Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Un Chenin Blanc del Loira y un Rioja de Burgos

En más de una ocasión os he hablado de Clos Rougeard, uno de mis vinos favoritos. Hoy el primer vino que recomiendo, Domaine du Coller 2005, es uno que elabora Antoine Foucault, hijo de Charly y sobrino de Nadi, los propietarios de Clos Rougeard.

El domaine lo crean en 1999 Antoine y Caroline Boireau. Sus 6 hectáreas de viñedo están en Brézé. La Chenin Blanc es mayoritaria con 4,5 hectáreas, siendo el resto Cabernet Franc.

Antoine es tan meticuloso en el trabajo en el campo como su padre y su tío. Agricultura biológica, rendimientos muy bajos, cada cepa trabajada de forma personal, poco intervencionismo en bodega para dejar que hable el terroir y la madera que no maquille el vino son sus reglas de trabajo.

Domaine du Collier 2005 está elaborado sólo con Chenin Blanc. Es su vino básico pero resulta sorprendente por su gran calidad. Lleno de personalidad tiene un magnífico equilibrio entre la acidez, marcada pero para nada molesta, la frescura y la mineralidad.

Su precio en tienda está sobre los 22 euros.

Para el segundo vino me voy a permitir un pequeño toque de chauvinismo burgalés, porque el elegido es un Rioja de Burgos. Más de uno pensará que ha leído mal, pero no hay ni error ni gazapo.

El vino escogido es Miranda Crianza 2005, un vino de Viñedos del Ternero. Los orígenes de la finca El Ternero se remontan al siglo XI. Durante muchos años fue un pueblo con escuela propia y cuartel de la Guardia Civil, pero la mecanización hizo que la mano de obra necesaria fuese cada vez menor y los dos acabaron cerrando. Hoy sus edificios son parte de la bodega.

Enclavado en territorio burgalés, por una de esas curiosidades administrativas que de vez en cuando se producen en nuestro país, está rodeado de fincas riojanas. La finca tiene 250 hectáreas de las que 61 son de viña, 3 de olivar, 50 de cereal y el resto de monte de pino y pinsapo.

La mayor parte del vino se vende a otras bodegas y la bodega sólo embotella 40.000 botellas, de las que unas 15.000 son de Crianza.

Uno de los rasgos diferenciadores de la finca es su altitud, sus viñedos están entre 550 y 650 metros. La media de edad de las cepas es de 22 años y el Tempranillo siempre va acompañado de una pequeña parte de Mazuelo, entre un 5 y un 10%.

De la elaboración se encarga Ana Blanco, que por cierto nació en la finca pues su padre trabajaba en ella. Su marido Carlos González se encarga de dirigir los trabajos en el campo.

Miranda Crianza 2005 ha tenido una crianza de 12 meses en barricas de roble, francés en un 90%. Es suave en boca, con la madera presente pero no ahogando la buena fruta, fresco, goloso pero vivo. Su precio en tienda ronda los 9 euros.

Un barrica de la Ribera del Duero y un Cabernet Franc del Loira

El primer vino que recomendamos hoy viene de la Ribera del Duero y es el Marqués de Velilla Barrica 2004.

Nunca he ocultado mi personal debilidad por Gabriel Rivero, para mi uno de los mejores enólogos que actualmente trabajan en España.

Conocí a Gabi hace ya muchos años cuando dirigía Château Sociando Mallet, vino que con su trabajo contribuyó a situar entre los más grandes de Burdeos. Después se marchó al Líbano a Château Kefraya y hace poco más de 3 años se volvió a España, donde nunca había trabajado, para dirigir Marqués de Velilla.

Se encontró con una bodega bastante abandonada en su día a día. Vinos normales, sin demasiadas pretensiones y en muchas ocasiones con marcados defectos. La labor de levantar la bodega era dura pero Gabi se puso a ella con la fe que le caracteriza.

Su primera tarea consistió en hacer un estudio de suelo de las 183 hectáreas de viñedo, situadas en el entorno de La Horra, que tiene la bodega. Encontró 18 tipos de suelo, desde arcillosos que proporcionan a los vinos potencia, hasta gravas y arenas que aportan más delicadeza.

Su pasión por el viñedo hace que no sea extraño verle paseando a primeras horas de la mañana, cuando el sol todavía se niega a salir del todo.

Marqués de Velilla Barrica 2004 es el primer vino que elabora Gabriel Rivero en la bodega. Una añada marcada por el granizo que destruyó la mitad de la cosecha.

Tiene un 95% de Tempranillo y 5% de Cabernet Sauvignon, procedentes de las parcelas Curillas, La Vega del Conde, La Encina y El Membrillo. Ha tenido una crianza de 12 meses en barricas de roble, sobre todo francés.

Cuando salió al mercado algunos se quejaban de que era un vino duro y difícil. Han pasado algunos meses y el vino está en un momento impecable, con los taninos finos y redondos, para nada agresivos y con una frescura de fruta muy destacable.

Su precio en tienda está sobre los 7 euros y es muy difícil encontrar un vino de la Ribera del Duero mejor por este precio.

Una demostración más del buen hacer de Gabriel Rivero y de que los grandes vinos de esta bodega están por llegar.

El segundo vino es del Loira francés. Ya hablamos el otro día de los hermanos Foucault, viticultores a los que tengo especial respeto. Su feudo está en Saumur-Champigny, en el Loira.

El nombre de Champigny viene del latín campus ignis, que significa campo de fuego y posiblemente sea porque tienen la temperatura media más alta de la región.

Clos Rougeard siempre está elaborado únicamente con Cabernet Franc, conocido en la zona como breton, debido a que en el siglo XVII Richelieu encarga al abad Breton que replante los viñedos y utiliza para hacerlo plantas de Cabernet Franc compradas en Burdeos.

Cuando las uvas llegan a la bodega, que está entre 10 y 12ºC, permanecen entre 4 y 5 días a esta temperatura, haciendo una maceración prefermentativa en pequeñas cubas de cemento. El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. No se incorporan los vinos de prensa. La maloláctica se hace en barricas de roble. Se hacen 3 ó 4 trasiegos por año.

Clos Rougeard 2003 proviene de 4,5 hectáreas de viñedo, situadas en diferentes parcelas. Las cepas oscilan entre los 15 y los 70 años. El rendimiento medio es de 40 hectolitros por hectárea. Ha tenido una crianza en barrica de 18 meses, parte importante de las cuales son barricas usadas procedentes de Château Margaux y Château Haut-Brion.

La añada 2003 en el Loira, como en el resto de Francia y también de España, fue especialmente calurosa, por eso el vino tiene un poco más de color y algo menos de acidez de lo que es habitual, aunque, debido a su buen trabajo en el campo, tiene una acidez realmente sorprendente para las características de la añada.

La frescura, la profundidad y la mineralidad son rasgos siempre característicos de este vino.

Es un vino destinado a vivir muchos años pero que empieza a estar en buen momento. Yo aconsejo abrirlo cuando menos 1 hora antes de beberlo.

Con su prestigio y su baja producción es un vino difícil de conseguir pero se puede encontrar a unos 29 euros en las tiendas.

Clos Rougeard, los grandes vinos del Loira

Hace poco que ha salido a la venta la guía de La Revue du Vin de France que bajo el título de Les meilleurs vins de France 2009 selecciona las bodegas y les da una puntuación de 1 a 3 estrellas, muy en la línea de la Guía Michelín.

Uno de los ascensos más destacados del año es de los hermanos Foucault y su Clos Rougeard en Loira, que han conseguido su tercera estrella.

El domaine está situado en Chacé, y es propiedad de los hermanos Charly y Nadi Foucault, cuya familia lleva ocho generaciones siendo viticultores. Un viejo acta de 1663 ya demuestra que la familia tenía presencia en la zona.

En palabras de Nadi

El terroir es algo vivo. Evoluciona con el tiempo por la acción del hombre y por las huellas geológicas y climatológicas que deja el paso del tiempo. El terroir es la artesanía frente a la industria

En total tienen 9 hectáreas de viñedo únicamente con Cabernet Franc y 1 con Chenin Blanc. Desde hace 30 años los métodos vitícolas empleados son biológicos, sin recurrir a productos químicos ni herbicidas. El cultivo es ultra tradicional, con rendimientos que nunca superan los 40 hectolitros por hectárea. Tienen de 5.000 a 6.000 cepas por hectárea.

En el suelo de sus viñas hay una primera capa arcillosa, silícea, calcárea y muy pedregosa, con un espesor de unos 30 centímetros, y después está la toba. Los suelos tienen muy buen drenaje y eliminan rápidamente el agua de la lluvia. Las raíces profundizan mucho entre las fallas de la toba y se alimentan del agua que allí se guarda y que se mantiene incluso en las épocas más calurosas y secas.

La selección es casi una religión para los Foucault. Durante la vendimia se hacen dos selecciones, una en el campo y otra en la bodega con una mesa de selección que elimina los racimos que no están perfectos.

El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. Su filosofía es no intervenir demasiado en la elaboración, para que sea la procedencia de las uvas la que marque las diferencias.

La crianza se hace en la cava milenaria, construida por los romanos, excavada en la toba, fresca y sin cambios de temperatura. La procedencia y las características de la madera se cuidan especialmente, siguiendo la tradición familiar, pues hasta su padre, su familia había sido a la vez viticultora y tonelera.

Viticultores de los de verdad, de los que están todo el día en la viña, los Foucault elaboran vinos de una asombrosa autenticidad. Son una auténtica leyenda y la gente se pelea por su pequeña producción, pero a ellos no les importa, siguen trabajando a fondo en el viñedo y elaborando vinos frescos, con una inmensa capacidad de envejecer.

La mineralidad del Loira y la fuerza de la Ribera del Duero

Llorábamos el otro día la muerte de Didier Gagueneau, uno de los vignerons con más personalidad del mundo. Hoy como homenaje vamos a recomendar uno de sus vinos Silex 2005.

Con una curiosa etiqueta en la que la piedra es protagonista Silex procede de una parcela de 2,2 hectáreas de Sauvignon Blanc con cepas de más de 50 años y rendimientos muy bajos. Los suelos tienen base arcillosa y fuerte presencia de la piedra que le da el nombre.

Es uno de los grandes blancos del mundo, puro, mineral, con el recuerdo claro del silex, poderoso pero lleno de elegancia, lleno de armonía. Se puede beber ahora y se puede guardar muchos años.

No voy a decir que es barato, su precio se acerca a los 90 euros, pero beberlo no es sólo hacerle un homenaje a Didier Dagueneau, es, sobre todo, hacérnoslo a nosotros.

El segundo vino de esta semana es Astrales 2006, uno de los nuevos Ribera del Duero.

Es el resultado de la unión entre la familia Romera de la Cruz y Eduardo García. Los primeros viticultores en su tercera generación con viñas en Anguix y Eduardo es el hijo de Mariano García y tras formarse en Burdeos colabora con su padre y desarrolla proyectos propios como este.

La familia Romera de la Cruz tiene 29 hectáreas de viñedo en Anguix, pero el vino procede sólo de 10 hectáreas con cepas de entre 20 y 70 años, resultado de una selección masal de sus mejores clones. No se utilizan herbicidas.

Cada parcela se vinifica por separado, las maceraciones no son demasiado largas y la crianza está entre los 14 y los 20 meses. La idea es intervenir lo menos posible en la elaboración para que se exprese el viñedo.

El Astrales 2006 acaba de salir al mercado y todavía está un poco duro, cerrado y con la madera marcando el paso, pero tiene buena presencia de fruta que se irá imponiendo poco a poco. La etiqueta es nueva y más clásica que la anterior.

Su precio está sobre los 24 euros.

Ha muerto Didier Dagueneau, el gran viticultor del Loira

El miércoles pasado moría en accidente Didier Dagueneau.

Inconformista, rebelde, crítico con las prácticas de cultivo de sus vecinos y con la actitud ñoña de las administraciones, Didier Dagueneau, nacido en 1956 en Saint Andelain, era indudablemente uno de los grandes.

Apasionado de la viticultura llevada al extremo, trabajaba cada cepa de forma particular hasta conseguir sacar de ella lo mejor. Su filosofía la resume fácilmente

Yo no busco elaborar vinos para los coleccionistas, mi objetivo es reflejar un saber hacer, un cepage y un terroir. Nada más

Y nada menos. Pero también tenía claro que había que arriesgar en la búsqueda de ese objetivo

Un gran vino es un producto cultural y hay que defender la excelencia no la facilidad

Venía de familia de viticultores pero su primera pasión fueron las carreras de sidecar. Pero dos accidentes seguidos le hicieron volver a la tierra.

Se instala por su cuenta en 1982 dispuesto a demostrar a su padre y a sus tíos que era capaz de hacer un vino mejor que el suyo

Mejorar lo que hacían ellos era una gran motivación para mi en esa época

En 1989 construye su bodega, conocida por muchos como la catedral. Una importante inversión puesta al servicio del vino. En sus blancas paredes están escritas frases que reflejan sus ideas.

No es necesario conquistar si todo está en venta

O la máxima del Che Guevara, personaje con el que muchos le comparaban, por su barba y su melena

Se realista, pide lo imposible

Propietario de 11,5 hectáreas elaboraba 5 vinos diferentes. En Chailloux, Buisson Renard, Pur Sang, Silex y Astéroide. Este último elaborado con cepas no injertadas, que vigilaba con mimo para evitar que la filoxera las atacase.

Para Denis Dubourdie, el impulsor de los vinos blancos de Burdeos

era uno de los grandes bodegueros de nuestra generación

Su hijo Louis Benjamin, que llevaba años trabajando con él, será su continuador.

Los tintos también son para el verano

Los tintos, como las bicicletas, también son para el verano. Es indiscutible que con los calores apetece más beber bebidas frescas, más ligeras y ahí se imponen el Champagne, los grandes blancos de Borgoña, los Riesling de Alemania o la Grüner de Austria, los Xarel.lo del Penedès o los buenos blancos gallegos. Sin olvidarnos de las Manzanillas y los Finos de Jerez.

Pero eso no significa que tengamos que renunciar a los tintos. El ejemplo más claro puede ser el Morgon de Marcel Lapierre que recomendaba este viernes. Un vino perfecto para los días de calor.

Como lo son los Pinot Noir de Borgoña, tanto en su gama más ligera, con sus vinos llenos de fruta, como en su nivel más alto. La elegancia y la sutileza los convierten en compañía muy adecuada para estos días.

Otros tintos muy adecuados son los Cabernet Franc del Loira. Su compensada acidez les da un aporte suplementario para aguantar los calores.

Siguiendo con los tintos atlánticos, son muy válidos los gallegos y los bercianos. Ya hemos hablado de ellos en otra ocasión, pero no viene nada mal recordarlo.

Eso sí, yo prefiero tomarlos un poco más frescos de lo habitual. Frescos que no fríos.

Seguro que todos tenéis experiencia con tintos que os han sorprendido por lo bien que se beben en verano.

Espero vuestras experiencias y me despido hasta septiembre. Me tomo unas vacaciones, un poco más largas de lo habitual, pero a mis años hay que cuidarse. Nos vemos otra vez el 1 de septiembre.

Un blanco biodinámico del Loira y un tinto de Cigales: sutileza y contundencia

El otro día hablábamos de Guy Bossard, uno de los viticultores que más admiro. Hoy vamos a escoger como primer vino recomendado uno suyo. Su cuvée básica. Domaine de L’Ecu Muscadet Sèvre-et-Maine Sur Lie 2006.

Para elaborar este vino Guy Bossard parte de cepas de Melon de Bourgogne con una edad media de unos 30 años. Proceden de 3 tipos diferentes de suelos, con la característica común de ser superficiales, pedregosos, silíceos y con escasa reserva de agua. Las cepas están plantadas en laderas orientadas al oeste y noroeste. Tanto el cultivo como la elaboración son biodinámicos.

El nombre de Muscadet origina en ocasiones equívocos y hay quien cree que este vino se elabora con Moscatel (Muscat), pero no es así. El nombre posiblemente venga por el color dorado que adquieren las uvas y que recuerda a la variedad de manzana Muscadet, muy habitual en la zona.

“Sur Lie” no refleja un terroir determinado, sino una forma de elaborar. Es una técnica descubierta a principios del siglo XX, resultado de la costumbre de los viticultores de guardar alguna de las mejores barricas para el consumo familiar. Esas barricas, que no se trasegaban, eran de mejor calidad.

En 1977 se concede la denominación “Sur lie”, que se puede añadir al nombre de la AOC correspondiente. Los vinos fermentan con sus lías, sólo se realiza un trasiego para eliminar las lías más gruesas, y deben permanecer con ellas en el momento del embotellado, que sólo puede realizarse del 1 de marzo al 30 de junio y del 15 de octubre al 30 de noviembre del año siguiente a la vendimia. Estas fechas son el resultado del estudio sobre el momento en el que mejor están las autolisis de las levaduras. Los vinos sólo se pueden comercializar a partir del tercer jueves de marzo.

Es un vino impactante. Desde el color, con sus brillos verdosos, hasta el aroma, frutal y mineral a la vez, pasando por la boca, donde destaca su acidez cítrica, junto a su untuosidad. Se puede beber ahora y se puede guardar durante años sin problemas.

Perfecto para cualquier marisco o pescado, es válido para carnes blancas y para acompañar una comida suave que tan bien sienta en estos días en que el calor empieza a parecer.

Personalmente aconsejaría decantarlo casi 1 hora antes de beberlo, para que se abriese y sea capad de ofrecernos todo su potencial.

Su precio no llega a 9 euros y es difícil encontrar más personalidad a este precio.

El segundo vino es un tinto de Cigales. César Príncipe 2005 es una demostración de que en esta zona olvidada del Duero se pueden hacer vinos poderosos e interesantes y no centrarse sólo en los viejos claretes.

La familia Príncipe se dedicaba al cultivo del viñedo desde hace muchos años, aunque vendían toda su producción a granel.

Pero en la década de los 90, Ignacio Príncipe, hijo de César, decide dar un cambio a esta situación y apostar por vinos de calidad.

Su gran secreto son las 17 hectáreas de viñedo, plantadas en vaso, con una edad media que ronda los 50 años, repartidas en varias parcelas por todo el término de Fuensaldaña, siendo la parcela más grande de 2 hectáreas. En estos viejos viñedos la Tempranillo, variedad mayoritaria, se mezcla con Garnacha y con algo de las variedades blancas Albillo y Verdejo.

Con estas cepas elabora su vino. Pero en 1990 plantó también 23 hectáreas de viñedo en el pueblo de Corcos del Valle, todas juntas, en espaldera y sólo con Tempranillo.

El vino ha tenido una crianza de 14 meses en barricas de roble, mayoritariamente francés.

Un vino intenso, poderoso, que recuerda a sus vecinos de la Ribera del Duero, lleno de fruta y con la madera todavía marcada. Necesita tiempo para integrarla pero tiene fruta que se lo permitirá. Al igual que en el vino anterior, creo que es mejor decantarlo como mínimo media hora antes de beberlo. Se encuentra fácilmente en las tiendas sobre los 20 euros.

Domaine de L’Ecu: trabajo profundo y precios comedidos

Loira es la región vitícola más extensa de Francia. Va desde el Macizo central hasta la desembocadura del río en el Atlántico. Tiene unas 70.000 hectáreas, con 63 denominaciones de origen (AOC) diferentes.

El Pays Nantais está situado en el extremo oeste del valle del Loira, antes de que el río vierta sus aguas en el océano Atlántico. El clima es más marítimo y suave, con una pluviometría más grande. El cielo suele estar soleado y el viento del oeste se lleva habitualmente las pocas nubes.

El Domaine de L’Ecu es propiedad de Guy Bossard, que representa la quinta generación de viticultores, y que se ha convertido en el vigneron más respetado de la zona.

Guy Bossard trabaja en la viña desde los 14 años y gracias a su rigurosidad reduciendo de forma drástica los rendimientos, al profundo conocimiento de cada parcela y a su capacidad para expresar lo mejor de su terroir, sin recurrir a levaduras o prácticas extrañas, ha convertido su domaine en la referencia del Pays Nantais.

Todo el cultivo se hace de forma biológica desde 1975. El cultivo biodinámico se empezó en 1992 y desde 1996 se aplica a todo el viñedo. Guy es uno de los vignerons más profundo y apasionado que yo conozco.

En total tiene 21 hectáreas de viñedo, de las que 16 son de Melon de Bourgogne, 3 de Folle Blanche, conocida aquí como Gros Plant, 1 de Cabernet Franc y 1 de Chardonnay. El trabajo en el campo se hace a mano y con un caballo, sin utilizar ningún medio mecánico.

Melon de Bourgogne, es una cepa originaria de Borgoña, que recibe el nombre de Melon por la forma redonda de sus hojas. Llegó a la zona en el siglo XVII, impulsada por los mercaderes holandeses, que querían comprar vino blanco para hacer sus aguardientes. En 1709 se sufrió un invierno terrible, con heladas continuas y de una fuerza increíble, que asolaron casi totalmente el viñedo. La única variedad que fue capaz de aguantar fue ésta, lo que motivó que su cultivo se extendiese de forma radical. Gros Plant es el nombre local de Folle Blanche.

Las vendimias son precoces y siempre manuales. Las uvas se vierten por gravedad en la prensa neumática para realizar un suave prensado. La temperatura de fermentación se regula de forma natural, al elaborarse en cavas subterráneas, entre 15 y 17ºC.

Guy Bossard elabora diversos tipos de vinos. Desde sus cuvées básicas, hasta las 3 expresiones de sus suelos: Gneiss, Granite y Orthogneiss.

Vinos espectaculares, llenos de personalidad, diferentes, puede que de jóvenes todavía difíciles, pero siempre llenos de encanto.

Pocos viticultores en el mundo ofrecen tanta profundidad a un precio tan comedido como Guy Bossard.

El estilo de vinos que me gusta

Tendría que haber sido el primer tema pero lo ha ido dejando por lo complejo de la explicación. Y es que definir que tipo de vino es el que más me gusta es complicado. Empezaré por definir lo que no me gusta y de la negación saldrá algo positivo.

No me gustan los vinos elaborado con uvas sobremaduradas, aquellos en los que la fruta se expresa confitada.

No me gustan los vinos con sobre extracción. No me gusta que la madera se note en el vino, ni aunque esté enmascarada por los toques de torrefacto que aporta un buen, y excesivo, tostado de las barricas.

No me gustan los taninos secos, ni que haya gente, incluida especialistas, que digan que con el paso del tiempo se van a limar: un tanino seco es seco hasta que el vino muere.

Resultado de todo esto no me gustan los vinos concentrados y pastosos, de entrada rotunda y que se mueren a mitad de la boca.

No me gusta que los vinos de una zona sean tan iguales a los de otra, que las técnicas de elaboración se impongan hasta el punto de que es imposible saber la procedencia de los vinos, el lugar donde han nacido las uvas.

Algunos amigos cuando les cuento esto me dicen que acabo de eliminar a la mayor parte de los vinos top que se elaboran en España y es posible que sea así, pero la moda de la concentración, la búsqueda del estilo que supuestamente gusta a Parker no me interesa. Este tipo de vino me aburre.

Me gustan los vinos en los que el hombre interviene poco en la elaboración, aunque haya trabajado a fondo el viñedo.

Mi trabajo acaba cuando la uva llega a la bodega

decía el gran Denis Mortet, del que otro día hablaré más.

Me gustan los vinos que expresan su terroir, que son diferentes, únicos, aunque tengan defectos. Me gustan los vinos frescos, con acidez y buena fruta.

Adoro Borgoña, me gustan los buenos mencías leoneses o gallegos, la expresión elegante del Duero, el equilibrio y la finura de los buenos riojas, la Cabernet Franc y la Chenin Blanc del Loira, el Riesling de Alemania, la Grüner Veltliner austriaca, los grandes y olvidados vinos de Jerez, la frescura del moscatel de la Axarquía de Málaga, la intensidad auténtica de los buenos douros, la cariñena del Priorat, el Champagne de los buenos viticultores, la sutileza de una bodega del Penedès como Can Ràfols, los viejos oportos, las garnachas llenas de sutileza procedentes de viejas cepas…

De esos vinos voy a ir hablando en este blog para que juntos podamos disfrutarlos.