Por Mohammed Imter, psicólogo de Médicos Sin Fronteras en Hebrón
Wady Lighrous es una zona en el este de Hebrón donde viven unas 4.500 personas. Está situada entre dos asentamientos israelíes (Kiryat Arba y Kharsena) y cerca de una base militar ubicada en la carretera 60 que cruza todo el área. Está considerada una zona C, lo que significa que no está permitido construir nuevos edificios ni ampliar las casas existentes.
Las fuerzas israelíes han demolido casas en el pasado y el día a día de los palestinos que viven en la zona está repleto de obstáculos y barreras.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha realizado seguimiento psicológico de una familia de nueve miembros que ha padecido numerosos incidentes violentos durante los últimos años. Hace dos, una psicóloga de MSF realizó sesiones de terapia con una de las niñas, de 17 años, y con su madre, de 52. La niña había resultado agredida a los siete años por un colono que le mostró los genitales y corrió hacia ella cuando iba al colegio. Consiguió huir y no sufrió ningún ataque físico pero, como consecuencia de este episodio, había desarrollado problemas psicológicos serios con episodios de agresividad, miedo, pesadillas y preocupación constante. Dejó de ir al colegio.
Otro hijo de la familia, de 14 años, estaba acostumbrado a recibir golpes y ser detenido por los soldados israelíes cuando iba a la escuela: el año pasado cambió de colegio para evitar a los soldados de los puestos de control pero los militares de la base del Ejército, muy cercana a su casa, han llevado a cabo incursiones muy violentas en su casa, le han agredido en compañía de su padre e incluso ha sido arrestado. El pasado octubre el niño fue retenido en un centro de detención durante seis horas donde sufrió golpes mientras le interrogaban. Su madre llamó a MSF pidiendo ayuda y nos contó que el menor vino a casa con hematomas en los costados y mostrando mucho miedo. Por suerte, no se quejaba de mucho dolor físico. Les pusimos en contacto con organizaciones de derechos humanos y les hicimos una visita para ofrecerles ayuda psicológica inmediata tanto al niño como a su madre.
Hemos estado siguiendo su caso para comprobar si siguen necesitando apoyo psicológico y hemos llegado a la conclusión de que madre e hija necesitan seguir terapia. Su madre está constantemente preocupada; está triste y muy angustiada. Sufre por el bienestar de su familia. Actualmente, un psicólogo les atiende regularmente y la familia aprecia el apoyo ofrecido.
El último incidente ocurrió recientemente. El abuelo, de 85 años, estaba enfermo y padecía hipertensión, diabetes y Alzheimer. Soportó golpes del ejército israelí en varias ocasiones. En noviembre, la ambulancia que le trasladaba a un hospital estuvo retenida en un puesto de control durante dos horas hasta que los soldados dieron luz verde para que pasara. Desde ese momento, su salud no dejó de empeorar hasta que falleció hace apenas unos días.