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Microplásticos: uno de los mayores problemas ambientales del siglo XXI

Por Ana Torres-Agulló (CSIC) *

En 2018, ‘microplástico’ fue elegida como palabra del año por la Fundación del Español Urgente y, desde entonces, su popularidad no ha parado de crecer. La RAE, que aceptó el término oficialmente a finales de 2022, define ‘microplástico’ como “pieza de plástico extremadamente pequeña, manufacturada como tal o resultante de la fragmentación de plásticos más grandes, no soluble en agua y muy poco degradable”. Científicamente, los microplásticos engloban partículas plásticas con un tamaño inferior a 5 milímetros, lo que equivale, aproximadamente, al tamaño de un grano de arroz.

A día de hoy, la mayoría de nosotros estamos familiarizados con esta palabra, ya que por desgracia encontramos microplásticos en todo lo que nos rodea: mares, suelos, alimentos, bebidas e, incluso, el aire que respiramos. Su presencia masiva en nuestro entorno los convierte en uno de los mayores problemas medioambientales del siglo XXI, pero… ¿de dónde salen tantos microplásticos?

Plásticos que se degradan, detergentes o purpurina

La producción de plásticos ha aumentado un 212% en los últimos 70 años, hasta llegar a los 360 millones de toneladas al año. Una de las principales fuentes de microplásticos, y quizás la más conocida, es la degradación de grandes plásticos que se encuentran acumulados en el medio ambiente. La abrasión, la luz solar y otros mecanismos de erosión ‘fabrican’ microplásticos a partir de plásticos más grandes.

Pero, por si la degradación de millones de plásticos no fuese suficiente, existe otra importante fuente de este pequeño contaminante: los plásticos directamente fabricados en este rango de microtamaños. En esta categoría se incluyen microplásticos que consumimos de forma habitual, aunque quizás no de forma consciente, en nuestro día a día: geles exfoliantes, limpiadores faciales, detergentes o productos de limpieza, entre otros.

Un ejemplo paradójico de este tipo contaminación es la purpurina que, de aspecto colorido y brillante, comúnmente asociamos a celebraciones, fiestas y diversión. Sin embargo, es un microplástico altamente contaminante debido a su pequeño tamaño y su amplia utilización, por lo que la Unión Europea ha prohibido su uso y fabricación.

Comerse una tarjeta de crédito cada semana

La abundante presencia de microplásticos en nuestro alrededor hace que estemos constantemente expuestos a ellos y que, como consecuencia, puedan afectar a nuestra salud. Y es que también se han encontrado en la mayoría de compartimentos de nuestro organismo, como los pulmones, la sangre, la orina y hasta la placenta.

Las cantidades que se detectan son variables, pero, por ejemplo, según un informe encargado en 2019 por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), si considerásemos únicamente los microplásticos que ingerimos a través de alimentos y bebidas… podríamos estar acumulando el plástico equivalente a una tarjeta de crédito cada semana. Y todo esto sin tener en cuenta otras vías de entrada al organismo como la inhalación o el contacto dérmico.

Más investigación, más regulación

Para conocer los efectos de los microplásticos sobre nuestro cuerpo todavía necesitamos más investigación, pero todo apunta a que están directamente relacionados con efectos cancerígenos y procesos inflamatorios. Aunque los resultados sobre la toxicidad de los microplásticos todavía no son concluyentes, sí se ha demostrado la peligrosidad para la salud humana de los aditivos plásticos o metales pesados que se introducen en el organismo junto a los microplásticos . Hoy en día, más de 13.000 compuestos químicos se utilizan como aditivos plásticos. Unos de los más conocidos son los ftalatos, que pueden llegar a suponer hasta el 40% del peso total de algunos polímeros como el PVC. Se ha demostrado que esta familia de compuestos, comúnmente utilizados como plastificantes y retardantes de llama en los plásticos que utilizamos, pueden, además de influir en patologías como la diabetes u obesidad, estar relacionados con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y neurológicas o afectar al sistema reproductivo.

La problemática de los microplásticos no ha hecho más que comenzar y, siguiendo con las tendencias de producción de plásticos actuales, se incrementará de forma exponencial en los próximos años. La Comisión Europea está trabajando en su regulación y restricción de su consumo. ¿Conseguirán evitar que nos convirtamos en parte de Barbieland?

*Ana Torres-Agulló es investigadora predoctoral en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC.

 

Sumérgete en el océano desde casa: una propuesta del CSIC para explorar los ecosistemas marinos

Por Mar Gulis (CSIC)

3, 2, 1… ¡Al agua! Este viaje comienza con los habitantes más pequeños del océano: protozoos, microalgas, virus, bacterias y animales microscópicos como los tardígrados o las pulgas de agua. Aunque no los vemos a simple vista, son millones de seres diminutos que cumplen un papel esencial para el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Este fascinante micromundo te espera en ‘El océano en casa’, un proyecto del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) que ofrece todo tipo de materiales para que el público infantil se sumerja en las aguas oceánicas sin moverse del sofá.

Solo tenéis que entrar en su web y elegir entre varios bloques temáticos que dan a conocer la biodiversidad marina y la importancia de los mares en nuestro día a día. Si os decantáis por el epígrafe ‘Un océano con muchas características’, encontraréis lecturas, dibujos para colorear o rompecabezas y enigmas sobre los distintos ambientes marinos que hay en el planeta. También podréis probar el juego ‘De tierra o de mar’ o experimentar el viaje que realiza un grano de arena desde los Pirineos hasta el cañón de Palamós.

La web del proyecto, cuyos contenidos fueron inicialmente publicados en catalán y ahora se han traducido al castellano, está llena de recursos para niñas y niños curiosos. Por ejemplo, los epígrafes ‘El océano: un mar de ríos’, ‘Las praderas del mar’ y ‘Animales del océano’ incluyen animaciones de la NASA, experimentos caseros, unidades didácticas y hasta cuentos y cómics para aprender qué son las corrientes marinas, ver prados de posidonia y conocer la diversidad animal que esconden mares y océanos.

El viaje no ha hecho más que empezar, porque el bloque titulado ‘El océano y nosotros/as’ está repleto de contenidos para seguir buceando y descubriendo organismos fascinantes. A través de varios vídeos, en el primer apartado, dedicado a las medusas, entenderéis por qué estos animales nos pican cuando nos bañamos en la playa, qué necesitamos para identificarlos y cómo actuar en caso de una picadura. Quienes quieran saber más sobre estos extraños invertebrados podrán también participar en el proyecto de ciencia ciudadana ‘Observadores del mar’.

La aventura continúa con ‘Buques oceanográficos’, donde encontraréis información sobre las grandes embarcaciones donde muchos científicos y científicas investigan a la vez el océano. Si estáis listos para embarcar, buscad el vídeo que os llevará a bordo del Sarmiento de Gamboa, uno de los buques oceanográficos del CSIC.

Hay más. Los epígrafes ‘El fitoplancton’, ‘Basura marina’ y ‘Océano y atmósfera’ contienen audiovisuales para descubrir ese universo de microbios y pequeños organismos acuáticos o calibrar el impacto que tienen los microplásticos y otros residuos en el mar. En esos apartados se puede acceder a otro montón de actividades para realizar en casa: experimentos, guías didácticas o incluso fichas para colorear y entender el ciclo del agua.

Si el mundo marino os engancha, estad atentos a la web de ‘El océano en casa’ porque habrá nuevos contenidos. ¡Y participad! El Instituto de Ciencias del Mar os anima a enviar comentarios, preguntas o sugerencias a la dirección de correo electrónico oceanliteracy@icm.csic.es. Al otro lado de la pantalla, alguien dedicado a investigar el universo marino os contestará.

 

 

Te mostramos en un minuto las mejores imágenes científicas de FOTCIENCIA17

Por Mar Gulis (CSIC)

La extraordinaria anatomía de los caballitos de mar retratada a través de cuatro técnicas lumínicas, una imagen de microscopio que nos muestra los grandes ojos compuestos de los mosquitos o los surcos geométricos de un cultivo sostenible de cebada observados desde un dron. Estas son algunas de las siete propuestas seleccionadas en la 17ª edición de FOTCIENCIA, una iniciativa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con apoyo de la Fundación Jesús Serra, que trata de acercar la ciencia a la sociedad mediante la fotografía.

Las enormes antenas en forma de abanico que algunas luciérnagas de Brasil utilizan para detectar las feromonas del sexo opuesto o la asombrosa estructura del nanoplancton marino amenazado por el cambio climático en el Mediterráneo son otros de los fenómenos reflejados en las imágenes, que han sido escogidas por un comité compuesto por profesionales relacionados con la fotografía, la microscopía y la comunicación científica.

Las dos fotografías restantes llaman nuestra atención sobre los microplásticos que se encuentran en los organismos que constituyen la base de la cadena trófica marina y que llegan a los consumidores finales, los seres humanos, así como sobre el hecho de que la naturaleza es química y que la química está en la naturaleza. Puedes ver todas ellas en el vídeo que acompaña a este post.

Con estas imágenes y una selección más amplia de entre las cerca de 450 presentadas, próximamente se realizará una exposición itinerante y un catálogo.

Para saber más sobre las imágenes escogidas, pincha aquí.

En esta 17ª edición, FOTCIENCIA se ha sumado a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por Naciones Unidas.