Estoy en el hospital para que me saquen sangre. Ya en la consulta, me saluda sin mirarme una joven a rozar de la treintena, de apariencia andrógina, pelo corto y mechas blancas. Su tono es amable. Como te llamas le digo, Lucía, me responde sorprendida, como si esta pregunta no entrara en el guión de la obra. ¿A ver tus venas? Sí, están bien, me dice. Me ata la goma al brazo y me dice de apretar el puño. No, no tengo miedo al pinchazo, pero transpiro vulnerabilidad.
Mientras sus manos me preparan para el pinchazo, sus tatuajes en el brazo me llaman a gritos. Ambos contienen letras pero no consigo leerlas. Te puedo preguntar qué dicen los tatuajes, le digo a media voz. Claro, uno es el nombre mi hermana, Iris, la persona a quien más quiero en el mundo. La intensidad de su expresión y la fuerza de sus palabras me conmueven. Me cuenta que fue su hermana la que por sorpresa, se tatuó primero el nombre de ella. A raíz de eso, decidió imitarla grabándose para siempre su nombre en la piel. El otro dice deseo de libertad en inglés, me relata. En inglés porque le gustaba cómo sonaba. El tatuaje no necesita explicación, dice la mirada de complicidad que nos junta: ¿Quién no desea ser libre?
Su compartir honesto, a raíz de mi curiosidad han creado un espacio íntimo entre nosotras. Ya no somos dos extrañas, realizando procedimientos anodinos e impersonales. Somos dos seres humanos que han coincidido unos minutos en este planeta, durante su única y efímera vida. Y en ese encuentro, hemos visto la humanidad en la otra.
¿Qué facilitó esta experiencia? Varios factores y todos tienen un denominador común: el coraje. El coraje de mostrarse vulnerable, sabiéndonos frágiles y mortales. El coraje de dejarse guiar por la curiosidad genuina más allá de guiones sociales preestablecidos. Y el coraje de compartirse auténticamente, sin caretas ni filtros.
Si te preguntas para qué sirve hacerlo, ponlo en práctica y lo descubrirás.
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Ir por la vida autofiltrándonos para quedar bien ante los demás es la mayor pérdida de tiempo y, por lo tanto de vida propia. Vivir pensando en el qué dirán es una traición hacia nosotros mismos y hacia el resto de gente, porque cada cual tiene su legítima opinión y no se puede ir pensando que todos piensan lo mismo. Estamos llegando a un punto de estupidez e inmadurez tal cuando creemos en el mantra de «lo que dicen las redes» que de veras que la Libertad se nos está viniendo larga. No se puede ser más gilipollas cuando se piensa que tras esas «redes» está la gente cuya opinión es la que vale. Un absurdo total..
27 agosto 2022 | 12:53 am
«Los españoles piensan que», «las redes arden», «las redes atacan», «la mayoría de la gente»,…
La mayoría y la Humanidad no habría dejado de dar golpes prehistóricos con un palo si no fuese porque hay pocas personas que piensan diferente a lo que, desde siempre, se ha querido meter en un grupo de tradiciones y sistemas de pensamiento inamovible por intereses. De ahí nacen injusticias, señalamientos y atrasos evolutivos detestables por cualquier ente racional que use su cerebro para otra cosa que no sea el empecinamiento en el topar el muro sombrío de sus imposiciones sin argumentos. Y esa práctica contraria a una razón lógica y argumentada sigue aún viva en este planetita de humanitos que, ni piensan, ni quieren pensar, ni usar la cabeza, cuando el muro del fanatismo de la idea les imposibilita ser libres. Libres, dicen ser, incluso quienes condenan con injustas sentencias.
«Las redes», ese organismo maleable, manipulable, trampeado, qeu ahora parece erigirse en el juez superior de la sana enmirenda.
Como ya dijo alguien inteligente de 10 seres humanos que habitan este planeta, cinco… son la mitad.
27 agosto 2022 | 11:46 am
El coraje de aprender cuando se uno se tiene que mostrar tal como es.
27 agosto 2022 | 11:53 am
«No les interesa que haya tanta libertad»
Dicen los de las criptomonedas. Libertad nuevamente usada por quienes dicen que son estafadores a gran escala.
Pero ahí están, haciendo megaeventos para engatusar a las almas «libres» y ser libres engañándolas y destrozando familias enteras. Oye, pero no pasa nada. Aquí vale de todo. Mientras haya dinero por medio, aquí vale todo y esas estafas parece que no son iguales a las de otros gremios, sobre las que sí parece caer el peso de la ley, como dicen.
28 agosto 2022 | 11:08 am