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Si pudieses cuidar una roca… ¿cuál sería?

Por Mar Gulis (CSIC)

El Parque Nacional de los Picos de Europa, el Parque Nacional de Sierra Nevada, las Hoces del Duratón en Segovia o La Pedriza en Madrid son mucho más que paisajes asombrosos: albergan Lugares de Interés Geológico que la ciencia reconoce como testigos vivos de la historia de nuestro planeta.

El Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) consciente de esta invaluable riqueza geológica que atesoramos, lanzó en diciembre de 2017 un programa de ciencia ciudadana con el objetivo de conservar, proteger y llevar a cabo un seguimiento del estado de conservación de todos estos enclaves. La colaboración activa y la sinergia entre el público general y la comunidad científica son pilares fundamentales de esta iniciativa, que busca salvaguardar nuestro patrimonio para las generaciones futuras.

Badlands de las Bardenas Reales (Navarra), un laboratorio natural donde observar como determinados procesos geológicos externos están modelando su relieve. Autora: Ana Cabrera Ferrero (IGME-CSIC)

Badlands de las Bardenas Reales (Navarra), un laboratorio natural donde observar como determinados procesos geológicos externos están modelando su relieve. / Ana Cabrera Ferrero (IGME-CSIC)

‘Apadrina una Roca’, que lleva funcionando a nivel nacional desde el año 2017, busca involucrar a las personas que residen cerca de alguno de los más de 4.000 Lugares de Interés Geológico que existen en España. Una de ellas podrías ser tú si te comprometes a visitar ese lugar al menos una vez al año. De esta forma, no solo contribuirás a su conservación y al avance científico; también tendrás la oportunidad de aprender sobre el territorio que te rodea.

Enclaves con valor científico, educativo y turístico

Pero, ¿qué hace que un Lugar sea de Interés Geológico (LIG)? Los espacios que reciben este nombre han sido identificados por la comunidad científica como fundamentales para interpretar el pasado de la Tierra y su evolución. Estos enclaves facilitan el entendimiento de los procesos geológicos actuales y ofrecen una gran oportunidad para mejorar el desarrollo socioeconómico de las zonas rurales.

La denominación reconoce el valor científico, educativo, cultural y/o turístico de un lugar, pero no es una figura de protección. Por eso resulta conveniente llevar a cabo programas como ‘Apadrina una roca’, que sirvan para intensificar y mejorar su conservación, conocimiento y vigilancia.

Si te animas, tendrás la oportunidad de ser padrino o madrina de las rocas en uno o varios de estos enclaves. Puedes elegir entre una enorme variedad de espacios. Entre la diversidad de lugares, encontrarás afloramientos geológicos que albergan rocas, minerales, fósiles y suelos de interés, pero también formas del terreno, estructuras tectónicas e incluso meteoritos de gran importancia científica. Todos estos espacios pueden verse afectados por la acción humana.

Conocer el origen de estos enclaves, los agentes que han intervenido en su formación o el tiempo que ha sido necesario para formarlos, así como las amenazas y los impactos que pueden sufrir, nos dará las herramientas necesarias para entender cómo proteger y cuidar este patrimonio geológico.

¿Dónde están estos espacios? España cuenta con un inventario oficial que localiza, identifica y valora los lugares geológicamente más relevantes del territorio. Lo elabora y mantiene el IGME-CSIC en colaboración con las comunidades autónomas y las universidades. A su vez, la información que proporcionan las personas que participan en la iniciativa alimenta su base de datos y permite actualizar el conocimiento sobre estos espacios recordándonos la importancia de mejorar y proteger el patrimonio geológico de España.

Señalética turística en las Bardenas Reales de Navarra. Informa sobre la regulación normativa en el Lugar de Interés Geológico (LIG). Autora: Ana Cabrera Ferrero (IGME-CSIC)

Señalética turística en las Bardenas Reales de Navarra. Informa sobre la regulación normativa en el Lugar de Interés Geológico (LIG). / Ana Cabrera Ferrero (IGME-CSIC)

¿Cómo participar?

Participar en ‘Apadrina una Roca’ es muy sencillo. Accede a la página web del Inventario Español de Lugares de Interés Geológico (IELIG), busca en el mapa, identifica un espacio y registrarte. No importa el motivo que te mueva a apadrinarlo: que esté cerca de tu pueblo, que lo hayas estudiado o que simplemente te guste.

Si aceptas ser padrino o madrina de una roca, adquirirás un compromiso mínimo que ayudará a su conservación. Por ejemplo, deberás informar de cualquier incidencia que descubras y suponga una amenaza para este espacio, que tendrás que visitar al menos una vez al año.

Además, podrás compartir tus dudas e intercambiar experiencias con el resto de participantes del proyecto. El apadrinamiento es un acto voluntario y gratuito. Solo es necesario que cuides y vigiles tu LIG.

¡Anímate a apadrinar una roca!

Ciencia ciudadana para proteger la seguridad alimentaria: ¡cultiva variedades tradicionales de judías!

Por Mar Gulis (CSIC)

Judías, alubias, fabes, habichuelas, frijoles… Estos son solo algunos de los nombres que utilizamos para referirnos a los frutos, las semillas y las plantas de la especie Phaseolus vulgaris. A veces el nombre que les damos depende de la variedad de la que estamos hablando y otras de dónde nos encontramos: la especie es la misma, pero en Asturias decimos ‘fabes’, en Madrid ‘judías’ y en México ‘frijoles’. En cualquier caso, esta abundancia de términos no puede distraernos de una cuestión crucial: como ocurre con la mayoría de las especies cultivadas, las variedades de P. vulgaris que consumimos hoy presentan muy poca diversidad genética.

Se trata de variedades comerciales con un gran rendimiento agrícola que, a partir de los años 50 y 60 del siglo pasado, fueron sustituyendo a miles de variedades tradicionales, menos productivas, pero muy bien adaptadas a sus condiciones locales. Esta pérdida de diversidad genética reduce la capacidad de adaptación de las variedades comerciales a transformaciones del entorno, como la aparición de una nueva enfermedad o el cambio climático. Esto ocurre porque cuanto mayor es la homogeneidad genética de una población, más parecidos son entre sí sus individuos y menos probabilidades hay de que alguno de ellos albergue la clave genética para hacer frente a este tipo de ‘imprevistos’.

Del banco de semillas a tu balcón

La amenaza es seria porque no solo afecta a las legumbres, sino a la mayoría de las especies cultivadas. ¿Cómo podemos afrontarla? Pues entre otras cosas conservando y estudiando las variedades tradicionales que se han dejado de cultivar o han quedado relegadas a un segundo plano. En España, el Centro de Recursos Fitogenéticos del INIA-CSIC es el principal encargado de preservar toda esta agrobiodiversidad con el fin de garantizar la seguridad alimentaria. Además, casi todos los países de nuestro entorno cuentan con un centro que realiza funciones similares.

Sin embargo, las personas de a pie también podemos contribuir a esta labor. Una nueva forma de hacerlo es sumarse al experimento de ciencia ciudadana INCREASE, un proyecto europeo en el que participan 28 centros de investigación de 14 países. La iniciativa invita a la ciudadanía a cultivar distintas variedades tradicionales de judías (P. vulgaris) y compartir sus observaciones con el personal investigador del proyecto a través de una app. Además, quienes quieran también podrán contribuir a la conservación de estos valiosos recursos agrícolas distribuyendo los frutos y las semillas que cosechen o difundiendo recetas para cocinarlos.

Colaborar en el experimento es muy sencillo. Lo más importante son las ganas, tener acceso a una huerta, terraza, balcón o jardín y encontrarse en algún lugar de Europa. Si ese es tu caso, lo siguiente que tendrás que hacer será instalar en el móvil la aplicación gratuita INCREASE Citizen Science y registrarte en el experimento. Ojo, porque el plazo para apuntarse a la segunda ronda –la primera se celebró el año pasado y contó con la participación de 3.450 personas– concluye el 28 de febrero de 2022.

Si te inscribes a tiempo, a partir del mes de marzo recibirás semillas de seis variedades de judías: una variedad moderna y cinco seleccionadas al azar entre más de mil variedades antiguas u olvidadas, los llamados recursos fitogenéticos. Muchas de esas variedades proceden de España. “La especie es originaria de América, pero la Península Ibérica fue el primer territorio europeo en el que se comenzó a cultivar y donde se adaptó al continente, por lo que aquí surgieron muchas variedades”, explica Cristina Nieto, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).

Mil variedades tradicionales, a prueba

En la app y en la web del proyecto encontrarás indicaciones, consejos y tutoriales para sembrar las semillas y seguir el desarrollo de las plantas. A lo largo de su ciclo de vida, tendrás que hacerles fotos y anotar algunas de sus características –como la altura alcanzada, el número de vainas que tienen o cuándo se ha producido el periodo de floración– y volcar toda esa información en la aplicación. Los datos recopilados servirán al equipo del proyecto para evaluar las distintas variedades con el fin de mejorar y conservar la agrobiodiversidad de las judías europeas.

Quien se anime también podrá compartir los frutos y las semillas cosechados en el experimento, así como diferentes formas de cocinarlos. De hecho, en el futuro la web del proyecto recogerá todas las recetas tradicionales e innovadoras que se vuelquen en la app. “Se trata de promover el consumo y el cultivo de judías y de otras leguminosas, dado que son muy beneficiosas tanto para nuestra salud como para la agricultura. De un lado, nos aportan proteínas de altísima calidad y, del otro, fijan el nitrógeno al suelo y reducen la necesidad de fertilizantes”, señala la investigadora.

Todavía estamos a tiempo de recuperar variedades olvidadas y contribuir a la seguridad alimentaria. ¡Anímate a participar!

Tú también puedes enviar globos sonda a la estratosfera y hacer ciencia ciudadana con Servet V

Por Mar Gulis (CSIC)

Lanzamiento en 3, 2, 1… ¡Deja de soñar con que formas parte de una misión espacial! Ahora puedes hacerlo realidad con la quinta edición de la iniciativa de ciencia ciudadana Servet. Si te gusta la astronáutica, la navegación espacial y todo aquello que se mueva a más de 12.000 metros sobre el nivel del mar, Servet V te está esperando, independientemente de la formación y los conocimientos que tengas. Este proyecto científico abierto a la ciudadanía busca democratizar el acceso al espacio e invita al público a proponer, diseñar y ejecutar sus propias misiones subespaciales. Pero lo primero que debes hacer es rellenar, antes del domingo 29 de agosto de 2021, el formulario de participación.

Proyecto Servet IV. / Germán Martín

Proyecto Servet IV. / Germán Martín

Servet V lanzará tres globos sonda (Hwoyee HY-1600, con capacidad para portar varias cápsulas de hasta 400 gramos cada una), que pondrán rumbo a la estratosfera y volverán a la Tierra tras haber recogido multitud de datos científicos en su viaje hasta los 36.000 metros de altura. Se medirán, entre otros parámetros, la radiación y la temperatura, se harán pruebas de transmisiones mediante LoRaWAN y de vídeo a larga distancia, etc. Entonces, ¿quieres formar parte de Servet V? Consulta las bases, existen dos modalidades de participación:

  • CÁPSULA DE HASTA 400 g. Tú pones la cápsula y el proyecto toda la infraestructura -globos, helio, seguros, organización del lanzamiento, etc.-. Aunque se intentará recuperar la carga, esto no está garantizado. Se seleccionarán nueve cápsulas de hasta 400 gramos.
  • CÁPSULA 0 g. Si lo que deseas es participar en el evento, ayudar en la logística, aprender y echar una mano en la organización, no lo dudes, esta es tu modalidad.

Una vez finalizado el plazo de recepción de solicitudes, que concluye el próximo 29 de agosto, el 6 de septiembre se dará a conocer la selección de participantes. El lanzamiento de Servet V está previsto para el sábado 30 de octubre de 2021 en una localidad zaragozana aún por definir. El día previo se realizarán los preparativos y el domingo 31 se presentarán los resultados al público general. Los datos obtenidos en las distintas ediciones de Servet se irán publicando de forma libre y gratuita en la web del proyecto para que cualquier persona los pueda consultar y analizar.

Proyecto Servet II

Proyecto Servet II

Esta iniciativa ciudadana arrancó en junio de 2017 con el lanzamiento del primer globo sonda, Servet I, y desde entonces, el proyecto ha seguido reuniendo a público experto y aficionado de la navegación espacial, makers, desarrolladores/as, radioaficionados/as, etc. Además, otro de los objetivos del proyecto es acercar la ciencia al entorno rural, por eso, las zonas de lanzamiento elegidas en años previos han sido pequeños municipios de la provincia de Zaragoza, como Alpartir o Alfamén. En este último se realizó, en 2019, el lanzamiento de los globos sonda equipados con las misiones aeronáuticas del proyecto Servet IV.

Récord mundial de distancia de transmisión a través de LoRaWAN

Uno de los globos de Servet IV, “tras mandar sus últimas señales el día del lanzamiento por la noche mientras cruzaba Soria, revivió inesperadamente. Tres ‘latidos’ fueron detectados dos días después en su paso por las Azores”, relataba Francisco Sanz, director ejecutivo de la Fundación Ibercivis. Con este globo se batió el récord mundial de distancia alcanzada por una comunicación transmitida a través del protocolo de red LoRaWAN. Con una potencia de 0,025 vatios, su señal se recibió a una distancia de 766 kilómetros.

LoRaWAN es una tecnología de red de área amplia y baja potencia (LPWAN: Low Power Wide Area Network), diseñada para que dispositivos de baja potencia se comuniquen con aplicaciones conectadas a Internet a través de conexiones inalámbricas de largo alcance utilizando las bandas de radio ISM -reservadas internacionalmente para el uso de energía de radiofrecuencia para fines industriales, científicos y médicos distintos de las telecomunicaciones-.

Récord de distancia de transmisión de 766 kilómetros, conseguido por uno de los globos sonda lanzados con Servet IV. / The Things Network

Récord de distancia de transmisión de 766 kilómetros, conseguido por uno de los globos sonda lanzados con Servet IV. / The Things Network

Con otro globo también se consiguió transmitir a 744 km mediante TTN (The Things Network), a través de LoRaWAN. Además, se midió radiación, se transmitió en APRS (Automatic Packet Reporting System, un sistema de radioaficionado para comunicaciones digitales en tiempo real), se envió vídeo en tiempo real, etc. Estas cápsulas lograron recuperarse en Buñuel, Navarra, pero las que viajaban en otros globos no corrieron la misma suerte.

Proyecto Servet II

Proyecto Servet II

Servet cuenta con el apoyo de la Fundación Ibercivis -de la que forma parte el Consejo Superior de Investigaciones Científicas-, Etopia Centro de Arte y Tecnología, los Laboratorios CESAR en Etopia, la Universidad de Zaragoza, la Unión de Radioaficionados Españoles y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología-Ministerio de Ciencia e Innovación. Si tienes alguna duda puedes contactar con info@ibercivis.es

Únete a la ciencia ciudadana: pon a tu ordenador a cribar fármacos contra el coronavirus

Por Mar Gulis (CSIC)

Colaborar desde casa en la búsqueda de medicamentos que frenen el coronavirus ya es posible gracias a un nuevo proyecto de ciencia ciudadana impulsado por el CSIC y la Fundación Ibercivis. Basta con tener un ordenador, conexión a internet y unirse, instalando un programa, a la red de computación distribuida de Ibercivis. A partir de ese momento, cada vez que se active el salvapantallas, tu ordenador se pondrá a hacer cálculos que servirán para conocer si fármacos que se están utilizando para tratar otras enfermedades víricas, como el ébola, la infección por VIH (causante del sida), la hepatitis B o la gripe, logran inhibir una proteína clave en la reproducción del virus SARS-CoV-2. Si quieres saber más, aquí te damos algunas claves del proyecto, que responde a las siglas ‘COVID-PHYM’.

Ciencia ciudadana

¿Por qué probar compuestos que ya existen?

Pues para ganar tiempo en el control de la pandemia. Como los medicamentos aprobados ya han demostrado ser suficientemente seguros para nuestra salud, podrían estar disponibles para tratar a pacientes con COVID-19 mucho antes que un fármaco de nueva creación.

En cualquier caso, aunque un medicamento esté aprobado, hay que demostrar que es eficaz contra este coronavirus. Los ensayos clínicos con personas son muy costosos en términos económicos, de tiempo y de esfuerzo para los pacientes y el sistema sanitario. Así que, antes de hacer pruebas de este tipo, conviene utilizar técnicas informáticas para seleccionar buenos candidatos, es decir, fármacos que tengan realmente oportunidades de funcionar.

¿Cuál es la diana terapéutica?

La proteína que se quiere inhibir se conoce como ARN polimerasa dependiente de ARN’ y ha sido escogida porque juega un papel central en la replicación y transcripción del material genético del virus. Si se neutraliza, se puede frenar la propagación del virus en el organismo y ayudar en la curación.

¿Qué pintan los ordenadores personales en todo esto?

Como explica Javier Martínez de Salazar, investigador del CSIC en el Instituto de Estructura de la Materia y líder del grupo que está detrás de esta iniciativa (Biophym), buscar con técnicas informáticas un compuesto capaz de neutralizar una proteína concreta es como probar un enorme número de llaves para abrir una cerradura. “Como en el caso de una llave y una cerradura, hay que encontrar el fármaco que mejor se adapte a la estructura de la zona de la proteína en la que esta realiza su función; el problema es que los modelos basados en la química-física que nos permiten hacerlo implican realizar cientos de miles de cálculos para medir la fuerza de la interacción de cada una de las posibles asociaciones entre el fármaco y la proteína”, advierte Javier Ramos Díaz, uno de los investigadores del grupo.

Un ordenador convencional tardaría varios años en ejecutar los cálculos necesarios para llevar a cabo la investigación. Por eso, el proyecto necesita la colaboración ciudadana: es decir, muchos ordenadores de personas voluntarias que reciban y procesen pequeños paquetes de trabajo. De este modo será posible conseguir una potencia de cálculo similar a la de un supercomputador y realizar todas las tareas previstas.

Coronavirus y proteina diana

Principal: imagen al microscopio electrónico del virus SARS-CoV-2 . Arriba a la derecha: estructura de la ARN-Polimerasa del SARS-CoV-2. / Center for Disease Control/epa/dpa y PDB Id: 6M71.

Realmente, ¿es eficaz distribuir el trabajo en muchos ordenadores?

Sí. Esta forma de trabajar se conoce como computación distribuida, y lleva cerca de 20 años ayudando con éxito a llevar a cabo proyectos científicos que demandan una gran capacidad de procesamiento. Uno de los ejemplos más vistosos es el proyecto SETI, que ha conseguido que millones de voluntarios y voluntarias contribuyan con sus ordenadores a analizar señales de radio procedentes del espacio en busca de indicios de vida extraterrestre. Para facilitar su puesta en marcha, la Universidad de Berkeley desarrolló la plataforma de computación distribuida BOINC, un programa de código abierto que actualmente utilizan numerosos centros de investigación de todo el mundo en áreas tan diversas como la física, las matemáticas, la climatología o la astrofísica.

En España, uno de los principales impulsores de este paradigma de computación ha sido Ibercivis. Aunque actualmente esta fundación se dedica a promover todo tipo de iniciativas de ciencia ciudadana, cuenta con una infraestructura de computación distribuida basada en BOINC con más de 20.000 voluntarios y voluntarias que ceden la potencia de cálculo de sus ordenadores y que ha dado soporte a más de 15 proyectos de investigación.

¿Qué hay que hacer para colaborar?

Solo necesitas descargar el programa BOINC y unirte a ‘Ibercivis BOINC’ en el momento de la instalación. Al hacerlo podrás elegir fácilmente cuándo y cómo participar. Si no quieres que el rendimiento del ordenador se vea afectado mientras lo usas, deja activada la configuración por defecto para que el programa solo se ejecute en los tiempos de pausa, cuando salta el salvapantallas.

LiquenCity: busca líquenes urbanitas y conoce la calidad del aire de tu ciudad

Por Mar Gulis (CSIC)

La clasificación de los líquenes fotografiados es la base de este proyecto de ciencia ciudadana.

“En 1866, William Nylander fue el primer investigador que observó la desaparición de los líquenes según se adentraba en el centro de París durante el auge de la revolución industrial”, señala la web del proyecto LiquenCity. En efecto, durante décadas la comunidad científica ha utilizado los denominados epífitos, que crecen en la corteza de los árboles, para conocer el grado de contaminación atmosférica.

¿Por qué los líquenes? Estos organismos, formados por la unión simbiótica de un hongo y, al menos, un organismo fotosintético (un alga verde o una cianobacteria), son muy sensibles a los cambios ambientales en general y a la contaminación atmosférica en particular; por eso son buenos bioindicadores. “A diferencia de las plantas, no tienen estructuras activas para regular la entrada y salida del agua y los gases del aire, por lo que las sustancias que hay en la atmósfera, entre ellas las contaminantes, se acumulan fácilmente en su interior. Esto provoca síntomas de deterioro mucho más rápido que en otros organismos, lo que les convierte en excelentes centinelas de problemas potenciales para nuestra salud”, explica la misma web. De hecho, “se han publicado más de 2.000 trabajos científicos basados en el uso de líquenes como bioindicadores de la calidad del aire y los niveles de contaminación por dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, metales pesados… en los 5 continentes”.

Si te interesa saber cuál es la calidad del aire de tu ciudad o cómo varía de unos distritos a otros, quizá puedas participar en LiquenCity. En este proyecto de ciencia ciudadana, cuyo investigador principal es el liquenólogo Sergio Pérez Ortega, cualquiera puede identificar líquenes urbanos que servirán después para medir la contaminación atmosférica.

El equipo que impulsa la iniciativa, del Real Jardín Botánico (RJB) del CSIC y el Nodo Nacional de Información de la Biodiversidad (GBIF), trabaja bajo la hipótesis de que, tras analizar los datos recopilados, se confirmará que cuanta mayor diversidad de líquenes se observe en un área, mejor será la calidad del aire, y viceversa. Sin embargo, no todas las especies de líquenes tienen la misma sensibilidad hacia la contaminación. Algunas desaparecen al menor atisbo de polución en el aire, mientras que otras son capaces de medrar en áreas muy contaminadas. De momento, LiquenCity se basa en una selección de especies que viven en Madrid y Barcelona con distinta resistencia a la contaminación.

¿Cómo puedes participar?

Dos estudiantes toman una muestra de líquen.

Muestrear líquenes es sencillo. Solo tienes que buscarlos en los troncos de los árboles de tu ciudad, hacerles una foto y colgarla en Natusfera a través de su página web o la app móvil. La comunidad de Natusfera –que incluye a expertos del RJB y de la Universidad de Barcelona– te ayudará a identificar la especie que hayas visto. El proyecto se ha diseñado para que la ciudadanía, de forma voluntaria, realice el monitoreo de los líquenes. Acompañados por alguien experto, los participantes, lupa en mano, acuden a un punto de la ciudad para buscar ejemplares y obtener muestreos en distintas zonas. De momento, LiquenCity se ha centrado en el ámbito educativo: desde el pasado octubre, esta iniciativa se ha presentado en más de 50 centros escolares, donde ha llegado a más de 2.000 estudiantes que han realizado unas 4.000 observaciones. Estos datos se han volcado en Natusfera y han permitido identificar más de 30 especies de líquenes.

También se busca la participación del público general. Por ejemplo, en Madrid LiquenCity ha reunido a grupos de 50 personas de diversos perfiles en la Casa de Campo y el Parque del Oeste para que, durante unas horas, se convirtieran en ‘buscadoras de líquenes’.

Ahora el proyecto está en la segunda fase, que consiste en analizar la información recopilada para elaborar mapas de contaminación de varios distritos de Madrid y Barcelona. Estos mapas se basarán en el cruce de datos sobre la diversidad de líquenes detectada y los niveles de contaminación registrados por los medidores que gestionan los respectivos ayuntamientos. Uno de los objetivos de LiquenCity es dar recomendaciones para que se adopten medidas que mitiguen la contaminación en las zonas más afectadas.

Si te interesa lo que has leído hasta ahora, echa un ojo a la web del proyecto. En los próximos meses, el equipo de LiquenCity pretende ampliar su radio de acción, así que previsiblemente se necesitarán más personas dispuestas a detectar líquenes urbanitas en otras ciudades como Zaragoza, Pontevedra, Pamplona y Oviedo.

Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la FECYT, y en ella participan también el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio-UB), todos en Barcelona.

¿Te apuntas a un ‘biomaratón’? Fotografía la naturaleza de tu ciudad en el City Nature Challenge 2018

Por Mar Gulis (CSIC)

Si te gusta la naturaleza urbana, entre el viernes 27 y el lunes 30 de abril tienes una cita clave. Durante estos cuatro días, cerca de 70 ciudades de todo el mundo competirán de forma amistosa en el City Nature Challenge 2018, un ‘biomaratón’ que invita a la ciudadanía a hacer la mayor cantidad posible de observaciones de seres vivos y publicarlas en internet. Cualquier persona con acceso a la red y un teléfono o cámara de fotos puede ayudar a que su ciudad sea la ganadora.

Impulsada desde 2016 por la Academia de las Ciencias de California y el Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, la competición se celebra este año por primera vez a escala internacional. En nuestro país, varios centros y proyectos vinculados al CSIC promueven la iniciativa, a la que se han sumado tres ciudades españolas y sus respectivas áreas metropolitanas: Madrid (con 28 municipios), Barcelona (con 36) y Cádiz (con 6).

CNC

¿Quieres participar? Es muy sencillo: durante los días que dure la competición haz fotografías o grabaciones sonoras de todo tipo de organismos (desde bacterias hasta árboles monumentales) que encuentres en alguna de estas zonas y luego súbelas a la plataforma de ciencia ciudadana NatuSfera. Ten presente que puedes hacer las observaciones por tu cuenta o acudir a alguno de los maratones convocados, como los organizados en Madrid por el Real Jardín Botánico y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, o los que en Barcelona coordinan el Instituto de Ciencias del Mar y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales.

Tus observaciones podrán identificarse y validarse hasta el 3 de mayo gracias a un sistema de identificación colaborativa y quedarán disponibles para todo el mundo en NatuSfera, una herramienta creada por varios centros y proyectos vinculados al CSIC que funciona como un cuaderno de campo para el móvil, una red social naturalista y una plataforma de seguimiento de la biodiversidad.

Gráfica

Sistema de identificación colaborativa incorporado en NatuSfera, que permite identificar y/o validar un gran número de observaciones en un período de tiempo muy corto (como el requerido en la biomaratón).

Además, las observaciones validadas pasarán posteriormente a formar parte de la base de datos de GBIF, la Infraestructura Mundial de Información en Biodiversidad (por sus siglas en inglés), que con casi 1.000 millones de registros constituye la mayor red mundial de datos de biodiversidad.

Las ciudades ganadoras serán las que obtengan el mayor número de observaciones, especies observadas y participantes, pero el verdadero premio será aumentar el conocimiento de la biodiversidad urbana. Así, la información aportada por la ciudadanía proporcionará una ‘instantánea’ en tiempo real que permitirá hacer un seguimiento de cómo cambia la distribución o la presencia de las especies en las ciudades.

Por eso, todas las especies cuentan, sean o no nativas y con independencia de su abundancia o rareza. Y todas las observaciones sirven, aunque no puedas identificar la especie retratada o hayas fotografiado la misma especie en lugares distintos. Con esta metodología, el primer City Nature Challenge, que se celebró solo en San Francisco y Los Ángeles, alcanzó más de 20.000 observaciones, 1.000 participantes y 1.600 especies clasificadas, entre las que se incluían nuevas citas de especies que no se habían visto nunca en estas dos ciudades.

Observación

Jaume Piera, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, explica que “el objetivo principal de las biomaratones es crear y fortalecer una red de observadores a nivel local que aporten el conocimiento de la biodiversidad de sus respectivas áreas. Esta información, una vez integrada en bases de datos, servirá para obtener un conocimiento actualizado del estado de la biodiversidad a gran escala”. Y añade: “para lograrlo necesitamos datos de todos los lugares y en todo momento, y esto tan sólo lo podemos conseguir con la participación y el conocimiento local de la gente”.

¿Cómo participar?

  1. Inscríbete en el siguiente formulario.
  2. Visita natusfera.gbif.es o bájate la aplicación desde Google Play o AppStore.
  3. Regístrate y/o inicia la sesión.
  4. Haz y sube tus observaciones entre el 27 y el 30 de abril para que sumen al contador de tu ciudad.

¡Anímate y participa en el City Nature Callenge 2018! Tus observaciones serán útiles para la ciencia y para favorecer la conservación de la naturaleza de nuestras ciudades.

¿Te inspiran la fotografía y la ciencia? Participa en #FOTCIENCIA

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Te gusta la fotografía? ¿La ciencia y la tecnología disparan tu creatividad? Pues estamos esperando tus propuestas. FOTCIENCIA es una iniciativa que celebra su 15ª edición y que seleccionará las mejores imágenes de ciencia del año para conformar un catálogo y una exposición itinerante. La muestra resultante recorrerá una veintena de museos y centros culturales de España en 2018. Las fotografías pueden presentarse hasta el próximo 14 de diciembre de 2017 a las 14:00 horas.

Las imágenes deben estar relacionadas con la investigación científica o sus aplicaciones, y pueden reflejar aspectos como el objeto de estudio de la investigación, las personas que la realizan, su instrumentación e instalaciones, los resultados del avance científico, etc. Para participar es necesario presentar las fotografías en formato digital a través de un formulario disponible en la página web www.fotciencia.es, junto con un texto que permita interpretarlas. El jurado valorará tanto la imagen –su calidad técnica, originalidad y valor estético– como la claridad de la explicación aportada por el autor o autora.

En esta iniciativa puede participar cualquier persona mayor de edad que presente fotografías propias que no hayan sido seleccionadas en procesos similares. Pero también hay una modalidad, ‘La ciencia en el aula’, dirigida al alumnado de centros educativos y de formación profesional, que pueden participar a través de sus profesores y profesoras.

 

Vídeo con las imágenes seleccionadas en la pasada edición de FOTCIENCIA (2016).

 

Las propuestas se pueden presentar a una de las siguientes modalidades:

  • Micro, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea menor o igual a 1 milímetro o la imagen haya sido obtenida mediante un instrumento de micrografía (óptica o electrónica) o técnicas de difracción.
  • General, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea mayor de 1 milímetro.

Además, los autores y autoras también pueden adscribir su imagen a otras modalidades específicas, como ‘Agricultura sostenible’ ‘Alimentación y nutrición’, que cuentan con el apoyo de dos centros del CSIC: el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) y el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA).

Las dos mejores imágenes de la categoría General y las dos mejores imágenes de la categoría Micro, según los criterios mencionados anteriormente, serán remuneradas con una cantidad de 1.500€ cada una. En las demás modalidades, se seleccionará una foto que recibirá 600€.

La organización hará una selección adicional de fotografías para incluirlas en el catálogo y en la exposición itinerante, que se prestará gratuitamente a las entidades que la soliciten. Todas las fotos presentadas pasarán a formar parte de la galería de imágenes de la web de FOTCIENCIA.

FOTCIENCIA es una iniciativa organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con la colaboración de la Fundación Jesús Serra.

Toda la información y normas de participación están disponibles en www.fotciencia.es

 

Semana de la Ciencia del CSIC: viajar al pasado, hacer catas científicas y más

Por Mar Gulis (CSIC)

Viajar al pasado a través de los restos orgánicos de un yacimiento navarro (Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino), aprender sobre los caballitos de mar (Instituto de Investigaciones Marinas) o realizar catas catas de queso para conocer sus propiedades nutricionales (Instituto de Productos Lácteos de Asturias) son tres de las 331 actividades con las que el CSIC abre este año la Semana de la Ciencia. A través de los más de 81 centros de investigación participantes, esta iniciativa, organizada con apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), ofrecerá propuestas para todos los públicos en torno a diversas áreas del conocimiento.

Muchas de las actividades de la Semana de la Ciencia del CSIC han sido diseñadas para que el público asuma un papel activo e interactúe con el personal investigador.

Las actividades, gratuitas y dirigidas al público general, se presentan en formatos clásicos, como exposiciones, rutas científicas o conferencias, y en otros más novedosos, como degustaciones, cafés científicos, concursos o los innumerables talleres diseñados para que el público interactúe con la ciencia. Así, ‘Convierte tu móvil en un microscopio’, organizada por el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, el taller ‘Experimenta con partículas’, del Centro Nacional de Aceleradores, o ‘Iluminación estroboscópica’, una iniciativa del Laboratorio de Investigación en Fluidodinámica y Tecnologías de la Combustión, reflejan la vertiente práctica de la Semana de la Ciencia.

En esta edición, el CSIC estrena ‘Ciencia de Tomo y Lomo’, una aventura conjunta entre investigación y librerías en Madrid. Además, el consejo también ha incorporado la ciencia ciudadana a su programación, a través de iniciativas como ‘Plásticos 0 en la playa’, un taller del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados. El objetivo en este caso es que la propia sociedad recabe datos valiosos para evaluar los efectos de los residuos marinos sobre los ecosistemas costeros.

El pasado 2 de noviembre arrancó la cita anual con la divulgación científica en muchas comunidades autónomas. En la mayoría de ellas, la Semana de la Ciencia se prolongará hasta finales de mes. ¡Consulta la programación y participa!

FOTCIENCIA14: estas son las mejores imágenes de 2016

Por Mar Gulis (CSIC)

Un chorro de agua que cambia su trayectoria y curvatura al entrar en contacto con un dedo, resina fosilizada de conífera, una imagen microscópica de un medallón del siglo XIV, esferas de carbono que parecen una ciudad futurista… Estos son algunos de los temas abordados en las propuestas que han resultado elegidas en la 14 edición de FOTCIENCIA.

Si quieres verlas, mira este vídeo:

Estas imágenes, junto a otras que se elegirán entre las 666 presentadas, serán incluidas en un catálogo y formarán parte de una exposición que recorrerá diferentes museos y centros de España durante 2017. Dos copias de la muestra itinerante estarán disponibles para su préstamo gratuito.

FOTCIENCIA es una iniciativa de ámbito nacional organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con la colaboración de la Fundación Jesús Serra. El objetivo es acercar la ciencia a la ciudadanía a través de fotografías que abordan cuestiones científicas desde una visión artística y estética. Cada imagen va acompañada de un comentario escrito por su autor/a en el que explica el interés científico de lo que ilustra.

Toda la información relativa a FOTCIENCIA está disponible en la web www.fotciencia.es

 

Y tú, ¿adoptarías una planta?

petrocoptis-begoñaPor Mar Gulis

Esta imagen corresponde a un ejemplar de Petrocoptis montsicciana, una planta endémica que vive en una pequeña área pirenaica, a ambos lados de la frontera que separa Aragón y Cataluña. Está catalogada como especie de interés comunitario, lo que la convierte en una especie vulnerable que necesita seguimiento. Desde hace un año, una de las poblaciones de Petrocoptis montsicciana que crece en Aragón tiene un ‘padre adoptivo’: José Vicente, profesor en una escuela de adultos de Monzón, dedica parte de su tiempo libre a visitar esta especie en su hábitat natural. Se ha comprometido a pasar a verla al menos una vez al año para comprobar su estado e informar sobre su evolución. Como otros voluntarios, José Vicente participa en el programa ‘Adopta una planta, una iniciativa de ciencia ciudadana impulsada por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) del CSIC y el Gobierno de Aragón cuyo objetivo es obtener información sobre la distribución de plantas y realizar seguimientos de las especies amenazadas, raras y especialmente sensibles al cambio climático.

Participar es muy fácil y no se necesitan conocimientos previos. Los científicos han desarrollado protocolos de seguimiento y entrenan a los voluntarios para que todo el mundo pueda colaborar de una forma sencilla pero efectiva. Las personas voluntarias se comprometen a realizar tareas varias, como contar el número de ejemplares que conviven en una serie de áreas o hacer un seguimiento individualizado. Se adoptan tanto plantas catalogadas de interés comunitario como plantas amenazadas, indicadoras de cambio climático o comunes.

Cuando hablamos de compromiso la cosa va en serio, porque los voluntarios deben visitar la especie elegida una vez al año, durante diez años. Puede parecer inasumible pero, lejos de desanimar, cada vez se suman al programa más personas de todo tipo, más o menos expertas, más o menos jóvenes, a las que les une la curiosidad por la botánica y el gusto por las salidas al campo. La red cuenta con unos 50 voluntarios y otros tantos Agentes de Protección de la Naturaleza de Aragón –colaboradores del programa–. Unos 25 voluntarios adoptaron alguna planta en 2014, y otros tantos están esperando para hacerlo en 2015. El grupo va creciendo poco a poco. “No se trata de reclutar por reclutar a nuevos miembros, ya que el trabajo que se realiza es artesanal y los seguimientos siempre se inician de la mano de un científico del IPE”, argumenta Begoña García, investigadora del IPE y coordinadora de ‘Adopta una planta’.

Necesitamos mejorar nuestro conocimiento sobre nuestra diversidad biológica para saber cómo se comporta frente a los rápidos cambios globales”, explica. La única forma rigurosa de determinar si las especies y sus poblaciones se mantienen estables, o si peligra su viabilidad futura, es la monitorización: la repetición de la toma de información a lo largo del tiempo. Aquí todas las manos y ojos son pocos. Por eso los investigadores del CSIC decidieron poner en marcha esta red de monitorización de la biodiversidad en la que sociedad y comunidad científica forman un equipo. Begoña García nos cuenta qué harán con los datos obtenidos: “la información recogida, una vez validada y analizada, servirá para conocer la realidad de los cambios que se están produciendo en nuestra biodiversidad, y ayudará a tomar medidas informadas para su gestión o incluso a cumplir directivas europeas”.

Las adopciones son de lo más variopinto: desde una persona que monitoriza seis plantas distintas, hasta una planta que ‘ha adoptado’ a un grupo de amigos, porque en realidad es la excusa para que los colegas salgan juntos al campo una vez al año.

helecho para web

Ejemplar de Woodsia alpina

Es el caso de Woodsia alpina, un pequeño helecho boreoalpino que suele vivir en lugares muy fríos del norte de Europa y  cuyas poblaciones más meridionales se encuentran en Pirineos. No es una planta amenazada sino rara, y se usa como indicador de cambio climático. Una vez al año este grupo busca en las fisuras de las rocas del valle de Espelunciecha las plantas que han sido previamente marcadas.

Y a todo esto, ¿por qué en Aragón? Su compleja topografía y variada gama de hábitats y climas hacen que esta región tenga una gran riqueza biológica. Tan solo en la comunidad autónoma viven 3.400 especies de plantas vasculares, casi la mitad de las que se estima que habitan en toda la Península Ibérica.

Aún quedan un montón de especies que esperan ser adoptadas. Durante este trimestre investigadores y voluntarios retomarán el trabajo de campo con los narcisos y las campanillas de invierno, y ya tienen lista de espera para la primavera-verano del 2015. Y tú, ¿te ves siendo ‘padre/madre’ de una planta aragonesa?

 

Adopta una planta se lanzó en 2014 con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y trabaja, entre otros, con los resultados del proyecto europeo LIFE ‘Red de seguimiento para especies de flora y hábitats de interés comunitario en Aragón’ concedido al Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) y al Gobierno de Aragón.