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Brindemos esta Nochevieja por los que ya no están

Mucha gente aborrece de la Navidad, y mucha de esa gente lo hace porque recuerda a los que ya no están y eso es algo que se les hace especialmente duro en estas fechas. Así que pasan de puntillas, renegando más o menos, tristes a ratos.

Tal vez no sea la manera, tal vez haya otras formas de afrontarlo mejores, formas que aprender desde que somos pequeños.

Estos días me tomé con las declaraciones del psicólogo clínico Eladio Rosique Meseguer, que explicaba que:

Paradójicamente, la Navidad puede ser el mejor momento para recordar a los seres queridos que han fallecido o que están ausentes por cualquier circunstancia. Para sobrellevar su pérdida, ha aconsejado rescatar el amor y las experiencias compartidas.

«Probablemente todos consideren que para sobrellevar el dolor hay que actuar como si no hubiese pasado nada, pero eso no funciona», advierte Rosique, quien subraya que recordar algo bonito «nos puede hacer llorar pero es una forma de hacer presente a quien no está y aprender a vivir con su recuerdo».

Incluso, aconseja hacer un brindis en honor de esa persona que falta, porque «puede ser una forma de darnos permiso para recordarle», ya que «es injusto que el legado que nos deje esa persona sea solamente dolor». Por ello, subraya que la Navidad «es un momento muy difícil para muchas personas pero también es una gran oportunidad de vivir con los demás un homenaje lleno de amor y de sentimiento de privilegio; un momento para que nuestra vida siga».

No sé cómo lo veis vosotros, tal vez resulte difícil interrumpir una cena o una comida familiar para un brindis así, que puede causar tristeza. Especialmente difícil en las familias que soterran estas cosas, que no gustan de airearlas o ver lágrimas.

Por eso yo, desde aquí, quiero esta noche recordar a los que ya no están conmigo en estas fiestas.

Brindo por mi abuela Maruja, en cuya casa celebrábamos siempre la cena de Nochebuena y la comida de Año Nuevo, con el mismo menú siempre de sopa de pescado y marisco y pollo guisado, y con partida de cartas tras los postres.

Brindo por Jose, el abuelo de mis hijos, mi suegro, generoso y discutidor, que habría disfrutado tanto viendo a sus cuatro nietos acudir a su casa la mañana de Reyes a desayunar roscón y churros y abrir los regalos. Tan pronto se fue, que ni siquiera tuvo la ocasión de conocerlos.

Brindo por mi abuela Adriana
, con su seguridad y sus uñas lacadas de rojo; por mi abuelo Pedro, que nos hizo un helado de leche de cabra en el pueblo cuyo sabor estará siempre en mi memoria; por mi tía Luisa, siempre despistada y buscando el calor del sol; por Angelines que era toda bondad y sonrisas…

Tanto en 2016, como en 2017, como en todos los años que me queden por conocer, formaréis parte de mis recuerdos.

GTRES

¿Con cuántos años dejarías a tus hijos salir por primera vez en Nochevieja? ¿Hasta qué hora?

Me lo preguntan a mí y no sé qué responder. Jaime tiene diez años, pero con su autismo no va a ser un problema que vaya a tener nunca (¡ojalá tuviera que enfrentarme a él!). Con Julia sí que acabaré viéndome en la tesitura, pero ahora solo tiene siete, así que espero que durante unos cuantos años su día preferido estas fiestas sea el de los Reyes Magos.

Lo cierto es que no hay una respuesta clara, todo va a depender mucho de distintos factores, sobre todo la madurez del adolescente y cómo y dónde es la fiesta a la que quiere ir. Pero voy a mojarme, aunque no sé qué acabará pasando. Yo creo que no me veo permitiéndolo hasta que no tenga al menos dieciséis años y siempre y cuando el plan nos parezca adecuado. Para meterse en una macrofiesta al menos hasta los dieciocho no habrá opciones, puede que ni eso.

Tampoco es que los dieciocho aseguren nada. Parece una edad mágica y no es así, como bien apunta el psicólogo y pedagogo Valentín Martínez-Otero: «no todo está asegurado en cuestión de madurez por tener 18 años», que considera fundamental para la primera salida en Nochevieja «razonar y consensuar hasta donde se pueda» con los hijos.

Me parece normal que en esa primera escapada haya muchas normas pensando en la seguridad de nuestros hijos. No solo relativas a la hora a la que volver a casa, también respecto a cómo llegar a la fiesta y cómo volver, estar localizables en todo momento, qué beber, con quién ir acompañada y si salir o no del sitio de la celebración.
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¡Feliz año nuevo y que la ilusión continúe!

Recuerdo, siendo niña, que toda la familia no quitaba los ojos de la tele con las uvas recién engullidas, intrigada por ver cual sería el primer anuncio del año. Eran otros tiempos. Solo había una cadena de televisión para ver las campanadas y era noticia y comentario a pie de calle los millones que costaba por segundo y en total. Solían ser las burbujas de Freixenet, un anuncio que despertaba expectación además por saber qué famoso lo protagonizaría. Eran otros tiempos, más ingenuos. Pero algo queda de entonces: al finalizar el año comienza a ser costumbre que algunas marcas elaboren anuncios de esos que dejan huella, más aún desde que la crisis nos rodea.

Este mes Campofrío lanzó con un éxito viral enorme su anuncio protagonizado por Fofito y muchos más famosos patrios (¿herencia Freixenet?). Sé que a mucha gente le entusiasmó. A mí no. A mí me dejó fría.

El que me ha emocionado a mí, con el que quiero dar la bienvenida al año nuevo ha sido menos exitoso, menos viral. Es el de la Fundación ONCE, que tiene una larga tradición de magníficos anuncios.

¡Feliz año nuevo y que la ilusión continúe!

El, a veces conflictivo, reparto entre familias en estas fiestas

Me consta que para mucha padres recientes el reparto entre familias es un momento especialmente conflictivo. ¿A qué casa ir en la comida de Navidad? ¿Y en Nochevieja?

A la necesidad de equilibrar la balanza entre familias toca sumar otros muchos factores, personas con las que hay una mala relación, incomodidades por estar en casa ajena, viajes de muchos kilómetros, gastos, costumbres diferentes…

Seguro que sabéis de qué os hablo.

Muchas parejas empiezan a organizar cómo pasan juntos estas fiestas con dos diferentes familias nada más conocerse, otras al irse a vivir juntos o casarse, pero también hay muchas que pasan estas fiestas divididas y no empiezan a organizarse hasta tener niños.

Los hay que rotan de un año para otro entre una y otra casa, las que deciden que la Navidad es en un bando y la Nochevieja en otro, las que deciden reunir a todos en su propia casa o directamente ponen pies en polvorosa y no se quedan con nadie.

Nosotros desde hace diez años hacíamos lo siguiente: Nochebuena y Añonuevo lo pasábamos con mis padres y abuelos, Navidad y Nochevieja con mi familia política. El día de Reyes (nuestra fiesta favorita) desayunábamos chocolate con churros con mis suegros y comíamos con mis padres. En algún momento nos tocará a nosotros ser anfitriones.

¿Cómo es en vuestro caso?

Y cayeron las uvas

Hemos sobrevivido a la nochevieja, los peques han esquivado los empachos, han descubierto nuevos manjares (las gulas o el turrón blando por ejemplo), aguantaron hasta las campanadas gracias a una súper siesta preparatoria, se comieron la uvas (bueno, Julia se comió las suyas y las de su hermano, jaime doce gominolas amarillas), bailaron, jugaron, cayeron rendidos, les despertaron los petardos, volvieron a caer rendidos…

Para Jaime todos estos zafarranchos son un reto, apartarse de sus rutinas es desconcertante para él, pero la verdad es que es bastante flexible y lo lleva muy bien. Este año ha estado mucho mejor que el pasado. Tal vez al siguiente ya entienda de qué se trata esto del cambio de año. Ya veremos…

Ahora queda la fiesta más importante en nuestra familia: el día de los Reyes Magos. Para nosotros la más divertida del año. Más que Navidad. Más que nuestros cumpleaños. Y con los peques cada vez más mayores y conscientes promete ir ganando enteros año tras año.

Y después la normalidad de nuevo. No sé vosotros, pero nosotros lo estaremos deseando después de estas excesivas vacaciones de invierno.

A lo que iba: ¡Feliz año nuevo! Qué 2011 todo sea alegría, amor y salud para vosotros y vuestros hijos.

Mi deseo para el año nuevo

Hace un año no sabía qué le pasaba a mi hijo. Aún me engañaba diciéndome que simplemente evolucionaba más despacio y era muy independiente. Estaba además en mi tercer trimestre de embarazo con una barrigota enorme,

Este año celebré el año comiendo las uvas y sabiendo que mi hijo tiene autismo.

El camino es largo. Pero caminamos en la dirección correcta. No estamos en medio del campo sin avanzar y felices en nuestra peligrosa ignorancia.

Y este año además tengo a mi hermosa niña con sus nueve meses largos hecha todo un bichejo.

¿El propósito para 2010? No es dejar de fumar, enfadarme menos con los vecinos, perder unos kilos, cambiar de trabajo…

Es, nada más y nada menos, que ser felices con nuestros hijos. Que no es poco.

Os deseo lo mismo.

Felices distintos años nuevos

Durante muchos años la tarde del día 31 tuvo una rutina muy particular: comer poco, echarse una buena siesta para aguantar toda la noche bailando, un buen rato de acicalamiento, vestido minifaldero, cena en familia y una hora después de las uvas a la calle con la panda de amigos. La cosa terminaba con un chocolate con churros, durmiendo la mañana y comiendo sin mucha hambre con la familia en año nuevo.

Los últimos años, incluso antes de tener niños, la cosa comenzó a cambiar y a convertirse en algo más hogareño.

Ya no hacía falta estrenar un vestido, tampoco salir corriendo de casa al poco de tomar las uvas, de las fiestas de nochevieja pasamos a quedar con algunos amigos en una casa…

Con embarazos y bebés todo es aún más calmo y familiar. Ellos marcan los tempos. La tarde la pasas jugando con ellos, dándoles la merienda y procurando descansar un poco. Por supuesto, no llegas al chocolate con churros. De hecho con mi tercer trimestre de embarazo si este año llego a las uvas será de milagro.

No añoro los años de fiesta. Estuvieron muy bien, pero ya pasaron.

Imagino que según mis hijos vayan creciendo la rutina para pasar de año también variará. Hasta que llegue un momento en que les vea seguir una ruta parecida a la que yo llevé.

La vida es un ciclo. Todo cambia para que todo permanezca. Pero siempre está bien celebrar la llegada de un nuevo año y que, pese a las bombas y las crisis, seguimos aquí dando guerra. Y nuestros hijos seguirán detrás de nosotros.

Feliz año nuevo a todos, sea como sea que lo celebréis.