En el post anterior te daba pautas para orientarte al duelo como un peregrinaje. Si ya transitaste este camino o deseas conocer los pasos a dar para remontar al otro lado del valle, en este post te lo explico.
Mientras que la ayuda terapéutica puede ser una línea de vida que nos acompañe durante todo el proceso del duelo, existen dos orientaciones muy efectivas que te animo a considerar:
CREA EL RITUAL
Los rituales marcan momentos importantes. Finales y nuevos comienzos. Ritualizar la pérdida es una forma de honrar la persona que ya no está y de abrir una nueva forma de relacionarnos con ella, con su recuerdo, con sus enseñanzas, con su amor. El velatorio y el entierro o cremación son rituales perfectamente válidos, sin embargo, puedes considerar otros. Ir a cierto lugar, dejar de hacer algo o empezar a hacerlo.
Esther que perdió a su hija Ámbar de diez años, en días de celebraciones o fiestas lleva con ella amuletos de ámbar. Los comparte con personas como un regalo especial. Con este gesto Esther celebra el amor a Ámbar y la vibración de la niña sigue resonando en los corazones de quienes reciben el presente.
Magdalena, -mi abuela materna que murió repentinamente cuando yo tenía catorce años- siempre tenía un jarrón con ramas de sálix de gato en su casa. Desde hace ya unos años, en mi pequeño altar luce un ramillete de sálix y con él puedo sentir su presencia cada vez me siento a meditar.
PALABRAS EN RELACIÓN
Hace tiempo aprendí que una de las peores ofensas que puedes hacer a madres y padres que han perdido a un hijo es relacionarte con ellos como si la pérdida no hubiese tenido lugar. Porque cuando perdemos a alguien que amamos, obviar su pérdida es negar una parte de nosotros.
Por esta razón nombrar a la persona amada que te ha dejado es un ritual sanador. Nombrarla cuando estés con otras personas. Habla de ella, de cómo era, aquello que os gustaba hacer juntos, de qué forma enriquecía tu vida. Otra forma de poner en práctica este ritual es hablar con ella cuando sientas que lo necesitas. Lo puedes hacer con tu pensamiento o escribiendo. No es tan importante lo que le dices sino el hecho que estés en relación y que puedas expresarte.
Cualquier ritual que decidas poner en práctica no es un deber al que estás obligado, sino un gesto de devoción al que te sientes llamado internamente. Cuando sientas que ya no tiene sentido, habrá llegado el momento de dejar de practicarlo.
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