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Acabo de descubrir (con pavor) ‘El Salto del Colacho’

Siempre he dicho que uno de los privilegios de ser periodista, si te gusta la fotografía claro, es poder consultar las imágenes que envían las agencias casi en tiempo real. Miles de fotógrafos con talento ‘disparando’ la actualidad desde todos los ángulos: fiestas glamourosas, comparecencias políticas, sucesos terribles, gestas deportivas, fiestas tradicionales… Todo un lujo, aunque la dureza de algunas imágenes te pongan a veces la carne de gallina (en mi caso, sobre todo, cuando implican a niños).

Hoy me he quedado clavada, incrédula, «alucinando pepinillos de colores» como diría coloquialmente un buen amigo, ante el reportaje fotográfico de Israel López (GTRES) sobre las fiestas del Colacho, que se celebraro ayer 10 de junio en Castrillo de Murcia, cerca de Burgos.

No sé si seré una ignorante, pero no tenía ni idea de que existían y me han dejado absolutamente alucinada. Por lo visto es una tradición religiosa declarada de interés turístico que se remonta a 1620, el Colacho saltando aleja el mal de los bebés. He visto bastantes artículos en medios extranjeros, también impactados por esta definición de fervor.

No sé qué foto me da más miedo la verdad. Imagino en esos colchones a mis hijos cuando eran bebés y me entran sudores fríos.

No sé qué medidas de seguridad pueden adoptar, pero por las fotos no se aprecian muchas. En algunas parecen verse a adultos dispuestos a coger rápidamente a los bebés e incluso a lanzarse encima de ellos para protegerlos, pero en otras los niños están solos bajo el saltador.

Tampoco sé si ha habido alguna vez algún accidente en los últimos treinta años (si lo hubo antes, probablemente no haya contado de cara a su posible prohibición). Me da igual. Aunque desde 1620 todos los saltadores hayan batido marcas olímpicas y los adultos apostados hayan sido rápidos de reflejos como un gato para ponerse sobre los bebés, me sigue pareciendo de una imprudencia tremenda.

Me perdonarán todos los que disfruten con semejante festejo (no lo harán, ya lo sé), pero me parece potencialmente tan peligroso que debería dejar de hacerse. O sustituir los bebés por muñecos Nenuco. Los padres no pueden hacer con sus hijos todo lo que les de la gana, por supuesto no pueden hacer nada que les ponga en riesgo, por ser sus hijos no son «suyos». Si quieren tumbarse ellos en las camas, que lo hagan, pero que dejen a sus bebés tranquilos.

¿Cómo lo veis vosotros?

¿Cómo blindaste la casa para tu bebé?

Nuestro peque no es nada trasto, suele respetar bastante las prohibiciones.

No he necesitado sistemas especiales que cierren cajones, neveras o tapen enchufes.

Pero aún así hemos tenido que hacer algunas modificaciones en la casa para evitar peligros.

Lo que hemos hecho ha sido:

Forrar la terraza por dentro con un rollo de bambú para evitar que se le ocurriera utilizar los barrotes horizontales que tiene como escalera. Aunque nunca le dejamos sólo en la terraza, ya os he hablado el miedo que me da la combinación peques/alturas.

– En algunos picos de muebles que estaban peligrosamente a la altura de su cabeza hemos colocado protectores. Fue además una recomendación de la pediatra, que nos dijo que las caídas contra los picos producen con cierta frecuencia fracturas de cráneo.

– Teníamos una mesa de centro frente al sofá que hemos regalado. Además del peligro de las cuatro esquinas, el peque agradece ese espacio libre para corretear y jugar.

Pero lo más peligroso para un niño de entre año y medio y cuatro lo hemos visto tras estar en casa de unos amigos que tienen un bebé de pocos meses.

Hablo de esos muebles bajitos ahora tan de moda para colocar la tele plana encima. Son una invitación para que el niño se suba encima y vaya derecho a colgarse de la tele.

Más que una invitación, son una tentación irresistible.

¿Cómo blindaste tú la casa?