadas como modelo en biología animal. Es habitual verlas en cualquier lugar, pero son más abundantes en terrenos agrícolas, cuando hace buen tiempo y, desde hace más de un siglo (esta especie se estudió por primera vez en 1901), también en los laboratorios. Saber de la mosca significa saber del ser humano porque ha sido clave en investigaciones sobre enfermedades neurodegenerativas, tumores y metástasis.

Visión dorsal y lateral de un macho y una hembra de Drosophila melanogaster. / Benjamin Prud’homme. Institut de Biologie du Développement de Marseille-Luminy. Parc Scientifique de Luminy.

Uno de los objetivos de su estudio es conocer cómo este pequeño insecto consigue su apariencia. La secuenciación de los genomas ha permitido determinar que la mayoría de genes de la mosca de la fruta son homólogos a los humanos. Por tanto, investigando los genes de esta mosca, que es un modelo de experimentación mucho más simple, se puede tener una idea de la acción de los genes en los humanos.

Sin duda su filón para la genética es más que evidente, y no solo porque el genoma de la mosca del vinagre alberga alrededor de 13.600 genes, un tercio de los que contiene el genoma humano. Además, a partir de cruces entre más de 100 tipos de moscas, el investigador Thomas H. Morgan (1866-1945) estableció que los caracteres se encuentran en los cromosomas y se heredan de generación en generación. Con ello dio lugar a la teoría cromosómica de la herencia, que le hizo merecedor del Nobel de Medicina en 1933.

3. ¡Roedores en el laboratorio!

Llaman la atención por su par de dientes incisivos y por su minúsculo tamaño. Los encontrarás en bosques, en tu ciudad y, cómo no, en un laboratorio. Así son los ratones, o Mus musculus si atendemos a su nombre científico. Utilizados como objeto de experimentación, desde hace más de un siglo son piezas clave en el estudio de la diabetes, el cáncer o los trastornos neurológicos; incluso los misterios del cerebro se exploran antes en los ratones que en el ser humano. Entre la comunidad científica hay quien los llama ‘seres humanos de bolsillo’.

En el año 2002 se dio a conocer la secuencia de su genoma, la primera de un mamífero: con cerca de 30.000 genes, aproximadamente los mismos que nuestra especie, el 99% de estos tiene su homólogo humano. Además, en ellos se reproducen enfermedades humanas como la obesidad o el párkinson, se realizan pruebas de toxicidad y se ensayan terapias futuras con células madre o nuevos materiales. Estos experimentos se han podido llevar a cabo a partir de ratones transgénicos y knock outs, es decir, aquellos producidos con un gen inactivado en todas sus células. En todos los casos, se han utilizado solo ratones machos para evitar que las hormonas sexuales afecten a los resultados.

Foto publicitaria del Jackson Laboratory. De izquierda a derecha, George Woolley, Liane Brauch, C.C. Little, desconocido y W.L. Russell. Década de 1940. / Cortesía del Jackson Laboratory.

Cuando las voces en contra de la experimentación animal comenzaron a alzarse, la defensa de los ratones no formó parte de las primeras reivindicaciones. La regulación llegó al mundo de los roedores con normativas y protocolos a nivel europeo. En ellas se establece que se debe reemplazar al ratón por otro sistema cuando sea posible y reducir el número de individuos en la investigación, para evitar así el sufrimiento animal.

E. coli, la mosca del vinagre y el ratón son solo algunos de las especies más comunes utilizadas como modelo. La muestra Seres modélicos. Entre la naturaleza y el laboratorio, cuyos contenidos puedes consultar online y descargar en alta calidad desde casa, se ocupa también de organismos como la levadura de la cerveza, un gusano minúsculo del suelo, una hierba normal y corriente y un pez de acuario. Elaborada originalmente por la Delegación del CSIC en Cataluña y ampliada en el marco del proyecto de divulgación Ciudad Ciencia, la exposición se complementa con entrevistas a especialistas en cada uno de estos seres modelo.

¿Por qué los gatos odian el agua? Pregúntale a sus genes

Por Karel H.M. van Wely (CSIC)*

Si hay algo que la mayoría de los gatos temen, es el agua. Pero, ¿por qué los mininos son tan tímidos cuando se trata de sumergirse en este medio líquido? Probablemente habéis visto algún vídeo de gatos que se caen a la bañera y entran en pánico. Los esfuerzos para salir, muchas veces infructuosos por el diseño de la tina, dan lugar a situaciones divertidísimas para algunos. Si además añadimos una musiquita marchosa a esta imagen de terror gatuno y subimos este contenido a las redes, ya solo hay que esperar a obtener los deseados likes. Graciosos o de mal gusto, lo que estos vídeos no nos explican es por qué los gatos tienen tanto miedo al agua.

Gato pescador

Gato pescador ‘Prionailurus viverrinus’.

Según los biólogos conductuales, hay varias razones que explican este comportamiento. Una de ellas es que el gato europeo proviene originalmente de áreas donde siempre había poca agua. Nuestros gatos simplemente no están acostumbrados a permanecer en un ambiente líquido. Olvidamos a menudo que sus antecesores probablemente eran los gatos salvajes africanos. Si pensamos en la estrecha relación de los antiguos egipcios con estos felinos, nos vienen a la mente los gatos salvajes del oriente medio Felis silvestris lybica. De manera natural, estos gatos viven en áreas con muy poca agua, como por ejemplo estepas o desiertos. Si a esto añadimos el riesgo de que ocurran riadas en las ramblas, ya tenemos todos los ingredientes para que el miedo al agua se haya establecido genéticamente.

Pelo fino y sin grasa, mala combinación

En el rechazo al agua, también tiene un papel importante el pelaje, muy diferente al de los perros, por ejemplo. Estos últimos poseen una doble capa de pelaje: por debajo, pelos para mantener el calor corporal; y por encima, pelos gruesos para alejar el agua de la piel. Además, los eternos enemigos de los gatos a menudo tienen el pelo graso, lo que ayuda a impermeabilizar el pelaje contra el agua. Los biólogos nos indican que, a diferencia del perro, el pelaje de gato no repele al agua, sino que la absorbe por completo. Total, que el protagonista de nuestro vídeo en la bañera se humedece hasta la piel y experimenta una caída significativa de la temperatura, algo nada agradable en un ambiente ya de por sí frío. Tenemos que tener en cuenta que la temperatura normal del hogar humano, comparada con la de la estepa o el desierto, resulta muy baja. Por eso no es raro que a los gatos les guste estar encima de los radiadores de la calefacción.

Aun así, no todas las razas de gatos aborrecen pegarse un bañito. Por ejemplo, el gato bengalí, un descendiente domesticado del gato leopardo asiático Prionailurus bengalensis, adora el agua. También los grandes felinos como panteras y tigres, que viven en áreas cálidas con abundancia de agua, se bañan regularmente. En este ambiente de selva, las zonas húmedas les sirven para aliviar el bochorno y encontrar alimento, ya que algunas presas suelen refugiarse en los ríos y riachuelos.

Por otra parte, a pesar del posible repelús, los gatos domésticos sí comen productos que salen del agua, como el pescado, y hay parientes suyos muy cercanos que con tal de alimentarse parecen dispuestos a mojarse. Es el caso de Prionailurus viverrinus, desafortunadamente en peligro de extinción y conocido en algunos países como el gato pescador. Así pues, comer y enfriarse son factores importantes que han ayudado a perder el miedo al agua en determinadas especies de felinos.

¿Un miedo superable?

Con estos antecedentes, ¿puede superar su miedo al agua un gato doméstico? Según los biólogos conductuales, sí, pero hay que empezar temprano con un condicionamiento progresivo. Si dejas que un gatito se acostumbre al agua y nade desde el comienzo de su vida, tendrás un gato adulto con menos problemas para mojarse. Los gatos mayores también pueden acostumbrarse al agua, siempre que sean recompensados. Hace falta un entrenamiento con una golosina o juguetes, y situaciones siempre agradables. Si la recompensa es lo bastante grande, el gato entrará al agua para ganarla.

Pero, ¿este entrenamiento vale la pena realmente? Un gato sano no tiene que bañarse porque sí. Sabemos que los gatos son animales muy higiénicos que se lamen regularmente. Su lengua funciona como un peine y sirve para limpiar profundamente el pelaje. Además, bañarles demasiado puede provocarles problemas en la piel, dado que normalmente no tienen contacto con el agua. Los gatos siguen siendo animales tímidos, que tienen razones de sobra para no mojarse.

 

* Karel H. M. van Wely es investigador en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y autor de varios libros de divulgación, como El ADN (CSIC-Catarata).

Ciencia en casa: 10 sencillas propuestas para hacer experimentos con agua

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Te atreves a construir tu propio acuífero? ¿Quieres coger un hielo sin tocarlo? ¿Te animas a ‘fabricar’ escarcha? Estos son solo algunos de los 10 experimentos que complementan la exposición La esfera del agua (CSIC-Aqualogy) y cuyas fichas, disponibles online de forma gratuita, te lo pondrán muy fácil para convertir tu casa en un entretenido laboratorio.

Todos ellos pueden realizarse con materiales económicos y de uso cotidiano, y se adaptan al público de diferentes edades. Si estos días de confinamiento quieres que tus hijos e hijas a partir de tres años conozcan las peculiares propiedades del agua mientras pasan un buen rato o eres una persona adulta que no ha perdido la curiosidad científica, no lo dudes y ponte manos a la obra.

Huevo en un vaso de agua

Hacerlo es tan sencillo como coger un vaso con agua, un huevo y un puñado de sal. Con estos elementos y la ficha ‘El huevo que flota’ podrás entender de manera muy sencilla y explicar a quienes te rodean conceptos complejos como la densidad, el peso o el volumen. El objetivo del experimento es precisamente que cualquiera pueda comprender estos fenómenos y tratar de dar sentido a sus definiciones abstractas –por ejemplo, la que establece que la densidad es “una magnitud escalar referida a la cantidad de masa en un determinado volumen de una sustancia o un objeto sólido” –.

Veamos otro caso. Coge una moneda y echa, poco a poco, gotas de agua sobre ella con un gotero, una jeringuilla o algo similar. ¿Eres capaz de adivinar cuántas gotas se quedarán sostenidas sobre la moneda? Si lo pruebas, te sorprenderás y seguramente lograrás familiarizarte con otro concepto: el de tensión superficial. ¿Y qué pasaría si añadimos un poco de detergente al agua y volvemos a contar cuántas gotas caben? Solo tienes que probar para descubrirlo.

Gotas de lluvia horneadas

Gotas de lluvia horneadas en el experimento de la ficha nº 5.

También encontrarás propuestas para recordar estos días de cuarentena, como la que te invita a guardar gotas de lluvia de un día concreto. Basta con sacar por la ventana un recipiente con harina mientras llueve y dejar que varias gotas caigan sobre él. Si las horneas un poco como si de un bizcocho se tratase, podrás guardarlas como testimonio de estos días tan especiales. ¿Te apetece luego pintarlas o realizar con ellas un cuadro?

Poner a prueba tu habilidad es otro de los desafíos que te esperan. ¿Crees que puedes coger un hielo sin tocarlo? Pues con agua, hielo, un vaso, sal y un hilo o una cuerda, lo lograrás. Esta experiencia te permitirá conocer en qué consiste el denominado descenso crioscópico, es decir, el descenso de la temperatura por debajo de los cero grados centígrados, y cómo cambia la temperatura del agua o el hielo cuando añadimos un poco de sal.

Las fichas te ayudarán a llevar a cabo todos los experimentos con éxito. Cada una recoge los materiales necesarios, el procedimiento que debes seguir dividido en sencillos y concisos pasos y una explicación adaptada a distintas edades (Educación Infantil y Primaria, por un lado; y Educación Secundaria y público adulto, por otro). También incluye un apartado final de curiosidades e imágenes que te servirán para entender mejor todo el proceso.

La exposición La esfera del agua y sus fichas de experimentos son recursos elaborados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Aqualogy en el marco del Año internacional de la cooperación en la esfera del Agua 2013. La muestra, cuyos paneles también pueden descargarse, introduce al público en el mundo del agua, desde sus propiedades químicas hasta su papel en la historia y la civilización humana.

Si quieres conocer más recursos del CSIC para aprender ciencia desde casa, pincha aquí.