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Luke en Bihar: «lo harás muy bien»

Por Luke Chapman (India, Médicos Sin Fronteras)*

El “Bloque de Biraul» (distrito de Darbhanga, estado de Bihar, India) tiene una población de unos 300.000 habitantes en su mayoría pobres. El centro de la ciudad de Biraul «bulle» por decirlo de alguna manera. Es como si alguien hubiese desviado un par de carriles de la M25 por el medio de Oxford Street, hubiese succionado todo rastro de riquezas materiales y finalmente añadido un gran número de vehículos agrícolas y animales domésticos como decoración.

Huele a sulfuro y a heces. La casa de los expatriados de MSF está situada a las afueras de la ciudad, en un barrio residencial si se prefiere. La función por defecto de los cláxones de los camiones, de día y de noche, está configurada en un ‘on’ permanente. Ocasionalmente, si no hay vehículos o personas o vacas o cabras a la vista, puede que algún conductor desista de utilizarlo por un instante. Esta cacofonía nocturna supone un pequeño reto.

 A mi llegada tuve una fuerte sensación de familiaridad con la zona. Hoy me doy cuenta que esto se debió a que todo es muy plano, muy fértil y muy húmedo, lo que me recordó mucho a los Fens o tierras bajas de Norfolk en East Anglia. Pero aquí  termina la similitud, ya que Norfolk es 20 grados más frío y 80 veces más rico que Biraul. Es este constante y húmedo calor lo que constituye algo más que un reto. Ya no tengo la más mínima esperanza  de librarme alguna vez del sudor, asi que decido como último recurso sensato rendirme al sudor como hobby.

 Los demás expatriados de MSF han tenido tiempo de acostumbrarse a estas cosas. Han pasado bastante tiempo juntos estos últimos seis meses, y mis nuevos colegas son una piña, como si fuesen hermanos. Al principio me preocupaba el grupo se abriera tan fácil como una nuez brasileña con una cucharilla de café de plástico. Pero son personas especiales (en el buen sentido de la palabra) y me ayudan a encontrar mi camino dentro de las dinámicas que ya existen.

La médico que está a punto de acabar su misión, una chica griega extrovertida y de muy buena pasta, me pone al corriente del trabajo. Parece tan buena en su trabajo y tan buena con su personal… ¿Cómo voy a conseguir estar a su nivel en seis meses? Me dice lo que sospecho que es una mentira piadosa:

«Lo harás my bien.»

Dicho esto, aprendo lo básico sobre la atención clínica, una combinación matizada de nutrición y pediatría, de forma bastante rápida. Sin lugar a dudas voy a tardar algo más en cogerle el tranquillo a la gestión del personal, ya que la psicología es algo más complicado que la fisiología.

Como es la estación de la diarrea, el número de pacientes en el Centro de Estabilización es bajo durante mi primera semana. Unas siete de las dieciséis camas están ocupadas, dependiendo del día. Los niños desnutridos que tratamos tienen entre seis meses y cinco años. Algunos de los niños más enfermos llevan perfusiones o tubos nasogástricos que salen de sus pequeños cuerpos. Sentados o tendidos en sus camas, parecen comprensiblemente abatidos. El tiempo que pasa entre que empiezan a sonreír y son dados de alta es breve por fuerza, ya que cada día que pasa es otra posibilidad de contraer alguna infección hospitalaria. Al lado de los niños se sientan sus madres con sus saris multicolores, observando los que ocurre a su alrededor.

No es fácil ser una mamá de Biraul. Los malabarismos que deben hacer entre el cuidado de los hijos, las tareas domésticas y el trabajo en el campo, a menudo embarazadas, son toda una proeza. Existe una enorme presión sobre el tiempo de una madre, y a veces hay que tomar decisiones imposibles. Por ejemplo, si su hijo desnutrido enferma. ¿Se queda con el niño en nuestro centro de estabilización, sacrificando los irremplazables días de recolección y el cuidado de sus otros hijos? ¿O sigue con sus roles vitales (literalmente) en casa y espera que su hijo mejore? Si pudiésemos olvidar que se trata de entrada de una decisión imposible, cualquier decisión que tomase podría juzgarse duramente. Es quizás una de las razones por las que antes veíamos la frase “madre que descuida sus obligaciones” escrita en las fichas médicas. Desde entonces MSF se ha esforzado mucho para cambiar esta mentalidad entre el personal. Le pregunto a nuestro jefe médico, mi mano derecha (y probablemente la izquierda también durante las primeras semanas, por lo menos), sobre esas madres que descuidan sus obligaciones.

«Eso no existe, dice”. No tiene un pelo de tonto este médico. Pero no se puede decir lo mismo de todo el mundo en Biraul, por desgracia.

 El día después de llegar a Biraul, murió un niño en una de las salas, víctima del kala azar (o leishmaniasis visceral) que es incluso más desagradable de lo que suena. Aunque es horrible, no mata a tantas personas cada año como la malaria o la diarrea, y forma parte silenciosa de la lista de enfermedades olvidadas. Las personas afectadas suelen ser pobres y las compañías farmacéuticas tienen pocos incentivos para desarrollar nuevos tratamientos (muchos de los medicamentos actualmente disponibles tienen unos efectos secundarios tan terribles que te lo pensarías dos veces antes de dárselo a tu perro. Desde julio de 2007, el otro proyecto de MSF en el estado de Bihar ha tratado a más de 10.000 pacientes con esta enfermedad mortífera y ha intentado sensibilizar a las comunidades locales sobre ésta. Por desgracia, este pequeño de cuatro años no llegó a nosotros lo bastante pronto para que pudiésemos salvarle la vida.

Por la noche, sigue el ruido como si de una fiesta ilegal (y doblemente sudorosa) se tratase pero duermo mucho mejor. De alguna manera parece pueril que cosas de este poco calibre te quiten el sueño. Hay retos mucho mayores en los que pensar en Biraul.

 

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Fotografía: Mujeres trabajando en los campos en el bloque de Biraul © Luke Chapman

* Luke Chapman es médico del proyecto de desnutrición infantil de MSF en Biraul, en el estado indio de Bihar.

 

3 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    No comprendo a estas personas que tienen hijos para que vivan peor que nuestros perros.¿Acaso reciben ayudas internacionales cuantos más hijos tengan?¡Francamente no lo comprendo!

    Clica sobre mi nombre

    16 agosto 2012 | 21:48

  2. Dice ser popol vuh

    yo no comprendo las sentencias reduccionistas y simplistas y hay que vivir con ellas al parecer….

    17 agosto 2012 | 16:03

  3. Dice ser Javiera Puentes

    Ánimo! Te acostumbrarás al calor, a la humedad, a los olores y al ruido, e incluso, los recordarás con nostalgia cuando vuelvas a casa. Y si te sirve de consuelo, en noviembre empieza el invierno y es MUY frío, MUY MUY frío. Ahí extrañarás el calor. Yo estuve 6 meses en Biraul y recuerdo el viento helado del Himalaya colándose por las ventanas sin vidrios de la casa expat. También recuerdo al personal, las visitas a almorzar a casa de ellos, el head doctor que, creo que es el mismo, que es un encanto, se sabe el protocolo al derecho y al revés y te ayudará mucho. En invierno el SC debiera estar algo más tranquilo…. Disfruta India todo lo que puedas, y sobre todo, trata de meterte lo más a fondo posible en su forma de entender la salud y la enfermedad. Verás que es muy diferente implementar un proyecto en Biraul que en África. Trata de ir a sus casas, anda con el IEC team a hacer tracing, comprenderás mucho mejor la cultura de esta gente. La medicina alopática en India no es la primera opción para ellos, con lo cual es imprescindible tener un acercamiento con mucha apertura de mente al hacer health education. En fin! Disfruta todo lo que puedas, abre bien los ojos y comparte todo lo que puedas!! Yo recuerdo ese proyecto con tanta nostalgia, y al staff también. Mucha suerte en tus 6 meses!!!

    20 agosto 2012 | 12:27

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