Conocemos como polémica a aquello relacionado con una controversia, discusión o debate acalorado sobre algún tema.
El término proviene del griego ‘polemikós’, cuyo significado literal era ‘arte de la guerra’ y el cual se relacionaba con las tácticas, estrategias y habilidades necesarias para enfrentarse en batalla, destacando que, en este contexto, este vocablo denotaba una connotación positiva, destacando la destreza y valentía de los guerreros.
No obstante, más allá del ámbito militar, el término también se utilizó en la Antigua Grecia para describir situaciones de controversia y confrontación en otros contextos, como en debates filosóficos, discusiones políticas y disputas retóricas, adquiriendo un matiz más neutral y refiriéndose a la capacidad de argumentación y lucha verbal.
La expresión ‘Armarse la de Dios es Cristo’ describe una situación en la que hay un gran escándalo y griterío y en la que los participantes no se entienden entre sí.
Según la mayoría de los autores, esta frase se origina en los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar durante el primer concilio ecuménico de Nicea que tuvo lugar en el año 325.
En este concilio, presidido por el obispo de Córdoba y con la presencia del emperador Constantino, se discutió la doble naturaleza de Jesucristo, humana y divina y había sido convocado para resolver la crisis surgida en la Iglesia debido a los seguidores del arrianismo, quienes afirmaban que el Verbo, Hijo de Dios, sólo poseía una divinidad secundaria y no era realmente Dios eterno, infinito y todopoderoso, tal y como afirmaban los católicos.
A través de mi cuenta @yaestaellistoquetodolosabe2 en Instagram, @alejandro_araya_valdes me pregunta de dónde viene que cuando una discusión tiene mucho argumento y poca conclusión se le llame ‘discusión bizantina’.
La expresión ‘discusión bizantina’ se refiere a una discusión o debate que es excesivamente complicado, detallado, minucioso y a menudo inútil. Esta expresión tiene su origen en la ciudad de Bizancio (hoy Estambul), capital del Imperio Bizantino, que fue conocida por su burocracia compleja y su sofisticado sistema legal.
Durante el periodo bizantino, los debates legales y teológicos eran muy elaborados y se centraban en cuestiones menores y detalles minuciosos. Estos debates a menudo eran interminables y no llegaban a ninguna conclusión clara. Por lo tanto, con el tiempo, la expresión ‘discusión bizantina’ comenzó a utilizarse para describir cualquier discusión o debate que era inusualmente complicado o minucioso y que no lograba llegar a una conclusión clara o práctica.
Los términos ‘debate’ y ‘coloquio’ se han convertido en sinónimos, y aunque los dos hacen referencia a esos encuentros entre diferentes individuos que hablan entre si y exponen sus diferentes puntos de vista sobre algún asunto, hay ciertas diferencias entre ambos.
Un coloquio es una conversación entre dos o más personas en el que cada una expone su idea o punto de vista y en el que los participantes no suelen polemizar (aunque se puede dar el caso) debido a que suele girar en torno a un tema o idea en común. El término coloquio proviene del latín colloquium y cuyo significado literal era hablar entre varios.
Un debate es aquel en el que varias personas conversan y, a menudo, discuten alrededor de un tema o idea, exponiendo cada uno su punto de vista que pueden estar los unos a las antípodas ideológicas de los otros. Normalmente suelen ser discusiones sobre temas políticos, económicos y sociales. El término proviene de debatir y este del latín debattuĕre cuyo significado original era batirse, en el sentido de enfrentarse.
Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros
A través de la cuenta de este blog en Instagram (@yaestaellistoquetodolosabe2) me consultan si es lo mismo un ‘coloquio’ y un ‘debate’.
Numerosas son las ocasiones en las que se utilizan diferentes términos para definir un concepto, a pesar de no ser sinónimos ni tener relación entre si.
Es el caso de ‘coloquio’ y ‘debate’ (muy de moda últimamente en la radio y televisión) y que se usan, frecuentemente, para hacer referencia a una misma cosa: un grupo de personas conversado sobre un tema o asunto, aunque en realidad ambos vocablos no significan lo mismo.
Un ‘coloquio’ es una conversación entre dos o más personas en el que cada una expone su idea o punto de vista y en el que los participantes no suelen polemizar (aunque se podría dar el caso) debido a que suele girar en torno a un tema o idea en común. El ´termino coloquio proviene del latín ’colloquium’ y su significado literal era “hablar entre varios”.
En un ’debate’ varias personas conversan y, a menudo, discuten alrededor de un tema o idea, debido a que cada uno suele exponer su punto de vista que suele estar en las antípodas del resto. Normalmente suelen ser discusiones sobre temas políticos, económicos o sociales. El término debate proviene de “debatir” y éste del latín “debattuĕre” cuyo significado original era “batirse”, en el sentido de “enfrentarse”.
Se conoce como ‘insultar’ a la acción de agraviar a una persona utilizando palabras hirientes y descalificaciones, con el objetivo de dañar tanto su reputación como anímica y personalmente.
Etimológicamente proviene del latín ‘insultāre’ de igual significado y que nacía de la unión del prefijo ‘in-‘ (hacia adentro) y el vocablo ‘saltus’ (saltar) teniendo originalmente el significado literal de ‘asaltar’ o ‘saltar sobre alguien’.
Pero este salto o asalto no se refería a la acción física de dar un brinco, sino al gesto que se realiza de echar el cuerpo hacia adelante cuando, en una discusión, se gritan improperios, injurias u ofensas contra un oponente. Ese característico gesto que hace pensar que durante una disputa uno va a saltar sobre el otro mientras le suelta lindezas de todo tipo es lo que originó el uso del término latino insultāre y que llegó al castellano como insultar (insulte en francés; to insult en inglés).
No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades
Cuando una persona habla más de la cuenta, discute y su enfado va cada vez a más o suelta muchos insultos seguidos, son ocasiones en las que se utiliza la expresión ‘se le ha calentado la boca’ para referirse a ello.
El origen del dicho lo encontramos en el mundo ecuestre. Cuando un caballo padece deshidratación se le calienta la boca y esto provoca que las riendas que sirven para dar las instrucciones, llamadas bocado (porque van colocadas justamente en la boca), se le desajusten y provoque que no haga caso a las órdenes que se le da, acabando desbocado y por lo tanto el jinete pierde todo control sobre el equino.
De ahí que cuando a alguien ‘se le calienta demasiado la boca’ acabe perdiendo el control de lo que dice.
A través del apartado de contacto, Mercedes Campillo me hace llegar un correo electrónico en el que me consulta sobre el origen de la palabra ‘rival’.
Como bien es sabido, un rival es aquella persona que compite con otra, pugnando por obtener una misma cosa o por superarla en algo.
Para encontrar su origen etimológico debemos ir al latín, ya que esta palabra procede del término ‘rivalis’ cuyo significado era ‘el que está/vive al otro lado del río’ (rivus era como se le llamaba al río/arroyo en latín).
Muchos eran los que vivían lindantes a la orilla de un río y frecuentes las discusiones que existían con el vecino del otro lado (o incluso con el de más arriba o abajo) por cuestiones del uso del cauce (sobre todo si éste no bajaba con demasiada agua) o por la usabilidad o derechos que creía tener uno u otro sobre el mismo, lo que llevaba frecuentemente a iniciarse disputas y enfados (o en pocas palabras… una rivalidad entre ambos).
También hay que tener en cuenta que, en innumerables ocasiones, los ríos (rivus) eran los que servían, como frontera natural, para delimitar un terreno del otro en incluso condados, países, etc… convirtiéndose el del otro lado en un ‘rival’.
Hoy en día el término se utiliza de un modo común y coloquial para otros ámbitos (muy frecuentemente en el mundo del deporte) aunque nada tenga que ver una disputa por un río o cauce alguno.
A través de la página en Facebook de este blog, Carmen Pérez me pregunta sobre el porqué se utiliza la palabra bulla para referirnos a una pelea, jaleo o griterío y cuál es su origen.
El término ‘bulla’ proviene de bullir, que es el verbo que se utiliza para referirse al estado en el que un líquido puesto al fuego rompe a hervir. En ese momento se comienza a formar burbujas en el cazo, a agitarse el agua y a hacer ruido (sobre todo si tiene la tapa puesta en la que golpea).
Ese ruido ocasionado por el bullir del líquido es el que le dio nombre a ese griterío y/o alboroto que en ocasiones se organiza cuando hay un grupo de personas reunidas, de ahí que también encontremos la respuesta para el término ‘bullicio’.
Antiguamente en muchas reuniones de un grupo de varias personas desembocaban en fuertes discusiones, en las que, aprovechando el alboroto de los congregados, siempre había alguno que iba para provocar algún enfrentamiento y/o pelea a propósito, por lo que ‘iba a buscar o armar bulla’.
Curiosidad que forma parte del libro “Vuelve el listo que todo lo sabe” de Alfred López.
Compra el libro online y recíbelo cómodamente a través de Amazón: http://amzn.to/2CbI1Cw